6 de septiembre de 2006

Erotikón (2): Guy de Maupassant

Una noche, enviado por sus padres a estudiar Derecho, llega a París, a la pensión de Madame Kergaran (una mujer de unos cuarenta años) en la rue des Saints-Péres, Georgen Kervelen, el protagonista del relato, un jovencito que se disponía a "vivir lo más alegremente posible".

Georgen Kervelen era un chico rebelde que de inicio no acepta las reglas que su casera impone a sus huéspedes, la amenaza de acusarla ante las autoridades sino lo dejaba retirarse a dormir a la hora que él considerara pertinente ya que, según decía, tenía derecho a hacer lo que quisiera con respecto a qué hora iría a descansar. Madame Kergaran cede dándole las llaves de la casa no sin antes pedirle no se lo dijera a los demás, para no provocar problemas. La energía del chico le causa buena impresión a la patrona y desde ese día lo trata con "innegable preferencia":

Me demostraba algunas atenciones, pequeños cuidados y cierta delicadeza junto con una brusca ternura que no me desagradaban en absoluto. A veces, en momentos de euforia, la besaba por sorpresa en busca del fuerte bofetón que me propinaba. Cuando conseguía besarla en la cara, su mano me pasaba por encima de la cabeza con la rapidez de una bala y yo me reía como un loco, mientras huía al tiempo que ella gritaba: '¡Ah, sin vergüenza! ¡Ya te devolveré eso!' Nos habíamos convertido en buenos amigos.

Un día, Georgen conoce a Emma, una chica empleada en unos almacenes. Como era hija de familia y se negaba a tener relaciones sexuales en un lugar no conveniente para ello, Georgen decide llevarla a la casa adonde vive, "con el pretexto de una taza de té". La patrona se acostaba siempre a las diez de la noche, así que llega con la chica, que se hace del rogar un poco, cerca de las once.

Antes de ello, va a una cervecería y se toma unas copas "para darse ánimos", estaba nervioso y procupado porque algo pudiera salir mal. Llegan, pues, a rue des Saints-Péres, se acercan a la casa "con esa aprensión con la que vamos al dentista", todo estaba apagado, ya dormíam los huéspedes y la patrona. Empiezan a subir las escaleras y al pasar por la habitación de Madame Kergaran, el corazón del chico late precipitadamente. Por fin llegan a su buhardilla en el quinto piso:

El té, preparado sobre una lámpara de alcohol, lo bebimos en un ángulo de la cómoda. Luego, comencé a presionar cada vez con más insistencia y, poco a poco, como un juego, le fui quitando a mi amiga, una a una, todas sus ropas; ella cedía sin dejar de resistirse, ruborizada, retrasando siempre el instante fatal y encantador.

Pero cual no sería su sorpresa: de pronto se abre la puerta y aparece Madame Kergaran, "con una vela en la mano y el mismo atuendo que Emma":

En mi casa no quiero golfas, monsieur Kervelen. Yo balbucí: -Pero madame Kergaran, la señorita es amiga mía. Ha venido a tomarse una taza de té. La otra replicó: -Para tomar una taza de té nadie se quita la camisa. Ayude usted a la señorita a vestirse y sáquela de aquí inmediatamente.

Como no le quedaba otra más que obedecer, Georgen Kervelen ayuda a vestir a Emma mientras la joven lloraba queriendo darse prisa y terminar de una vez por todas con esa escena tan penosa, quería salir corriendo. Y así lo hizo, casi a medio vestir sale de la casa, Georgen va tras ella pero es inútil, la joven le pide que la deje en paz y no la toque. El chico regresa a su habitación pero madame Kergaran lo estaba esperando en el primer piso, adonde se encontraba su dormitorio. Lo hace pasar y le prodiga todo un discuso sobre la moral y las buenas costumbres. Mientras ello acontecía, el joven miraba que la señora y pensaba: "tiene unos senos soberbios, gallardos, firmes, blancos y grandes, quizá un poco en exceso, pero lo bastante tentadores para darme escalofríos en la espalda. Jamás había imaginado, la verdad, que hubiera unas cosas así bajo la ropa de lana de la patrona".

La patrona ¿lo correrá de su casa? ¿intentará comprender la situación? ¿avisará a sus padres? ¿se da cuenta de la mirada libidinosa del chico? Un relato estupendo.

