Queridos amigos, comparto con ustedes esta estupenda entrevista realizada a nuestro querido y admirado escritor Enrique Vila-Matas, publicada ayer 26 de noviembre, en el número 45 de la Revista Paper de Vidre. Está publicada en catalán pero al final vienen las respuestas en castellano, mismas que transcribo aquí.
Entrevista a Enrique Vila-Matas
Per Subal Quinina, El lamento de Portnoy i Guillem Miralles
Les respostes de Vila-Matas en versió original
1.
Aquí en este país, hasta hace muy poco, si alguien casualmente se enteraba de que, por ejemplo, yo leía a un tal Blanchot, lo consideraban una anomalía más de las mías. En realidad esas anomalías no han consistido más que en ser normal, culturalmente hablando, en un país de anormales. Esas anomalías han consistido siempre en estar interesado por todo y leer cualquier cosa que se ponga a mi alcance, hasta los papeles de periódico que el viento mueve en la calle.
Ahora parece que sea anómalo —hasta usted mismo parece extrañarse— de que merodee por Internet y lea blogs. Pero yo creo que, conociéndome, es algo normal que suceda. Que a los solemnes escritores españoles famosos se les caigan los anillos por leer blogs no significa que yo no lo haga, no significa que no pueda bajar a la arena de internet y perder anillos que, a fin de cuentas, recupero pronto.
Leo blogs literarios como leo periódicos y libros. No le cierro puertas a ninguna lectura ni información. Y sí, me divierte y me instruye y me interesa ver qué se dice y qué se mueve en ciertos blogs que considero honestos e interesantes, y no conducidos por el tontolaba de turno. Pondré ejemplos de blogs muy diversos pero todos francamente estimulantes: El lamento de Portnoy, El dormitorio de Maud, el de Pierre Assouline en Francia, Apostillas literarias de la mexicana Magda, Borra el humo de tu frente, La segona perifèria, el Moleskine literario de Iván Thays en Perú, Paraguas en llamas en el barrio del Clot de Barcelona, el de la madrileña Cristina Núñez Pereira, Hasta siempre Elena, el del Llibreter, el de Guillermo Urbizu, el de Miguel SanFeliu, el de Daniel Link en Argentina (Linkillo. com), No ha lugar en Murcia, el de Enrique Ortiz, el de Gustavo Faverón en USA, el de Fadanelli en México... Ahora que ya he compuesto esta lista —que era lo que más pereza me daba hacer—, creo que cualquier día de éstos dedicaré uno de mis dietarios volubles de El País a los blogs literarios.
2.
Me hace gracia esta cuestión porque hace un tiempo me preguntaron en una encuesta de El País sobre el rey Juan Carlos (que cumplía años) qué pensaba yo que había tenido que sacrificar el monarca para serlo. Y dije que al ser rey había tenido que renunciar a una vida normal como las de los demás y eso le había impedido saber quién era realmente, salvo que estuviera convencido de que él era el Rey.
3.
Si precisamente «Niño» es un gran cuento (en esto parecen coincidir muchos lectores) es porque está abierto ―ya para siempre― a muy distintas interpretaciones. Respecto a lo que insinúa usted de la bohemia (la mía) creo que ya ironicé lo suficiente en París no se acaba nunca, donde me reía de mí mismo vestido de negro en esa ciudad y jugando a ser un poeta maldito, aunque le diré que en realidad casi únicamente me interesan hoy en día las personas que van de negro y son poetas y tienen un concepto vagabundo de la vida, de modo que, ojo con mi ironía, porque siempre suele ser ambigua. En «Niño» lo que quería contar era esa idea de fondo que anida en muchos padres al dar la vida a sus hijos y que es la de también sentir el poder de darles muerte. También surgió el cuento por la necesidad que tuve, en un momento dado, de incluir en el libro un falso explorador de abismos, del mismo modo que no sé, por ejemplo, en Historia abreviada de la literatura portátil sentí la necesidad de incluir un traidor a la conspiración shandy.
3bis.
Herr Direktor..., Señor Subal, supongamos que en la entrevista te arrepientes inmediatamente de lo preguntado, te disculpas y me dices que en realidad lo que querías preguntarme era... Y va entonces la nueva pregunta que me haces.
