30 de junio de 2007

Rosa Blanca: Innocenti y Gallaz

Durante tres días asistí a un taller sobre fomento a la lectura. Esto es, tener herramientas para saber cómo fomentar la lectura en los estudiantes. Jamás había participado en este tipo de talleres y me pareció muy interesante. Se cree que basta con ser lector o tener alguna profesión, y más si ésta tiene que ver con la literatura, para poder animar a los estudiantes a que se adentren en el mundo de los libros. Y no, no es así, lo descubrí en este taller al que me invitó a participar un colega. Por las mañanas era la parte teórica y por tarde la parte práctica. Las coordinadoras del taller tienen una casa a la que asisten niños desde los seis meses hasta los 14 años, pudimos ver como funciona su propuesta. A mi me tocó observar la reunión con niños de 2 a 4 años, fue una experiencia muy grata. Los niños pasaron una hora entretenida y divertida, la guía les leía un cuento, adecuado para su edad, y ellos estaban atentísimos, participando constantemente. Por ejemplo, el cuento traia en una hoja una manzana y la guía (una pedagoga) les preguntaba: "¿Esto es una manzana?", y los niños miraban la página y decían: "¡Sí, es una manzana!", la guía expresaba: "¿si?" y tomaba la página para darle la vuelta y resultaba que no, que era la parte de la panza de un oso. Los niños se quedaban sorprendidos, unos se reían y otros se quedaban reflexionando y hacían preguntas. Un cuento en especial los dejó muy impresionados: era una gallina que veía un huevo, se subía a él, lo empollaba, le daba calor, y cuando el huevo abre resulta que no sale un pollo, sino un cocodrilito. Realmente este relato, sin texto, sólo imágenes, los dejó muy atentos y reflexivos. Aún pienso a qué se debió tanto impacto en ellos.

Qué importante es la literatura infantil, cuantas cosas consiguen en la mente de los niños, qué atentos debemos estar cómo padres en cuidar qué leen nuestros hijos y cómo leen, esto es muy importante. Aunque yo no trabajo con niños, la Universidad está realizando una profunda labor para que tanto profesores como investigadores tomemos la tarea de asistir a estos talleres y adaptarlos a los estudiantes mayores, los universitarios. Nunca podré olvidar una anécdota que tuve hace un par de años: estaba impartiendo en la facultad de letras, en el séptimo semestre, el curso de Narratología. En una de las clases les dejaba de tarea leer tres páginas de un ensayo de Benveniste para comentarlo en la próxima reunión. Un chico de unos 19 o 20 años, como reacción inmediata, dijo (ráscandose la cabeza): "¡qué flojera!". Realmente quedé anonadada. A la clase siguiente fue al primero que le pregunté, y obviamente que no había leído nada. Un semestre después saldría de la licenciatura. Preocupante.

Hoy terminó el taller, nos reunimos todos los participantes con las tres coordinadoras y leímos un libro hermoso, también de literatura infantil: Rosa Blanca, Idea y acuarelas de Roberto Innocenti, Texto de Christophe Gallaz (Salamanca, Lóguez Ediciones, 1987). El libro cuenta la historia de Sophie Scholl, una joven de veintidos años, estudiante univesitaria de Medicina, que en 1943 en Munich, durante la guerra mundial, lanzó volantes contra la guerra en el patio de la universidad demandando de inmediato la paz. Sabemos que la chica tuvo un triste y trágino final: ella, su hermano Hans y tres compañeros, fueron capturados por la Gestapo y condenados a muerte.

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