18 de enero de 2007

Carta de Simone de Beauvoir

Tengo entendido que todavía no existe una versión en castellano* del libro que contiene las cartas que Simone de Beauvoir, le escribe a Nelson Algren y viceversa. "Conoció al novelista norteamericano en 1947 en su primer viaje a Estados Unidos (cuando tenía treinta y nueve años, y él treinta y ocho). En principio no debía éste más que haberle servido de guía durante su estancia en Chicago, sin embargo se convertirán en el "amor transatlántico, su preciado bienamado, el hombre que desvela en ella la mujer completa que es y que ama por primera vez con el cuerpo, el alma y el corazón. Durante el verano de 1950, en la cabaña del lago Michigan, Algren le dijo sorpresivamente que ya no la quería más". En lo personal, Simone de Beauvoir no es alguien cuya obra o personalidad me sea fascinante; sin embargo, es interesante conocer un poquito de esa complejidad que todos los seres humanos portamos cuando de relaciones humanas se trata (involucrando las amorosas), se sea tan importante dentro de la historia literaria o filosófica o no se sea. En esto de los sentimientos y pasiones todos somos semejantes o parecidos.

Patricia de Souza ha realizado la traducción de una de estas cartas:

Nelson, mi gran amor. Estoy muerta de cansancio, pero es imposible que me vaya a dormir sin escribirte. Fue tan duro separarse media hora después de saber que seguía contando para ti, tan amargo saber que hubiese podido habérmelas arreglado para quedarme si hubiese estado segura de mis sentimientos a tiempo. Necesito hablarte, porque es la única forma en que encontraré la paz esta noche. Durante el trayecto en el tren, en el taxi, o el avión, no he dejado de hablarte, no te asustes si lloro. En la introducción que me has hecho ayer-Thomas Man que en cada antes de cada ataque de su enfermedad, Dostoiesvki conocía unos instantes de verdadera felicidad que valían por diez años de vida. Y es cierto que tú tienes el poder de causarme por unos segundos una especie de fiebre que vale por diez años de salud. Puede que tu malvado corazón sea profundo y cálido pero no es tan febril como el mío y que no puedas comprender el choc que una vez más me ha causado el don que hace unas horas has vuelto a hacer de tu amor. Choc que me ha enfermado físicamente. Es para luchar contra ese malestar que te escribo, por eso, perdóname si esta carta te parece sin sentido porque tengo que salir de este estado, además, siempre quise decírtelo, confiarte algunas reflexiones que me inspira nuestra historia.

Desde el primer día me sentí culpable por darte tan poco a pesar que tenía tanto amor. Sin embrago, sé que me has creído y comprendido mis explicaciones. Jamás hubieras aceptado venir a vivir definitivamente a Francia aunque te retenga en USA el mismo vínculo que me retiene en París. No voy a defender ese punto: no podía dejar a Sartre, la escritura y Francia. Admito que no me crees cuando digo “no podía”, sin embargo, lo sé, que comprendas mis razones no cambia en nada el hecho en sí: no te he dado mi vida, no te he dado mi corazón, te he dado todo lo que te he podido dar, pero no mi corazón. He aceptado tu amor y lo he condenado a no ser más que un amor lejano (…) Me he sentido culpable todo el tiempo, sentimiento amargo, el más margo porque concierne el hombre amado. Si te he querido abandonándote, he sufrido bastante por eso. Sin cesar tengo miedo de que pienses que yo me reservaba la parte agradable de nuestro amor. No es verdad. Si he fallado en darte la felicidad que un gran amor debería dar, he sufrido muchísimo por esa razón. Me haces falta a cada instante y la conciencia de mi error, de tu posible rencor, me ha hecho sentir, más de una vez, absolutamente miserable. Puesto que te he dado tan poco, pensé que sería justo que me arrojaras de tu corazón. Pero, comprender una situación no impide que esta te parezca cruel. La primera vez, en Nueva York, fue duro, y el año pasado, también. Créeme también esto: he llorado mucho y si actué como lo hice fue por reacción a una profunda herida, herida que no ha cicatrizado en todo el año. Sin embargo es terrible no sentirse amada cuando tu amor es más violento que nunca y no te esperas el rechazo. Pese a todo, cuando vine a verte en setiembre, empezaba a aceptar este hecho con resignación tratando de hacerme a la idea de tu amistad y de mi amor. La situación no me hacía feliz, pero me parecía tolerable.

Y esta noche tengo miedo, un verdadero miedo mortal. Una vez más he echado abajo todas mis defensas. Me dices que no me desalojas de tu corazón y, al no tener que luchar más contra tu indiferencia, permanezco desarmada y nuevas heridas profundas, podrán abatirme idenfinidamente sobre mí si decides rechazarme. No puedo ni siquiera soportar la idea. Un cansancio enorme a acosa. Petrificada ante el sentimiento de encontrarme completamente entre tus manos, sin defensa. Por primera vez te suplico: guárdame en tu corazón o expúlsame pero no permitas que me aferre a tu amor para descubrir de repente que ya no existe. Me rehúso a pasar por esta prueba, ni siquiera acepto la idea.

