4 de agosto de 2008

Dietario voluble: Enrique Vila-Matas

E

nrique Vila-Matas, Dietario voluble (Barcelona: Anagrama, 2008)

“Cuando uno lleva muchos años ya en el mundo, comienza a preguntarse si la experiencia de tanto tiempo le ha servido realmente de algo y si ha aprendido cualquier cosa que pueda resultar útil para sus hijos, discípulos, amigos. Como no tengo hijos ni discípulos, me concentro en los amigos. Los reúno mentalmente en un cuarto en tinieblas, como si estuviéramos en una reunión de espiritismo. Se crea cierta expectación ante lo que pueda ahora decirles. Agoto todas las posibilidades de no tener que hablar, porque en realidad tener que transmitir algo a la posteridad es un problema, un grandísimo problema y un coñazo. Pero finalmente me obligan y digo: -Los que mejor han hablado de la muerte han muerto” (Vila-Matas)

Qué goce leer Dietario voluble, es de los libros de Vila-Matas que más he disfrutado. Es como estar al lado del escritor y conversar con él o caminar juntos por la plaza de Saint-Sulpice y sentarnos en el café "donde Georges Perec espiaba horas y horas lo que allí podía verse" y, de pronto, decidir viajar a la "ramplona ciudad de Sofía" y regresar al otro día a un Madrid nevado o amanecer en la Plaza del Comercio de Lisboa o escuchar, en el café del Tromostovje, que el poeta Alex Steger, le cuenta que:

Era de noche y había neblina. Y James Joyce iba en ferrocarril hacia Trieste. Creyendo que había llegado a su destino, descendió por error en Liubliana. James Joyce viajaba con toda su familia hacia su nuevo trabajo en Trieste y, como no disponía de dinero para pasar la noche en un hotel de Liubliana, se quedó ahí en la Estación Central aguardando a que pasara el tren del día siguiente.

Y así, de suceso en suceso extraordinario nos vamos adentrando en las obras y las vidas literarias de muchos escritores narrados a través de la voz y la inteligencia de Vila-Matas. Pero, además, también penetramos en la intimidad del escritor catalán: en sus sensaciones, en sus recuerdos, en sus vivencias, en sus sentimientos, en lo que le gusta y le indigna, admira y rechaza, en su amor por la escritura, la literatura, la pintura, el arte, en sus miedos:

En unas instrucciones de Julio Cortázar para tener miedo, doy con un párrafo que habla de un pueblo de Escocia donde venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. "Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere".
El miedo a los aeropuertos comienza mucho antes de llegar al control policíaco, en realidad empieza ya en el momento mismo en que nos despertamos y ponemos un pie en el suelo. Se ha agravado tanto la distancia entre Estado e individuo, entre singularidad y colectividad, que vivimos en una permanente situación de terror que, por si acaso aún fuera preciso, la televisión y todos los medios ligados al poder, cómplices perfectos de ese estado de pánico general, se encargan de recordárnoslo a todas horas. Por eso, despertarse en algún lugar de Occidente significa actualmente hacerlo en el centro mismo del círculo del terror. Si para colmo ese día tenemos que ir al aeropuerto, el asunto se agrava. Aunque parezca chocante, en los países árabes se puede vivir con más sosiego que en nuestros pueblos y ciudades, aunque eso no va a decirlo nunca la televisión, tan obligada como está a difundir sistemáticamente el pánico. Es más, sospecho que llegará un día en que tendremos tics aéreos y, por ejemplo, nunca nos quitaremos el cinturón de seguridad en casa para ver la televisión: llevaremos una repugnante vida de avión en nuestros hogares. Y es que los embrutecidos aeropuertos de hoy sólo son un anuncio del pavoroso futuro que nos espera.
Lo que continúa diciendo de los aeropuertos, y de taxis que llevan a éstos, es fenomenal y totalmente cierto. Al acabar sobre el tema, con la frase “los embrutecidos aeropuertos” e inmediatamente de un espacio en blanco, habla de algo que me incluye dentro de los “tarugos”, aunque nunca lo dije sí lo cavilé; sin burla, solo pensé que era exagerado las más de mil entradas que existen en el diario de Bioy Casares, donde puede leerse “Come Borges en casa”. Pero miren lo que apunta Vila-Matas:

