12 de noviembre de 2006

Fragmento literario: Lobo Antunes

La vida humana es un misterio
António Lobo Antunes
Babelia, El país, 11.11.06

Una mujer se enfrenta a la muerte de su madre, ocurrida diez días antes, y reflexiona sobre sus sentimientos ante la terrible noticia. ¿Tristeza, indiferencia? De repente su cabeza se llena del olor a la loción para después del afeitado que usaba el médico de cabecera familiar. Entonces recuerda el fallecimiento de su padre, sobrevenido tiempo antes. Y entre uno y otro pensamiento, un nuevo sentimiento, un nuevo deseo.

Mi madre murió hace una semana. No: diez días, hoy hace diez días. Soy yo quien riega los tiestos ahora, pero la gata me rehúye. Solía sentarse en el regazo de mi madre y no se sienta en el mío. Casi no come. A veces no sé por dónde anda y el piso es pequeño. Mi madre la llamaba Cleopatra. Yo nunca la he llamado por ningún nombre, la veía escaparse por los rincones, furtiva y gris. Tiene ojos de color violeta. Por lo menos a mí me parecen violetas. Tal vez sean lilas. O azules. Da igual, ¿qué importa eso? Una gata vulgar. Duerme en una especie de cesta con un cojín dentro. No ensucia nada: todo lo hace en la caja de la cocina. Cuando cambio el serrín de la caja no se aguanta el tufo.

No sé muy bien qué siento. Si llegan a preguntarme

-¿Qué sientes?

me quedo callada pensando. ¿Pena? ¿Tristeza? ¿Ganas de tener a mi madre aquí? ¿O nada de eso sino indiferencia, por ejemplo? Nos llevábamos más o menos bien las dos, yo la trataba de madre y ella me trataba de Muñeca. No creo que Muñeca sea un nombre para mí. Los vecinos, en vez de Muñeca, dicen Anita. ¿Será Anita un nombre para mí? Mi difunto padre ni Muñeca ni Anita: se quedaba mudo sufriendo del dolor de columna. A lo sumo estiraba el índice y el dedo de en medio, informaba

-Dos hernias

y se pasaba el resto del tiempo cambiando de posición en la silla, con la ceja izquierda levantada. Físicamente me parezco a él aunque de piel más clara. Era jubilado de la Compañía de Electricidad y aguantó en la empresa mientras las hernias lo dejaron. Dos hernias. Cierta tarde dejó de estirar el índice y el dedo de en medio y empezó a consumirse en la cama debido a una complicación en el hígado. El médico a mí

-¿Su padre bebe?

le respondí que sólo agua y el médico sin creerme

-¿Sólo agua?

sólo agua, de verdad, ni una tisana siquiera, y el médico frunciendo el ceño con desconfianza mientras mi padre en silencio, había un rosario colgado de la cabecera de la cama, con cuentas de cristal transparente. Nadie le prestó atención al rosario. Mi madre se sacó el pañuelo de la manga y se sonó. Como no uso pañuelo en la manga no me soné. El médico declaró

-La vida humana es un misterio

mientras guardaba sus aparatos. Olía a loción para después de afeitar y el olor de la loción para después de afeitar se mantuvo un buen rato en la habitación. No abrí la ventana para poder seguir aspirándolo. Duró más que mi padre. La vida humana es un misterio. Mi madre, encantada con la frase, se pasó años repitiéndola. Desde hace diez días hasta hoy sólo yo la recuerdo. Me hace falta la loción para después de afeitar. No el médico, solamente la loción. El médico usaba dos alianzas, una pegada a la otra. Tal vez era viudo. La calva acentuaba su importancia. Tengo una debilidad por las calvas, me apetece pasar la palma por ellas y sentir la lisura de la piel y un lunar o una verruga. Una prima mía afirmaba que los calvos eran inteligentes. No me cuesta admitir esa idea. Ayer me compré un frasco de loción para después de afeitar, le quité la tapa, me lo acerqué a la nariz y ahí estaba el médico de nuevo

-¿Su padre bebe?

