Se nos fue Helena Beristáin a los 86 años de edad, quizá la única persona que veía necesario enseñar en las aulas a leer literatura, necesario “que se genere en los alumnos, desde la preparatoria, una adicción por la lectura”.
A ella la pasión por la lectura le surgió cuando cursaba la primaria y sus padres le regalaron un ejemplar de La Quijotita y su prima, de Joaquín Fernández de Lizardi. Su padre, Juan Beristáin, era un militar que participó en la fundación de la Escuela Superior de Guerra, y su familia se mudaba según las obligaciones del padre, lo que llevó a Helena a estudiar en diferentes estados antes de quedarse a vivir en el Distrito Federal y cursar Letras Hispánicas en la UNAM, donde tomó clase con escritores como Agustín Yáñez y Julio Jiménez Rueda.
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