Como dice Juan Villoro, son difíciles de encontrar, a excepción de Lennon y McCartney o de Laurel y Hardy, asociaciones artísticas del siglo pasado tan fecundas como los escritores y Bioy Casares, y en todo caso imposible dar con una asociación más duradera. Toda clase de detalles domésticos y literarios se encuentran en el Borges de Bioy, uno de los más simpares libros biográficos de la literatura en español (…) No han faltado tarugos hispánicos que se han burlado del voluminoso libro-diario de Bioy porque en él hay más de mil entradas donde puede leerse “Come Borges en casa”. A mí no me llama la atención esa frase insistente, sino el hecho lateral de que Silvina Ocampo, la mujer de Bioy, insistiera en inventar cada día ante su marido una excusa nueva para evitar que Borges fuera a comer a su casa. Esa actitud de Silvina me lleva a pensar en todos cuantos hoy en día darían cualquier cosa por tener a Borges invitado a cenar. Es curioso observar cómo ese lujo de sentar a un genio a tu mesa era diariamente despreciado por la mujer de Bioy, lo que demuestra lo aleatorio de los criterios y ansias humanas, pues muchas veces lo que uno desea tanto y no consigue, a otro no le interesa nada y sin embargo lo logra, del mismo modo que alguien de pronto es asaltado por el dolor mientras nosotros abrimos una puerta o caminamos por el campo tranquilamente…

¿Será que lo doméstico –ese veneno que acabaron las pasiones y que también llamamos cotidianidad- lo arruina todo? ¿Será que ver de cerca de los genios les hace perder interés y los desmitifica? (…) ¿Era Borges un ser algo pelmazo para Silvina? ¿Es el genio, como insisten algunos, una persona insoportablemente normal en la vida cotidiana? ¿Se puede ser genio todo el rato?
¡Qué razón tiene!

Llegamos a la Plaza Sordello y de ahí lo acompañamos a Barcelona, al festival Fet a Méxic, él escribió en el nombre de México: “En realidad escribo en el nombre de México desde hace dos décadas, desde que por primera vez vi ese país arrebatador, fascinante. (…) México me fascina porque, en su paraíso perdido de las máscaras, me encuentro a la deriva y paradójicamente en casa. Entonces me digo que soy de Veracruz. Llevo a México en el corazón y más que lo voy a llevar”. Y de México viajamos a París, después a Roma, donde somos testigos de su encuentro con Claudio Magris (que hace menos de veinticuatro horas había estado con su hijo mayor en un bosque finlandés buscando setas) y la anécdota del abrigo, cuando Magris de pronto recuerda “cuando en el invierno del año pasado en Madrid confundió mi abrigo con el suyo. Le digo que desde aquel día llevo con especial orgullo mi abrigo y a quien quiera oírlo le digo: “Me llamo Magris como todo el mundo”. Sonríe, tal vez desconcertado”.

Termina ese 2007 que le deja a Vila-Matas, una sensación de desagrado. "En París, creo estar en un lugar apropiado pra darle el portazo que se merece, dejarlo ahí sin un adiós, despedirlo a la francesa. O, mejor dicho, a la inglesa. Filer á l'anglaise. No se merece nada mejor este año":

