Cien años de literatura mexicana en francés
Vilma Fuentes
Cent ans de littérature mexicaine, gracias a su autor Philippe Ollé-Laprune (...). Es una obra magistral, y delirante (...). La calificarán de fresco, de mural. Es ante todo búsqueda y encuentro: revelación y epifanía. Ochenta y tres autores, traducidos al francés por algunos de los mexicanistas más apasionados, autores seleccionados por Ollé-Laprune forman el cuerpo de este volumen de casi 900 densas páginas. No fue un trabajo solitario, reconoce el autor: fue aconsejado por muchos mexicanos. El mismo debe haber leído la fundadora Poesía en movimiento, la cual cubría medio siglo de poesía, nada de otro género literario: Octavio Paz nunca fue un novelista, ignoro si lo intentó y conoció sus límites. Lo que sí sé, gracias a mi profesor de filosofía mexicana, Villegas, es que Samuel Ramos era y sería ocultado por años. Después de todo, El laberinto de la soledad se inspira en el libro fundamental de Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México, sobre el "problema" de la identidad mexicana. Ramos ha sido, una vez más, olvidado en esta gigantesca antología, pero Ollé-Laprune es francés. Correspondía, ¡oh, Baudelaire!, a algunos de sus amigos mexicanos decirle al oído esta inspiración pazista.
Desde luego en Cent ans de littérature mexicaine se leen exclusiones de autores y grupos, el autor reconoce que son demasiados los amigos que habrían podido ser incluídos: una antología no puede constituirse sino con los excluídos. Lo importante, lo fundamental, son las voces que se escuchan desde el México más profundo.
Todas esas voces traducidas, asunto tan arduo, a la lengua francesa dan al lector francés una visión clara, distinta del libro de Historia, de nuestra vida diaria en la historia mundial. Los olvidados pueden decirse si no fue el olvido el último deseo del divino marqués de Sade, al hojear la obra de Ollé-Laprune, Vital y Lambrichs, libro fundamental para el conocimiento y el encuentro de la mexicanidad.
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Vilma Fuentes
Cent ans de littérature mexicaine, gracias a su autor Philippe Ollé-Laprune (...). Es una obra magistral, y delirante (...). La calificarán de fresco, de mural. Es ante todo búsqueda y encuentro: revelación y epifanía. Ochenta y tres autores, traducidos al francés por algunos de los mexicanistas más apasionados, autores seleccionados por Ollé-Laprune forman el cuerpo de este volumen de casi 900 densas páginas. No fue un trabajo solitario, reconoce el autor: fue aconsejado por muchos mexicanos. El mismo debe haber leído la fundadora Poesía en movimiento, la cual cubría medio siglo de poesía, nada de otro género literario: Octavio Paz nunca fue un novelista, ignoro si lo intentó y conoció sus límites. Lo que sí sé, gracias a mi profesor de filosofía mexicana, Villegas, es que Samuel Ramos era y sería ocultado por años. Después de todo, El laberinto de la soledad se inspira en el libro fundamental de Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México, sobre el "problema" de la identidad mexicana. Ramos ha sido, una vez más, olvidado en esta gigantesca antología, pero Ollé-Laprune es francés. Correspondía, ¡oh, Baudelaire!, a algunos de sus amigos mexicanos decirle al oído esta inspiración pazista.
Desde luego en Cent ans de littérature mexicaine se leen exclusiones de autores y grupos, el autor reconoce que son demasiados los amigos que habrían podido ser incluídos: una antología no puede constituirse sino con los excluídos. Lo importante, lo fundamental, son las voces que se escuchan desde el México más profundo.
Todas esas voces traducidas, asunto tan arduo, a la lengua francesa dan al lector francés una visión clara, distinta del libro de Historia, de nuestra vida diaria en la historia mundial. Los olvidados pueden decirse si no fue el olvido el último deseo del divino marqués de Sade, al hojear la obra de Ollé-Laprune, Vital y Lambrichs, libro fundamental para el conocimiento y el encuentro de la mexicanidad.
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