Interesante la entrevista que realiza Óscar Garduño al escritor Enrique Serna, a propósito de su nuevo libro Genealogía de la soberbia intelectual:
En el panorama de la literatura mexicana actual él se mueve despacio. Una cautela casi invisible en cuanto a presencia en los medios. No así con su obra. Digamos que lo suyo es reptar del cuento a la novela. De sus columnas en distintos medios periodísticos a sus polémicos ensayos. De cualquier manera Enrique Serna siempre aparece.
—¿Crees que actualmente se aleja más a la gente de la lectura con la finalidad de que los grupos de poder cultural no dejen de consolidarse?
—Sí ocurre en algunos pequeños grupos de escritores e intelectuales. Por ejemplo, en el campo de la poesía hermética hay mucha mala poesía, y a esos poetas les conviene que no haya una fiscalización de la sociedad porque quedarían expuestos; prefieren cerrarse en círculos minoritarios.
—¿Crees que los grupos de intelectuales a los que te refieres en tu libro se contagiaron de un sistema político que les enseñó a trepar, hacer acuerdos en lo “oscurito”, ascender pisando cabezas y pasando por encima de los demás?
—Por supuesto, es algo que ya señalaba Octavio Paz desde los años sesenta en unas cartas que le escribió a Tomás Segovia, que había una araña impersonal en el mundo literario que limitaba los tráficos de favores, las componendas en el interior del PRI; yo creo que esto continúa: la burocracia cultural está en manos de intelectuales mediocres que se solapan mutuamente.
—¿Cuál crees que sea el papel de la crítica literaría en México?
—Orientar al lector, tratar de convertirse en un contrapoder que contrarreste el poder de la mercadotecnia editorial. Cuando la crítica cumple esa función no es tan fácil que las editoriales manipulen al público, por eso me parece tan grave que haya la cooptación de los críticos por parte de este tejido social tan denso que se hace en el mundo cultural que lleva a la gente a elogiar en público los libros que atacan en privado.
Por fortuna, nadie va a poder aniquilar a los espíritus libres y además hay todavía entre los libros de éxito grandes obras literarias. Yo precisamente en este ensayo me opongo a ese prejuicio snob de pensar que lo que le gusta al gran público necesariamente es mala literatura; esto no es verdad, y tampoco es verdad lo contrario, que la literatura minoritaria, por el simple hecho de serlo, tenga una gran calidad. Creo que ahora mismo se produce el mismo número de fraudes, por ejemplo, dentro de la novela experimental y la poesía hermética que en la literatura de género, de modo que esos espíritus libres a veces sí se pueden abrir camino entre esta maraña de intereses. La tarea cultural sería allanarles esas dificultades y que no haya tantos obstáculos entre sus obras y sus lectores.
Entrevista completa.
Hace 14 horas.