6 de enero de 2006

Balthus: la evocación del arte

¿Quién no recuerda Cumbres borrascosas de Emily Brontë, y aquella mansión de Heatcleaf, aquel hombre resentido, fuerte, con un espíritu pleno de un amor que lo atormenta? De niño Heatcleaf es recogido por el señor Earnshaw. A la muerte del padre, Hindley, el hermano de Cathy, se encarga de despreciarlo, siempre lo consideró un estorbo entre él y su padre. Heatcleaf busca cobijo en Cathy, lazo que hace surgir pasiones sin límite. Como sabemos, muchos acontecimientos surgen a partir de este momento de la historia, una novela en la que el rencor, la venganza, el odio, el coraje, el desaliento, el miedo, la violencia, pero sobre todo un gran amor, sirve de escenario. Precisamente Balthus alude, evoca en este cuadro, a Cumbres borrascosas.

"Cathy con una bata abierta, dejando ver su deslumbrante cuerpo florecido en el amor, vertical, alta y esbelta, poseída por la belleza, con un rostro de gata, animal y espiritual, sensual, ascético, con labios llenos, nariz corta, ojos rasgados y claros, cejas perfectas, frente estrecha y pelo desmelenado, se deja peinar por una robusta sirvienta, que cumple su tarea fiel y severa, sin ninguna ambigüedad, en un lado del cuadro; en el otro, un joven de pelo negro que cae sobre su frente, con un bello rostro pensativo y apasionado, sentado de lado en una silla, con una pierna cruzada y las manos apoyadas en la parte alta del respaldo, que uno de sus brazos rodea al reclinar su costado en él, mira no a Cathy, sino hacia el frente, hacia nosotros, los espectadores del cuadro, pero no nos mira, sus ojos oscuros están perdidos en sí mismos: podría ser Heatcleaf, es Heatcleaf; pero también se trata de un autorretrato de Balthus. El cuadro se llama La toillete de Cathy, y los personajes no están vestidos con trajes de época sino del momento en que fue ejecutada la obra. ¿Es una ilustración de la novela de Emily Brontë? Esta escena no tiene lugar en Cumbres borrascosas: es precisamente la escena que no puede ocurrir: Cathy y Heatcleaf, bellos y jóvenes viviendo su amor en su casa, uno al lado del otro para siempre, después de esa infancia en que no tuvieron ojos más que uno para el otro y el mundo era de ellos, en la soledad, en la libertad. "Yo soy Heatcleaf", ha dicho Cathy. El cuadro nos dice a su vez de esa unión que es imposible en la novela, que el mundo, la sociedad, las convenciones, han hecho imposible en la novela. Con su carácter cotidiano y banal ése es el escenario de lo sagrado: la realización del amor. Pero es también la evocación por parte del arte de lo imposible: un sueño inevitablemente perdido, una nostalgia"(1).

(1) Lo que va entre comillas es tomado del ensayo "Balthus: el sueño y el crimen", de Juan García Ponce.
(2) Todas las almas de Javier Marías, en su edición de Alfaguara: 2000, col. Hispánica, trae este cuadro en la portada.

14 comments:

Anónimo dijo...

Querida Magda, has tocado mi fibra dos veces, amo Cumbres Borrascosas tanto como a Balthus, tan inquietante siempre. Si hay un amor literario que resuma El Amor, con toda su carga de entrega y destructividad, es éste.
Siempre me imagino que Orson Welles habría bordado este papel en el cine, en vez de Olivier, y como Cathy habría elegido a Jennifer Jones y no a ¿cómo se llamaba? Ja, ja.
Qué placer me has dado leyendo este fragmento de García Ponce.
Un beso de 2006.

Paola dijo...

Magda, disiento con tu interpretación de la mirada de Heatcleaf. Él no mira al espectador del cuadro, desvía la mirada en una actitud mas bien de pudor. Entiendo la que el origen de tanto desencuentro y tanto resentimiento es la sensación constante de Heatcleaf de inferioridad, y aquí , en el cuadro, vuelvo a verlo. Sus ojos no son lo suficientemente buenos para admirar a Cathy, y ella, una vez más, se nos presenta con una naturalidad casi altiva, dueña y señora; ni ella, ni él pueden escapar a sus roles, y el amor que sienten uno por el otro es grande, inmenso, pero no puede derribar este abismos, ellos están separados por cumbres borrascosas

Magda Díaz Morales dijo...

Paola, creo que estás de acuerdo con la lectura que hace García Ponce, no, Heatcleaf no nos mira, dice: "... pero no nos mira, sus ojos oscuros están perdidos en sí mismos". Paralelamente, hay algo que es importante, la lectura del escritor es una lectura del cuadro de Balthus, La toillete de Cathy, no de la novela Cumbres borrascosas, eso es muy interesante ¿verdad?

Estoy muy de acuerdo contigo con lo que comentas, Heatcleaf sufre maltrato, ello lo hace un adulto conflictivo. Es una magistral novela.

Me alegra mucho conocerte, bienvenida siempre.

Magda Díaz Morales dijo...

