Robert Musil, Tres mujeres (Barcelona : Seix Barral, 1982).
Las obras de Rilke, W. Benjamin, Simmel, Robert Musil, entre otros, llenan de energía el espíritu. Cuando Musil observa que la realidad puede ser vivida de varias maneras sabemos que sí, así es, y que ello nos hará vivir estados con los que obtendremos nuestra visión del mundo. Para el escritor austriaco existen dos visiones básicas de enfrentar este mundo: 1) el Estado de vivir para y 2) el Estado de vivir en.
En el Estado de vivir para buscamos los medios para logar determinado fin y de esta forma poder satisfacer ese sentimiento (“energía del espíritu”) que llevamos dentro y nos agita, como el amor o la cólera, por ejemplo. Lo inconveniente que veo en este estado es que por la imperante necesidad de colmar esta exigencia que el sentimiento nos demanda, el ser humano no se detiene en lo que está viviendo, por esto logra obtener experiencia pero no vivencia, se distrae. Dice Musil que en este caso “la vivencia se enajena” puesto que se pretende la utilidad que ello puede traernos, lo que nos sea útil.
En el Estado de vivir en no se persigue utilidad alguna, se está en las cosas mismas, en las vivencias. Un ejemplo es la experiencia erótica que implica un detenerse, tomar un tiempo dentro del continuo vivir para. La vida “reposa traída sobre sí misma” para vivir la vivencia. La experiencia erótica es mística o sagrada que es “el misterio de vivir en nuestro mundo de forma distinta” y no el penetrar al universo sobrenatural. Lo sagrado para Musil (y para Bataille y García Ponce) se caracteriza por el vivir en.
Mientras dura el abrazo erótico el tiempo parece detenerse, su transcurrir no se percibe, por ello una “vivencia en” puede hacernos salir de nostros mismos, estar fuera de sí, transportados, permaneciendo en la vivencia que estamos viviendo: se rompe lo que Musil llama el “hilo de la vida” (el Estado de vivir para).
La experiencia erótica es, además, una experiencia mística porque se “sale del marco conceptual" en el que se dan las relaciones habituales, hay una súbita o vehemente (Bataille dice “violenta”) inmersión en una “vivencia originaria” vivida ya sin el ordenamiento acostumbrado, habitual. El yo se pierde en el éxtasis y su vivencia permanece en nosotros al retornar al vivir para, lo que Bataille llama continuidad y discontinuidad: la condición existencial del individuo es su aislamiento respecto a los demás, cada ser humano es discontinuo de los demás y sólo el erotismo, al ser un estado comunicativo, le permite la ruptura de su discontinuidad y alcanzar la continuidad con otro ser, aunque sea por unos instantes puesto que “el absoluto no logra conservarse”, como dice Musil. Bataille entiende la particularidad individual en una concepción ontológica.
En Tres mujeres podemos observar la puesta en escena de estos dos Estados, los tres relatos están precedidos por la figura de una mujer: “Grigia” (una mujer campesina e infiel), “La portuguesa” (una enigmática extranjera) y “Tonka” (una doncella sencilla que despierta una obsesiva pasión). El acontecer de las historias de estas tres mujeres evidencia el carácter cerrado de la realidad al tiempo que manifiesta la manera en que el erotismo la cambia, la hace revelarse en una forma nueva y asombrosa.
Todo Musil
La portuguesa (Traducción de Mario Benedetti)
Las obras de Rilke, W. Benjamin, Simmel, Robert Musil, entre otros, llenan de energía el espíritu. Cuando Musil observa que la realidad puede ser vivida de varias maneras sabemos que sí, así es, y que ello nos hará vivir estados con los que obtendremos nuestra visión del mundo. Para el escritor austriaco existen dos visiones básicas de enfrentar este mundo: 1) el Estado de vivir para y 2) el Estado de vivir en.
