2 de julio de 2008

La seducción a través de la escritura y lectura

Ricardo Piglia, El último lector (Barcelona: Anagrama, 2005)

"¿Será cierto que uno puede atar a una muchacha con la escritura?, se preguntaba Kafka en una carta a Max Brod, seis meses antes de conocer a Felice. Y de eso se trata.

La escritura de esas cartas (la correspondencia entre Kafka y Felice Bauer) permite analizar los procesos de la escritura de Kafka en todo su registro, pero también es una estrategia de lectura la que está en juego. Kafka convierte a Felice Bauer en la lectora en sentido puro. La lectora atada a los textos, que cambia de vida a partir de lo que lee (esa es la ilusión de Kafka). Casi nunca se ven, sólo se escriben. La seducción y la lectura. Las relaciones ya han sido señaladas. Los amantes se encuentran en el texto que leen. Dar a leer la experiencia. La lectura tiene un lugar central; la figura de la lectora, de una mujer que espera, es la clave de la historia.

Para hacer visible esta relación, luego de tres meses de intensa correspondencia, Kafka le envía una cita. Se trata de un poema chino del siglo XVIII, que Kafka copia para Felice Bauer en su carta del 24 de noviembre de 1912. El poema, de Yan Tsentsai, es éste:

En la noche profunda
En la noche fría, absorto en la lectura
de mi libro, olvidé la hora de acostarme.
Los perfumes de mi colcha bordada en oro
se han disipado ya y el fuego se ha apagado.
Mi bella amiga, que hasta entonces a duras penas
había dominado su ira, me arrebata la lámpara
y me pregunta: ¿Sabes la hora que es?

Kafka le envía el poema a Felice, se supone que para prevenirla. ¿O quizá para atraerla? En todo caso, para anunciarle lo que está por venir (...) Lo que hace Kafka es usar lo que lee para sus propios fines.

La correspondencia es la gran intriga de la relación sentimental, pero en el caso de Kafka asistimos a una variante. Se da a leer no sólo para seducir, sino también para mantener a distancia. En su correspondencia con Felice, Kafka se refiere varias veces a ese poema porque condensa toda la relación entre ellos y alude a un mundo del que se siente cerca. En un sentido, podríamos decir que el contexto del poema es toda la obra de Kafka (o toda la experiencia de Kafka). En cualquier caso, para leer el poema hay que recurrir a toda su obra.

Me gustaría llamar la atención (...) en la presencia de la mujer, la convivencia con una mujer. O mejor, la tentación, el llamado de la mujer. Mucho tiempo después, Kafka lo hará explícito en uno de sus aforismos de 1918: "El bien nos atrae hacia el mal como la mirada de la mujer nos atrae a la cama". (...) En un momento se produce un viraje que se hará evidente dos meses después. Para entonces, todo habrá cambiado, Kafka ya no va a querer casarse con su prometida y le dirá la razón a su modo, elusivo y a la vez directo, con un comentario del poema. En la carta de 23 de enero de 1913, Kafka se refiere a poema de ese modo:

Esa amiga del poema no es mala, esta vez la lámpara se apaga de veras, la calamidad no era tanta, aún queda mucha alegría en ella. Pero ¿y si hubiera sido la esposa y esa noche no fuera una noche cualquiera, sino un ejemplo de todas las noches, y naturalmente en ese caso no sólo de las noches sino de toda la vida en común, esa vida que sería una lucha por la lámpara? ¿Qué lector podría sonreír aún?

La escena de lectura es una parábola sobre los peligros de la vida matrimonial (¿o es a la inversa?). Se concentra allí, desplazada, la razón de la amenaza. La defensa de la soledad".

* El texto es de Ricardo Piglia, fragmento de "Un relato sobre Kafka", en su ensayo El último lector arriba citado.

Mañana dia 3, se cumplen se cumplen 125 años del nacimiento de Kafka.