Gracias a Jozko por la traducción del húngaro al castellano de esta entrevista. Me permito tomarla para compartirla con ustedes:
"La revista alemana Die Welt ha realizado una entrevista al escritor húngaro Imre Kertész, premio Nóbel de literatura, en ocasión de su ochenta cumpleaños. En la entrevista Kertész realizaba ciertas declaraciones sobre Hungría que han sentado bastante mal en el país y se ha creado una gran polémica en torno al escritor. Dejo aquí, en primer lugar, la entrevista. La he traducido del húngaro (alemán no sé), a partir de la versión que se publicó en el excelente blog húngaro Könvesblog (Blog de libros). En las próximas entradas se tratará más en concreto de la polémica.
- Señor Kertész, el 9 de noviembre cumplirá usted ochenta años, sin embargo el mejor regalo de su cumpleaños no lo recibe usted, sino otro.
- ¿Sí? Y ¿quién es?
- Berlín, por supuesto, ya que usted sigue viviendo aquí, entre los muros de la ciudad.
- !Qué cosas tiene! Yo soy de Berlín.
- Curioso, yo había leído que es usted de Budapest.
- Usted lee demasiado. Se lo explicaré. Soy una persona cosmopolita, y siempre lo he sido. Una persona cosmopolita no puede pertenecer a Budapest, la ciudad se ha vuelto completamente balcánica. Una persona cosmopolita, en cambio, puede pertenecer con toda tranquilidad a Berlín.
- ¿Qué es lo que le maravilla tanto de aquí?
- De eso podría hablar mucho, permítame que le mencione dos cosas. Berlín es la metrópolis más musical del mundo. Es una de las principales razones de por qué vivo aquí desde hace ocho años. Cuando residía aún en Budapest, tenía que llevarme la radio al baño continuamente para poder escuchar música ya que era el único lugar donde la señal era buena. Aquí hay tres casas de la ópera a dónde puedo ir cuando me apetece, sin hablar de las maravillosas filarmónicas. Para un amante de la música esto es el paraiso. Y la atmósfera de la ciudad es agradable, urbana. Sobre todo aquí, en Charlottenburg. Es tan agradable ver como pasea la gente por la calle, como se sientan en las terrazas de las cafeterías. Leen, comen, beben e incluso flirtean. Berlín en verano es como un centro de descanso sin igual, ¿qué más podría decir?, como una sauna relajante. Todos hacen lo que quieren e incluso de la manera más natural del mundo. No hay estrés, no hay violencia. La gente es amistosa unos con otros, y también lo son conmigo. Esa es mi experiencia, desde el primer minuto que he pasado aquí hasta hoy.
- ¿Y en Budapest no puede hacer todo eso? Cuando me enseñó la ciudad hace diez años yo también la encontré alegre y colorida.
- Como turista puede que sí, pero es solo apariencia. No hace mucho pasé diez días seguidos en Budapest . En los últimos diez años la situación ha empeorado completamente, ahora el discurso de la extrema derecha y de los antisemitas es el predominante. La vieja pasión húngara, la hipocresía, la tendencia a la intolerancia, es en la actualidad tan característica como lo ha sido siempre. Hungría en la guerra, Hungría y el fascismo, Hungría y el socialismo: de todo eso no han aprendido nada, lo han disfrazado con una capa de adornos.
- Usted nació en Budapest, vivió allí su infancia y tras pasar por el campo de concentración de Buchenwald, regresó a la ciudad. Allí surgieron sus obras más importantes, por las cuales recibió en el 2002 el Premio Nóbel, sobre todo por Sin destino (Sorstalanság), que se editó en 1975, después de doce años de trabajo. La literatura de su país es extraordinariamente rica. Ciertamente ¿no hay nada que le ate a su país?
