Intentar una reflexión científica sobre la literatura, como define Todorov a la labor de la Teoría Literaria, es discurrir sobre el discurso, y ello es un camino fascinante. Es como trazar un mapa del lugar y recorrerlo: penetrando en sus veredas, tocar sus árboles, oler sus flores, sentir su viento, palpar su arena. Si en este camino, a veces sinuoso, es necesario visitar otros territorios para enriquecer el conocimiento del espacio en el que deambulamos, nos desplazamos hacia ellos y entonces llegamos a parajes llenos de luz, discursos (como la filosofía, la pintura, la arquitectura, la música, la antropología, la sociología, etc.) que nos sirven de sostén para interpretar lo que la teoría nos brindó.
Ante un libro podemos decidir hacer un ensayo solamente sobre los paratextos (abajo he puesto una apostilla sobre éstos); sin embargo, si nos quedamos únicamente en este plano quizá nuestro trabajo llamaría la atención de especialistas en el tema, más no la de los lectores en general. Pero, y ¿sí después de este estudio resolvemos interpretar lo que la teoría sobre los paratextos nos revelan? Nuestro ensayo sería no solamente fundamentado, sino también recibido por todo tipo de lectores. Además, guardará la armonía entre el rigor del análisis (para no opinar lo que ‘nos parece’, sino desde lo que el mismo discurso nos revela) y la belleza que otorga las ciencias del espíritu o sociales de las que habremos echado mano para ofrecer nuestra lectura.
Por ejemplo, si escuchamos o leemos: “El autor de este libro trabaja la metalepsis de autor”. De inmediato nos preguntamos ¿y qué cosa es esto?, y no lo compramos, leemos su título (paratexto) y lo sentimos frío, técnico, conceptual, y puedo afirmar que no es así, “la metalepsis de autor” es muy interesante, al menos como nos la explica Genette.
Cómo sabemos, según el diccionario de retórica, la metalepsis es “una metonimia que consiste en tomar el antecedente por el consecuente o viceversa” (Ojos que no ven, corazón que no siente). Genette vincula justamente a la narratología con la retórica y nos señala que "la metalepsis de autor" es cuando el narrador extra-diegético (que está fuera de la historia que se cuenta) o sea el autor implícito de la novela, rompe el flujo de la narración y apela al personaje o al narratario (a quien el narrador dirige su discurso y que podemos localizar en frases como “Mi querido fulanito” o “Por ti, Susana San Juan…”). De este modo, el autor implícito se introduce a la narración y se vuelve parte de la historia o diégesis, más bien se convierte en parte de la meta-historia (o metadiégesis: la historia dentro de la historia):
* "Descripciones", cuento de Juan García Ponce.
Ante un libro podemos decidir hacer un ensayo solamente sobre los paratextos (abajo he puesto una apostilla sobre éstos); sin embargo, si nos quedamos únicamente en este plano quizá nuestro trabajo llamaría la atención de especialistas en el tema, más no la de los lectores en general. Pero, y ¿sí después de este estudio resolvemos interpretar lo que la teoría sobre los paratextos nos revelan? Nuestro ensayo sería no solamente fundamentado, sino también recibido por todo tipo de lectores. Además, guardará la armonía entre el rigor del análisis (para no opinar lo que ‘nos parece’, sino desde lo que el mismo discurso nos revela) y la belleza que otorga las ciencias del espíritu o sociales de las que habremos echado mano para ofrecer nuestra lectura.
Por ejemplo, si escuchamos o leemos: “El autor de este libro trabaja la metalepsis de autor”. De inmediato nos preguntamos ¿y qué cosa es esto?, y no lo compramos, leemos su título (paratexto) y lo sentimos frío, técnico, conceptual, y puedo afirmar que no es así, “la metalepsis de autor” es muy interesante, al menos como nos la explica Genette.
Cómo sabemos, según el diccionario de retórica, la metalepsis es “una metonimia que consiste en tomar el antecedente por el consecuente o viceversa” (Ojos que no ven, corazón que no siente). Genette vincula justamente a la narratología con la retórica y nos señala que "la metalepsis de autor" es cuando el narrador extra-diegético (que está fuera de la historia que se cuenta) o sea el autor implícito de la novela, rompe el flujo de la narración y apela al personaje o al narratario (a quien el narrador dirige su discurso y que podemos localizar en frases como “Mi querido fulanito” o “Por ti, Susana San Juan…”). De este modo, el autor implícito se introduce a la narración y se vuelve parte de la historia o diégesis, más bien se convierte en parte de la meta-historia (o metadiégesis: la historia dentro de la historia):
Viéndola desde su cama, Jaime, borracho, no dejó de volver a pensar que María sabía desvestirse como nadie y luego su desnudez, además de su belleza natural, su blanca piel mate, sus pequeños pechos, su amplia espalda y estrecha cintura, el firme trazo de sus caderas, sus largas piernas rematando en los inmaculados pies delgados con las uñas sin pintar como corresponde a una mujer dedicada a la ciencia, estaba enriquecida por cada uno de sus gestos, los cuales, nunca fingían pudor, sino la hacían más descarada. (Con respecto a esta última palabra, cabe una reflexión de índole moral: las mujeres decentes no le interesan a nadie)*La frase entre paréntesis es la "metalepsis de autor", el autor implícito ha entrado en la narración y le habla a su narratario: el lector.