[…]
No has de pedir disculpa alguna, no me ha molestado la pregunta en absoluto, todas las preguntas me interesan. No la he percibido como una insolencia, más bien me ha parecido que contenía curiosidad. Lo que he contestado a la supuesta insolencia, ha sido muy sincero. «Niño» surgió en parte de la necesidad de narrar ese deseo de matar que hay a veces en el que engendra. Y creo que hasta se puede interpretar también «Niño» como un comentario al derecho que tiene el propio autor de asesinar a los personajes que crea, etc.
Voy recogiendo opiniones sobre mi libro y me sorprende lo simpático que cae «Niño», el hijo de ese relato, el farsante. Me parece que no pretendía yo eso. Por supuesto, esa es la gracia de publicar cuentos, todo el mundo los ve de forma distinta.
Creo coincidir contigo en cuáles son los dos grandes textos del libro —el tercero sería «Niño»—: el cuento de Sophie Calle y La gloria solitaria.
¡Ay, ese texto, «La gloria solitaria»...! En realidad, a mí me gustaría poder escribir siempre como lo le hecho en ese ensayo que cierra Exploradores del abismo. En ese escrito es donde más me reconozco. Ahí precisamente queda claro que el público lector puede ser a veces un gran engorro. Como no estoy actualmente para perder el tiempo, creo que cada vez haré más lo que realmente quiero hacer y que por tanto mi literatura se dirigirá hacia ese tipo de escritura en la que me siento más auténtico y más libre.
En otro orden de cosas, ayer estuve un rato con Ricardo Piglia. Le comenté mi cambio de vida y lo mucho que me apasionaba la nueva historia que estaba viviendo, la historia de mi cambio de vida y mis esfuerzos por huir discretamente de mi pasado. Me habló de su admiración por El gran Gatsby, «un personaje que se esfuerza por cambiar su pasado», me dijo. Creo que en realidad con tanto hablar en mi última novela del caso de Pasavento y de su desaparición, lo que ha ocurrido es que con el colapso físico quien realmente ha desaparecido soy yo o, mejor dicho, el «yo» que era yo el año pasado. Ahora quizás me haya convertido en alguien que se esfuerza por cambiar su pasado. Necesitamos todos —tanto si escribimos como si no— vivir otras historias. Estamos constituidos por historias.
4.
Al contrario, creo que no soy valorado lo suficiente en este país porque no voy —como otros— de «importante». No soy solemne y soy autocrítico y si la gente no se inclina a mi paso es porque yo así lo he querido para poder sentirme, entre otras cosas, cómodo. Y es que soy un pendejo. Me he recorrido en otra época todas las barras de todos los bares del mundo y he hecho el ridículo en mil lugares y en otros mil he brillado. Lo he pasado genial y los mediocres han creído encontrar ahí un flanco para hundirme. No saben que mentalmente soy fuerte y puedo destrozarme a mí mismo y salir incólume. Por eso me hace gracia que algún ratón sin obra me considere vulnerable e intente, encima, medrar a mi costa. Estoy más cerca de Montgomery Clift o de Guy Debord que de cualquier monstruo académico de nuestra literatura. Soy barriobajero cuando quiero, detesto todo lo solemne, soy una víbora, soy abyecto, soy una bellísima persona en mis ratos libres. Mi literatura ha ido creciendo en importancia sin que yo haya movido un dedo para ello y en los últimos años el reconocimiento ha ido cayendo por su propio peso. Me ha divertido ver cómo me ninguneaban y cada dos por tres caía un premio nuevo en el extranjero (algunos de esos premios han sido, por cierto, silenciados por nuestra prensa cuando, de tratarse del premio a otro autor, habrían llenado páginas enteras). Encuentro un placer morboso en esto, en imaginar la contrariedad del mediocre de turno viendo que le adelanto cuando ya se creía próximo a la meta.
5.
