Para empezar este 2012, una interesante nota de María Teresa Priego:
"Lo imaginario se aloja entre el libro y la lámpara", Piglia cita a Foucault, quien a su vez cita a Flaubert.
Un hombre lee. Hay escenas más seductoras. No muchas. El placer de atraparlo en flagrante lectura. Lee en la fila para tramitar credenciales del IFE. La folie Baudelaire. Leyó de pie más de dos horas. Pegué la nariz en su libro. Casi se lo pedí prestado. Languidecíamos al borde de un acto ciudadano. Me contuve. ¿Justo ese título con referencia a la locura en un trámite que atraviesa la identidad? Igual ya lo leía cuando perdió su IFE. Casualidad. Yo traía Nunca te prometí un jardín de rosas. Habla de psicosis. Seguro también fue una casualidad. No leí ni una línea. Una no puede leer, chacotear en la fila y espiar al mismo tiempo a un hombre que lee. Son ocupaciones muy concienzudas.
Continuar leyendo La seducción de un hombre que lee.
"Lo imaginario se aloja entre el libro y la lámpara", Piglia cita a Foucault, quien a su vez cita a Flaubert.
Un hombre lee. Hay escenas más seductoras. No muchas. El placer de atraparlo en flagrante lectura. Lee en la fila para tramitar credenciales del IFE. La folie Baudelaire. Leyó de pie más de dos horas. Pegué la nariz en su libro. Casi se lo pedí prestado. Languidecíamos al borde de un acto ciudadano. Me contuve. ¿Justo ese título con referencia a la locura en un trámite que atraviesa la identidad? Igual ya lo leía cuando perdió su IFE. Casualidad. Yo traía Nunca te prometí un jardín de rosas. Habla de psicosis. Seguro también fue una casualidad. No leí ni una línea. Una no puede leer, chacotear en la fila y espiar al mismo tiempo a un hombre que lee. Son ocupaciones muy concienzudas.
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