- Soy producto de la cultura europea, un decadente, si le parece, una figura que ha perdido sus raíces, !no me ponga la etiqueta de Hungría! Ya es bastante con que sus compatriotas hayan hecho de mí un judío. Para mí, ni las ataduras raciales ni nacionales tienen la menor importancia. Y ya que ha mencionado el ambiente literario húngaro, le revelaré que durante los años del socialismo no leí ni un solo libro apoyado por el estado. Sencillamente mi gusto no lo permitía. Siempre que lo intentaba se me revolvía el estómago. Por supuesto hay unos cuantos escritores húngaros a los que respeto profundamente. Son artistas de la lengua dignos de admiración, autores decadentes de naturaleza juguetona, cuyos nombres, aquí en Alemania no les dirán nada. Por ejemplo Gyula Krúdy, que vivió entre 1878 y 1933, o Dezső Szomory, contemporaneo de Krúdy, y a la vez ambos extraordinarios ensayistas...
- ¿Como Sándor Márai, a quien usted también considera un grande?
- Como Márai, cuyos diarios son, en mi opinión, geniales. Sus novelas no tanto, no son la cumbre de la modernidad. Por supuesto en Hungría no ha habido modernidad literaria. Mucho después de la guerra Péter Nádas y yo llenamos ese vacío y luego llegó el postmoderno Péter Esterházy. Cuando era un joven escritor solía leer literatura europea, sobre todo alemana.
- ¿Quién tuvo especial influencia en usted?
- Thomas Mann, sin ninguna duda. En 1954 György Lukács tradujo los primeros textos de Mann tras la guerra, yo prácticamente los devoraba. Muerte en Venecia o La sangre de los Welsa cambiaron mi vida.
- "La sangre de los Welsa", con su caricatura del antisemita...
- A mi no me interesan las ideas, me interesa la estética. Y, con la mano en el corazón, judíos vanidosos, nuevos ricos, como los descritos por Mann en 1910 existen sin ninguna duda. ¿Por qué habría que echárle esto en cara al escritor?
- Después de Auschwitz no es posible tratar este tipo de cosas de manera muy desapasionada...
- Quizás, pero eso a mí no me molesta. ¿Sabe? soy un poco testarudo respecto a la Shoa. Al igual que Ján Améry, soy un judío no judío. Continuamente volvemos a nuestra identidad colectiva. A mí eso no me gusta. Tampoco me gusta la música tradicional, el Klezmer es aburrido.
- Pero ha escrito muchos libros sobre el holocausto.
- He escrito sobre el holocausto porque tuve que vivir, y logré sobrevivir, esa experiencia única, esa experiencia característica del siglo XX. Porque estuve en Auschwitz y en Buchenwald. Piénselo: qué inmenso capital. Pero yo no he hecho literatura del holocausto, yo he escrito novelas. Soy escritor profesional. Toda frase original, toda palabra adecuada, perfecta, me causó placer. Toda mi motivación fue siempre y ante todo artística.
- ¿Es por eso por lo que usted no escribe sobre el exterminio de los judíos desde un punto de vista moral?
- Entre otras cosas así es. Por supuesto hay algo más: no se debe mirar de manera aislada el experimento de exterminio, el antisemitismo racista del siglo XX. Hay que verlo en relación con la época y en relación con el totalitarismo. El totalitarismo no acabó con el final del dominio nazi. En un país como Hungría, además de eso, se puede ver que con la desaparición de los nazis no desapareció el antisemitismo.
- Los que leen sus libros, no solo Sin destino, sino su continuación, Fiasco, o su última novela, Liquidación, pueden percibir el tono irónico, sarcástico, burlón, tan propio de Kertész. Este estilo, ¿lo ha desarrollado tras un largo trabajo?, ¿o es aplicable el conocido dicho de que "el estilo es el propio hombre"?.
- Sí, es válido. Tiene su origen en mi propia forma de ser.
- Al principio hablamos del regalo por su cumpleaños. ¿Hay algo que deseara especialmente?
- Deseo para mí mismo lo que para todos los hombres: paz y cultura.
Tilman Krause, 7 de noviembre del 2009"
Imre Kertész: "han falsificado mis palabras" (Esto es muy común, el entrevistado dice una cosa y el entrevistador escribe otra. Esto debería de estar penado).