Dice Rodrigo Fresán, en su nota sobre Exploradores del abismo, que haga yo lo que haga, siempre me ocurrirán cosas vila-matasianas. Es cierto que ficción y realidad se confunden notablemente en mí, pero yo no he inaugurado esto, pues estamos hablando de una pasión por la vida y la literatura de tipo cervantinos. ¿Que me ocurren cosas vila-matasianas? Lo sabe todo el mundo que me conoce. Basta salir un momento conmigo a la calle, ir a algún sitio y armarse de una relativa paciencia y al poco rato verá usted que ocurre siempre algo que parece salido de uno de mis relatos. Toda la realidad se parece a lo que escribo. En esta situación, Vila-Matas es obviamente uno de mis personajes. Y se da, por cierto, la paradoja de que gracias a escribir de forma tan aparentemente autobiográfica, mi verdadera vida personal se ha preservado por completo, pues no ha estado nunca ni remotamente al alcance del público. Me hace gracia cuando a veces alguien pregunta para qué sirve la literatura. Yo lo tengo precisamente muy claro...
6.
Para que tenga sentido vestido de negro en esa ciudad y jugando a ser un poeta maldito, aunque le diré que en realidad casi únicamente me interesan hoy en día las personas que van de negro y son poetas y tienen un concepto vagabundo de la vida, de modo que, ojo con mi ironía, para mí, la literatura tiene que hablar en un lenguaje libre y totalmente distinto de los lenguajes que tienen secuestrados a los pobres ciudadanos corrientes: el lenguaje de los políticos, el lenguaje laboral, familiar, deportivo, económico y, presidiéndolo todo, el lenguaje de la televisión, que es la máquina más sólida e impresionante de fabricar zombis.
7.
No se me escapa que se ha embarcado usted en su blog El lamento de Portnoy en una investigación profunda sobre por qué el narrador de Bartleby y compañía es jorobado. Yo puedo ayudarle, pero tengo que advertirle que lo del jorobado es más simple de lo que piensa. En los días en que escribí ese libro, recuerdo que estaba cansado de que, cada vez que publicaba una novela, me preguntaran los periodistas si era autobiográfica. En El viaje vertical, que es mi libro anterior a Bartleby, el protagonista era un anciano de 80 años, pero también me preguntaron si era autobiográfica. Entonces decidí que desde el primer párrafo de mi nueva novela, Bartleby y compañía, me distanciaría marcadamente del narrador con algún dato que era fácil ver que no encajaba con mi físico. No soy jorobado, pero aún así volvieron a preguntarme si el libro era autobiográfico. Añadiré algo a todo eso. Le diré algo que puede servirle para su investigación, que supongo, por otra parte, que no cesará con lo que le he dicho y le llevará a descubrir algo que ni yo sabía y que me dejará sorprendido. Le añado esto: le hice jorobado pensando en Georg Christoph Lichtenberg, que creció apenas lo suficiente para hacer inexacto el apelativo de enano, pero era jorobado y de salud precaria. Desde el primer momento imaginé que mi narrador era bajito y con joroba como el autor alemán y tenía una salud mental Bartleby. ¿Ha leído los aforismos de Lichtenberg?: «A lo más que puede llegar un mediocre es a descubrir los errores de quienes lo superan.» ¿Le digo otro aforismo? «En Zezu los profesores enseñan sentido común. Los estudiantes viven abatidos.»
8.
Difícilmente puedo sentirme heredero de Perucho cuando no lo he leído, sólo —como se sabe— lo he espiado, y no en sus escritos sino únicamente en persona, en el autobús de la línea 24, cuando regresábamos ambos a casa, él hacia la República de Argentina y yo hacia la Travesía del Mal, en los alrededores de Lesseps, y era inútil que le hablara porque él no me conocía de nada.
9.
