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uan Carlos Márquez, Oficios (Madrid: Castalia, 2008)Desde hace varios años conozco a Juan Carlos Márquez, a través de nuestros blogs. Desde antes de tener Apostillas literarias, es un amigo querido y admirado por su talento como escritor y su tesón y firmeza en la constancia de su escritura. He seguido con alegría junto a él, muchos de sus logros y premios literarios en diversos certámenes (el Unión latina, premio Juan Rulfo al escritor novel (2003), y el Rafael González Castell (2006). En 2007 fue antologado en el libro Parábola de los talentos, de Gens ediciones). Con Oficios (video), el autor obtuvo el premio Tiflos de cuento 2008.
Oficios es un libro de 14 relatos cuyos títulos llaman la atención. Los personajes que pueblan cada relato van desde ser chocarreros, divertidos, hasta poseer un destacado surrealismo, parece que no siguieran un razonamiento lógico. Por ejemplo, en "Muertos ambulantes, floristas y funcionarios", Luis, el protagonista, se presenta ante las autoridades para denunciar a una familia que ocupa su tumba. Luis ha muerto seis años atrás y ahora se ha quedado, como dice, "sin un lugar donde caerme muerto".
En "Braceros, oficiales de primera y amas de casa", vivían en la cocina de la casa, ocultos bajo la mesa, braceros. El primer bracero solo salía de debajo de la mesa para hacer sus necesidades, "lavarse (lo justo) o rasurarse cada seis o siete días la barba cana y viscosa". Los demás días permanecía ahí, debajo de la mesa, "encogido como feto en un frasco de formol". Antoine, el último bracero que vivió en esta casa, recitaba de memoria a Baudelaire y nos cuenta el narrador que se "alimentaba de caracoles, de la hilera de gasterópodos que escalaba cada domingo después de la misa de once la columna vertebral de mi madre ciega".
El protagonista de "Psiquiatras e hipnotizadores" posee una rara obsesión: almacenar trastos. Él cree que los objetos forman parte inseparable de su vida y que si se deshace de alguno, "-la mitad de un botón blanco de hueso o la envoltura de un caramelo de eucalipto-", ésta se volverá caótica, "una especie de cubo de Rubik a medio hacer". La doctora Guimard, una mujer joven, atractiva y agradable, investiga con interés el origen del trauma del narrador-personaje, con la ayuda de un experto en hipnosis, el profesor Hoffman. El protagonista de este relato me rocordó a Hanta, el personaje de Una soledad demasiado ruidosa de Bohumil Hrabal, pero en lugar de coleccionar libros, colecciona objetos.
En "Faquires, decoradoras de interiores y geishas", se da el enamoramiento entre un faquir y una geisha. El faquir, Rajiv, y la geisha, Suzume, tienen dueñas, los compraron en uno de sus viajes a Amrayati y Okinawa, como si fueran cosas. Rajiv, fue traido en una trolley donde "hace encajar dentro su cuerpo hiperlaxo".
Uno de los cuentos que me más me gustó, junto a "Hombres de negocios y taxistas", fue "Desinsectadores, madres posesivas y prostitutas". Podría decir que éste es de género policíaco, pero no se circunscribe solo a ello. El protagonista de "Desinsectadores, madres posesivas y prostitutas", se encuentra en la cocina deshuesando una pieza de carne. Desde ese momento narrativo recuerda un poco su vida. Es un tipo que después de hacer el amor en su luna de miel, es capaz de decirle a Elsa, su esposa, que no sabe si la quiere. Un día iba en su coche cuando se arroja en el capote Adeyinka, quien con el labio inferior sangrando le suplica la lleve lejos de ahí. La lleva a su casa y se da lo no imaginable.
El Hombre, de "Hombres de negocios y taxistas", toma un taxi a la salida del aeropuerto. EL Hombre entra al taxi con su maletín en la mano mientras se desata un fuerte aguacero. Este cuento es filosófico, un tanto conceptual. El diálogo que sostiene el personaje y el taxista es reflexivo, subjetivo.
Todos los cuentos de Oficios me parecen muy bien contados, con ese arte de narrar que poseen los buenos escritores. Les recomiendo mucho su lectura. Ahora leeré Norteamérica profunda, libro con el que Juan Carlos Márquez es galardonado con el VIII certamen de relatos Rafael González Castell.