"La revista alemana Die Welt ha realizado una entrevista al escritor húngaro Imre Kertész, premio Nóbel de literatura, en ocasión de su ochenta cumpleaños. En la entrevista Kertész realizaba ciertas declaraciones sobre Hungría que han sentado bastante mal en el país y se ha creado una gran polémica en torno al escritor. Dejo aquí, en primer lugar, la entrevista. La he traducido del húngaro (alemán no sé), a partir de la versión que se publicó en el excelente blog húngaro Könvesblog (Blog de libros). En las próximas entradas se tratará más en concreto de la polémica.
- Señor Kertész, el 9 de noviembre cumplirá usted ochenta años, sin embargo el mejor regalo de su cumpleaños no lo recibe usted, sino otro.
- ¿Sí? Y ¿quién es?
- Berlín, por supuesto, ya que usted sigue viviendo aquí, entre los muros de la ciudad.
- !Qué cosas tiene! Yo soy de Berlín.
- Curioso, yo había leído que es usted de Budapest.
- Usted lee demasiado. Se lo explicaré. Soy una persona cosmopolita, y siempre lo he sido. Una persona cosmopolita no puede pertenecer a Budapest, la ciudad se ha vuelto completamente balcánica. Una persona cosmopolita, en cambio, puede pertenecer con toda tranquilidad a Berlín.
- ¿Qué es lo que le maravilla tanto de aquí?
- De eso podría hablar mucho, permítame que le mencione dos cosas. Berlín es la metrópolis más musical del mundo. Es una de las principales razones de por qué vivo aquí desde hace ocho años. Cuando residía aún en Budapest, tenía que llevarme la radio al baño continuamente para poder escuchar música ya que era el único lugar donde la señal era buena. Aquí hay tres casas de la ópera a dónde puedo ir cuando me apetece, sin hablar de las maravillosas filarmónicas. Para un amante de la música esto es el paraiso. Y la atmósfera de la ciudad es agradable, urbana. Sobre todo aquí, en Charlottenburg. Es tan agradable ver como pasea la gente por la calle, como se sientan en las terrazas de las cafeterías. Leen, comen, beben e incluso flirtean. Berlín en verano es como un centro de descanso sin igual, ¿qué más podría decir?, como una sauna relajante. Todos hacen lo que quieren e incluso de la manera más natural del mundo. No hay estrés, no hay violencia. La gente es amistosa unos con otros, y también lo son conmigo. Esa es mi experiencia, desde el primer minuto que he pasado aquí hasta hoy.
- ¿Y en Budapest no puede hacer todo eso? Cuando me enseñó la ciudad hace diez años yo también la encontré alegre y colorida.
- Como turista puede que sí, pero es solo apariencia. No hace mucho pasé diez días seguidos en Budapest . En los últimos diez años la situación ha empeorado completamente, ahora el discurso de la extrema derecha y de los antisemitas es el predominante. La vieja pasión húngara, la hipocresía, la tendencia a la intolerancia, es en la actualidad tan característica como lo ha sido siempre. Hungría en la guerra, Hungría y el fascismo, Hungría y el socialismo: de todo eso no han aprendido nada, lo han disfrazado con una capa de adornos.
- Usted nació en Budapest, vivió allí su infancia y tras pasar por el campo de concentración de Buchenwald, regresó a la ciudad. Allí surgieron sus obras más importantes, por las cuales recibió en el 2002 el Premio Nóbel, sobre todo por Sin destino (Sorstalanság), que se editó en 1975, después de doce años de trabajo. La literatura de su país es extraordinariamente rica. Ciertamente ¿no hay nada que le ate a su país?