En el Estado de vivir para buscamos los medios para logar determinado fin y de esta forma poder satisfacer ese sentimiento (“energía del espíritu”) que llevamos dentro y nos agita, como el amor o la cólera, por ejemplo. Lo inconveniente que veo en este estado es que por la imperante necesidad de colmar esta exigencia que el sentimiento nos demanda, el ser humano no se detiene en lo que está viviendo, por esto logra obtener experiencia pero no vivencia, se distrae. Dice Musil que en este caso “la vivencia se enajena” puesto que se pretende la utilidad que ello puede traernos, lo que nos sea útil.
En el Estado de vivir en no se persigue utilidad alguna, se está en las cosas mismas, en las vivencias. Un ejemplo es la experiencia erótica que implica un detenerse, tomar un tiempo dentro del continuo vivir para. La vida “reposa traída sobre sí misma” para vivir la vivencia. La experiencia erótica es mística o sagrada que es “el misterio de vivir en nuestro mundo de forma distinta” y no el penetrar al universo sobrenatural. Lo sagrado para Musil (y para Bataille y García Ponce) se caracteriza por el vivir en.
Mientras dura el abrazo erótico el tiempo parece detenerse, su transcurrir no se percibe, por ello una “vivencia en” puede hacernos salir de nostros mismos, estar fuera de sí, transportados, permaneciendo en la vivencia que estamos viviendo: se rompe lo que Musil llama el “hilo de la vida” (el Estado de vivir para).
La experiencia erótica es, además, una experiencia mística porque se “sale del marco conceptual" en el que se dan las relaciones habituales, hay una súbita o vehemente (Bataille dice “violenta”) inmersión en una “vivencia originaria” vivida ya sin el ordenamiento acostumbrado, habitual. El yo se pierde en el éxtasis y su vivencia permanece en nosotros al retornar al vivir para, lo que Bataille llama continuidad y discontinuidad: la condición existencial del individuo es su aislamiento respecto a los demás, cada ser humano es discontinuo de los demás y sólo el erotismo, al ser un estado comunicativo, le permite la ruptura de su discontinuidad y alcanzar la continuidad con otro ser, aunque sea por unos instantes puesto que “el absoluto no logra conservarse”, como dice Musil. Bataille entiende la particularidad individual en una concepción ontológica.
En Tres mujeres podemos observar la puesta en escena de estos dos Estados, los tres relatos están precedidos por la figura de una mujer: “Grigia” (una mujer campesina e infiel), “La portuguesa” (una enigmática extranjera) y “Tonka” (una doncella sencilla que despierta una obsesiva pasión). El acontecer de las historias de estas tres mujeres evidencia el carácter cerrado de la realidad al tiempo que manifiesta la manera en que el erotismo la cambia, la hace revelarse en una forma nueva y asombrosa.
Todo Musil
La portuguesa (Traducción de Mario Benedetti)
17 comments:
Muy interesante. Desde ahora anotado en mi lista, Magda.
Y más viajes interiores en «Uniones», del mismo autor, que tal vez también has leído.
Cordiales saludos.
Sí, Migratoria, ya lei Uniones, otra grande del notable Musil. Precisamente García Ponce (que considera a Musil el mejor escritor del siglo XX) le hace un homenaje al escritor austriaco y escribe su novela Unión y también escribe Cinco mujeres, homenaje a Tres mujeres.
El manejo del erotismo en Musil me gusta mucho, es un erotismo estético y lo sagrado es un concepto destacado en su obra. En fin, Musil es un escritor que no debemos dejar de leer (sobre todo El hombre sin atributos, maravillosa).
Un abrazo para ti.
Hola, cómo siempre tus reseñas literarias son de lo mejor, dan ganas de conseguir toodos los libros de los que hablas. Muy bonita la nueva plantilla. Saludos!
Zoé
Estimada Magda
Muy interesante esa diferencia entre los estados de “vivir para” y “vivir en”.
El estado de “vivir en” lo asocio por ejemplo al contemplativo, muy necesario porque nos permite disfrutar de las cosas sencillas de la vida o sobrecogernos ante situaciones cotidianas que pasarían desapercibidas ante miradas poco sensibles, como ver a una madre que juega con sus hijos en el parque o la cadencia con la que las olas bañan las costas de una playa. Pero el estado de “vivir en” además es necesario para que nuestras actividades del “estar para” cobren un mayor sentido y no caigan en el activismo.