El próximo lunes hemos quedado Quim Monzó y yo para comer. Un mano a mano. Tal vez sorprenda esto, dado que la cultura controlada por la política (véase Frankfurt) ha creado la absurda imagen de que hay un abismo entre los escritores de Barcelona en lengua castellana y los de lengua catalana. Y no es exactamente así. Monzó, al igual que Pàmies, son amigos míos desde hace 30 años y yo conecto mil veces más con lo que escriben ellos que con lo que escribe el cebollo de Trapiello, por ejemplo. He dicho Monzó y Pàmies. Y bien, son dos escritores que considero imprescindibles. Pero también conecto con autores como Carme Riera, como el oulipiano Màrius Serra, como Lluís-Anton Baulenas, Ramon Solsona, Jordi Coca, Francesc Serés (tan distinto de lo que yo hago, pero al que admiro por su inteligente y vigoroso trabajo), como Biel Mesquida (por su constante vanguardismo), como Miquel de Palol (especialmente por El jardí dels set crepuscles), como Lolita Bosch, como Empar Moliner, como Pere Guixà. Y presidiéndolo todo, el profesor Jordi Llovet, uno de los últimos intelectuales sabios que le queda a Cataluña.
10.
Marcel Duchamp. Me hace pensar en Duchamp y en el ambiente de los jugadores de ajedrez, que es mucho más simpático que el de los artistas. Se trata de personas totalmente obnubiladas, completamente ciegas, provistas de orejeras. Locos de una cierta calidad, al igual que se supone que ha de serlo el artista, aunque no lo es, por lo general. Mire a su alrededor. ¿Cuántos artistas que sean grandes locos de calidad ve usted en este momento?
Agradezco mucho la generosa mención de mi blog, me siento emocionada.
Entrevista a Enrique Vila-Matas
Per Subal Quinina, El lamento de Portnoy i Guillem Miralles
Les respostes de Vila-Matas en versió original
1.
Aquí en este país, hasta hace muy poco, si alguien casualmente se enteraba de que, por ejemplo, yo leía a un tal Blanchot, lo consideraban una anomalía más de las mías. En realidad esas anomalías no han consistido más que en ser normal, culturalmente hablando, en un país de anormales. Esas anomalías han consistido siempre en estar interesado por todo y leer cualquier cosa que se ponga a mi alcance, hasta los papeles de periódico que el viento mueve en la calle.
Ahora parece que sea anómalo —hasta usted mismo parece extrañarse— de que merodee por Internet y lea blogs. Pero yo creo que, conociéndome, es algo normal que suceda. Que a los solemnes escritores españoles famosos se les caigan los anillos por leer blogs no significa que yo no lo haga, no significa que no pueda bajar a la arena de internet y perder anillos que, a fin de cuentas, recupero pronto.
Leo blogs literarios como leo periódicos y libros. No le cierro puertas a ninguna lectura ni información. Y sí, me divierte y me instruye y me interesa ver qué se dice y qué se mueve en ciertos blogs que considero honestos e interesantes, y no conducidos por el tontolaba de turno. Pondré ejemplos de blogs muy diversos pero todos francamente estimulantes: El lamento de Portnoy, El dormitorio de Maud, el de Pierre Assouline en Francia, Apostillas literarias de la mexicana Magda, Borra el humo de tu frente, La segona perifèria, el Moleskine literario de Iván Thays en Perú, Paraguas en llamas en el barrio del Clot de Barcelona, el de la madrileña Cristina Núñez Pereira, Hasta siempre Elena, el del Llibreter, el de Guillermo Urbizu, el de Miguel SanFeliu, el de Daniel Link en Argentina (Linkillo. com), No ha lugar en Murcia, el de Enrique Ortiz, el de Gustavo Faverón en USA, el de Fadanelli en México... Ahora que ya he compuesto esta lista —que era lo que más pereza me daba hacer—, creo que cualquier día de éstos dedicaré uno de mis dietarios volubles de El País a los blogs literarios.
2.
Me hace gracia esta cuestión porque hace un tiempo me preguntaron en una encuesta de El País sobre el rey Juan Carlos (que cumplía años) qué pensaba yo que había tenido que sacrificar el monarca para serlo. Y dije que al ser rey había tenido que renunciar a una vida normal como las de los demás y eso le había impedido saber quién era realmente, salvo que estuviera convencido de que él era el Rey.
3.
