14 de noviembre de 2007

Matías y los imposibles: Santiago Roncagliolo

Santiago Roncagliolo, Matías y los imposibles, Ilustraciones de Ulises Wensell (Madrid: Siruela, 2006)

Santiago, el narrador de este libro, es un escritor que nos relata una historia que a él le han contado los personajes de un cuento que ya no existe. Estos personajes han buscado el número del escritor en la guía y le llaman por teléfono, se reúnen en su casa y le solicitan que por favor escriba un cuento, será un relato que ellos le van a contar y de esta manera dejarán de vagar buscando papeles secundarios en otros cuentos porque ya tendrán su propio cuento y mientras alguien lo lea, vivirán para siempre.

El protagonista de Matías y los imposibles era feo, el más feo de los feos: "Tenía unas orejotas puntiagudas y era muy bajito y narigón, y sus gafas eran tan gordas que sus ojos se veían chiquititos ahí dentro, como dos huecos de nariz". Afortunadamente al tímido Matías, el ser feo y que en el colegio hicieran chistes sobre ello no le preocupaba mucho. Sin embargo, se sentía solo porque jugaba mal al futbol y nadie lo invitaba a los partidos, tenía pocos amigos. Así que no le queda otra que ser estudioso, especialmente le agradaba escuchar historias. Su abuelo le contaba cuentos siempre con los mismos personajes: "el príncipe Guillermo, el brujo Gorgon y el hada Luz. El príncipe era muy guapo, pero el envidioso Gorgon lo convertía siempre en sapo, en murciélago, en examen de matemáticas y en otras cosas horribles. Entonces aparecía el hada Luz y lo salvaba. Y juntos derrotaban al brujo".

Aunque estas historias que le contaba su abuelo eran todas casi iguales, a Matías le gustaban porque mostraban un mundo en el que a él le gustaría vivir pues todo terminaba siempre bien y nadie se burlaba de nadie ni nadie tenía que jugar al futbol si no quería. Pero además le agradaba que mientras su abuelo contaba las historias, también ponía música y bailaba con la escoba:

El abuelo era genial. Cazaba lagartijas y mariposas con una red sólo para mirarlas, y luego las soltaba en el río del pueblo. Cocinaba fatal, eso sí. Su plato más exquisito era arroz seco con pedazos de tomate crudo. Pero hasta eso era divertido. Matías siempre había vivido con él, y aunque veía que los demás chicos tenían padres y madres, nunca sintió que le faltase nada.

Con esa crueldad de algunos niños, un día sus compañeritos le preguntan por sus padres pero Matías no sabe adonde están. "-Seguro que son muy feos, dijo uno, y todos se rieron. -Como Matías era tan feo al nacer, lo dejaron por ahí tirado, dijo otro más. Todos se volvieron a reír". Como era de esperar, al llegar a su casa le pregunta a su abuelo por sus padres y éste decide contarle un cuento que sirve para que el niño dejara de estar triste. Al compartir la historia olvidaba sus preocupaciones, dejaba de pensar en lo que le angustiaba, "ya no estaba pensando, sino que estaba soñando, y los sueños son lo más parecido a la felicidad".

Al poco tiempo el abuelo cae gravemente enfermo. Ya no comía, no podía moverse, nada. Matías intenta contarle un cuento para ver si se anima, como el abuelo hacía con él, pero nada, no puede, se da cuenta de lo difícil que es contar cuentos. Pero de pronto, la última noche, el abuelo habló y le empieza a contar un cuento cuyo final no llega, el abuelo muere antes de narrarlo. En ese cuento también el hada Luz está a punto de morir. Matías va a dar a un orfanato de donde se escapa:

Cuando llegó a casa, Matías se sentó a comer solo, se fue a lavar los dientes solo y se puso el pijama solo. Y entonces percibió la ausencia del abuelo. La compañía de una persona está llena de ruidos: la cadena del váter, el grifo de la cocina, las toses. Para Matías, estar solo significaba que nada sonaba a su alrededor. Esa noche, en vez de meterse en la cama, se cubrió con las mantas de la cama. Y así permaneció durante horas y horas, porque quería no estar en ninguna parte, quería desaparecer y que nadie le hablase nunca más de tan triste que se sentía.

Hasta que a media noche alguien tocó la puerta del armario...

Matías y los imposibles no es sólo un libro para niños, lo es también para adultos como la mayoría de la llamada literatura infantil. El trabajo del narrador es de destacar: en ocasiones está contando y de pronto detiene por unos instantes su narración para ponerse a dialogar con el lector, le hace preguntas o le comenta alguna precisión que cree necesaria. Un libro bastante recomendable y muy entretenido en el que, además, encontramos un tratado interesante sobre el proceso de escritura.