Mi problema es a veces alternar entre el “estar en” y el “estar para”: mi necesidad de “estar en” me exige detenerme para reflexionar cuando el “estar para” me exige que siga adelante y que no me detenga y que ya no piense tanto, pero imagino que la experiencia ya nos va enseñando la manera de resolver esas tensiones entre el “estar en” y “estar para”.
Los tiempos de ahora son tan acelerados que los estados de “estar para” nos absorben demasiado y siempre es necesario detenernos para preguntarnos adónde se dirige finalmente nuestra vida, cuál es el sentido de nuestro trabajo diario y de sus frutos; siempre es necesario reformularnos, con las vivencias adquiridas con los años, esas preguntas esenciales para todo ser humano, como ¿de dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Quién soy? Claro que esas preguntas no siempre se responden en una tarde de contemplación, pero el sólo hecho de reformularlas hace que nuestras actividades rutinarias vayan cobrando un poco más de sentido cada día. De allí que sean tan necesarios los estados de “estar en”.
Espero haberme apropiado de tu texto de una manera acertada. Por último, sólo quería agradecerte la mención honrosa en el penúltimo post.
Saludos
Martín
Muchas gracias, Zoe. Me alegra saludarte.
Si, Martin, así sucede. En la continuidad de ese "vivir para" pasamos demasiado tiempo, la vida así lo exige. Ojalá disfrutaramos más del erotismo, la ternura, la generosidad, todo eso que nos lleva a las vivencias y no nada más a la experiencia que nos distrae. Aunque la vida está compuesta de las dos cosas, intentenmos más vivencias...
Muchos saludos
Queridisimo Antonio, muchas gracias por todo.
Encantadisima de esperar la realidad de tu promesa, que estoy segura se hará realidad.
Un abrazo más grande que una torre gigante.
Magda:
¡Que gusto reencontrarte y reencontrar tus textos!.
Me reconforta saber que en algun lugar hay alguien que de una u otra manera le da palabras a mis pensamientos a traves de la literatura.
Lamentablemente muy poca gente paractica el "vivir en", pues no sólo se requiere paciencia sino actitud.
¡Un Abrazo!
Yo te leía hace un año. No sé si te acuerdas de mí, me hacía llamar Zanabú.
Ahoras las cosas han cambiado y escribo desde otro lugar. Un placer leerte de nuevo. SALUDOS CORDIALES.
Embellecida cual ninguna
Vivir... tremenda cosa. Decía Rafa Saavedra que es mejor escribir sobre "la" vida que sobre "mi" vida. Vivir es sin duda una experiencia hacia el interior de uno mismo, aunque quizá decirlo sea una tautología.
Cambiaste de templete, la verdad me gustaba más el anterior, pero no me hagas caso.
Un beso dominguero.
nacho mondaca
El erotismo es la religión privada del individuo occidental moderno. (Digo occidental no porque diga que en los orientales sea distinto, sino porque no los conozco lo suficiente). Cuanto más banal nuestro erotismo, más banal nuestro misticismo.
Gracias, Bar y Polly. Bienvenidas.
Salomón, también muchas gracias.
A mi también me gusta más la otra plantilla, así que la voy a cambiar a ver si me es posible hoy mismo, la cosa es que ando con el tiempo encima.
Y vaya que sí querido Nacho, vivir es tremenda cosa...
Estoy muy de acuerdo contigo, José Ángel. Además de lo que comentas, creo que los seres humanos tendemos a veces a tomar el erotismo no como lo que es, sino creyendo que es solo la relación carnal en sí, y no es así, es toda una experiencia interior bellísima y única, haciendo que la vida sea aun más hermosa.
buena reseña
en cuanto quiten
elimpuestoallibro
me lo compro
Interesante, profundo, sensible.
Pablo, Francisco, muchas gracias.
Publicar un comentario
No se publicarán comentarios anónimos.