Comos ves, he perdido completamente la cabeza, si te enamoras de otra, todo está dicho. Solo en la medida en que decidas rechazarme o no, podrás reflexionar en lo que significa para mí. No me retires de tu corazón ahora, guárdame hasta nuestro próximo encuentro y haz que nos encontremos en poco tiempo. Sabes, como yo, que sea cual sea tu decisión, yo no te causaré ningún problema. Esta carta es lo más duro que recibirás de mi parte. Por una sola vez te estoy pidiendo algo: que no me arranques de tu corazón y que te esfuerces en conservarme. El tiempo que he sabido que contaba para ti, ha sido tan corto!! Que no puedo resignarme y tiene que prolongarse. Quiero que me beses con amor una vez más. Te amo tanto. Te he amado por el amor que me diste, por el deseo físico y las ganas de felicidad que despertaste en mí, pero incluso cuando eso ha desaparecido, o disminuido, mi amor ha sobrevivido por lo que eres. Porque eres quien eres. Independientemente de lo que me des o no, permaneces en mi corazón para siempre. Y la posibilidad intuida de que ese amor vuelva a ser de nuevo feliz me ha destrozado. No soy más que un montón de escombros. Entonces, no te molestes al recibir esta carta descabellada. Aquí estoy aquí en el hotel Lincoln y voy a tratar de dormir. La noche me aterra. En toda mi vida no he deseado algo con tanta voluntad y ardor: volver a verte.

Nos comentan que sí existe una versión en castellano de estas cartas: Cartas a Nelson Algren, el libro está publicado por Lumen en 1999.

12 comments:

Mabalot dijo...

Muy interesante post... y foto. Aunque me torturasen nunca diría que esa era la Simone. Tiene uno una imagen de la colega de Sartre distinta, un tanto alejada de esas turgencias. La relación entre Sartre y Simone me parece quizá una de las historias de amor más interesantes, con más chicha, conocidas, no solo de la literatura. ¿Qué era? ¿Qué clase de amor? ¿Está definido?
Por cierto, no se si conoces un libro que se acaba de publicar por aquí (Espasa, creo) de cartas de amor de Antonio Lobo Antunes a su mujer desde angola, cuando fue a la guerra. Siendo Antunes el que escribe las cartas tiene el libro una pinta fenomenal y es curioso que se publique esto; no me pega con este autor que deje publicar ahora estas cosas. Su mujer murió de cáncer unos años después de separarse de él.
Perdona, me enrollo como una persiana.
Un afectuoso saludo.

Magda Díaz Morales dijo...

No conozco este libro que comentas, Mabalot. Lobo Antunes es de mis escritores más admirados, ojalá encuentre el libro, sino voy a intentar pedirlo. Debe de estar excelente. Gracias por la información.

Respecto a Sartre y Beauvoir, en el artículo de abajo (Sartre, Beauvoir, Algren) comentan sobre asuntos que permiten entender mejor lo que pasaba entre los dos.

Anónimo dijo...

Querida Magda:
Ese libro sí existe en castellano. Se titula "Cartas a Nelson Algren", lo publicó Lumen en 1999. Lo sé porque forma parte de mi biblioteca y tengo una primera edición; es un tocho de más de 600 páginas. Aunque confieso que aún no lo he leído. Primero me pondré con Algren y un libro suyo que me recomendó David González. Supongo, no obstante, que este libro de cartas estará descatalogado.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me parece fascinante la complejidad emocional que deja ver la carta de Simone de Beauvoir. Hay que ser muy consciente de uno mismo para no volverse un poco loco, ¿no? Pero las emociones se saltan siempre los cauces.
Conocía algún texto similar. Yo creo que en la prensa española salió hace tiempo algún fragmento traducido.
Un beso.

Anónimo dijo...

Una vez más, al leer las cartas de un escritor/a a otro/a, sobre todo si son amorosas, se constata mi idea sobre la locura en la que nos sumerge el corazón. Cuando es el desamor, que con tanto miedo se refleja en esta carta de Simone, entendemos que todos caminamos guiados por el sentimiento qué más feliz nos hace pero también que más nos hace sufrir.
Y sin embargo, sólo una cosa buena tiene vivir estas experiencias en relación a la Literatura: que el escritor/a puede lograr crear sus mejores textos arrebatado/a por el éxtasis en el que se sumerge.
Efectivamente, Magda, en esto da igual ser escritor o panadero, el amor y el desamor nos golpea por igual o parecido. Pero sí pienso que influye en la obra literaria mientras se está bajo su embrujo o influjo.
No conocía a Nelson Algren. Me alegro saber de él, miraré sobre su biografía y bibliografía y sobre este libro que parece estar descatalogado. Gracias por darnos otra buena reseña, Magda. Eres un cielo, ya te echaba de menos estos días.
Te mando un beso y un abrazo fuertote. Tu amiga, Puri.