- Soy producto de la cultura europea, un decadente, si le parece, una figura que ha perdido sus raíces, !no me ponga la etiqueta de Hungría! Ya es bastante con que sus compatriotas hayan hecho de mí un judío. Para mí, ni las ataduras raciales ni nacionales tienen la menor importancia. Y ya que ha mencionado el ambiente literario húngaro, le revelaré que durante los años del socialismo no leí ni un solo libro apoyado por el estado. Sencillamente mi gusto no lo permitía. Siempre que lo intentaba se me revolvía el estómago. Por supuesto hay unos cuantos escritores húngaros a los que respeto profundamente. Son artistas de la lengua dignos de admiración, autores decadentes de naturaleza juguetona, cuyos nombres, aquí en Alemania no les dirán nada. Por ejemplo Gyula Krúdy, que vivió entre 1878 y 1933, o Dezső Szomory, contemporaneo de Krúdy, y a la vez ambos extraordinarios ensayistas...
- ¿Como Sándor Márai, a quien usted también considera un grande?
- Como Márai, cuyos diarios son, en mi opinión, geniales. Sus novelas no tanto, no son la cumbre de la modernidad. Por supuesto en Hungría no ha habido modernidad literaria. Mucho después de la guerra Péter Nádas y yo llenamos ese vacío y luego llegó el postmoderno Péter Esterházy. Cuando era un joven escritor solía leer literatura europea, sobre todo alemana.
- ¿Quién tuvo especial influencia en usted?
- Thomas Mann, sin ninguna duda. En 1954 György Lukács tradujo los primeros textos de Mann tras la guerra, yo prácticamente los devoraba. Muerte en Venecia o La sangre de los Welsa cambiaron mi vida.
- "La sangre de los Welsa", con su caricatura del antisemita...
- A mi no me interesan las ideas, me interesa la estética. Y, con la mano en el corazón, judíos vanidosos, nuevos ricos, como los descritos por Mann en 1910 existen sin ninguna duda. ¿Por qué habría que echárle esto en cara al escritor?
- Después de Auschwitz no es posible tratar este tipo de cosas de manera muy desapasionada...
- Quizás, pero eso a mí no me molesta. ¿Sabe? soy un poco testarudo respecto a la Shoa. Al igual que Ján Améry, soy un judío no judío. Continuamente volvemos a nuestra identidad colectiva. A mí eso no me gusta. Tampoco me gusta la música tradicional, el Klezmer es aburrido.
- Pero ha escrito muchos libros sobre el holocausto.
- He escrito sobre el holocausto porque tuve que vivir, y logré sobrevivir, esa experiencia única, esa experiencia característica del siglo XX. Porque estuve en Auschwitz y en Buchenwald. Piénselo: qué inmenso capital. Pero yo no he hecho literatura del holocausto, yo he escrito novelas. Soy escritor profesional. Toda frase original, toda palabra adecuada, perfecta, me causó placer. Toda mi motivación fue siempre y ante todo artística.
- ¿Es por eso por lo que usted no escribe sobre el exterminio de los judíos desde un punto de vista moral?
- Entre otras cosas así es. Por supuesto hay algo más: no se debe mirar de manera aislada el experimento de exterminio, el antisemitismo racista del siglo XX. Hay que verlo en relación con la época y en relación con el totalitarismo. El totalitarismo no acabó con el final del dominio nazi. En un país como Hungría, además de eso, se puede ver que con la desaparición de los nazis no desapareció el antisemitismo.
- Los que leen sus libros, no solo Sin destino, sino su continuación, Fiasco, o su última novela, Liquidación, pueden percibir el tono irónico, sarcástico, burlón, tan propio de Kertész. Este estilo, ¿lo ha desarrollado tras un largo trabajo?, ¿o es aplicable el conocido dicho de que "el estilo es el propio hombre"?.
- Sí, es válido. Tiene su origen en mi propia forma de ser.
- Al principio hablamos del regalo por su cumpleaños. ¿Hay algo que deseara especialmente?
- Deseo para mí mismo lo que para todos los hombres: paz y cultura.
Tilman Krause, 7 de noviembre del 2009"
Imre Kertész: "han falsificado mis palabras" (Esto es muy común, el entrevistado dice una cosa y el entrevistador escribe otra. Esto debería de estar penado).