16 de febrero de 2007

Siri Hustvedt

A fuer de decir verdá, no debe de ser sencillo ser escritora-esposa de un escritor tan famoso como Auster. Podemos imaginar que no hay entrevista en donde no ocupe un primer plano el autor de Trilogía de Nueva York.

Es más alta que Paul Auster, quizá también más transparente, o translúcida. Están casados y viven en ese ámbito literario, casi un mito para los seguidores de Auster, de Slope Park, en Brooklyn. Llevan «veintiséis años de relación literaria», como ella dice, quizá para hacer notar su propia obra tan oculta sobre la larga sombra del maestro del azar. Ella misma se sorprende: «En algunos países mis libros son más conocidos que los de Paul». «Los ojos vendados» (1993) fue su primera novela, le siguió «El hechizo de Lilly Dahl» (1997) y «Todo cuanto amé» es la última» (2003). Hoy pronuncia una conferencia en Madrid invitada por los Amigos del Museo del Prado. El ensayo sobre arte es una de sus actividades, que alguna vez ya ha llevado a la ficción.

-En su última novela publicada en España, «Todo cuanto amé», escribe en primera persona y le pone voz a un historiador del arte, Leo Hetzberg. ¿No será una casualidad?
-Sé algo de historia del arte y era fácil ponerle voz a un historiador. Pero lo que me interesaba es que este hombre tuviera una posición como observador: es judío, vivió en Europa hasta los años treinta, se exilió a Estados Unidos perseguido por los nazis. Es americano, pero nos miraba como un europeo. Además, es un observador de sus propias pérdidas sufridas en su familia. Tras cuatro años de escritura me di cuenta que este libro tenía que ver con cómo percibimos, con la ceguera y la imposibilidad de ver lo que amamos, en su caso el arte.

-Se hace llamar Iris (Siri al revés) que es lo que hace Paul Auster. ¿Por qué juega a la confusión literaria?
-Iris es un personaje de Levitán, pero aunque este libro de Paul salió antes, el personaje de Iris Vegan lo creé yo antes en «Los ojos vendados», una joven universitaria que trabaja para un hombre que le hace extraños encargos y que comparte mis datos biográficos. Esa fue mi primera novela, años más tarde, Paul escribe otra sobre un escritor llamado Peter Aaron, que tiene sus mismas iniciales, tiene una esposa llamada Iris, pero yo no tengo nada que ver con la Iris de Paul Auster...

-¿Cómo convive en ese mundo donde se mezclan tanto la ficción y la realidad?
-La imaginación es un proceso muy extraño y las personas solemos encontrar, por razones misteriosas, datos autobiográficos en la ficción, sobre todo en la realidad imaginativa del escritor. En mi vida, sé diferenciar lo que es ficción de lo que es realidad porque en el fondo no hay tantos paralelismos como creemos. En todo caso, lo que yo procuro conseguir al escribir es una verdad emocional, incluso cuando hago un primer borrador, lo reviso en busca de esa verdad porque no siempre lo consigo.

-Su último libro sobre arte es Los misterios del rectángulo, y da la impresión de que le gusta más hablar de Vermeer, Goya o Morandi que de arte contemporáneo.
-No crea, acabo de escribir sobre dos artistas vivos, Gerhard Richter y Kiki Smith, los dos alemanes, aunque Kiki vive en Nueva York, y visito galerías y tengo amigos artistas, pero sí, en el fondo nos dedicamos más a los muertos.

-Precisamente Gerhard Richter es el más literario de los pintores: siempre parte de una fotografía real, como si fuera una novela.
-Primero escribí este ensayo sobre Richter y luego lo conocí y efectivamente me pareció una persona intelectualmente compleja, que transmite muchos sentimientos y me encanta las pinturas de «October, 18, 1977» sobre todo en su relación con la memoria.

-Paul Auster dijo alguna vez que usted le salvo la vida, que le salvó para la literatura y que a partir de conocer a Siri Hustvedt se dedicó a escribir novelas.
-¡Oh, no! Me enternece oírlo. Eso es algo muy bonito que Paul dijo, pero no sé si es verdad. El apoyo que nos hemos dado el uno al otro ha sido crucial para ambos.

