17 de agosto de 2007

Golpes de mar: Antón Castro

Antón Castro, Golpes de mar (Barcelona: Destino, 2006)

El mito es la historia del hombre, cada símbolo que lo puebla refleja esas fuerzas cósmicas que entretejen una visión particular. A partir del mito surgen toda una serie de relatos sobre dioses y héroes legendarios, invocación de musas, princesas, reyes, encantamientos, alegorías, fabulaciones, sirenas que atraen con su canto llevando a la perdición a los marinos, tradiciones fantásticas que explican un mundo muchas veces mágico, como los mundos dentro del mundo narrativo de Golpes de mar, de Antón Castro (Arteixo, A Coruña, 1959). Estos mundos los vemos desplegarse entre Baladouro, la Costa de la Muerte [zona en la que existen "varias leyendas sobre ciudades sumergidas, como la ciudad de Duio (Fisterra); la de Gomorra, en la ría de Corcubión, que desapareció mientras sus habitantes disfrutaban de una gran comilona; la de Vilaverde, frente a la playa del mismo nombre en Moraime (Muxía); la de A Fonte de Ricamonde (Carnota), donde se dice que se esconde una ciudad romana o la de Valverde, en la Laguna de Traba (Laxe)"] y, principalmente, en el hermoso puerto pesquero de Caión, provincia de A Coruña en Galicia.

A este mar, a estas calles de casitas blancas y tejas húmedas, llega un día Alba, la protagonista de "Destino de Lamia", el primer cuento del libro, una profesora en plena crisis de desamor por el rompimiento con su pareja, Artur. Un buen amigo le sugiere que ir a Caión no sólo le traerá reposo, también su "pasado fascinante sellado con la leyenda de los balleneros, sería el tema ideal para la tesis doctoral, literaria y antropológica, que soñaba realizar algún día". Igual que Caión es un hilo narrativo en los cuentos lo es el viejo Buxán, el farero. Uno y otro se toman de la mano para saltar de historia en historia hasta que a nosotros, los lectores, nos hacen cómplices de sus vidas, de sus tristezas, sus alegrías, sus amores, sus enigmas y sus muertes.

Alba va en busca de Buxán quien le muestra el pueblo, "la iglesia tantas veces asaltada por los piratas ingleses, las fábricas donde antaño se partía la carne de ballena", hablan sobre los misterios del lugar. Ese mismo día Alba Fontán inicia un Diario de trabajo donde va anotando lo que ve, recuerda, vive y escucha, como esa leyenda de Lamia que le cuentan en la cofradía entre Buxán, Outono y Adrián Seoane, un joven marino contrabandista: la historia relata que existe una mujer hermosa vestida de blanco que maneja una barca. "Se les aparece a los marinos, les habla de amor y les promete dulces e inusitados placeres en las cámaras de la hermosa fortaleza sumergida en la que reside. Los marinos se dejan convencer por esta figura de hembra imponente; suben a la barca y los conduce por rumbos desconocidos, por brumosos senderos sin retorno". Sin embargo, la realidad es otra: Lamia los sube a su barca, les chupa la sangre y los arroja al fondo del mar "en medio de un estruendo de malvadas carcajadas que salen de su boca", todo esto después de hacerlos trabajar sin descanso día y noche.

Pasan los días y Alba no puede olvidar a Artur. Una noche, "como aparición mágica y benefactora que acude a socorrerla", llega a su casa Adrián Seoane para contarle una historia de la que está seguro le interesará para su trabajo de tesis. La relación entre ellos se intensifica "noche a noche, diálogo a diálogo, cuento tras cuento" y, un amanecer, "Alba apareció desnuda en sus brazos oliendo a mar y a lancha sin recordar los actos previos que los habían conducido al cuarto en penumbra, al lecho, al nervioso amor de los cuerpos que por primera vez se entregan". Pero resulta que Adrián empieza a visitarla esporádicamente, "sólo cuando él lo decidía". Para Alba esto provoca problemas, culpas, justificaciones, rabia. Buxán le aconseja que vuelva a la escritura diaria, que olvide todo esto y dirija sus pasos al mar, "único ser al que perteneces". Le sugiere que olvide a Adrián Seone porque es un hombre que "picotea aquí y allá para presumir con orgullo de amores (...) Recuerda lo bonito de la vida, que siempre es fugaz como el placer del cuerpo. No te arrepientas de haber disfrutado".

