22 de agosto de 2006

Praga en tiempos de Kafka: Runfola

Patrizia Runfola, Praga en tiempos de Kafka (Barcelona: Bruguera, 2006)

Conocer Dublín, Viena y Praga, es uno de mis anhelos. Seguramente surgió por la literatura, la filosofìa, la pintura: Wilde, Beckett, Joyce, Klimt, el mundo de la Secesión, Buber, Handke, Musil, Bernhard, Bachmann, Kafka, Rilke (que abandonó Praga muy pronto para escapar de la amenaza de su padre de emplearlo en un banco), y otros grandes creadores que nos han transportado a esos hermosos lugares. No descarto la posibilidad de algún día poder caminar entre sus calles, puentes, cafés (como "el Louvre", frecuentado por Kafka y los discípulos de Brentano, y el "café Arco" donde se reunía el Círculo de Praga) museos, ir al teatro, etcétera. Así lo hizo Patricia Runfola a mediados de los años ochentas, un día parte a Praga, a una ciudad en la que la "gente llevaba una vida terrible, pero sin terror: el poder había instaurado, sin violencia aparente, la frustración y la humillación cotidianas. Por las mañanas, nos dice Gèrard-Georges Lemaire, la calle ofrecía un espectáculo digno de un cuadro de Paul Delvauz o de una obra de Samuel Beckett, a la vez onírico y de una tristeza inconmensurable". Praga en tiempos de Kafka es un relato de viaje, de un maravilloso viaje al "interior de una cultura que ha unido a seres de cultura alemana, judía y checa, ligados por el amor a esa capital de la Bohemia cuya historia nunca se agota, adonde cada piedra habla de un pasado soberbio".

En su ensayo, Runfola nos ubica en la época de los albores del siglo XX, cuando "la desconfianza y la hostilidad entre checos y alemanes seguían vivas, pero tanto checos como alemanes, fueran judíos o no, contribuían a potenciar la extraordinaria fascinación de Praga, iluminando con la linterna mágica de la poesía sus ráfagas de irracionalidad, los humores extravagantes, la belleza melancólica, el resplandor nacarado de las brumas. Todo ello fue como la savia para los escritores de Praga".

Leer este libro es un verdadero placer: conocer las reuniones que tenían lugar (como la tertulia de Berta Fanta, adonde Einstein comentaba sus teorías), saber quien fue el editor de tal revista, ver de qué forma y cómo transcurría la vida cultural de aquellos años plenos de esplendor, vanguardistas, años que de pronto se ven suspendidos:

Cuando estalló la guerra, nadie en Praga parecía creerlo. Habían pasado casi cincuenta años desde el conflicto franco-prusiano y se tenía la impresión de que ese largo periodo de paz había alejado para siempre la tremenda calamidad.

Me ha gustado especialmente observar a un Kafka diferente del que estamos acostumbrados a conocer por mucha crítica (triste, melancólico, traumado por el padre, etc.), aquí vemos a un Kafka alegre, sonriente, que en ocasiones jugaba tenis, que tenía muchos amigos, que soñaba contemplando su ciudad mientras atravesaba el punte Carlos rumbo al Castillo, un hombre que se enamoró de Milena cuando la conoció en Viena (aunque el corazón de ella latía en esos momentos por Ernst Pollak). Sería muy largo comentar ahora la interesante, tumultuosa y rica relación de la pareja que describe Runfola, transcribo solo un fragmento:

Se escribieron siempre y jamás se olvidaron. Milena viajó varias veces a Praga para encontrarse con Kafka. En el otoño de 1921, éste le entregó todos sus diarios, señal de una estima y confianza extraordinarias, especialmente si se tiene en cuanta que nunca quería mostrar su trabajo a nadie, ni siquiera a sus editores. Poco antes le había dado los manuscritos de Desaparecido y de Carta al padre, y nunca le pidió que se los restituyera. Tras su muerte le entregó todo a Max Brod, quien fuera testigo discreto de la relación y un intermediario paciente.

En Praga en tiempos de Kafka vemos deambular una concentración muy grande de artistas (escultores, pintores, arquitectos), filósofos, científicos y escritores (Einstein, Brentano, Jakobson, Kapek, Hasek, Jesenská, Meyrink, Janowitz, Urzidil, y muchos, muchos otros). Un libro muy recomendable, en el que se disfruta cada renglón.

La estatua de Kafka en Praga
El puente Carlos
El castillo
Río Moldava

16 comments:

Oscar Pita Grandi dijo...

Aparte de tener un título atractivo (empecé leyendo literatura alemana), comparto tu deseo de alguna vez poder recorrer dichos parajes. Alguna vez, Magda bella.
saludos.

Anónimo dijo...

Hola Magda:

Me ha resultado grato encontrarme tus Apostillas literarias.

Ya tiene algo de tiempo que no leo a Kafka. Tu descripción muy fresca.

Gracias por compartir tus lecturas.

Mario dijo...

Praga! Praga! yo tambien quiero ir a Praga!

nacho dijo...

