H
e empezado esta breve entrada muchas veces, no se ni que decir, solo que me siento triste. El poeta mexicano Alejandro Aura, ha fallecido hoy en la mañana.Fue un señor tan bello, que nos va a hacer mucha falta. Imposible olvidar su constante ternura, su generosidad, su gran sentido del humor, su valentía y sensibilidad...
Desde 2006 abrió su blog, en donde escribió hasta ayer y nos dejó su poema:
Despedida
Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.
¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.
Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.
Qué triste es enterarse de la muerte de alguien. Sus letras nos servirán de compañía.
ResponderBorrarSaludos
Que pena.
ResponderBorrarCómo olvidar las veladas en "El hijo del cuervo", en Coyoacán. O el club de lectura "Las aureolas", donde prestaba libros para que se leyeran con la única promesa de regresarlos para que otros pudieran leerlos...
Y tantas cosas más... :(
Sin duda es una noticia muy triste. Bellísimo el poema.
ResponderBorrarUn abrazo
Comprendo que te puedas sentir triste por la pérdida. Si ese poema es de su puño y letra tu descripción sobre su humanidad es muy acertada.
ResponderBorrarYo también lamento que las personas así desaparezcan (físicamente) y cada vez queden más ruines sobre esta tierra.
Un abrazo
Desconocía a este autor. Pero la pérdida de un artista siempre ha de ser motivo de lamento.
ResponderBorrarAdiós, limpiamente como las plantas. Sin rencor.
ResponderBorrarBello, sí.
El recuerdo de las personas queridas es siempre una presencia. Su ausencia física puede llenarse con el legado que nos dejan, cuidarlo, mimarlo: "el hueco de nuestra imaginación se queda para que entre todos se encarguen de llenarlo".
Me da la impresión que A. Aura esperó la muerte muy sereno. Dicen que uno muere como vivió.
Por mi parte, leeré su obra.
Un abrazo para ti.
Descanse en Paz. Un gran hombre, muy culto y de excelente trato. Un poeta, sencillamente uno de esos locos que somos, de los que vemos el mundo con amor, dulzura y esperanza.
ResponderBorrarEra una persona muy especial y muy querida. Descanse en paz.
ResponderBorrarMuchas gracias por sus comentarios.
Bellísima manera de despedirse.Descanse en paz.
ResponderBorrarUn abrazo
Leer el poema ya era impresionante. Pero ahora he podido escucharlo en la voz del propio poeta. Cómo conmueve.
ResponderBorrarSon impresionantes las muestras de afecto publicadas en su blog. Quería decirtelo. Creo que ha removido algunos de mis recuerdos más íntimos. Me turba y me reconforta a la vez.