Me hubiera gustado asistir a este merecidísimo homenaje al Maestro, con mayúscula, José Luis Martínez.
En la sala Manuel M. Ponce, la Academia Mexicana de la Lengua en grande le rindió un homenaje a don José Luis Martínez, director honorario perpetuo de esa institución que antes presidieron José. G. Moreno de Alba y Gonzalo Celorio, en el que participaron Gonzalo Celorio, Adolfo Castañón, José. G. Moreno de Alba y el propio José Luis Martínez. Por toda la sala podía sentirse el cariño y la admiración que sus colegas y amigos le profesan a José Luis Martínez, nacido en Atoyac, Jalisco, en 1918. Acompañado por su hija Andrea, el homenaje resultó muy cálido para el diplomático, historiador, bibliógrafo y ensayista "curador de las letras y la cultura mexicanas", como lo llamó Adolfo Castañón en su espléndida intervención.
Es cierto, José Luis Martínez, en silla de ruedas y con su medalla de académico al cuello, leyó y apabulló al público con la lista interminable de trabajos que ha escrito a lo largo de su larga y generosa vida, desde sus ensayos sobre la novela de la Revolución Mexicana hasta los Contemporáneos, en particular sobre Javier Villaurrutia, José Gorostiza, Salvador Novo, Octavio Paz, Agustín Yañez y Juan Rulfo.
Comparado a don Alfonso Reyes, José Luis Martínez es hoy, junto con Andrés Henestrosa, el decano de la literatura mexicana y posiblemente su mayor conocedor, porque ha vivido siempre para las letras a pesar de sus incursiones en la diplomacia. Su libro sobre Hernán Cortés es ya un clásico, como lo son sus ensayos sobre Alfonso Reyes. Todos los especialistas lo buscan y aspiran a trabajar con él y conocer su maravillosa biblioteca, ubicada en la calle de Rousseau, en la que es indispensable usar guantes para manejar los libros, porque para José Luis no hay objeto más maravilloso sobre la tierra que un libro, que se tiene que cuidar mejor que a un recién nacido.
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En la sala Manuel M. Ponce, la Academia Mexicana de la Lengua en grande le rindió un homenaje a don José Luis Martínez, director honorario perpetuo de esa institución que antes presidieron José. G. Moreno de Alba y Gonzalo Celorio, en el que participaron Gonzalo Celorio, Adolfo Castañón, José. G. Moreno de Alba y el propio José Luis Martínez. Por toda la sala podía sentirse el cariño y la admiración que sus colegas y amigos le profesan a José Luis Martínez, nacido en Atoyac, Jalisco, en 1918. Acompañado por su hija Andrea, el homenaje resultó muy cálido para el diplomático, historiador, bibliógrafo y ensayista "curador de las letras y la cultura mexicanas", como lo llamó Adolfo Castañón en su espléndida intervención.
Es cierto, José Luis Martínez, en silla de ruedas y con su medalla de académico al cuello, leyó y apabulló al público con la lista interminable de trabajos que ha escrito a lo largo de su larga y generosa vida, desde sus ensayos sobre la novela de la Revolución Mexicana hasta los Contemporáneos, en particular sobre Javier Villaurrutia, José Gorostiza, Salvador Novo, Octavio Paz, Agustín Yañez y Juan Rulfo.
Comparado a don Alfonso Reyes, José Luis Martínez es hoy, junto con Andrés Henestrosa, el decano de la literatura mexicana y posiblemente su mayor conocedor, porque ha vivido siempre para las letras a pesar de sus incursiones en la diplomacia. Su libro sobre Hernán Cortés es ya un clásico, como lo son sus ensayos sobre Alfonso Reyes. Todos los especialistas lo buscan y aspiran a trabajar con él y conocer su maravillosa biblioteca, ubicada en la calle de Rousseau, en la que es indispensable usar guantes para manejar los libros, porque para José Luis no hay objeto más maravilloso sobre la tierra que un libro, que se tiene que cuidar mejor que a un recién nacido.
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