Es un fragmento muy bello, Gabriela, sí. Como sabemos, paralelamente a su quehacer narrativo, García Ponce es de los más grandes críticos de artes plásticas en México, tiene libros y libros de crítica sobre pintores tanto nacionales como extranjeros, fue un gran conocedor del arte que vivió para la literatura.

Que bueno que te gustó. Muchos saludos.

Ismael Lares dijo...

La evocación, en este caso, me resulta perniciosa, pues la visión particular de Balthus transgrede mi imaginación.

Paola dijo...

Magda, la alegría es mutua, hace rato que te leo :)
Me disculpo por la cantidad de erratas de la entrada, la escribí a las corridas en el trabajo.
Un Abrazo
Paola

Paola dijo...

Algo sobre Cumbres Borrascosas (gran título! según John Cheever, luego de éste no hubo buenos títulos) que siempre me llamo la atención, y en lo que reparé luego de escribir una reseña (y haber leído otras tantas) es que casi nadie recuerda que la novela es un cuento, una historia dentro de otra (aunque la primera apenas queda anunciada). El ama de llaves cuenta la historia de la familia de Cathy al futuro inquilino de cumbres que cae enfermo luego de una tormenta, y en parte por los malos tratos de Heatcleaf, pero.... ¿quién nos asegura a nosotros que la relatado por esta mujer, seguramente muy ignorante, es cierto? Los cuentos de los criados son siempre exagerados ¿no?
La historia es tan potente que logra abstraernos de esta circunstancia.
Yo creo que Emily se valió de este recurso para evitar cualquier critica a lo desproporcionado de algunos sentimientos y acciones. No lo consiguió, la novela fue tildada de salvaje y brutal

Anónimo dijo...

Hace un rato he vuelto a este universon blog, regresada de un largo tiempo entre mi novela. Me ha alegrado sobremanera encontrar en mi post un recuerdo tuyo. Alegrías así deben moverme a luchar porque esta comunicación amistosa y viva siga adelante. Y así será. Gracias Magda por ser como eres y por tu constancia y tu página maravillosa. Me ha hecho feliz encontrar al entrar aquí para mandarte un abrazo que tu post habla de Balthus. Es un pintor al que adoro y que me parece enormemente literario. Hay un cuadro en el museo Thyssen en Madrid suyo que me parece fascinante. Un juego narrativo de mucha envergadura. Y una anécdota: cuando leí en el 89 Todas las almas, de MArías, se convirtió en uno de mis libros preferidos. Entonces no conocía a Balthus. Ahora que lo conozco no recordaba que la edición de ese año, en Anagrama, también llevaba la portada que tú reproduces. Gracias a tí he hecho memoria.
Magda, mil besos.

Inés Mara.

Magda Díaz Morales dijo...

Si, Paola, que bien que lo recuerdas, por supuesto, es una historia dentro de de la historia, una metadiégesis, por darle un nombre teórico.

Buena pregunta: "¿quién nos asegura a nosotros que la relatado por esta mujer, seguramente muy ignorante, es cierto?". Creo que nadie, nadie nos asegura que lo relatado sea verdadero o falso, pero ¿tendremos derecho a dudar de una narradora sea sirvienta o no?

Muy cierto, la recepción de la novela no fue muy satisfactoria, podemos imaginar que leer todas estas "pasiones", debió pegarle a muchos moralistas ;)

Magda Díaz Morales dijo...

Salomón, muchas gracias, que amable. Que tengas un buen fin de semana.

__________
Chilango, creo que "la visión particular de Balthus transgrede" tu imaginación, la mia, y la de muchos. Un notable pintor, sin duda.

Aprovecho para darte las gracias, se ve muy bien.

Muchos saludos.

Magda Díaz Morales dijo...

Qué alegría, Inés, me alegra mucho saludarte. Hace muchos, pero muchos meses que te pasaste por mi blog y yo por el tuyo, y desde ahi nada, hasta pensé que no regresarías.

Me da mucho gusto estés de regreso (al ratito te envio un correo-e).

Un abrazo muy grande.

Anónimo dijo...

"Lo inevitablemente perdido"; la pérdida lo hace memorable. Es curioso que el cuadro es por tanto imposible; si la historia hubiera acabado así, no habría novela, ni cuadro... De este modo, el arte sobre el arte puede casi sostenerse flotando en el vacío, ¿verdad?

Magda Díaz Morales dijo...

Quizá, José Ángel, si la historia no hubiera acabado como acabó y hubiera tenido otro final, si hubiera existido la no0vela, pero quizá hubiera sido una novela con el mismo título pero con un final diferente, y el cuadro de Balthus también hubiera tenido otra imagen...

La evocación del arte quizá sí, quizá se sotenga en ese vacío, un vacío en el que habitan nuestras lecturas de lo que pudo haber sido y no fue...

Magda Díaz Morales dijo...

Si, querido Luis, creo que tener una mujer japonesa puede influir en tu opinión o ¿no será el gato que habrás confundido porque también era japonés? bueno, al menos tenía nombre japonés ;)

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