Alba vuelve al mar de Caión, a los trabajos para su tesis repasando lo escrito, los archivos de su portátil. Lo que más llamaba su atención era la historia de Lamia, sentía el deseo de ser ella. Exigía venganza, justicia, Adrián y Artur conformaban uno solo en esos momentos. Un día antes de dejar Caión para regresar a su ciudad:

Entra Adrián, entra, dijo Alba, vestida con un largo camisón oriental, rojo y con flores, que Adrián reconoce. Lo ha visto en otro cuerpo (...) Alba lo invitó a tenderse sobre el lecho mientras se desvestía sin pudor y se acariciaba los senos (duros, redondos y más alzados que nunca), que exitaban al marino. Alba se erigió en la bailarina mortal de la historia que le narró Adrián, se encarnaba en la hermosa y malvada Lamia que necesitaba una víctima de su sinrazón (...) Se abrió una puerta y apareció Sabela [otra mujer del marino] con un fino tul transparente, que Adrián también había visto en otro cuerpo (...) Adrián, desolado, apenas alcanzó a oir las carcajadas, el portazo, el viento embravecido allá afuera...

A los pocos días de este suceso, el viejo Buxán, el farero, leyó las últimas notas que escribiera Alba Fontán, desaparecida, en su Diario. Mira la pantalla encendida de la portátil y se detiene ante una carpeta titulada: Golpes de mar. Alba ha escrito en esta carpeta todas las historias que le contaron, las que ella misma pudo observar, y otras que transformó y reelaboró. Hurgar en esta carpeta nos es permitido como lectores y, de esta forma, adentrarnos en estos Golpes de mar. Vayamos pues.

Desde la perspectiva de la semiótica narrativa el narrador es un sujeto cognitivo, un sujeto que conoce, que se sabe la historia relatada. Este narrador hará saber al narratario la historia que sabe, el narratario la ignora (no es el lector, es un correlato del narrador en la narración, es el sujeto al cual el narrador le cuenta la historia. También es un sujeto cognitivo, a veces es implícito y otras explícito). El narrador, pues, también es un informador que hace saber lo que él desea hacer saber sobre el espacio y el tiempo de la historia, sobre lo que los personajes saben y creen de sí mismos, de los otros, del entorno en que se encuentran, de lo que hacen o les sucede, de lo que sienten, de lo que valoran. En Golpes de mar existe la utilización de varios narradores, la existencia de varias voces que hablan simultáneamente, y donde no hay ninguna que sea preponderante y que juzgue a las demás, lo que Bajtin llama polifonía.

Por ejemplo, en "El paseo de la viuda" es el hijo de Graciela Gestal, Leonardo Gestal, quién nos cuenta su propia vida, su forma de sentirla y pensarla. Inicia su relato recordando que, años atrás, todas las tardes su madre realizaba el paseo de la viuda por la playa, esperando que el mar trajera alguna noticia de su esposo, Delfín Gobantes, cuyo cuerpo había sido el único que jamás apareció cuando la embarcación Maliaxe zozobró ante las costas de Malpica y las islas Sisargas. Ese día, "Caión vivió entre lágrimas contínuas". Pasaba el tiempo y no sucedía novedad alguna, del esposo de Graciela no se sabía nada. Una mañana, Buxán, el viejo farero, le dice: "¿Has pensado que a lo mejor tu marido no iba a bordo?". Después de meditar, Graciela toma la decisión de salir de Caión e irse a trabajar a Aragón con un párroco que solicitaba una casera, Leonardo Berdún. Pero como dice el refrán, el hombre es fuego y la mujer estopa... Leonardo y Graciela se amaron ciegamente: "Aunque te parezca raro, le dice el sacerdote a su amada, sólo me siento cerca de Dios durante el amor, en ese instante me reconozco más sacerdote que nunca. No puedo entender por qué se nos prohibe esta alegría". En lo que sucede después interviene Buxán, el viejo farero, el suceso se cierra con una conversación adonde el amor lo dirige todo. Leonardo va a buscar a su madre al puerto donde ésta ordenaba el congrio seco: "La cogí del brazo y la traje a casa. Cerramos la puerta y los dos nos quedamos a solas (...) -Podrás resistirlo. Yo también soy hija de cura. Y lo sé desde mucho antes que tú: desde que era niña".

