27 de octubre de 2012

El arte de la atención

Un hermoso texto de José Gordon.
 
El arte de la atención
Cuaderno verde, mayo de 2012
José Gordon
 
1. La ausencia de una mirada puede desencadenar una tragedia. Se llama desatención. Al reflexionar sobre este tema Carlos Fuentes decía que destruimos al otro cuando somos incapaces de imaginarlo. En una conversación que sostuvimos junto con Guadalupe Alonso en torno a las palabras que nos marcan, ahondó en esa herida que nos acecha:
Veo mi vida, veo la historia, veo lo que me circunda y siento que por lo menos la mitad de los problemas del mundo provienen de la falta de atención, del hecho de que no le prestamos atención al otro, lo abandonamos y un día nos decimos: ¿Por qué lo dejé pasar, por qué no le di la atención debida a esa persona?
No reparamos en lo que está pasando en la mente y el cuerpo de quienes nos rodean. De ahí el agradecimiento que muchos tenemos por Carlos Fuentes. Con la generosidad de un novelista nos imaginó, nos retrató con una belleza fulgurante en el marco de un tiempo mexicano, de nuestra memoria colectiva, de nuestras pesadillas y deseos.
 
2. El arte es por excelencia un vehículo de la atención, del cuidado al detalle que se rescata del olvido y que ilumina la percepción de nuestro mundo. En este contexto, el arte del haiku de origen japonés es un canto que nos permite recuperar la intensidad de lo que vivimos. En el libro La Mente Haiku, Patricia Donegan nos muestra un instante de plena atención retratado por la poeta estadounidense Alexis Rotella que traduzco así: La gaviota da a la soledad sonido.
 
En medio del ruido en que vivimos es difícil apreciar que somos una soledad acompañada y que la gaviota es parte de nuestra voz, no podemos ver con claridad la repercusión de nuestras acciones. En un lago agitado por una tormenta el impacto terrible de una gran roca que cae al agua no se puede notar. Debemos ver al lago tranquilo para apreciar la repercusión que tiene lanzar una piedrita: las ondas concéntricas se expanden delicadamente en el agua. De igual forma, en las tormentas de la violencia dejamos de apreciar la repercusión de las noticias infames, se nos escapan en medio de tanto caos. Cuando nos instalamos en la percepción fina del poeta Shuson Kato incluso se revela la mínima desatención: Maté a una hormiga y luego vi que mis tres hijos me estaban mirando.
 
3. Mi amiga de la secundaria Etty Kupferman me cuenta una historia, que refleja de una manera inocente, el efecto de la atención en una persona que admira y que tiene sobrado reconocimiento:
El año pasado, febrero de 2011, fui al concierto de Serrat donde presentó su trabajo sobre Miguel Hernández. Le compré un regalo que supuse le iba a gustar. Un suéter de lana hecho en Chiconcuac. Lo envolví en papel transparente para que me lo dejaran pasar y lo metí en una bolsa grande. En algún momento me acerqué al escenario para dárselo, pero se lo dejé en la orilla. Me da pena hacerlo de otra manera. Él se acercó, me dio un beso en la mano y me preguntó qué era. Le dije que un suéter de lana para que se lo llevara al Norte, a Monterrey unos días después, donde continuaba la gira, pues estaba haciendo mucho frío. Pensé que allí terminaba todo y que Serrat seguiría con su repertorio. Pero, micrófono en mano, le dijo al auditorio. 'Desde que murió mi madre, y de esto ya hace mucho tiempo, nadie me había dicho: 'Arrópate Juanito que vas a los fríos', por esta razón este regalo me ha conmovido mucho'. Todo el Auditorio empezó a aplaudir. Me emocioné tanto, hasta las lágrimas, que ni siquiera supe regresar a mi lugar. Un señor me ubicó. Serrat dejó sobre el escenario mi bolsa con el suéter durante el resto del concierto. Me preguntaron cómo supe qué darle, tomando en cuenta que Serrat recibe muchas cosas en cada función y que nada le debe sorprender. Yo contesté que después de 40 años de amores era fácil adivinar qué le gustaba.