Yasunari Kawabata, La casa de las bellas durmientes (Barcelona: Caralt, 2004), 155 pp.
Llegar a la vejez, acaso a una soledad vestida de nostalgias y recuerdos, no debe de ser sencillo, aunque quizá ninguna edad lo es. Probablemente la diferencia está en que cuando se es viejo se piensa con más detenimiento en la vecindad con la muerte y esto consiente un silencioso y triste miedo, sensaciones que a veces vemos reflejadas en los ojos siempre grises de los ancianos.
¿Qué sucede con el erotismo cuando se tienen casi setenta años? ¿se es tan grande a esa edad como para dejar de sentir deseo o, tal vez, el deseo se transforma en algo diferente, menos pasional? "Los viejos tienen la muerte, y los jóvenes el amor, y la muerte viene una sola vez y el amor muchas", piensa Eguchi, el protagonista de La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata.
Kiga, el amigo de Eguchi, que "era tan viejo que ya había dejado de ser hombre", le recomienda una casa secreta a la que él asiste, la casa de las bellas durmientes en las afueras de Tokio. Los ancianos llegan, toman un delicioso té y pasan a una habitación adonde les espera en la cama una jovencita dormida y virgen, que no se despierta por nada. Ellos pueden hacer lo que deseen con ellas sin transgredir las reglas establecidas: no deben de tener relaciones sexuales, no deben de despertarlas y no es posible pasar la noche dos veces con la misma chica. Las jovencitas, "convertidas en juguetes vivientes", podían ser "para los viejos la vida misma". La primera vez que Eguchi tiene esta experiencia:
Llegar a la vejez, acaso a una soledad vestida de nostalgias y recuerdos, no debe de ser sencillo, aunque quizá ninguna edad lo es. Probablemente la diferencia está en que cuando se es viejo se piensa con más detenimiento en la vecindad con la muerte y esto consiente un silencioso y triste miedo, sensaciones que a veces vemos reflejadas en los ojos siempre grises de los ancianos.
¿Qué sucede con el erotismo cuando se tienen casi setenta años? ¿se es tan grande a esa edad como para dejar de sentir deseo o, tal vez, el deseo se transforma en algo diferente, menos pasional? "Los viejos tienen la muerte, y los jóvenes el amor, y la muerte viene una sola vez y el amor muchas", piensa Eguchi, el protagonista de La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata.
Kiga, el amigo de Eguchi, que "era tan viejo que ya había dejado de ser hombre", le recomienda una casa secreta a la que él asiste, la casa de las bellas durmientes en las afueras de Tokio. Los ancianos llegan, toman un delicioso té y pasan a una habitación adonde les espera en la cama una jovencita dormida y virgen, que no se despierta por nada. Ellos pueden hacer lo que deseen con ellas sin transgredir las reglas establecidas: no deben de tener relaciones sexuales, no deben de despertarlas y no es posible pasar la noche dos veces con la misma chica. Las jovencitas, "convertidas en juguetes vivientes", podían ser "para los viejos la vida misma". La primera vez que Eguchi tiene esta experiencia:
Creyó sentir música en el cuerpo de la muchacha. Era la música del amor (...). Dormir con una belleza que no se despertaría era una tentación, una aventura, un goce (...), cuando la desesperación de la vejez le resultaba insoportable (...). El recuerdo, el don de una mujer para comunicar fuerza a toda la vida de un hombre, seguía vivo en él, a pesar de sus sesenta y siete años.
Mientras Eguchi está con las jovencitas (cuatro experiencias en total, la última con dos chicas dormidas al mismo tiempo) y les acaricia el cabello, los senos, los hombros, los labios, vienen a él los recuerdos de sus tres hijas, sus nietos, de sus anteriores amantes o de la atracción que sintió por otras mujeres, de su esposa ("estaría durmiendo sola en esta fría noche de invierno"), de su juventud. Es de una gran belleza estética el que estos recuerdos le lleguen a través de la fragancia de las flores: peonías, rododendros blancos, camelias, probablemente porque "el sentido del olfato es el más rápido en evocar recuerdos".
Es excelente la forma en que Kawabata engarza las historias dentro de la historia, lo hace con sutileza, casi sin sentir penetramos a historias plenas de símbolos, metáforas, pero sobre todo escritas con magistral belleza. Todo sucede mientras besa, abraza, acaricia y contempla a las bellas durmientes, hasta que sucede lo inesperado...
Como la joven no se despertaría, los viejos huéspedes no tenían que sentir vergüenza de sus años. Eran completamente libres de entregarse sin limitación a sueños y recuerdos de mujeres. ¿No era eso por lo que no dudaban en pagar más que por mujeres despiertas? Para un viejo en los umbrales de la muerte no podía haber un momento de mayor olvido que cuando estaba envuelto en la piel de una muchacha joven.Mientras dormía, una de las jovencitas "pronunciaba palabras de amor con los dedos de los pies. Rebosaba una sensualidad que hacía posible que su cuerpo conversara en silencio"; otra, olía a leche, "lo que fluía del brazo de la muchacha hacia el profundo interior de sus párpados era la corriente de la vida, la melodía de la vida, el hechizo de la vida y, para un anciano, la recuperación de la vida. Desde la antigüedad, los ancianos habían intentado usar la fragancia de las doncellas como un elixir de juventud".
Es excelente la forma en que Kawabata engarza las historias dentro de la historia, lo hace con sutileza, casi sin sentir penetramos a historias plenas de símbolos, metáforas, pero sobre todo escritas con magistral belleza. Todo sucede mientras besa, abraza, acaricia y contempla a las bellas durmientes, hasta que sucede lo inesperado...
3 comments:
hipnotico...
Una gran novela, sí.
Si, me parece que GM desea hacer un homenaje con sus Memorias... a este autor. El articulo que dejo de referencia al final: "Tras un modelo inalcanzable" habla de ello.
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