8 de diciembre de 2006

Cartas inéditas

Cartas inéditas
Introducción de Enrique Krauze
Letras Libres

Tres cosas sobre Octavio Paz

En aquellos tiempos inmemoriales, anteriores al correo electrónico, Octavio Paz se comunicaba con nosotros –sus colaboradores en la revista Vuelta– a través de tres medios: la conversación en persona, el teléfono y el siempre noble y ahora casi extinto género epistolar.

Además de las reuniones mensuales con el consejo de redacción (que merecen una evocación aparte) y de la ocasional coincidencia en reuniones sociales, mis encuentros con Paz ocurrían en su departamento de Reforma y Guadalquivir. Me encantaba la atmósfera de recogimiento que se respiraba en aquella biblioteca, aislada del cuerpo principal del edificio y del mundanal ruido por un patio de baldosas rojas y el invernadero que Marie Jo mantenía amorosamente. Las visitas ocurrían al filo de las seis de la tarde, después de la siesta y al calor de un buen whisky. Aunque Octavio era riguroso con su “orden del día”, la charla transcurría relajada y cordial. Tras recorrer con detalle los temas propios de la revista (autores, colaboraciones, números futuros, puntos administrativos) abordábamos las querellas intelectuales o políticas del momento y a veces tocábamos asuntos más personales. La seriedad característica de Octavio, su incesante búsqueda de la verdad, derivaba casi siempre a una referencia filosófica, histórica o literaria que venía al caso y que tenía una localización precisa en su biblioteca. Sus libros eran una incitación permanente, un tablero de relaciones, una extensión de su memoria. Recuerdo, por ejemplo, cómo una alusión incidental a la “fluctuación del alma femenina” lo llevó a bajar de un estante una edición de Alexander Pope y a leer en voz alta, con gran regocijo, un poema que casi nos convence a ambos sobre esa supuesta condición “esencial”. Era una delicia cómo pasaban las horas en esas tardes, que hubieran sido perfectas de no ser por mi antipoética alergia a los gatos, así fueran de Octavio y Marie Jo.

México, D. F., a 16 de marzo de 1977

Querido Enrique:
Le envío varios textos, a saber:
a) El ensayo de A.W. Gouldner que nos propone Zaid. Es interesante aunque un poco largo. Habría que cortarlo un poco, como lo propone Gabriel. Hay que decidir, primero, en qué número podría salir y, segundo, quién podría traducirlo. Además, ¿a quién debemos pedir los derechos? Léalo y deme su opinión. Gracias.
b) El artículo que me dejó el Embajador polaco. No acaba de gustarme. Ojalá que usted y Zaid lo leyesen y me dieran su opinión. En todo caso, si lo publicamos, hay que hacerlo con una nota y acompañado del otro (punto c) que nos ha enviado Zaid.
c) Una estrategia de la oposición polaca, por Adam Michnik. Interesantísimo. Hay que cortarlo un poco. Si lo publicamos, debemos pedir el permiso del caso a Esprit.
d) Le Nouvel Observateur que me envió Julieta Campos. A mi juicio, hay que publicar, en Letrillas, precedidas por una breve nota, más o menos inspirada en lo que publica Le Nouvel Observateur, la entrevista de Bukovski (págs. 26-27). (Le envío, como “documento”, las increíbles y estúpidas declaraciones de Corvalán en L.N.O. anterior). Hay otro artículo (pág. 48) sobre el caso de Huber Matos. Podríamos utilizarlo en una Letrilla pero me parece que el caso de los prisioneros políticos de Cuba –y en primer lugar el de Matos– requiere un texto más serio y documentado. Debemos buscar para un número próximo, muy próximo, un buen texto sobre este asunto. En el mismo número hay un excelente artículo de Claude Roy (pág. 50-52) pero, si lo publicamos, puede parecer que insistimos demasiado en el tema. ¿Qué piensa usted? En cambio, para un número venidero, podemos utilizar parte del artículo de Jacques Julliard (la parte sobre la actitud de los comunistas franceses). Yo podría agregar algún leve comentario refiriéndome a la actitud (mejor dicho: a la ausencia de actitud) de la izquierda mexicana y latinoamericana sobre este tema. He subrayado las partes que podrían traducirse (Por cierto: los párrafos subrayados son de Julieta o de su marido). Mis marcas son azules (pág. 63-64).
e) The Journal. En las páginas 12-17 encontrará usted un hermoso texto de Lowry Burgess (un joven artista yanqui amigo mío). Me gustaría publicarlo acompañado, claro (sin ellas se pierde todo el efecto) de las fotos que incluyo dentro de la revista. Todas o una parte. Hable con Abel para saber si, con nuestros pobres recursos gráficos, podemos atrevernos a publicar esas fotos.
f) El pequeño libro de Javier Sologuren. Un excelente poeta menor. He escogido algunos poemas que podrían ir con los del joven venezolano en la sección Plaza de la Nueva Poesía (o como decidamos llamar finalmente a esa página). Guarde el cuaderno con el del poeta venezolano (su nombre se me escapa ahora).
g) Una entrevista con Ginsberg. Impublicable –difusa y confusa. Pero guárdela– debo escribirle a la periodista que lo entrevistó.
h) Un texto de un “espontáneo”. También impublicable.
i) Una carta que envié a Rossi y De la Colina, pero que me devolvieron por un error (en las señas) de correos. Léala y trasmítala a los dos. ¡Gracias!
j) El texto sobre Berlin: tengo mis dudas. