24 de mayo de 2008

Rabia: Jaime Mesa

Jaime Mesa, Rabia (México: Alfaguara, 2008)

La soledad del ser humano parece ser un habitante instalado en este siglo XXI. Una soledad que probablemente hastiada, ha encontrado en su camino de quien enamorarse: el internet. Una pareja que se avizora, vive en armonía. Las personas necesitan hablar, comunicarse, contar a otros sus intereses, éxitos, tristezas, preocupaciones, etc. Los llamados chats, los foros, las redes, los blogs, están llenos de todo tipo de personas con deseos de transgredir esa soledad de comunicación que habita alrededor. En estos espacios no tiene importancia la edad, el físico, si se es mujer u hombre, si se es soltero o casado, ni en qué lugar se viva, lo que importa es hablar y ser escuchado. Saber que alguien está ahí para nosotros, y nosotros para él. Buscar quizá intimidad, dentro de lo posible, aunque se sepa, como dice el protagonista de Rabia, "que en la red nada es lo que parece" y muchas veces se llega ya sea a idealizar o a desfavorecer a ese Otro, solo por alguna pasión humana que así lo decide y a través de lo que se cree percibir en él.

La novela está dividida en tres partes: "Beca", "Don" y "Matilda", las tres interrelacionadas. El protagonista es Leopoldo Rollins, le dicen Foster (por una fijación que tiene con la cerveza Foster's), un hombre de 33 años casado con Rebeca, o Beca, traductor, y adicto a la realidad virtual o ciberespacio. Es una persona de la que, siendo mujer, no se quisiera estar cerca: mentiroso, engaña constantemente, infiel (con varias amantes que toma y deja como apetece), resentido con su madre, de ánimo inconsistente, insensible muchas veces, agresivo otras, que igual le da tener relaciones sexuales con un hombre (sea joven o viejo) que con una mujer, que se enamora tan fácilmente como se desenamora, capaz de golpear a una mujer si algo le molesta, que aparece y desaparece de la vida de sus "seres queridos" a su antojo (seres queridos entre comillas porque parece que realmente no quiere a nadie), nunca tiene remordimientos, egoísta e irrespetuoso con la mayoría de las personas que lo rodean que son, en gran parte, mujeres: Beca, Julieta, Susana, Emilia, Sonia, Kate, Matilda (su madre).

El odio-amor que siente por su madre resulta un tanto patológico. Jamás se detiene a intentar comprenderla ni mucho menos tenerle consideración. Su lucha por sentir que es mejor que ella lo lleva a mentirle, le cuestiona en silencio, anhela hallar un video donde esté haciendo el amor con Raymond, su segundo esposo, no le perdona que un día dejara a su padre y a él y que haya decidido su propia vida. La madre vive en Estados Unidos, lugar donde se desarrolla la mayor parte de la acción narrativa puesto que Foster viaja desde la Ciudad de México a Chicago para encontrarse con Emilia, su amante. Foster es un hombre que, esencialmente, se siente solo.

Pero, también, Foster es un joven al que se admira por el anhelo que tiene de querer cambiar el mundo a través de hacer feliz a los demás, que ambiciona romper con las reglas establecidas que dañan, por eso le gusta el internet porque ahí no hay reglas impuestas y se es libre. Este deseo de cambiar el mundo también lo tuvo la generación que le antecede y con la cual parece estar en lucha o no comprender o no reconocer o, sencillamete, sentirse alejado, aunque no lo esté. Uno se pregunta al terminar de leer la novela ¿qué hizo la generación anterior a Foster, que heredó a esta nueva generación una sociedad donde la soledad es tan común? o ¿es la era digital quien lo cambió todo? o ¿no es así y solo es la natural evolución de los tiempos? ¿uno es Leopoldo (el real) y otro Foster (el virtual) o son el mismo? Asimismo, brota otra pregunta más: ¿el narrador se engaña, nos engaña a nosotros, como lectores, como engaña a los personajes del mundo virtual y todo es un juego donde la verdad está al alcance de quien pueda percibirla?

¿Toda esta vida tan compleja de Foster es virtual o real? Todas estas relaciones sexuales que disfruta ¿son reales o virtuales? Foster obtiene placer en cuanto se sienta en la computadora y entra a las salas de sexo de los chats. "A nadie le importa la verdad (...) En internet -dice- puedo defenderme, tomarme unos minutos para preparar respuestas inteligentes. Entonces permanezco". ¿Quiere vivir decenas de vidas y por eso engaña, como él mismo manifiesta?

Quizá el mundo real, el mundo que vivimos, es en ocasiones tan difícil que es mejor aislarse y optar por un mundo paralelo, ese ciberespacio que de la satisfacción de sentir que le importamos a alguien y que no se está tan solo, aunque esto sea o no sea verdad, lo importante es sentirlo de esta forma. En el mundo virtual, tal vez, la imaginación y fantasía logran hacer realidad esos deseos que se tienen en la vida... No lograrlos enoja, da impotencia y hasta rabia.

De eso se trata la frágil conexión entre los hombres; esos hilos que te jalan hacia un centro, hacia la confluencia de otras fuerzas que te dicen que perteneces a algo más grande y perpetuo aunque te sientas terriblemente solo.
Foster, es ese interlocutor de un "puñado de seres que necesita hablar para no morirse...".