Interesante este espejo de Kafka, refrescante mirada al individuo antes que al escritor. Hay que conseguir el libro... Me gustan tus lentes.

un beso, nacho mondaca

Anónimo dijo...

yo me iba a praga contigo a descubrir todos sus sitios ;)
una amiga mía se iba ahora para allá para terminar sus días de vacaciones de agosto.
bueno, para otro añito por mi parte.
que angustiosas horas de lectura me ha dado siempre kafka...
un besico linda!

Anónimo dijo...

Estuve en Praga hará ocho años y era una ciudad muy hermosa llena de melancolía y somnolencia que se estaba abriendo al turismo. No sólo se encuentran las señales de Kafka, hay una serie de cosas muy interesantes , sus iglesias y monumentos, la música de jazz por las calles, el teatro de marionetas,el cristal de Bohemía, los trabajos en madera, la cerveza pilsen(originaria de aquí)...la gente quizás sea un poco retraída como si tuvieran reminiscencias prusianas o de la época comunista.
Bueno es llamada la Paris de Europa oriental (excesivo). Saludos Magda, parezco un vendedor de viajes...el río también es muy hermoso con su puente lleno de estatuas.

Andre_Ferreira dijo...

Estube en Praga el año pasado buscando las huellas de Kafka como no podria dejar de hacer. La ciudad es muy bonita pero el turismo se quedó con su alma como por veces suele ocurrir. Talvez a volver lo haga en Otoño donde no habrá tanta gente. La ciudad esta muy bien cuidada, sus edificios resplandescentes, pero desde que sales de la estacion de tren al rio son solo tiendas de marcas americanas... Las personas de la ciudad poco las conoci, tres dias es poco por cierto, y a mi lo que me gusta más de una ciudad es conocerle las personas.
Aun asi te aconsejo a visitarla! Fuera de la epoca del turismo!
Besos

Magda Díaz Morales dijo...

Mi queridìsimo Jio, y yo iba contigo encantada. Seguro nos tomarìamos una foto en el puente Carlos y desde el rìo Moldava mirarìamos arrobados el castillo. Y por supuesto nos tomarìamos una pilsen :)

Anónimo dijo...

Òscar, sì, alguna vez...

Bienvenido Eleonai. Gracias.

Akuriòn, pues hay que intentarlo, se lograrà.

Magda Díaz Morales dijo...

Sì, Nacho, vemos a un Kafka persona, pero tambièn vemos al escritor, aunque la autora dice que era tìmido, jamàs lo presenta desgarradoramente, y esto se agradece. Comenta que atravesaba el puente Carlos rumbo a el Castillo, ese castillo de su novela y que mientras lo hacìa se detenìa, escribìa y continuaba su camino.

Por otro lado, no recuerdo adonde leì que si bien su padre fue enèrgico, Carta al padre tiene mucho de ficciòn, no se hasta donde sea cierto. Pero aqui es un Kafka màs real, màs humano. Es un verdadero placer seguirlo en sus caminatas...

Magda Díaz Morales dijo...

Que hermoso viaje debiste realizar, Fernando. He leido que las personas en Praga son asì, como las describes. En un documental lei que mucho se debe al clima, esa bruma que los abarca. Tambièn debe de tener mucho que ver su historia.

Nunca entendì porque la UE tardò tanto en aceptar a este paìs, lo necesitaba mucho.

Magda Díaz Morales dijo...

Y a mi me gustas tu, Antonio, eres encantador. Muchas gracias.

Magda Díaz Morales dijo...

Andrè, rl turismo acaba con muchas cosas, ya ves lo que està sucediendo con la hermosa Venecia (me impresionò mucho esta parte turìstica que tanto ha causado problemas, Venecia es màgica).

Tu paìs tambièn es una maravilla. ¿Sabes? tiene muchos lugares parecidos con Mèxico, algun dia que vengas lo vas a ver. Los tranvìas son como los que hay (màs bien habìa, tontamente los quitaron hace poco) en el puerto de Veracruz. Lisboa es preciosa.

Martín Palma Melena dijo...

A mí también me gustaría conocer Praga, ciudad considerada como el París de la Europa del Este...

Anónimo dijo...

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Eris Manzanahoria dijo...

Hay una Praga triste, muy real, plenamente actual, contemporánea. Una Praga vendida a las mafias de todo tipo. La más visible y deprimente para quien tenga un poco de sensibilidad y sentido estético es la Praga de las HERNAS, las casas de juego checas, que proliferan como setas venenosas en edificios de alto valor histórico.
Estos locales llenos de máquinas tragaperras e iluminados por fuera con luces fluorescentes de colores chillones, son un cáncer que viene extendiéndose desde poco después de la mal llamada Revolución de Terciopelo (1989) hasta nuestros días, gracias a la corrupción municipal y a la desidia de los checos, que ya se han acostumbrado a esta visión muerta de su paisaje arquitectónico.
Podéis comprobar lo que digo en este blog:

http://www.praga-prague.blogspot.com

Si Kafka levantara la cabeza y viera su rostro impreso en camisetas y en llaveros… si viera en lo que se ha convertido su ciudad, estoy seguro de que su relación amor-odio pasaría a ser odio a secas.

Un saludo.

Eris

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