-En algún momento usted ha hablado de la «edad interior» desde la que se escribe. Al parecer, usted lo hace desde los ochenta años.
-Tiene relación con la muerte, yo no me siento inmortal. La mayoría de la gente quizá no se sienta, por supuesto los niños no, pero cuando era niña tampoco me sentía inmortal.

-Y añadía que Paul Auster escribía como si tuviera treinta años.
-Sí, es así, pero estoy sorprendidísima de que acaba de cumplir sesenta. Borradores compartidos

-¿Le molesta que le pregunte por Paul Auster?
-No me importa, pero es extraño que en algunos países mi obra sea igual de conocida que la de Paul... estoy encantada que no sólo me pregunten por mi matrimonio.

-No le pregunto sobre su vida privada: usted es la persona a la que Paul Auster le da a leer los borradores.
-Sí, y él también lee los míos. Nos damos mutuamente los borradores y llevamos veintiséis años de relación literaria.

-Por cierto, ¿cómo se vive en una casa donde todos se dedican a una actividad creativa?, porque su hija Sophie ha emprendido una carrera musical. ..
-Podría ser complicado, pero nos ayuda a entendernos mejor entre los tres, que es lo fundamental.

6 comments:

Alicia Rosell dijo...

Hola, Magda: ¿Sabes lo más curioso de todo? Que hay personas que piensan que ella escribe mejor que el marido, pero no le importa permanecer a la sombra de él.
Es esa humildad de la buena escritora y la mujer que ama al marido la que emociona. Se esconde una gran mujer tras este gran hombre. Ya era hora que su Literatura comenzara a sonar, aunque su nombre sea raro de decir o escribir.
Cuando me hablaron de ella por primera vez me quedé estupefacta. Y es cierto, por el resto de Europa, en España hace poco que se habla de ella, la conocen mucho, en Alemania especialmente, si no me equivoco.
No la he leído, pero creo que debería hacerlo. Te aseguro que sus referencias como escritora son impresionantes. Me pica la curiosidad saber si se ha influencia de Paul Auster...

Besotes, amiga. Estás muy prolífica últimamente, Magda. No alcanzamos a seguirte el ritmo, pero seguimos viniendo, es lo que hace el cariño y la amistad.

Puri.

Clarice Baricco dijo...

Hola Magda:

Auster es de mis favoritos. Me gusta mucho pero no sabía nada de su esposa, excepto de su hija.
Me has dado -como siempre- un regalo para el fin de semana, buscaré de ella porque la quiero leer.
Qué interesante familia!

Abrazos entre la lluvia...

Miguel Sanfeliu dijo...

Supongo que, por mucho que se quieran, debe molestar y ser difícil de sobrellevar, que cada vez que la entrevisten tengan que nombrarle a su marido.
Aquí acaba de salir un libro de textos suyos titulado "una súplica para eros" y tengo entendido que es muy recomendable. Editorial Circe, que es la que la ha publicado en España desde el principio.
Un saludo.

Magda Díaz Morales dijo...

No sabía lo que comentas, me ha entrado curiosidad de leer algo de ella, no conozco su obra. Acá en México no se habla de ella, es una pena.

Puri, tienes razón, es lo que hace el cariño y la amistad... Muchas gracias.

Magda Díaz Morales dijo...

Por acá no se conoce, Graciela, habrá que buscar algo de ella.

Oye, pero qué día tenemos hoy: lluvia, frio, neblina, y a punto de carnaval en el Puerto, ojalá que se componga el tiempo para tanto visitante que llega de fuera. Tenemos tarde que se antoja para leer y tomar café y alquilar peliculas.

Magda Díaz Morales dijo...

Miguel, me da gusto saludarte.

Ya el título de "una súplica para eros" es llamativo, no se si por acá se pueda conseguir, investigaré. Gracias por la referencia.

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