Después de atravesar victorioso los años salvajes de su juventud y con cierta madurez tanto creativa como emocional, Baudelaire redactó algunas sugerencias para todos aquellos que pretendían la misma suerte del genio francés, convertirse en escritores. En sus “Consejos para los jóvenes literatos”, detalló diez indicaciones directas y concisas, que ofrecía a las nuevas semillas de la creación literaria.
Las sugerencias del poeta francés, a pesar de que fueron tejidas hace siglo y medio, no han agotado su poder de actualidad. Leerlas en una época como la nuestra, en la cual levantas una piedra y encuentras a un joven escritor, es un buen ejercicio para medir los talentos efectivos y no ahogarnos en la esclerosis del despotismo ingenuo, de querer ser recordado por la historia de la literatura universal antes de tiempo.
La primera regla, según Baudelaire, para quienes pretenden iniciar una carrera literaria, es que la inspiración es más un asunto de trabajo constante y disciplinado, que un impulso azaroso de creatividad. No hay éxito fortuito, sino sólo una “una lenta agregación de éxitos moleculares; pero generaciones espontáneas y milagrosas jamás”.
El trabajo paulatino desarrollado a lo largo de los años, es lo único que podría desencadenar logros. Ser un escritor poco leído, o muy leído pero mal juzgado, no es una cuestión de mala suerte, sino más bien de poca dedicación. Lo anterior con sus debidas y concretísimas excepciones.
Otra de las exhortaciones del poeta francés, se centra en las relaciones personales de los escritores jóvenes con su público, con sus lectores y hacia los compañeros del mismo oficio. Baudelaire recomienda no caer en el vicio de los chismes y pugnas sentimentales, que nada aportan al trabajo de escritura. “Algo muy imprudente; es hacerse de un enemigo, sin beneficio ni provecho”. Lo mejor es mantenerse al margen de los conflictos de lavadero que siempre consigna el mundo literario.
El poeta francés, también sugiere no perder el tiempo en demostrar por qué determinado individuo es un imbécil, ya que a los imbéciles lo mejor es ignorarlos. Pero en el caso de que alguien quisiera aclarar que uno es el imbécil, lo mejor será sonreír y sentirse halagado por el esmero de que otro ocupe tanta de su energía en calumniarnos. Hay que combatir las críticas desde las alturas de la inteligencia, evitando rebajarse a la bajeza de las injurias. Porque donde hay agua sucia, más abajo hay lodo y uno podría quedarse.
Baudelaire también da consejos para tener una vida sana, como la de llevar una buena alimentación, “ya que es la única cosa necesaria para los escritores fecundos”. También recomienda no malgastar demasiado tiempo en amantes, ya que podrían ser la perdición de cualquiera. Siempre es mejor poner un freno a la exuberancia de los sentimientos, porque quitan mucha energía, sobre todo cuando se es muy joven.
Otro consejo básico, es que “a pesar del desorden que haya acompañado a veces al genio, lo más importante es no tener acreedores jamás”. Porque las deudas queman la tranquilidad mental de cualquiera, y ésta es sin duda una cualidad esencial para seguir escribiendo. Vivir sin tener que preocuparse por comprometer la pluma para saldar monstruosas deudas, es una exigencia que todo escritor joven habrá de considerar.
Baudelaire no sólo pensó qué cosas habrá de llevar a cabo un joven para convertirse en escritor, sino también cuánto debe cobrar en el momento de ya serlo. Escribir también es un trabajo, entonces, ¿por qué no se ha de exigir un pago por dicha labor?
El poeta francés insta a los jóvenes escritores a no devaluar su talento y cobrar lo justo por sus publicaciones. Porque “la literatura, que es la materia más inapreciable, es ante todo una serie de columnas escritas; y el arquitecto literario, cuyo sólo nombre no es una probabilidad de beneficio, debe vender a cualquier precio”.
"Consejos para jóvenes creadores"
Julieta Lomelí Balver
Milenio, 1.03.2015