21 de mayo de 2012

Un poema de Thomas Bernhard

Tras el negro bosque
hago arder este fuego de mi alma
en que flamean el aliento de ciudades
y el mirlo del miedo.
Golpeo con las manos desnudas estas llamas
que levantan el aire hasta el cerebro
y en mi nombre tiemblan.
Como nube se alza mi corazón
sobre los techos
cerca de los ríos
hasta que, tardía lluvia, regreso
hondamente al otoño.

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