Si precisamente «Niño» es un gran cuento (en esto parecen coincidir muchos lectores) es porque está abierto ―ya para siempre― a muy distintas interpretaciones. Respecto a lo que insinúa usted de la bohemia (la mía) creo que ya ironicé lo suficiente en París no se acaba nunca, donde me reía de mí mismo vestido de negro en esa ciudad y jugando a ser un poeta maldito, aunque le diré que en realidad casi únicamente me interesan hoy en día las personas que van de negro y son poetas y tienen un concepto vagabundo de la vida, de modo que, ojo con mi ironía, porque siempre suele ser ambigua. En «Niño» lo que quería contar era esa idea de fondo que anida en muchos padres al dar la vida a sus hijos y que es la de también sentir el poder de darles muerte. También surgió el cuento por la necesidad que tuve, en un momento dado, de incluir en el libro un falso explorador de abismos, del mismo modo que no sé, por ejemplo, en Historia abreviada de la literatura portátil sentí la necesidad de incluir un traidor a la conspiración shandy.
3bis.
Herr Direktor..., Señor Subal, supongamos que en la entrevista te arrepientes inmediatamente de lo preguntado, te disculpas y me dices que en realidad lo que querías preguntarme era... Y va entonces la nueva pregunta que me haces.
[…]
No has de pedir disculpa alguna, no me ha molestado la pregunta en absoluto, todas las preguntas me interesan. No la he percibido como una insolencia, más bien me ha parecido que contenía curiosidad. Lo que he contestado a la supuesta insolencia, ha sido muy sincero. «Niño» surgió en parte de la necesidad de narrar ese deseo de matar que hay a veces en el que engendra. Y creo que hasta se puede interpretar también «Niño» como un comentario al derecho que tiene el propio autor de asesinar a los personajes que crea, etc.
Voy recogiendo opiniones sobre mi libro y me sorprende lo simpático que cae «Niño», el hijo de ese relato, el farsante. Me parece que no pretendía yo eso. Por supuesto, esa es la gracia de publicar cuentos, todo el mundo los ve de forma distinta.
Creo coincidir contigo en cuáles son los dos grandes textos del libro —el tercero sería «Niño»—: el cuento de Sophie Calle y La gloria solitaria.
¡Ay, ese texto, «La gloria solitaria»...! En realidad, a mí me gustaría poder escribir siempre como lo le hecho en ese ensayo que cierra Exploradores del abismo. En ese escrito es donde más me reconozco. Ahí precisamente queda claro que el público lector puede ser a veces un gran engorro. Como no estoy actualmente para perder el tiempo, creo que cada vez haré más lo que realmente quiero hacer y que por tanto mi literatura se dirigirá hacia ese tipo de escritura en la que me siento más auténtico y más libre.
En otro orden de cosas, ayer estuve un rato con Ricardo Piglia. Le comenté mi cambio de vida y lo mucho que me apasionaba la nueva historia que estaba viviendo, la historia de mi cambio de vida y mis esfuerzos por huir discretamente de mi pasado. Me habló de su admiración por El gran Gatsby, «un personaje que se esfuerza por cambiar su pasado», me dijo. Creo que en realidad con tanto hablar en mi última novela del caso de Pasavento y de su desaparición, lo que ha ocurrido es que con el colapso físico quien realmente ha desaparecido soy yo o, mejor dicho, el «yo» que era yo el año pasado. Ahora quizás me haya convertido en alguien que se esfuerza por cambiar su pasado. Necesitamos todos —tanto si escribimos como si no— vivir otras historias. Estamos constituidos por historias.
4.
Al contrario, creo que no soy valorado lo suficiente en este país porque no voy —como otros— de «importante». No soy solemne y soy autocrítico y si la gente no se inclina a mi paso es porque yo así lo he querido para poder sentirme, entre otras cosas, cómodo. Y es que soy un pendejo. Me he recorrido en otra época todas las barras de todos los bares del mundo y he hecho el ridículo en mil lugares y en otros mil he brillado. Lo he pasado genial y los mediocres han creído encontrar ahí un flanco para hundirme. No saben que mentalmente soy fuerte y puedo destrozarme a mí mismo y salir incólume. Por eso me hace gracia que algún ratón sin obra me considere vulnerable e intente, encima, medrar a mi costa. Estoy más cerca de Montgomery Clift o de Guy Debord que de cualquier monstruo académico de nuestra literatura. Soy barriobajero cuando quiero, detesto todo lo solemne, soy una víbora, soy abyecto, soy una bellísima persona en mis ratos libres. Mi literatura ha ido creciendo en importancia sin que yo haya movido un dedo para ello y en los últimos años el reconocimiento ha ido cayendo por su propio peso. Me ha divertido ver cómo me ninguneaban y cada dos por tres caía un premio nuevo en el extranjero (algunos de esos premios han sido, por cierto, silenciados por nuestra prensa cuando, de tratarse del premio a otro autor, habrían llenado páginas enteras). Encuentro un placer morboso en esto, en imaginar la contrariedad del mediocre de turno viendo que le adelanto cuando ya se creía próximo a la meta.