12 comments:

Hilvanes y Retales dijo...

Qué decepción. He escrito un comentario que por error de no sé donde creo que no te ha llegado, verdad?

Carmen Fernández Etreros dijo...

Has elegido un libro que me encantó y me pareció muy original. Los diálogos de los personajes son geniales. Un buen libro para niños pero también para sus padres.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Una persona es ruido... muy sutil. Santiago tiene eso. Una especie de imágenes que a lo largo de su obra explota....

Magda Díaz Morales dijo...

Tienes razón, HyR, a mi ya me ha sucedido en este dia dos veces, ahora tengo que escribirlo en word y ponerlo, mientras arreglan esto en Blogger, deben de estar limpiando el servidor. A la segunda vez que se pone ya funciona. No te preocupes.

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Y las ilustraciones son muy bonitas, Carmen

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Roncagliolo me parece de los mejores escritores en la actualidad, Malvisto, y es muy joven, llegará muy lejos.

entrenomadas dijo...

Tomo nota, de paso pido un crédito al banco para comprar todo los libros que me apetecen.
Besos, Magda

albalpha dijo...

Me encantan los libros así es que me tendrás visitandote.
saludos

Luisamiñana dijo...

Qué interesante y atractivo. Este de Roncagliolo no lo conocía. Y como dice Marta la Nómada: un crédito para comprar libros y para carpintero que haga estantes...

Magda Díaz Morales dijo...

Te va a gustar mucho este libro, Marta. Yo tenía un poco de prejuicio con Abril rojo y con La cuarta espada. Abril rojo me gustó, La cuyarta espada no. Pero este sí que me agradó, es muy bueno.
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Siempre bienvenida, Alba.

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Este libro de Roncagliolo es caro, Luisa. Me imagino que además de por estar publicado en Siruela, las cuatro o cinco ilustraciones que trae hace que suba el precio. Cuesta casi 400 pesos, o sea cuarenta dólares más o menos. Igual están acá los de Acantilado, aunque los de Kertész cuestan menos que éste, pero seguro es por las ilustraciones. Las imágenes suben el precio del papel.

Y vaya que si con los estantes y ni cómo hacerle como hizo Manguel ;)

Anónimo dijo...

Me encantan las historias de Santiago, y también su actitud y sus opiniones en los foros mediáticos en los que participa. Este libro es estupendo.
Un abrazo.

Hilvanes y Retales dijo...

El mismo texto ya es imposible .... pero que no solo he comprado ya el libro sino que estoy deseando leerlo. Parte de la felicidad de la infancia depende, en gran medida, de la calidad de los cuentos que leemos. Niños que han leído bueno cuentos han crecido rodeados de la magia de las cosas y los mundos encantados, y cuando vas creciendo lo hacen creyendo en la posibilidad de que todo es mejorable: el mundo, las personas, el futuro...
No concibo mi niñez sin los cuentos de los hermanos Grimm o Hans Chistian Andersen. Como tampoco sin los libros de Senda, aquellos libros de lectura que se usaban en el colegio, recuerdo especialmente el de Pandora ... bueno, estos libros igual no los conoces, no sé.
Supongo que siempre tenemos la necesidad de volver a los cuentos para volver a nuestra niñez. Para no olvidarnos de nosotros mismos. Y como siempre, termino hablando de Alicia en el país de las maravillas. Un cuento de niños? O tal vez para adultos? Y el Principito?

Besos

nacho dijo...

Hola Magda, aquí viendo las novedades de Santiago. Lo del racismo es estresante, creo que con el affaire Chávez-Juan Carlos la cosa se va a exacerbar. Lástima que en siglo XXI sigamos con estas cosas.
un beso... nacho m.

Magda Díaz Morales dijo...

Querido Alfredo, de acuerdo en todo con tu comentario.

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Siempre he pensado que la literatura para niños es para todo lector, sea niño o no. Está hecha con estrategias narrativas propias para niños, pero es literatura. Y concuerdo contigo, HyR, tampoco concibo mi niñez sin los cuentos de los hermanos Grimm o Hans Chistian Andersen. Además de tantos comics: "La pequeña Lulú", "El gato Félix", "Tawa", "Fantomas", "La familia Burrón" (en México), y todas esas clásicas películas de Disney...

Gracias por volver a poner tu comentario, parece ser que ya Blogger acabó de componer esto, por si las dudas mejor escribirlo primero en word.
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Querido Nacho, es un gusto verte por aquí. He estado leyendo tu crónica sobre el congreso.

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