Nada me parece más plúmbeo como los domingos y como las despedidas de fin de año. Tienen la mala sombra de recordarnos el paso inexorable de los días a pesar de que el Tiempo no sabe que pasa el tiempo. En los domingos, por ejemplo, hasta respirar se convierte en un lamento. Y es que en los domingos uno siente que han dejado de existir las relaciones entre las personas y las actividades de cualquier tipo. En los domingos padecemos el tiempo y es como si todos contuviéramos el aliento y probáramos a ver cómo será el más allá. Los domingos son una enfermedad no visible, como un mal interior, una enfermedad moral. Los domingos son espantosos. Pero aún hay algo peor: las celebraciones de fin de año. Nos recuerdan, al igual que los domingos, que ha pasado una semana más, en este caso, un año. Nos recuerdan el paso del tiempo y, encima, tenemos que festejarlo.
Dietario voluble es un libro que atrapa. Su lectura la podemos empezar a la mitad, desde el inicio (lo más recomendable) o al final, los años 2005, 2006, 2007, 2008 componen su índice. Pero no sólo se goza su lectura, también se aprende mucho: sobre el arte de escribir, sobre la escritura y la lectura, es toda una geografía literaria, teórica, gramática, antológica, especialmente humana. Me queda mucho por decir de este libro, es inagotable. Vila-Matas se siente cerca, muy cerca, al irlo leyendo nos sentimos en ese cuarto en tinieblas, como si estuviéramos en una reunión de espiritismo.



Por otra parte, en el Dietario se desarrolla al principio la idea de que me he retirado y encontrado un narrador al que le pago para escribir; por eso elegí para la portada la fotografía en la que estoy de espaldas, para decir que soy y no soy. En el Dietario estoy y no estoy.

Ilustración de la portada: Olivier Roller

19 comments:

fractal dijo...

¡Ah! Qué alegría me da leer tu reseña.
Todo está en su lugar cuando V-M viaja a México.

Por muchos años.
Y por muchos textos de Vila-Matas.

39escalones dijo...

Genial Vila-Matas.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Qué suerte!!! Ya podéis disfrutar de Dietario Voluble!!! aquí se publica en septiembre. Esperaremos. Las tardes quietas y silenciosas de septiembre serán un buen momento para poder leer a Vila-Matas.

Excelente post con el que abrir el apetito.

Diego Fonseca dijo...

Ya venía borgeando escorado ("El factor Borges", Pauls), y ahora me has empujado a releer a Bioy. Hoy es tan lunes...

Buena idea poner espacio para comentarios, Magda (o buena idea mía mirar con más detenimientos, si es que los tenías).

Diego

Magda Díaz Morales dijo...

Vila-Matas presentó el viernes aquí en México, Dietario voluble, Frac. Y antes lo hizo en Monterrey. En todas las librerías del país está el libro, y se ha vendido estupendamentemente.

Vila-Matas es un escritor hispano-mexicano :D

Magda Díaz Morales dijo...

* Es sumamente disfrutable el libro, Soledad, ya lo vas a constatar. Por cierto, en él menciona a dos blogs, el de Gustavo Faverón y el de Javier Avilés.

* Si, Diego, viste con más detenimiento.

Anónimo dijo...

Que atrayente todo lo que escribes, y lo que parece ser el libro. Me quedo con lo de los aeropuertos (que voy a enlazar con Mosaico) y con lo de que los genios pueden ser un pelmazo también, ya que la vida doméstica puede ser una tumba para las fantasias. Estupendo Magda.

Luisamiñana dijo...

Leyendo estos extractos, me quedo de nuevo con esa sensación de que Vila-Matas es un escritor en cierta forma "cubaísta", como el cubismo es pintura acerca de la pintura, su literatura sobre la vida de la literatura nunca tiene una sola cara, precisamente porque él pulsa resortes que implican a la literatura como vida, como conocimiento, no como divertimento, no como simple pensamiento, no como ilustración del mundo: sino como escritura del mundo. Como esa portada...
Un beso

Magda Díaz Morales dijo...

