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erminé de leer Breve tratado de la pasión, Selección de textos y prólogo de Alberto Manguel. El libro es una serie de cartas, citas, fragmentos, textos de amantes y amadas que expresaron su pasión amorosa en determinado tiempo y espacio, son 97 en total. Seguro que nunca imaginaron que sus sentimientos quedaran tan al descubierto y que nosotros nos enteráramos de su vida personal. Pero como dice el editor: "significa contar la historia íntima de una civilización", este parece ser el motivo de su publicación.Por ejemplo, la siguiente me parece muy simpática:
Es del príncipe de Joinville a la actriz Rachel Félix: ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cuánto?
Y Rachel Félix le responde al príncipe de Joinville: Tu casa. Esta noche. Gratis
Cuanto lamento, mi querido, que te sientas mal en Petersburgo, pero -y perdóname- estoy contenta de que extrañes a Brailov. Dudo que nunca llegues a entender lo celosa que estoy de ti, a pesar de que entre nosotros nunca haya habido contacto físico. ¿Sabes? Estoy celosa del modo más imperdonable, como lo está una mujer del hombre que ama. ¿Sabes que tu casamiento fue terriblemente duro para mi, como si algo se rompiera en mi corazón? Pensar que estabas cerca de aquella mujer me resultaba amargo e intolerable.
¿Y sabes la horrible persona que soy? ¡Me regocijaba cuando no eras feliz con ella! (...) Odio a esa mujer porque no te hacía feliz, pero la habría odiado cien veces más si hubieras sido feliz con ella.
Maravilloso muchacho,
¿Dónde estás esta noche? Tu carta ha llegado hace solo una hora -una hora cruel-. Quisiera que la hubieras pasado aquí conmigo.
Mi queridísima y nunca olvidada Josefina mía: Ayer he recibido tu carta llena de querer que se me derramaba por todo el corazón y me lo hacía latir con más fuerza. Cómo no quieres que me alegre saber a cada momento que estás loca por mí, si cuando lo leo en tus cartas me siento tan feliz y tan contento en la vida. (...) ¿Cuantos besos quieres? ¿Mil? Eso es muy poco: toma toda mi boca y toda mi alma y sírvete tú los que quieras.
Adiós, come mucho y gasta poco
Miguel
(En los márgenes) Diviértete mucho y no gastes nada. Que nos tenemos que casar.
Adiós, Josefina: distráete con tu hermana de la soledad.
Hacia 1722 un hombre de negocios bilbaíno, Juan Patricio Grant, mantenía relaciones con María Josefa de Mapiain, vecina de San Sebastián, a la que había dado palabra de matrimonio y con la que intercambió una abundante correspondencia, a través de breves y significativas notas:
Dime querida Pepa, chulita mía, hechizo de mi alma:
Ya hay dos años que no te veo, y estás olvidada de mi constante amor. Mira, esta mañana, a las doce, hice el paquetillo que lleva la portadora para ti y lo envié a casa de tu madre, pero no la hallaron, ni aun siquiera la perritra Nobleza. Ahora son las doce de la noche, así que no tengo lugar de escribirte más largo. Sólo te ruego que seas constante y que no digan con rasón (sic) que eres variable. Avísame de cuanto se ofreciere y en cuanto pudieres ocuparme no me escuces (sic), pues no anhelo por otra cosa que por servirte. Adiós querida mía, hasta la vista,
Tuyo, tuyo, tuyo
(Al dorso) Esta cartica es para Pepita, Leonor, "la esquiva".
Viena, 29 de abril de 1782
Queridísima, amadísima amiga:
(...) todo este disgusto, que fue el que me molestara que fuera usted tan desvergonzadamente irreflexiva como para decirles a sus hermanas y, advertidamente, en mi presencia, que se había dejado medir las pantorrillas por cierto chapeau. Eso no lo hace ninguna mujer a la que le importe su honor. La máxima "Dondequiera que fueres haz lo quevieres" está muy bien. Pero hay que considerar también muchas otras cosas. (...) si realmente la propia baronesa se lo dejó hacer, es muy distinto, porque ella es ya una mujer mayor que no puede excitar ya. Y, además, la amante de et caetera.
(...) Sin embargo, ya ha pasado. Sienta usted, tenga usted sentimientos, y así sabré que Constanze es la amada, pundonorosa, sensata y fiel de su leal y hacia ella devoto
Mozart.
Prólogo del libro.
Y no hay que descartar lo que dice este artículo sobre el tema, Por sus cartas los conocerás:
Tal vez en unos años se publiquen volúmenes de correos electrónicos o mensajes de móvil. Quién sabe. Si hasta se subastan escritorios de literatos. Por el momento seguimos entregados a las cartas que nos han descubierto al Lord Byron más seductor, al Flaubert más melancólico y al Groucho Marx con menos pelos en la lengua. También al Machado enamorado de una mujer casada o al Yukio Mishima más respetuoso al escribir al Nobel japonés Kawabata. Seguimos espiando.
6 comments:
La primera es breve pero muy demostrativa :D
La carta de Mozart vale oro.
Magda:
Me encantó también el brevísimo pero sustancioso diálogo entre Joinville y Rachel. Con esa economía debería expresarse a veces el amor.
Saludos!
* Fernanda, coincidimos totalemnte: me parece genial este intercambio entre Joinville y Rachel.
* Irad, cuantas telenovelas se ahorrarian si esta economía rodeara al amor. Sería excelente :p
Hay un poema titulado "Ojos de mi señora...", anónimo, también genial, dice:
Ojos de la mi señora,
¿y vos, qué habedes?:
¿porqué vos abaxades
cuando me veedes?
"Príncipe de Joinville a la actriz Rachel Félix"
Es fantástico. De lo mejor que he leído.
Definitivamente me voy a comprar el libro. Creo que no tiene desperdicio.
Una brazo
Magda, la carta entre Joinville y Rachel me parece también fantástica: pone muy de manifiesto el carácter determinado, práctico y seguramente divertido de Rachel. En cuanto a la carta entre Nadejda y Chaikovski, me parece muy bella y de gran sensibilidad, creo que no se puede decir más en tan pocas palabras...
¡Un abrazo!
Miren que bello:
Poema egipcio
(siglo XVIII a.C.)
Hermano mio, es agradable ir a la playa
para bañarme en tu presencia,
para que veas mi belleza,
es mi túnica de tela real finísima,
cuando está mojada...
Penetro contigo en el agua,
y salgo a la superficie hacia ti,
con un pecesillo rojo,
que hermoso se está en mi mano.
Ven y mírame.
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