12 de septiembre de 2008

La casita

S

ería excelente que las autoridades mexicanas escucharan la propuesta de German Dehesa. Todos deberíamos de apoyar esta iniciativa:

La casita
Germán Dehesa
Gaceta del ángel, 19.9.08

Chapultepec, estarán de acuerdo conmigo, está lleno de historias. Algunas de ellas ya son parte del olvido; eso me da mucho gusto porque seguramente por ahí deben andar los tenebrosos acontecimientos de mi adolescencia y juventud que no tendría ningún caso que salieran a la luz. Tan enormes fueron los ridículos que hice ante los ojos crueles del sector femenino, que me parece que ese olvido del que hablábamos es su lugar perfecto. Otras historias, en cambio, merecen ser conocidas.

Yo quiero contarles la historia de una casita que se encuentra en la Primera Sección de nuestro Bosque de Chapultepec, ahí cerquita de un lugar que llaman "La Quinta Colorada". Esa casita fue alguna vez la casa del guardabosque y ahora se encuentra abandonada. Todo esto lo sé porque me lo ha contado mi cuatacha Rosa Gómez Sosa que es la Directora y Virreina de Chapultepec. Ella me honra con su confianza y afecto y por eso me contó esta triste historia de la casita cuya tristeza nace del hecho de estar abandonada, de no tener utilidad alguna y de tener muy escaso mantenimiento. Fue por eso que mi amiga la Rous tomó el teléfono ("tiró por el bejuco", dirían en Veracruz) y se comunicó con su Charro Negro para ver si juntos se nos ocurría algún destino que darle a la casita del guardabosque. A mí se me ocurría poner un teibolito infantil con sus tubitos y todo, pero sé que mi amiga La Rous no tiene tan avanzado su criterio como yo, y por eso preferí archivar mi rentable proyecto de esparcimiento infantil.

La inquietud ahí sigue. Se nos ocurre poner, con la ayuda de instituciones de cuya confianza usufructuamos, una biblioteca infantil con títulos muy bien escogidos porque luego, so pretexto de la literatura infantil, publican cada porquería, que si por ahí se encuentra con un audaz infante que la lea, éste se queda firuláis para el resto de sus días. Sería excelente tener a varios jóvenes literatos que fungiesen como guías de la lectura, no para que les cuenten a los niños los libros, sino para que los motiven y enriquezcan su lectura. A un niño renuente a leer se le dice: en este cuento sale un niño que mete al refri a sus papás y luego los hace en escabeche. Les aseguro que el tierno infante se abalanzará sobre el texto y se enamorará de la lectura que es lo que pretendemos. Se me ocurre también tener un gran cuaderno donde cada niño que así lo desee escriba un párrafo grande o pequeño que haga avanzar la acción de lo que se dice en el párrafo anterior para que así tengamos un libro colectivo, o un "cadáver exquisito" como llaman a este experimento nuestros amigos afrancesados.

Todo debe poderse hacer: leer, contar cuentos, escribirlos, oír música de todos los géneros, hacer pequeñas representaciones, jugar de muchos modos y pasarla bien en un mundo que la está pasando bastante mal, pero de eso no tienen la culpa ni los niños, ni ustedes que, estoy seguro, manifestarán al teléfono 5611 6513 su voluntad de ser parte del Comité de la Casita. Mi amiga Rous y su no menos amigo Germán les aseguramos que la vamos a pasar muy bien y que nos vamos a divertir cual perritos bailarines al contemplar cómo, poco a poco, donde sólo había abandono y polvo y destrucción, habrá gracias a nosotros orden y vida y luz y caperuzos consultando un libro, o leyéndolo, o haciendo uso de una computadora, yo qué sé. Pongamos en cada comunidad una casita similar que bien puede ser réplica de ésta que estableceremos en Chapultepec. También nosotros necesitamos reverdecer y volver a dar flores y frutos. ¿No está padre el proyecto?