Blanca, debajo de "un anuncio del pavoroso futuro que nos espera", continua diciendo:

Si vas en taxi al aeropuerto, corres el peligro de que el conductor te machaque con cualquier emisora de radio fascista de esas que te insultan personalmente. Algunos taxistas son el perfecto complemento de ese estado de terror. La facturación en el aeropuerto, por otra parte, te exige estar con una antelación tan grande que a veces más te habría valido ir a pasar la noche al propio aeropuerto, lo que me lleva a intuir que pronto las discotecas serán un nuevo negocio de las terminales aéreas.

Al miedo a perder el avión por la lenta facturación sucede el control policíaco y, una vez rebasado éste y tras habernos vuelto a vestir, llega el horror del embarque, que casi nunca significa el acceso directo al avión y que nos pone en manos de un conductor de autobús que no se acuerda del aire acondicionado y de paso juega a dar frenazos o bandazos para mortificar a los viajeros. Alcanzar el interior del avión ya no significa nada hoy en día, pues la autorización para el despegue puede tardar una infinidad en llegar, y a veces los aviones ni despegan y los pasajeros son devueltos a la puerta de embarque.

Si finalmente volamos y alcanzamos nuestro destino, nos espera la más célebre de las torturas: la pérdida de las maletas. Y como guinda el taxista, que en la ciudad a la que has llegado espera que seas extranjero para cobrarte más.


Para que lo tengas completo.

Magda Díaz Morales dijo...

Totalmente de acuerdo, Luisa. Mi experiencia de lectura de Dietario voluble me hizo sentir más cerca a Vila-Matas, que en otros de sus libros. Tal vez por ser más un ensayo, aunque no se limita a éste. No se, también he pensado que se debe a que sus sentimientos y sensaciones están menos mediatizadas y nos llegan "en directo". Leerlo ha sido un goce, lo he disfrutado enormemente.

Anónimo dijo...

Ay, qué ganas
tengo El viento ligero en Parma esperándome y ahora este, no llego no llego, soy como el conejo de Alicia en el país de la maravillas, siempre llegando tarde!!!

Hola Magda! por lo que veo tb vilamatiana, Jordi Corominas y yo lo somos, de otra cosa no estaremos seguros pero de eso sí.

Estoy de acuerdo contigo, cn Vila se aprende, y es muy generosos en todo lo que hace y ha sabido usarlo creativamente, es decir, ha sabido transformar todo lo que ha leido y vivido en conocimientos "traspasables" si me permites el palabro. Y creo que esa es la esencia de nuestros días en los que vivimos entre mil estímulos, literarios como de cualquier tipo. Interculturalidad, intertextualidad llevada con maestría.

Un beso grande!!!!

pariseraunafiesta.blogspot.com
ps. s.anton
http://www.calidoscopio.net

Anónimo dijo...

Maravillosa entrada: Dan ganas de engancharse al libro ya mismo y aferrarse a èl hasta terminarlo.

¿De cuánto tiempo necesitaríamos disponer para leer todo lo que nos interesa?
¡Un beso grande, Magda!

Isabel dijo...

Gracias por la reseña. Leer a este autor es una experiencia distinta, como bien dices un aprendizaje sobre la escritura y la lectura.

Óscar David López dijo...

Uy, es maravilloso. Sí, así es. Grande Vila-Matas.

Saludos Magda,

Òudi-Ló.

Anónimo dijo...

maravillosa reseña. Compraré el libro y lo leeré. Vila-matas siempre es un placer.

Anónimo dijo...

Muy alejado debo de andar de la literatura para no estar al tanto de la publicación de este libro de Vila-Matas. Con la debilidad que tengo por los diarios (o dietarios).

Abol dijo...

Excelente comentario, Magda. Lo voy a reproducir en Letras de Chile.
Un abrazo, Lilian

Anónimo dijo...

genial, ahora mismo voy a comprarlo. Gracias por este espacio Magda. Te sigo con interés. Un auténtico placer.

Magda Díaz Morales dijo...

Muchas gracias a todos por su visita y comentarios.

Un abrazo para ustedes.

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