5.
Dice Rodrigo Fresán, en su nota sobre Exploradores del abismo, que haga yo lo que haga, siempre me ocurrirán cosas vila-matasianas. Es cierto que ficción y realidad se confunden notablemente en mí, pero yo no he inaugurado esto, pues estamos hablando de una pasión por la vida y la literatura de tipo cervantinos. ¿Que me ocurren cosas vila-matasianas? Lo sabe todo el mundo que me conoce. Basta salir un momento conmigo a la calle, ir a algún sitio y armarse de una relativa paciencia y al poco rato verá usted que ocurre siempre algo que parece salido de uno de mis relatos. Toda la realidad se parece a lo que escribo. En esta situación, Vila-Matas es obviamente uno de mis personajes. Y se da, por cierto, la paradoja de que gracias a escribir de forma tan aparentemente autobiográfica, mi verdadera vida personal se ha preservado por completo, pues no ha estado nunca ni remotamente al alcance del público. Me hace gracia cuando a veces alguien pregunta para qué sirve la literatura. Yo lo tengo precisamente muy claro...
6.
Para que tenga sentido vestido de negro en esa ciudad y jugando a ser un poeta maldito, aunque le diré que en realidad casi únicamente me interesan hoy en día las personas que van de negro y son poetas y tienen un concepto vagabundo de la vida, de modo que, ojo con mi ironía, para mí, la literatura tiene que hablar en un lenguaje libre y totalmente distinto de los lenguajes que tienen secuestrados a los pobres ciudadanos corrientes: el lenguaje de los políticos, el lenguaje laboral, familiar, deportivo, económico y, presidiéndolo todo, el lenguaje de la televisión, que es la máquina más sólida e impresionante de fabricar zombis.
7.
No se me escapa que se ha embarcado usted en su blog El lamento de Portnoy en una investigación profunda sobre por qué el narrador de Bartleby y compañía es jorobado. Yo puedo ayudarle, pero tengo que advertirle que lo del jorobado es más simple de lo que piensa. En los días en que escribí ese libro, recuerdo que estaba cansado de que, cada vez que publicaba una novela, me preguntaran los periodistas si era autobiográfica. En El viaje vertical, que es mi libro anterior a Bartleby, el protagonista era un anciano de 80 años, pero también me preguntaron si era autobiográfica. Entonces decidí que desde el primer párrafo de mi nueva novela, Bartleby y compañía, me distanciaría marcadamente del narrador con algún dato que era fácil ver que no encajaba con mi físico. No soy jorobado, pero aún así volvieron a preguntarme si el libro era autobiográfico. Añadiré algo a todo eso. Le diré algo que puede servirle para su investigación, que supongo, por otra parte, que no cesará con lo que le he dicho y le llevará a descubrir algo que ni yo sabía y que me dejará sorprendido. Le añado esto: le hice jorobado pensando en Georg Christoph Lichtenberg, que creció apenas lo suficiente para hacer inexacto el apelativo de enano, pero era jorobado y de salud precaria. Desde el primer momento imaginé que mi narrador era bajito y con joroba como el autor alemán y tenía una salud mental Bartleby. ¿Ha leído los aforismos de Lichtenberg?: «A lo más que puede llegar un mediocre es a descubrir los errores de quienes lo superan.» ¿Le digo otro aforismo? «En Zezu los profesores enseñan sentido común. Los estudiantes viven abatidos.»
8.
