El fenómeno de la sobreinterpretación es propiciado por nuestra tendencia natural a pensar en términos de identidad y semejanza. Y esto debido a un principio incontrovertible, a saber que, desde cierto punto de vista, cualquier cosa tiene relaciones de analogía, contigüidad y semejanza con todo lo demás. Pero la diferencia entre la interpretación sana y la interpretación paranoica radica en reconocer que esta relación es mínima y no, al revés, deducir de este mínimo lo máximo posible. Para leer el mundo y los textos sospechosamente, es necesario haber elaborado algún tipo de método obsesivo. La sobreestimación de la importancia de los indicios nace con frecuencia de una propensión a considerar como significativos los elementos más inmediatamente aparentes, cuando el hecho mismo de que son aparentes nos permitiría reconocer que son explicables en términos mucho más económicos.
"Al despertar una mañana, tras un sueño intranquilo, Franz Kafka se encontró convertido en Fiodor Dostoievski. Este trampantojo literario es la tesis principal del trabajo del doctor Guillermo Sánchez Trujillo, un catedrático colombiano que ha dedicado más de veinte años a estudiar la obra del escritor checo y ha llegado a la conclusión de que El proceso y otras obras de Kafka son una minuciosa reescritura de los textos del autor ruso. En su obra Anatomía de El proceso, el profesor Sánchez Trujillo demuestra, mediante una comparación rigurosa de los textos, la coincidencia exacta de las reescrituras realizadas por Kafka sobre la obra de Dostoievski. Así, por ejemplo, el inicio de La metamorfosis estaría contenido en el tercer capítulo de Crimen y Castigo:
- “A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado que no lo había descansado… Raskolnikov se había retirado deliberadamente…como una tortuga bajo su caparazón” (Crimen y Castigo)
- “Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón…” (La metamorfosis)
El ensayo de Sánchez Trujillo, con toda su apariencia de disparatada teoría, cobra dimensiones verdaderamente inquietantes con la relectura de ambas novelas. El catedrático nos revela que “Kafka utiliza diálogos, lugares o situaciones salidas de Crimen y Castigo, trayendo a veces escenas completas con una literalidad increíble”. La escena en la que Raskolnikov confiesa a Sonia su crimen, por ejemplo, es un calco de la escena en que Josef K. “confiesa” a la señorita Bürstner el interrogatorio al que ha sido sometido por unos desconocidos; la sede del tribunal donde se eterniza el protagonista de El proceso es en realidad la comisaría de Crimen y Castigo adonde acude Raskolnikov; la solitaria piedra sobre la que Josef K. es ejecutado, es la misma piedra bajo la que el asesino de Crimen y Castigo esconde los objetos robados a la vieja en el capítulo II.
Constantemente, los personajes de ambas novelas se comportan con un mimetismo estremecedor:
- “A través de la puerta entreabierta apareció la cabeza de la patrona. Raskolnikov se incorporó... La patrona, que observaba a través de la puerta, la cerró y desapareció” (Crimen y Castigo).
- “Cuando K. volvía a la habitación contigua, se abrió precisamente la puerta opuesta y la señora Grubach se dispuso a entrar. Sólo la vio un instante porque, apenas la reconoció K., ella se turbó visiblemente, pidió perdón y desapareció” (El proceso).
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