Todo México mantiene la tradición prehispánica de honrar a los muertos en cada 2 de noviembre. Ante la riqueza cultural de esta festividad, la opción meramente consumista del Halloween importado resulta una soberana estupidez.
“Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía” (Octavio Paz).
"El Día de Muertos es una celebración anual de raíces prehispánicas y modalidad cristiana, que se lleva a cabo el día 2 de noviembre para conmemorar a los fieles difuntos. Aunque presenta múltiples manifestaciones según la región en que se practique, es muy común encontrar en los hogares mexicanos altares que permanecen varios días, adornados con papel picado y flores de cempasúchil, en los que se colocan, además de velas y veladoras, imágenes de santos o de difuntos y ofrendas consistentes en platillos típicos de la zona (tamales, moles, atoles y en general todos aquellos que prefirieron los difuntos). Esta tradición se basa en la creencia de que en esta época del año las "almas" de los muertos pueden visitar a sus parientes de este mundo; las luces de las veladoras hacen las veces de faros que guían a cada una hasta su altar respectivo, para que al llegar a éste pueda consumir lo que se les ha preparado.
El origen del ahora llamado Día de muertos es incierto, se remonta según algunos estudiosos hasta el año 800 a.c. en el llamado festival de muertos, celebrado entre los aztecas durante los meses de julio y agosto, como una fiesta para celebrar el final de la cosecha de maíz, frijol, garbanzo y calabaza, que formaban parte de la ofrenda a la diosa Mictecacihuatl, reina de Chinahmictlan, guardiana del noveno nivel del infierno, llamado Mictlán. Algunos aseguran que la tradición del festival se mezcla con la costumbre prehispánica de enterrar a los muertos con objetos, comida y ofrendas para su viaje a la otra vida.
Esa tradición nace de la creencia que al morir, las personas pasan al reino de Mictlán, donde tienen que estar un tiempo para después ir al cielo o Tlalocan. Para el viaje, nuestros seres queridos necesitan comida y agua para el camino; veladoras para alumbrarse; monedas, para pagar al balsero que los cruza por el río, antes de llegar a Mictlán y un palo espinoso para ahuyentar al diablo. Todo esto, se colocaba en su tumba y en el altar de muertos, para su visita anual a los vivos, en el que se coloca copal y flores de cempasuchil para marcar el camino.
Al llegar los españoles, estas creencias fueron adaptadas al calendario cristiano y se celebran el 1 y 2 de noviembre. En la actualidad, el día de muertos consiste principalmente en altares en las casas para los seres queridos de la familia: parientes, amigos, personajes públicos. Además, en esos días se consume "pan de muerto", hogazas de forma semiesférica adornadas con "huesos" y "lágrimas" de la misma pasta; dulce de calabaza y "calaveras" de azúcar que llevan nombres propios y son un regalo común. También es popular el uso de “calaveritas”, versos dedicados a personas públicas o personajes del imaginario popular, en tono de sátira o burla".
Nota: Lo escrito es propiedad de: Nuestro Hammam. Sólo copio una breve parte, quien tenga un poco de tiempo por favor pase a ver que lindas imágenes han puesto y que cosas tan interesantes cuentan sobre esta tradición mexicana. Incluye un excelente video.
Hace 20 horas.
11 comments:
Saludos, Magda. Sabía que en México era una fiesta muy especial, desde luego una forma mucho más ajustada de entender la celebración que el ambiente tétrico, siniestro y sórdido de la fiesta puramente católica y muy alejado de la hipocresía consumista anglosajona y exportada al resto. La gente suele vivir toda su vida de espaldas a la muerte, por más que sea tan consustancial a nosotros como nuestro nacimiento. Es un ciclo inevitable. Honestamente, creo que si la gente tuviera más presente, viviera de cara al hecho de que un día ha de morir, el mundo sería mejor, o al menos no nos preocuparíamos por determinadas tonterías.
Gran post.
Saludos.
ESTUPENDO POST!!!
Me apetecía mucho leer sobre otras formas de celebración.