Difícilmente puedo sentirme heredero de Perucho cuando no lo he leído, sólo —como se sabe— lo he espiado, y no en sus escritos sino únicamente en persona, en el autobús de la línea 24, cuando regresábamos ambos a casa, él hacia la República de Argentina y yo hacia la Travesía del Mal, en los alrededores de Lesseps, y era inútil que le hablara porque él no me conocía de nada.
9.
El próximo lunes hemos quedado Quim Monzó y yo para comer. Un mano a mano. Tal vez sorprenda esto, dado que la cultura controlada por la política (véase Frankfurt) ha creado la absurda imagen de que hay un abismo entre los escritores de Barcelona en lengua castellana y los de lengua catalana. Y no es exactamente así. Monzó, al igual que Pàmies, son amigos míos desde hace 30 años y yo conecto mil veces más con lo que escriben ellos que con lo que escribe el cebollo de Trapiello, por ejemplo. He dicho Monzó y Pàmies. Y bien, son dos escritores que considero imprescindibles. Pero también conecto con autores como Carme Riera, como el oulipiano Màrius Serra, como Lluís-Anton Baulenas, Ramon Solsona, Jordi Coca, Francesc Serés (tan distinto de lo que yo hago, pero al que admiro por su inteligente y vigoroso trabajo), como Biel Mesquida (por su constante vanguardismo), como Miquel de Palol (especialmente por El jardí dels set crepuscles), como Lolita Bosch, como Empar Moliner, como Pere Guixà. Y presidiéndolo todo, el profesor Jordi Llovet, uno de los últimos intelectuales sabios que le queda a Cataluña.
10.
Marcel Duchamp. Me hace pensar en Duchamp y en el ambiente de los jugadores de ajedrez, que es mucho más simpático que el de los artistas. Se trata de personas totalmente obnubiladas, completamente ciegas, provistas de orejeras. Locos de una cierta calidad, al igual que se supone que ha de serlo el artista, aunque no lo es, por lo general. Mire a su alrededor. ¿Cuántos artistas que sean grandes locos de calidad ve usted en este momento?
Agradezco mucho la generosa mención de mi blog, me siento emocionada.
19 comments:
Ando por estos lares tapatíos, en la Feria del libro, pero cuando anoche llegué al hotel y leí esta estupenda entrevista de nuestro querido escritor Vila-Matas, no pude dejar de compartirla con ustedes.
"Aquí en este país, hasta hace muy poco, si alguien casualmente se enteraba de que, por ejemplo, yo leía a un tal Blanchot, lo consideraban una anomalía más de las mías. Leo blogs literarios como leo periódicos y libros. No le cierro puertas a ninguna lectura ni información. Y sí, me divierte y me instruye y me interesa ver qué se dice y qué se mueve en ciertos blogs que considero honestos e interesantes, y no conducidos por el tontolaba de turno.
Fenomenal. Me gustan mucho sus libros, en especial "Suicidios ejemplares". Siempre es interesante ver lo que tiene que decir.
Un abrazo.
Gracias, Magda, como siempre. He leído estas respuestas y he impreso el pdf de la revista, porque me ha parecido interesante y porque abunda en algunos conceptos que supongo todos tenemos en la cabeza en la actualidad o por lo menos deberíamos tener. De todas formas, en los ámbitos literarios hay todavía demasiada renuencia a algunos de los planteamientos que aquí se recogen: se va demasiado despacio y demasiado prepotentemente.
Buena feria, Magda, qué envidia. Esperaremos que nos cuentes cosas.
Besos.
Fíjate, Magda, qué buena noticia: llega el anuncio desde la librería Los Portadores de Sueños de que habrá un encuentro literario con Vila-Matas, el jueves, en celebración del tercer aniversario de la librería. Y qué casualidad.
Muy buena, gracias.
saludos
Qué interesante entrevista. La he disfrutado enormemente. Y la he subrayado. Y la he releído.
Tiene razón en que no está valorado suficientemente en nuestro país. Una pena. Pero creo que sus lectores somos cada vez más y eso es al fin lo que cuenta.
Un saludo.
¡Gracias Magda por compartir esta magnífica entrevista! ¡Ya sabes que admiro a Vila-Matas!
