10 de diciembre de 2005

Los fantasmas del sombrerero: Georges Simenon

Georges Simenon, Los fantasmas del sombrerero (Barcelona: Tusquets, 1998)

¿Quién no recuerda las andanzas del inspector Jules Maigret, el detective creado por el escritor belga Georges Simenon? Ese ambiente parisino, su colección de pipas, su deseo de llegar a casa para disfrutar de los deliciosos platillos que prepara su esposa. Un gran personaje. En Los fantasmas del sombrerero ya no encontramos a Maigret, ahora conocemos a León Labbé, un comerciante de La Rochelle, metódico, trabajador, respetable, que acude por las tardes a reunirse con los amigos y tomar una o dos copas de vino blanco en el Café des colonnes. Frente a su sombrerería se encuentra el taller de Kachudas, el sastre, quien también va al café todas las tardes, en cuanto ve al sombrerero salir, sale él, caminando siempre atrás de Labbé: “El sastrecillo era miedoso –nos cuenta el narrador- y Monsieur Labbé se permitía el malévolo placer de esperarle sin que lo pareciera. ¿Pues no era éste un placer diabólico?” A Kachudas:

Le daba pánico no coincidir con Monsieur Labbé. Este lo sabía. La cosa no venía de la primera vieja asesinada, sino de la tercera, cuando la ciudad empezó a asustarse seriamente. La Rue du Minage casi estaba desierta a aquellas horas, sobre todo cuando llovía a cántaros. Estaba más vacía que nunca, pues mucha gente evitaba salir después de que anocheciera. Los comerciantes, que habían sido los primeros en sufrir las consecuencias del pánico, fueron también los primeros en organizar patrullas. Pero ¿acaso habían podido evitar estas patrullas la muerte de Madame Geoffroy-Lambert y la de Madame Léonide Proux, la comadrona de Fétilly?

Una tarde, estando en el café, Kachudas descubre por casualidad un rastro muy sospechoso en la parte baja del pantalón de Labbé. Aterrado, el sastre enmudece, a pesar de la recompensa que podría tener si lo delatara. Y las muertes prosiguen…

¿Qué empuja a una persona estimada por todos a asesinar a su esposa y enterrarla en el sótano de su casa sin decirle a nadie que esto ha sucedido? Para todos la señora Labbé sigue viva, está paralítica, por ello no sale de su habitación. Todos los días el sombrerero le sube sus alimentos, mismos que o se come o tira en el baño. Siempre que sale pronuncia "una de sus frases rituales: -Voy a ver si Madame Labbé necesita algo", mientras ordena a Valentin, su ayudante, que cierre la tienda. Pero a Labbé se le presenta un problema, su esposa tiene cinco amigas que la visitan una vez al año, entonces hay que aniquilarlas...

El final es digno de una estupenda novela. Los fantasmas del sombrerero logran que, como lectores, nos convirtamos en cómplices adecuados de alguien que vivió sometido por una mujer inaguantable, al menos así lo sentía él…

10 comments:

Ivan Humanes dijo...

Toc, toc, toc... Yo que siempre (o casi) suelo ser un visitante silencioso de lo apostillado, te saludo. Es un post intrigante. Me ha despertado la curiosidad por el libro y por acudir a una librería que tenemos por aquí: Negra y criminal. Mmmmm Gracias.

Magda Díaz Morales dijo...

Adelante, usted no tiene que tocar, esta es su casa.

Ojalá lo leas, Ivan, es excelente. Es un escritor que escribió mucho y muy bien. Esta novela te mantiene todo el tiempo en la intriga, el final es excelente.

Anónimo dijo...

Querida Magda,
muchas gracias por tu visita.
El libro que comentas, y me llevó a otros del mismo autor, lo leí prácticamente de una tacada.Tienes razón, es excelente.
Un hombre normal, de costumbres normales, respetado y aparentemente respetable.
También de Simenón recomendaría algún otro como por ejemplo "El pensionista".

Un abrazo fuerte de Susy

Magda Díaz Morales dijo...

No tienes que dar las gracias, Susy, al contrario, disculpa que no te visitara antes, te veia entrar al blog (Apostillas1) y no habia tenido tiempo de irte a saludar, es que está el final del semestre y todo apura...

¿Verdad que si es excelente? a mi me gusta casi todo de él, lo que si no leo seguido porque es muy impresionante es la carta a su madre, dura, una relación que le hizo mucho daño al escritor, hijo de una madre impositiva que no quería que su hijo se dedicara a escribir. En fin...

Besitos Susy, y siempre bienvenida.

Anónimo dijo...

Je, con respecto a lo que dicen Magda y Susy, me parece recordar que una vez Simenon hizo un experimento de escribir una novela de una tacada encerrado en una jaula o algo así, ante el público, para demostrar lo que podía hacer. (También tuvo amantes y amantes para dar y tomar... ¿o me llegan sólo mitos? ¿Podía a la vez escribir tanto y ligar tanto? Igual es que era rápido, y eficaz, en todo, y eso que tenía madre dominante, que si no...).

Magda Díaz Morales dijo...

Así es José Ángel, tuvo muchas amantes, ello me hace pensar en que jamás encontró una pareja idonea para él. Y con respecto a la madre el problema estuvo justamente, además de que no le hizo caso pues ella no quería que fuera escritor, en que no vivía con ella, la veía una o dos veces al año. Se cuenta de que cuando la madre estaba a punto de morir él la fua a ver y ella le dijo: "¿a qué veniste?", y él le mandaba dinero, pero ella se lo regresaba. Para mi que era una mamá no muy grata. Y haciéndole al Freud, quizá esto tuvo mucho que ver con su inestabilidad emocional con respecto a las mujeres, quien sabe...

Lo que si es cierto es que es un gran escritor.

Anónimo dijo...

No olvidar el suicidio de su hija a la que dedicó sus "Memorias íntimas" que también recomiendo leer.
Parece que el incesto tuvo bastante que ver.
En fin... no se.
La vida y la obra, dos cosas distintas.
Besos de Susy

Magda Díaz Morales dijo...

Asi es, Susy, la vida y la obra son dos cosas distintas. Me gustaron sus "Memorias", si.

Saludos

Anónimo dijo...

Magda: He dejado ir libros acerca de Maigret, ahora buscaré algo de Simenon para leerlo. Lo que pasa es que en verdad animas a leer a los autores y personajes que anotas.
H.L.

Magda Díaz Morales dijo...

Simenon es un autor imprescindible, Héctor, te va a encantar.

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