Besos
No puedo estar más de acuerdo con el post. Dejando aparte la absurda necesidad de que en todos los sitios celebremos todo de la misma forma, personalmente el Halloween me parece la banalización y el escamoteo de la muerte como algo real que ocurre.
No conozco México -algún día, algún día...- y no sé exactamente cómo se vive, pero en España la muerte no se oculta, aunque esa sea la tendencia actual, cierto es. No se evita, evitaba, que los niños acudieran a dar el pésame y se aprovechaba para explicarles lo que ocurre. Y se va al cementerio el día de Todos los Santos, no el 2 el día de los muertos -será el optimismo católico en una vida mejor-, se cuentan historias de los abuelos y se comen huesos de santo y panellets o empiñonados porque los duelos con pan son menos. No es una fiesta, es un recuerdo, es una realidad.
Porque de eso se trata, que recordemos a los que se fueron antes.
Qué bonito sabia de él por fotos, por recuerdos de los que han viajado a México; y por lo que se dice en los libros, todo eso. Da envidia, porque aqui a los cementerios no dejan entrar la papayera: y ciertamente quien olvida lo que es celebrar de este modo la muerte vive un poco menos; es la otra cara pues.
Aquí solo vemos los muertos, pero no la muerte como tal....
abrazos!
me llama mucho la atencion que dos fiestas tan importantes relacionadas con lo sobrenatural esten tan cerca que casi coincidan sus fechas...
Hola...
Conozco a Juan García Ponce, y el libro que mencionas "después de la cita y otros cuentos". Mi padre me lo regalo, hace algunos años. :)
En cuanto al festejo de la muerte, encierra todo un mundo de cultura, costumbres y creencias. En casa aún se pone un altar pequeño...y toda esa magia que encierra el prepararlo: aromas, colores, sabores. Una costumbre muy nuestra , aunque a las personas que ya no estan se les recuerde siempre, no solo un día honrando su memoria.
Un biko y buen fin de semana.
Estupenda entrada. Detrás del "jelowin" anglosajón está la festividad celta de "samain".
No obstante todo eso ha sido pervertido por el consumismo feroz. Una lástima.
Para quien desee saber más:
http://es.wikipedia.org/wiki/Samain
Saludos. :)
Muy cierto, 39, el ambiente de la celebración católica es tétrico, siniestro y sórdido. Recuerdo cuando era niña, los sacerdotes en las iglesias se vestían de morado y con unos sombreros que terminaban en pico que les tapaban la cara y solo se les veía los ojos, eran ESPANTOSOS, me daban terror. Esto, afortunadamente, se dejó de usar hace años, así ya no asustarán a más niños. Era como en época de la inquisición.
La muerte si es un ciclo inevitable, cierto. Pero en lo personal me da temor, al igual que me lo da la vejez. Pero pues forman parte de la misma vida, que le vamos hacer.
Que bueno que te gustó, Marta. Muchas gracias :-)
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Esto del Halloween, Anna, está abarcando al mundo. Acá se acostumbra que algunos niños salen a "pedir Halloween" ¡imagínate!, pasan de casa en casa y quieren dulces o lo que les des, al igual que en EEUU. La publicidad inunda la televisión y los almacenes, es un horror.
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Malvisto ¿no dejan entrar la papayera? ¿qué es "la papayera"?
Creo que porque son dos fiestas relacionadas, Akurión, las dos tienen que ver con los muertos. En un pueblo cercano a Texcoco, decían que el día 1 estaba dedicado a los muertos chiquitos (niños) y el 2 a los adultos. Pero ya ves que cada región tiene sus modificaciones.
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Hola Corsario, me alegra verte por aqui. También me alegra que te hayas pasado a visitar a Juan Carlos.
Saludos
«El origen del ahora llamado Día de muertos es incierto, se remonta según algunos estudiosos hasta el año 800 a.c. »
Fascinante.
Y pensar que la Iglesia Católica lo celebra en todo el mundo desde 1030 d.C., cuando San Odilo (Abate de Cluny) estableció el feriado en los monasterios benedictinos. Y la Iglesia le llama Commemoratio omnium Fidelium Defunctoru.
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