¡Un beso grande!
Una buenísima entrevista que dice muchas verdades con sinceridad y ética. Admiro mucho a Vila-Matas.
Felicidades maestra Magda, que lea su blog alguien tan importante debe de sentirse muy bonito. Ojalá hubiera muchos escritores como él, con esa sencillez que sólo poseen las grandes personas.
Gran entrevista, suena un tipo divertido el Vila-Matas, nada pomposo y brillante como un cuchillo.
Creo que nos interesa tanto porque es un 'writer's writer', y que los lectores menos endogamos se lo pierden por eso.
Gracias a todos por sus comentarios, es una entrevista excelente, sin duda.
(Muchas gracias, Luisa. Me había comentado Carlos sobre este encuentro en "Los portadores de sueños" con Vila-Matas. Me encantaría estar ahí, será una estupenda velada).
Aqui a la derecha, en "Noticias literarias", Literatúrame, podrán leer cómo va la Feria y parte de lo mucho que sucede por aquí. Está estupenda, toda la ciudad de Guadalajara está de fiesta, literalmente hablando. Muchos libros, muchos editores, libreros, lectores, editoriales, conferencias, amigos y amigas, comida deliciosa, y una cantidad asombrosa de gente, está llenísima. Estoy muy contenta.
Hola amigas y amigos de la buena literatura, allá donde se encuentre. Soy Guillermo Urbizu, lector compulsivo, crítico apasionadamente literario y dicen que poeta. Pues bueno.
Un buen amigo me comenta que Enrique Vila-Matas cita mi blog (guillermourbizu.blogspot.com)en una entrevista, en esta entrevista. La verdad, me alegro por él. Y digo esto porque la literatura une -no sin cierto misterio- la nostalgia de muchos.
Creo que he reseñado casi todos los libros de Enrique. Insisto en lo que he dicho muchas veces: es el mejor novelista de España. Y lo escribo con la misma convicción con la que creo que los mejores poetas patrios son Jaime Siles y Antonio Colinas. Convicción de lector que algo sabe de estas lides.
No voy a engañarles. Que cite mi blog Vila-Matas supone para mí algo así como un buen abrazo. Y yo, desde aquí, se lo quiero devolver.
Gracias por la entrevista, Magda. Mañana tendré la oportunidad de verlo y escucharlo en Portadores de sueños. Aún estoy decidiendo qué libro llevar para que me firme: ¿Bartleby, Pasavento, Exploradores del abismo?
Qué nervios, jeje
Gusto en conocerte, Guillermo.
La mención de mi blog por alguien tan importante en las letras hispanoamericanas la agradezco de aquí a la luna y más allá. Es una sensación muy bonita que me hace sentir contenta y muy agradecida.
_______
Será una reunión estupenda, R, seguro asistirá José Antonio Melendo y podré ver las fotografías, casi será como estar ahi.
A mi me gustaria leer el Vila-Matas barriobajero; a veces para mi gusto se pasa de solemne: pero aquí veo otro. Uno aún por descubrir. En el mano a mano de ese lector que soy, y el otro que prefiere lo poco rezongón, lo poco gruñón, lo poco aburrido, y más bien tierno se esta quedando Vila-Matas. Prometo volverlo a leer, es que se me vuelve irrespirable y plúmbeo a veces.
El primero que leí fue Bartleby y pensé que si eso seguía así que me lo iba a devorar todo, pero se me bajo el ánimo... existe también la autobiografía del lector, distinta a aquella que uno es. El mismo lo dice... vivir otras historias; dejar que el YO se desgonce.
Y en cuanto a tu blog: enhorabuena, un reconocimiento de alguien que admiras lo deja uno entre almohadas y sábanas blancas.
un abrazo,
Se agradece una entrevista como esta. Gracias por compartirla.
Vila-Matas no es sólo un escritor imaginativo y original, sino que siempre ha sido un tipo lúcido e inteligente.
Suscribo muchas de sus palabras.
Me pilla la lectura de la entrevista abismándome en su último libro.
Vila-Matas, como siempre, muy estimulante.
Saludos y que te vaya bonito por la feria.
Muchas gracias a tod@s.
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