4 de agosto de 2007

Una anécdota de Huidobro

En el artículo Tristán e Isolda o la metafísica del amor sexual, de Antonio Bascuñán, leo:

Isolda, Isolda, cuántos kilómetros nos separan, cuántos sexos entre tú y yo. La primera de las invocaciones a la mujer en Temblor de cielo (1931), del poeta chileno Vicente Huidobro, expresa con simplicidad brutal el problema metafísico que plantea el sexo. La experiencia del cuerpo del otro no cancela ni compensa sino que confirma su lejanía. Dos cuerpos entrelazados podrán domesticar la eternidad, como afirma el poeta, pero hasta en el encuentro más íntimo el otro se revela irremediablemente elusivo. El sexo no es puente sino abismo. Huidobro data su poema en prosa en 1928, año en que llegó a la ciuda de París con Ximena Amunátegui. Su arribo habría coincidido con la representación de Tristán e Isolda en el Palais Garnier y de esa coincidencia provendría Temblor de cielo, una libre recreación poética del drama musical según uno de sus biógrafos.

Huidobro conoció a Ximena Amunátegui cuando ella tenía 15 años. Cuando la jovencita cumple 18, el poeta va por ella al liceo y huyen a París. Abandona a su esposa (con la que llevaba casado más
de quince años) y a sus hijos.

Esto me hizo recordar el comentario que hace algún tiempo realizó Luis Pita, es muy simpático y revelador:

¿Sabes que se peleó con Cesar Vallejo por el nombre de Creacionismo? Huidobro se fué a París he hizo la revista Favorable-París-Poema que no hay nada hoy en día que se le compare y Vallejo se quedó un poco relegado -entiendo yo-. Otra anécdota maravillosa es que el era de una de las familias más poderosas de Santiago, propietarias de las Bodegas Concha y Toro (durante décadas el mejor vino de Chile), tenían tanta pasta que les daba igual tener un nombre epatante, la concha en Chile es el coño. Pues se vino a Europa en barco con su mujer, su primer hijo, su criada y UNA VACA, ¡para que el niño tuviera leche fresca cada día!

6 comments:

Anónimo dijo...

Simpática anécdota; y pued que después los historiadores se peleen por el color de la vaca...
Estas cosas pasan.

Magda Díaz Morales dijo...

Y vaya que estas cosas pasan. Robert Musil en vida nunca fue reconocido como lo es ahora, y cuando murió hasta un papelito que guardaba en su abrigo, sin ninguna importancia, fue puesto en un museo y se intentó vender a precios incalculables.

Anónimo dijo...

Y qué dices de Walser: nunca fue reconocido; pero más obsceno que Musil, me parece lo de Wittgenstein, y de Bolaño: son capaces de publicar cosas que a los mismo autores daría vergüenza. Como la nota de pelea contra uno de los profesores de Lautaro; y el halo de homosexualidad de Wittegenstein... en fin: el mercado editorial en sí mismo es un purgatorio para los autores. Pobrecillos.

Magda Díaz Morales dijo...

Cierto, tienes toda la razón, los ejemplos que das son aún más macabros. Con Bolaño ya es espeluznante, a mi sinceramente me tiene harta todo esto de vender hasta si escribió un número de teléfono en una servilleta. Lo mismo sucede con Frida Kahlo, han hecho hasta muñecas para vender. Y que si estaba enferma, que si engañó a Diego Rivera, que si hay un Fridabus, que hay que vestirse como ella, y fotos adonde está acostada recibiendo terapia ¡el colmo! La cosa es ganar dinero ¿cómo? a costa de lo que sea. Es una pena. Y qué decir con García Márquez, que si nueva edición, que el golpe con Vargas Llosa, que si se pelearon por la señora, que llegó a su pueblo, y etc., etc. Es muy cansado todo esto.

Hay un artículo de hoy al respecto, es interesante, si gustas leerlo aqui lo dejo: El indiscreto encanto del chisme

Anónimo dijo...

jajaja, simpatiquisima nota: y es cierto, nada cae tan bien como el uso, y abuso, del hábito de sacar los trapitos al sol.
Tanto el apunte de Cabrera Infante, como el Monsiváis, me parecen reveladores: he ahi el chisme, de ello sacamos provecho... y puede que en este mismo contar el chisme se forge tanto el estilo, como el buen humor. Esa frasecita Imagínese...
Magda: aunque hasta hace poco te visito, te confieso que lo hago como entusiasta: de hecho esa clase de chisme me gusta: decirlo, y no guardarlo. No, que eso venga a viva voz...
¡Qué buen sitio el que tienes aquí!

Ah, y se me olvidaba: pero también hay unos para poner en su sitio.
- ¿Hablo con el Sr. Beckett?
- Sí.
- Felicidades, ha sido el ganador del premio nobel...
- ¡Qué desgracia!

Esa anécdota, o chisme, siempre me ha gustado. Y qué tal esta otra de Joyce: escribí el Ulises para dar despitar a la gente...

Magda Díaz Morales dijo...

Muchas gracias, que te guste Apostillas literarias me da mucho gusto.

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