mientras desabrochaba el pijama de mi viejo para hacerle unas maniobras en la barriga, golpeando el ombligo con los martillitos de las falanges, al golpear se balanceaban el crucifijo del rosario en la cabecera y también el boliche de metal bruñido por encima del rosario. El médico volvió a abrochar el pijama de mi padre, alzó las gafas hacia mí

-¿Está realmente segura de que no bebe?

y mi madre desde la profundidad del pañuelo, anticipándose

-Ni una gota, pobre

mientras crecía el olor de la loción y la gata pasaba bajo la cómoda con la levedad de una cintita de raso. El médico se puso e meditar observando los muebles y me dio pena que no fuésemos ricos. Después de la muerte de mi madre, llevé su almohada a mi cama, la coloqué al lado de la mía y, antes de acostarme, dejo caer en la funda una gota de loción. Me da vergüenza contar esto, pero la loción ayuda: es como si hubiese una calva inteligente dispuesta a golpearme el ombligo con los martillitos de las falanges al tiempo que anuncia

-La vida humana es un misterio

y el crucifijo se balancea despacio. Aquí en casa hay rosarios por todas partes. Y el Sagrado Corazón de Jesús en la sala, rodeado de espinas, con Jesucristo con la raya al medio sin asomo de calvicie: pelo a tutiplén, hasta los hombros, y una túnica blanca. ¿Será el olor de la loción lo que ahuyenta a la gata? Si me preguntan

-¿Qué sientes?

me quedo callada pensando. No en mi madre. No en mi padre. No en el silencio del apartamento. No en las plantas que pierden vigor. Pensando en el médico que no me trata de Muñeca ni de Anita, sólo apoyado en el borde del colchón revelando

-La vida humana es un misterio

mientras yo, acostada, con el camisón que tiene volantes transparentes y no me atrevía a usar, le paso la palma por la calva sintiendo la lisura de su piel.

Traducción de Mario Merlino.

11 comments:

Anónimo dijo...

Querida Magda:

Gracias por tu gentileza, por el anuncio de mi libro, por tu constante sensibilidad y cariño. Parece una hermana al otro lado del charco: una hermana, un ángel tutelar, la lectora incesante, la centinela de todas las palabras.

Casi diría que eres un ángel esculpido con palabras:aquí te moldean los sustantivos, allá los adjetivos, allá las metáforas y toda tú eres un río de imágenes y de afectos.

Cúidate. Hace años, antes de que Antonio Lobo Antunes fuese tan conocido, tenía un amigo que traducía sus libros, casi en secreto. Ya era su autor de cabecera; a mí, en cambio, me gustaba más Miguel Torga, un prodigioso narrador, que tiene algunos de los cuentos más bellos que he leído nunca. Uno de los más emocionantes se llamaba "La consulta", y narraba la visita de una mujer al médico por una leve dolencia de corazón o por un amago de dolencia. El médio la veía,la miraba, se enamoraba con locura, le decía las palabras justas, casi rácanas, y la dejaba irse. Le parecía que ésa había sido la gran oportunidad de su vida y que el temor, la duda, el pudor infinito, le había paralizado de nuevo.

Feliz tarde. Mil gracias. Antón Castro.

Anónimo dijo...

Querido Antón,

Una de las cosas más hermosas que me ha sucedido en este camino de los blogs es haberte conocido a través de este medio. Te guardo mucho cariño, ese cariño de hermana a través del charco, pero también de una gran admiradora de lo que escribes, lo que he aprendido de ti es incontable.

Para todos es muy claro que tu escritura es excelente, también tu hacer periodístico así como ser uno de los más apasionantes promotores culturales en tu país, todo esto lo disfrutamos quienes te leemos y recorremos contigo día a día, de una manera o de otra, tus textos y realizaciones. Pero sobre todo, posees esa calidad humana que tanta falta hace en este mundo: esa afabilidad, esa sencillez que sólo poseen quienes son grandes.

Las gracias te las doy yo a ti, por tanto y por todo.

Un afectuoso abrazo.

Mabalot dijo...

Saludos, Magda, no hace mucho que te "conozco" pero comprendo que tus lectores te adoren. No sé cómo llegué a tú página, quizá buscando a algún autor, o escapando de otras páginas; el caso es que me gusta tú blog pero sobre todo me tienes "encandilado" tú. Lo que ves en los libros y esa sencillez con la que viertes tus comentarios, tus descripciones, tus pistas...