Anónimo dijo...

Por lo que he leído, en repetidas ocasiones, parece ser que la relación de Sartre y Simone de Beauvoir era más bien intelectual; cada uno le era indispensable al otro, como soporte intelectual, pero no debía de serlo emocionalmente. Una relación de total tolerancia. Cada uno tenía sus amantes, que conocía el otro. El gran amor de Beauvoir fue Nelson Algren —aunque tras su ruptura ella tuvo un amante de veintisiete años—. Como detalle que, para ella, debía ser significativo: siempre llevaba en su dedo un anillo que Algren le regaló, al principio de su relación. Y lo llevaba puesto el día de su muerte.

Sí que existe la versión en castellano Magda :
«Cartas a Nelson Algren», traducido por Miguel Martínez-Lage y editado por Lumen.

Respecto al libro de António Lobo Antunes su título es:
«Cartas de la guerra : correspondencia desde Angola», traducido por Dolores Vilavedra, no por Mario Merlino, traductor habitual de Lobo Antunes, como bien sabes. El libro vio la luz pública porque sus dos hijas así lo decidieron, ya que esa era la voluntad de su madre, que les manifestó antes de morir. Te envío documentación por correo electrónico.

Un abrazo.

Rosa Silverio dijo...

Qué interesante post, Magda.

Como señalas, las relaciones humanas son muy compejas y diversas. El caso de Sartre y Simone es muy interesante, aunque la verdad es que te confieso que la pareja como tal nunca me ha provocado una gran fascinación. Pero sí leí tres relatos de Simone que me gustaron mucho, en especial La Edad de la Discreción y La Mujer Rota.

Jamás hubiera imaginado que esa mujer que aparece en la foto es Simone.

Muchos saludos,

Ro

Anónimo dijo...

Me encanta la foto que incluyes, que rompe con la habitual imagen que tenemos de ella. ¡Qué privilegio esa libertad en 1950!
Mi comentario anterior fue hecho deprisa, sin haber ni siquiera visto tu post anterior, que leeré con detenimiento.
Imagino que esas gafas que reposan encima del libro que estás leyendo, son tus gafas de poeta... :-)))

Magda Díaz Morales dijo...

Qué bien, José Ángel, muchas gracias por la información. Un amour transatlantique. Lettres à Nelson Algren fue publicado en el 97, traducidas por Sylvie Le Bon de Beauvoir, segun leo, y esta edición en castellano en el 99, bastante rápido. Acá no las vi nunca, debe de estar descatalogado como dices.

A Algren no lo he leido, estaré pendiente de tu opinión y también intentaré buscar algo de él.

Magda Díaz Morales dijo...

Y vaya que sí, Luisa, es fascinante esta complejidad. Lo que se me hace sorprendente es que en estas cartas, segun el artículo de Tomás Eloy Martínez, una mujer inteligente como Beauvoir se ponga a comentar con Algren sobre Sartre y sus carencias sexuales, demasiado elemental o primitivo para alguien como ella, pero tienes mucha razón, "las emociones se saltan siempre los cauces", son esos puntos suspensivos de los que hablábamos.

Magda Díaz Morales dijo...

A mi me encanta la correspondencia de escritores, pintores, etc., especialmente porque en ellas vislumbramos, además del ser humano, mucho de su obra. Una correspondencia que te recomiendo mucho es la de Heidegger y Hannah Arendt.

Muchas gracias, Puri, cerré comentarios un parv de días porque la plantilla me estaba dando problemas y por falta de tiempo no había podido dedicarle y tenía que arreglarla, parece que ya quedó bien.

Magda Díaz Morales dijo...

Candi, muchas gracias por la información. No se si pueda hallar estas cartas de Antunes y las de Beauvoir, pero las buscaré y sino los pediré, espero conseguirlos.

Sí, también tengo entendido que la relación entre Sartre y Beauvoir fue más intelectual que emocional, pero ¿sabes? siempre he tenido la impresión que ella lo uso mucho, quizá él también, pero me parece que de diferente manera, él para sus fines de intercambio intelectual y ella para fines más exteriores, digamos. Es dificil especular.
Muchas gracias, Candi, revisaré mi correo-e de inmediato.

Ah, te cuento: las gafas se las pedí a Peter Handke para tomarles la foto, no es tan transgresora como la de Beauvoir (totalmente de acuerdo: ¡Qué privilegio esa libertad en 1950!), pero aproveché que me las prestó :)

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Saludos, Rosa.