* "Descripciones", cuento de Juan García Ponce.
9 comments:
Hola Magda. He estado leyendo tus últimos artículos, aprendiendo como siempre que entro a tu blog. Sobre todo quería dejarte mi recuerdo y un abrazo.
¡Magda! había perdido la pista, pero... ya te encontré, jejeejej, seguiré tus artículos nuevamente, saludos desde Puebla.
Kuan, qué gusto verte por aquí. Un gran abrazo querida amiga, y ya sabes que ésta siempre es tu casa.
Un beso.
Chucho, por el nombre no te recordaba, pero fui a tu blog y ya se quien eres: el médico que juega ajedrez. Me da gusto saludarte, bienvenido.
Hola Magda:
Delmira Agostini es una de mis poetas preferidas, junto la portuguesa Florbela Espanca. Es una pena que se conozca a muchas mujeres, a través de toda la historia, por ser compañeras, amantes o estar cercanas a un hombre famoso y no por su propia obra. Otra poeta que me encanta es la uruguaya Idea Vilariño, toda una señora en su vida y en su obra.
VIVE
Aquel amor
Aquel
que tomé con la punta de los dedos
que arrastré por los suelos
que dejé que olvidé
aquel amor ahora
en unas líneas que
se caen de un cajón
está ahí
sigue estando
sigue diciéndome
está doliendo
está
todavía
sangrando.
ADIÓS
Adiós.
Salgo como de un traje
Estrecho y delicado
Difícilmente
Un pie
Después despacio
El otro.
Salgo como de bajo
Un derrumbe
Arrastrándome
Sorda al dolor
Deshecha la piel
Y sin ayuda.
Salgo penosamente
Al fin
De ese pasado
De ese arduo aprendizaje
De esa agónica vida.
Idea Vilariño
Poemas de su libro “ Poemas de Amor” dedicado a Juan Carlos Onetti
En cuanto a la Metalepsis de autor siempre me ha parecido muy interesante, por el guiño cómplice con el lector (me recuerda al director que aparece fugaz en las imágenes de sus películas) y por la invasión del tiempo espacio que supone y rompe los límites del creador.
un abrazo
Ángela
Querida Ángela ¡qué gusto que me visites!
Totalmente de acuerdo: la cultura ha hecho que muchas mujeres sean conocidas a través de, cuando su brillo es por sí mismas. Decía Rosario Castellanos (una escritora -escribió cuento, novela, ensayo, teatro- que te iba a gustar mucho), en su libro de ensayos Mujer que sabe latin..., que había que difundir toda esa maraña de mitos que se han construido en torno a la mujer. Así que hay que hacerlo, derribar tanta tontería que se ha construido a su alrededor y que además son construcciones falsas y sin sentido.
Estoy muy sorprendida, compartimos gustos idénticos por estas escritoras, Delmira Agustini es gran poeta, y Flor Bela Lobo o Florbela Espanca ni se diga, es también excelente. Lucho mucho en Portugal por las mujeres, precursora de un feminismo inteligente. Sufrió mucho, pero supo aprehender ese dolor y lo convirtió en palabras, en letras inolvidables, en poemas maravillosos...
A la que no he leido es a Idea Vilariño, y estos poemas están preciosos. Buscaré sobre ella para leerla, muchas gracias.
¡Si!, justamente cuando el director aparece fugaz en las imágenes de sus películas y nos hace un guiño o dice algo y luego continua la historia, hay esa metalepsis de autor. En cine es muy interesante esta figura, Tarantino la usa con frecuencia.
Ha sido un placer platicar contigo. Un beso.
Estimada Magda,
Recibe un cordial saludo de inicio de año. Te deso los mejores parabienes y que sigas escribiendo por muchísimo tiempo. Es un deleite leer tus artículos, a mi me han ayudado muchisimo a enterder a Genette... bueno si lo entendía, pero no sabía como aplicarlo a las lecturas que me habían dejado en Literatura ("La culpa de los Tlaxcaltexas", "Entre tus dedos helados", "Moisés y Gaspar" y "Algo en la oscuridad".
Gracias y te puedo asegurar que seré una asidua lectora de su trabajo.
¡Feliz Año!
Hola, Magda. Hay otros dos hermosos ejemplos de metalepsis, muy divertidos, en las escasas notas al pie de "La invención de Morel", de Bioy. He conocido tarde este blog, pero más vale tarde que nunca; además, cuando un blog es bueno de verdad, no pierde actualidad, se puede leer hacia atrás, como los mangas japoneses... Saludos.
Hola Vicente, muchas gracias por este dato de metalepsis.
Yo sí conozco bien tu blog, te he visitado algunas veces y comentado en algunas entradas. Me da mucho gusto tenerte en Apostillas literarias, siempre bienvenido.
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