Cuando pensé en reunir una serie de principios de libros favoritos, como un diccionario personal, en un blog, y te descubrí a ti me di cuenta que muchos de estos libros estaban aquí.

Y ahora Lobo Antunes, también. Escribe sus crónicas como sin querer, parece que le salen solas, y casi siempre atina, llega a dónde pocos llegan. No es un escritor en dos dimensiones.
Yo me quedo sin dudarlo con sus crónicas, a poder ser en portugués, aunque Merlino lo hace muy bien. Sus novelas no me gustan tanto. Para mi gusta son demasiado benetianas. Seguramente es que no tengo ni idea. Soy uno de esos lectores perezosos que diría él por preferir las crónicas, pero qué se le va a hacer, encuentro más chicha y más alma en ese trozo de prosa que en las novelas.

Buenas noches.

Fabio Parra Beltrán dijo...

No hace más de un mes que estoy pasando de visita por acá. Estaba en búsqueda de un vídeo de Cortazar y apareciste tu.
Creo que debo dedicar varios días a recorrer los misterios que esconde cada articulo publicado. Muy bueno para quienes iniciamos por esta ruta y encontramos en ti, una excelente profesora, una guia.

Anónimo dijo...

Mabalot, muchas gracias por tus amables comentarios, bienvenido a este espacio. Me alegra coincidamos en gustos literarios.

Lobo Antunes es un escritor que me gusta mucho, en estos momentos estoy leyendo 'Auto de los condenados' y me está gustando. Antunes tiene esa capacidad de penetrar en la mente de sus personajes de manera asombrosa, más bien la forma en que narra ese adentrarse, quizá porque antes de dedicarse a la escritura ejerció como psiquiatra, también esto se toca en sus articulos o ensayos.

Ahora deseo leer a Miguel Torga, si a Antón Castro sus cuentos le parecen los mejores que ha leido, imagínate que gran escritor será. Basta leer el fragmento que nos comparte de "La consulta" para percibirlo.

Anónimo dijo...

Fabio (creo que así te llamas ¿verdad?), te agradezco mucho tus palabras. Compartir lo que nos gusta con quienes también les agrada lo mismo, la literatura, es muy bonito.

Siempre bienvenido a este espacio.

Anónimo dijo...

Lei ayer tu post. El texto de Lobo Antunes me pareció tan hermoso, tan palpable... Entré para hacer un comentario. Pero no me atreví a añadir nada a la conversación mantenida entre Antón y tú. Era como continuar la atmósfera generada por la lectura del texto antuniano, en otra dimensión, con otras cosas, pero ahí, transcendiendo tiempos y espacios por sintonías comunes. No sé.
Desde aquí, mi reconocimiento a los dos.

Mónica dijo...

Ciao Magda,

Me encantó el texto, es duro, desconcertante y a la vez hermoso. Es cierto, la manera que tiene siempre de adentrarse en esos caminos internos de sus personajes es tan increíble, que nunca deja de impresionarme.
Por supuesto me uno a los halagos sobre tus letras y tu blog, es todo un oasis parar por aquí a leerte. Y me encanta su nueva 'cara'.
Besos,

Mónica

Magda Díaz Morales dijo...

Querida Luisa, Mónica, muchas gracias.

Rosa Silverio dijo...

Querida Magda:

Qué bello texto. Qué hermoso regalo nos haces a tus lectores. Me ha gustado mucho por su extraña belleza, por todo lo que hay en el interior de cada línea.


No he leído a Lobo Antunes, pero he buscado información sobre él desde que lo mencionaste en un post anterior, así que ya para mí es lectura obligada y estoy segura de que lo voy a disfrutar mucho.

Un abrazo,

Ro

Anónimo dijo...

Querida Magda, debería volver más a menudo por aquí porque leerte es empaparme de literatura.
Hay una película rusa que se llama "Madre e hijo" y que explica un poco la cercanía de la muerte. Creo que te gustaría porque está rodada con un gran sentido estético.
Cuídate.
Un beso.

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