En "Memoria de Elba" el que narra también es el hijo de Elba, una mujer que ama con tal pasión que es capaz de embarazarse a través del tiempo y el espacio, con la presencia ausente de su amante esposo. Un erotismo mágico se hace presente, la voluptuosidad de la protagonista, su deseo, su sensualidad vinculada al mar que le ha arrebatado a su amor, un amor que la inmortaliza...

"Vida infame de Tristán Fortesende" y "El jardín después de la lluvia" son excelentes relatos, los que en lo personal más me gustaron. En "Vida infame de Tristán Fortesende" nos adentramos en la vida de una pareja. Él, un hombre solitario, rudo, que espera que el viento del mar fecunde a sus yeguas, un hombre que para hacer el amor necesita abalanzarse y rasgarle el vestido a su amada: "Cada acto amoroso era un rito, una destrucción, una suerte de violación consentida". Cuando parece que la felicidad abraza a la pareja algo muy duro sucede que trastorna sus vidas...

El amor de Clara y Alexandre, los hermanos incestuosos de "El jardín después de la lluvia", es un poema. No importa la muerte si se ha conocido en vida, aunque sea por unos instantes, la plenitud del verdadero sentimiento amoroso. En este espléndido relato, el mar abre sus brazos para acoger para siempre lo que la realidad no quiso o no pudo conseguir.

Cada cuento que compone Golpes de mar es una apuesta a la sensibilidad adonde la melancolía, la añoranza, los amores a veces no correspondidos, los marineros errantes, las mujeres que esperan, el mar capaz de sepultar ciudades pero también capaz de cumplir sueños, ese mar que no distingue a reyes, pastores, marinos, enamorados, hombres o mujeres, y que nada ni nadie lo persuade si decide prodigar sus golpes, esos golpes de mar inolvidables.

9 comments:

Anónimo dijo...

Parece que se está viviendo ahí, en ese lugar y su mar. Una magnífica reseña, maestra.

Anónimo dijo...

Antón Castro escribe cada día mejor, sin duda. Y tú también. Un besote.

Anónimo dijo...

¡Qué sorpresa! Dos amigos unidos por un texto maravilloso, que hace justicia al libro y que seguro habrá encantado a Antón.
¡Un beso grande, Magda!

Magda Díaz Morales dijo...

Fernanda, muchas gracias.

Totalmente de acuerdo, Roberto. Leer estos relatos ha sido una experiencia muy placentera, me han gustado mucho. Algo que me faltó comentar son las puestas en abismo que los pueblan, esos discursos dentro del discurso que los hace tan ricos. Alguien cuenta una historia y el que la escucha cuenta otra historia, como cajas chinas.

Que estés muy bien y disfrutando tus viajes.

Magda Díaz Morales dijo...

El mar ha sido protagonista también de esta lectura que agradezco mucho a Antón, fue a través del mar que llegó a estos lares. ¿Sabes, querido Antonio? el día que vaya a Caión voy a llegar como a casa, ahora lo conozco perfectamente. Porque además de todo lo estético que guardan los relatos, también son como una guía turística, muestran todos esos hermosos lugares en que los protagonistas viven y mueren, aman y lloran.

Ha sido un goce, la verdad que no quería terminar de leerlos.

Un beso y un abrazo para ti.

Anónimo dijo...

cajas chinas, puesta en abismo, creo que el termino mas actual para referir un modelo asi seria el de "narrativa fractal"... acabo de terminar una novela asi.

entrenomadas dijo...

Magda, que pedazo de artículo has hecho. El libro de Antón Castro es realmente magnifico.
Una delicia leer a ambos.
Kisses



PD: Sorry, estoy en un ordenador que no tiene acentos.

Magda Díaz Morales dijo...

Marta, qué gusto saludarte, se te echa de menos.

Muchas gracias por tus palabras, me da mucho gusto que te haya gustado este texto sobre el excelente libro de nuestro querido Antón.

Un abrazo, que te la sigas pasando excelente.

Magda Díaz Morales dijo...

Hola Akurión, puesta en abismo y literatura fractal son dos cosas diferentes, pero igual de interesantes.

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