16 comments:

Anónimo dijo...

Bueno, Magda, veo que estás decidida a picarnos la curiosidad y a dejarnos en ascuras en cada comentario... Pues lo consigues. Muy interesante visión de la erótica de lo oculto y la inquietud del descubrimiento. Y una buena dosis de picardía. No he leído mucho a Maupassant, pero no hay lugar a dudas de su maestría en estas lides.
Un abrazo.

Alicia Rosell dijo...

Magda, estimada, esto es como Las Mil y Una Noches. No te extrañe que estemos pegados al ordenador siguiendo tus historias,pues.
Gracias por picarnos la curiosidad, es la mejor forma de fomentar lecturas.
Te seguimos, ¡qué remedio, nos gustan los finales, cuando llegan...! ;-))
Un besote.

Puri.

Anónimo dijo...

Podría dejar un enlace, pero no... ¡La miel en los labios es mucho mejor!

Gracias, Magda. ;-)

Magda Díaz Morales dijo...

Y el cuadro de Toulouse Lautrec ¿verdad que es bellisimo?

Maupassant me parece muy buen escritor, y desconocía sus ardides escriturales eróticos. El cuento es sensacional.

Un abrazo para ustedes, y gracias por sus comentarios.

Anónimo dijo...

Por supuesto Magda, que el cuadro de Toulouse Lautrec es maravilloso.

Estamos tan pendientes del Erotikón que no nos fijamos 'bien' en el autor del cuadro.

Gracias por decirnos el nombre del artista, Lautrec tenía un rasgo que lo hacía especial, ser inconfundible, no se qué me pasó, ja,ja, que no advertí su autoría en la imágen.
Sí, es curiosa la faceta escritural y erótica de de Maupassant, y hermoso. Yo tampoco conocía esa faceta del autor. Buena aportación.
Un abrazo.
Puri.

Andre_Ferreira dijo...

Querida Magda! Y ahora? Estoy deseoso de descubrir el final... Tu texto y ese final en abierto está muy bueno!
Besos

Anónimo dijo...

Después de este éxito del libro, como debe ser difícil encontrarlo, cada día tienes que poner el trozo de folletín picante para tus amigos...besos

Anónimo dijo...

Ay las señoras de cuarenta años (y las de cincuenta), qué injustamente tratadas han sido no sólo por los jovenzuelos como el del cuento que dices, sino por autores de cuarenta, de cincuenta y de sesenta años... que habría que verlos a ellos. Un beso, Magda.

Anónimo dijo...

Magda, siento llegar tarde para felicitarte por tu libro sobre García Ponce, un escritor que cada día me interesa más.
He estado ausente una larga temporada pero veo que sigues en mejor forma que nunca.
Un abrazo.

Magda Díaz Morales dijo...

Me encantaría tener ese libro en Alianza que recopila los relatos eróticos de Maupassant.

Migratoria, seguro que en el enlace se da el final ;) Nadie ha dicho, por cierto ¿qué creen que sucedió?

Muchas gracias a todos por sus comentarios. Ya nada más comentaré otro, a ver si les gusta.

Un abrazo para ustedes.

Anónimo dijo...

sí, un relato estupendo, Magda
me picó la curiosidad y fui a la biblioteca a leerlo; tuve que molestar a la biblio. porque las obras completas de Maupassant ya estaban en el archivo; me lo alcanzaron y valió la pena.
la curiosidad...dice J.Semprún que es lo que le salvó de los campos de concentración.
saludos, Eduardo

Magda Díaz Morales dijo...

Eduardo, qué bien que te gustó. Ojalá puedas leerlos todos, se disfruta la lectura enormemente, tienen un humor estupendo.

Anónimo dijo...

Pues sí, Magda, el enlace contiene el final. Aquí, en versión original:
http://hypo.ge-dip.etat-ge.ch/athena/selva/maupassant/textes/patronne.html

Abrazo.

Anónimo dijo...

Me encantará leerlos, Ardi. No he visto el libro, pero lo conseguiré, por supuesto.

Gracias.

Magda Díaz Morales dijo...

Migratoria, ojalá que mejor lean el cuento ;)

Magda Díaz Morales dijo...

Muchas gracias por tus palabras a este espacio y por el enlace que has puesto de él.

Veo que recien inicias en este mundo de la blogósfera, se bienvenido.

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