26 de septiembre de 2008

Unamuno y Pierre Menard

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namuno y Pierre Menard

"He llegado a la conclusión —releyendo a Unamuno— de que Borges caricaturizó al autor de Agonía del cristianismo en el célebre cuento “Pierre Menard, autor del Quijote”. Ya en el prólogo de Ficciones Borges advirtió que “La nómina de escritos que le atribuyo [a Pierre Menard] no es demasiado divertida pero no es arbitraria; es un diagrama de su historia mental”. ¿Será casualidad que Borges también se haya referido a la obra de Unamuno como “diagrama mental”? Remito a los interesados a sus entrevistas y artículos en Sur, El Hogar e Inquisiciones.

La apócrifa bibliografía de Pierre Menard es así una burla de los ensayos de Unamuno, porque no faltan opúsculos de neologismos extravagantes, “obstinados análisis” sobre costumbres sintácticas, paradójicas sentencias acerca de la finalidad de la crítica, “un artículo técnico sobre la posibilidad de enriquecer el ajedrez eliminando uno de los peones de la torre” y una serie de sonetos cuya valoración recuerda las reseñas de Borges al Rosario de sonetos líricos de Unamuno.

Por otro lado, en 1937 Borges opinó así en la revista El Hogar: “Otros consideran que la obra máxima [de Unamuno] es su Vida de Don Quijote y Sancho. Decididamente no puedo compartir ese parecido. Prefiero la ironía, las reservas y la uniformidad de Cervantes a las incontinencias patéticas de Unamuno. Nada gana el Quijote con que lo refieran de nuevo”. ¿Y qué hizo Pierre Menard si no referir de nuevo el Quijote? Borges nos hace reír porque su Pierre Menard se obsesionaba en broma con todo aquello que a Unamuno le obsesionaba en serio. Invito a los lectores a revisar Lectura e interpretación del Quijote —un ensayo donde Unamuno presumía de que su Vida de Don Quijote y Sancho era mejor que la obra de Cervantes— para saborear mejor la ironía de Borges: “El texto de Cervantes y el de Menard son verbalmente idénticos, pero el segundo es casi infinitamente más rico”.

Sin embargo, Borges no sólo se rió de Unamuno, sino que además le birló un par de exabruptos que convirtió en quintaesencia de su ironía. El primero es su célebre boutade sobre el Quijote, novela que aseguró haber leído primero en inglés y que leída en español le pareció una mala traducción. Obviamente Borges sabía que Unamuno ya había asegurado que el Quijote mejoraría con una buena traducción, pues en su afán de denigrar a Cervantes Unamuno estampó: “Nunca he podido pasar con eso de que el Quijote sea intraductible; y aun hay más: y es que llego a creer que hasta gana traduciéndolo”.

El segundo es uno de los temas borgeanos por excelencia. Me refiero a esa bella persuasión que consiste en asumir que los libros dejan de pertenecerle a los autores porque se convierten en propiedad de los lectores. Sin embargo, el origen de aquel hallazgo fue otro de los denuestos de Unamuno: “Desde que el Quijote apareció impreso y a la disposición de quien lo tomara en mano y lo leyese, el Quijote no es de Cervantes, sino de todos los que lo lean y lo sientan”.

En “Los teólogos” Borges aventuró que para la insondable divinidad Juan de Panonia y Aureliano eran la misma persona. Espero que no le haya ocurrido lo mismo con Unamuno".

Fernando Iwasaki
Laberinto, Milenio
27.09.08