20 de enero de 2006

Paratextos

"Para existir, todo discurso necesita de un metadiscurso que le otorgue el reconocimiento" (Dubois)

Antes de iniciar Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino, hay una nota preliminar del autor ¿la podemos considerar dentro de la novela? Misma pregunta nos hacemos cuando hallamos un epígrafe, el colofón, un prólogo, un epílogo, un subtítulo, los intertítulos, prefacios, advertencias, señales (accesorias, autógrafas o alógrafas), el nombre mismo del autor o del libro, las ilustraciones que vemos en la portada o en la primera página o, en ocasiones, al final. A todas estas producciones que presentan y rodean a un texto Gerard Genette las ha denominado paratextos. Su trabajo es muy interesante, presenta las funciones literarias de cada elemento paratextual y ofrece varios ejemplos de cada uno.

En los paratextos ya se presenta configurada la significación del relato, desde el título y los epígrafes es posible identificar el conjunto de oposiciones semánticas que se hallarán concertadas en el cuerpo del discurso, aunque muchas veces el título parezca totalmente ajeno al contenido de la obra; en este caso, está en manos del lector encontrarlas, adentrarse.

Los paratextos persuaden, predisponen, influyen al lector, asisten, por poner un ejemplo dentro de las múltiples características que ofrecen, cuando encontramos obras en las que el protagonista tiene el mismo nombre que el autor de la obra y creemos o que es el "alter ego" o la biografía del escritor, siendo que el segundo, el nombre del autor en la portada, sólo es un paratexto y el protagonista de la novela es un personaje de ficción.

Los paratextos son marcadores de lectura, instancias de legitimación (visuales y discursivas), metatextualidad, intercambio entre autor y lector, elementos funcionales en la significación (semiosis) de los textos.

5 comments:

Anónimo dijo...

Y es curioso, Magda, que los paratextos también muchas veces escapan al control del autor... a veces son controlados por él, a veces son el marco que colocan a la obra los impresores, editores, críticos o presentadores. ¿Dónde acaba el paratexto? Quién sabe...

Magda Díaz Morales dijo...

Es cierto, José Ángel, muchas veces "escapan" del control de su autor, o son controlados..., pero ello no les quita su esencia, ser paratextos, los ponga quien los ponga, y sean controlados o no, eso es lo interesante.

Yo creo que si acaban los paratextos, al menos en un libro hay los que hay, ni más ni menos, y pueden ser tres o 100, pero tienen su límite dentro del texto. Ahora, de manera general creo que sería imposible saber adonde acaban, es verdad, quien sabe...

Lila Magritte dijo...

Es complejo el asunto de qué está fuera de la novela y qué está adentro si el autor agrega un dato en el prefacio, compara su emoción con la de un personaje o deja en el aire alguna pregunta que no se responde en el libro mismo. Esas especies de cajas chinas son alucinantes y uno llega a perder incluso los límites entre las categorías de la transtextualidad (según Genette). Pareciera que el paratexto escapa a todo control. Pero ahora estoy en un momento en que debo delimitar el metatexto de una obra y entré a pedirte ayuda.
¿Qué tan amplio puede hacerse?


Abrazos.

Magda Díaz Morales dijo...

Lila, a mi manera de ver, el "metatexto" no se puede medir, hacer amplio o estrecho, el análisis del texto te da las respuestas.

Anónimo dijo...

It's always nice to see some refreshing information on a good blog.

Publicar un comentario

No se publicarán comentarios anónimos.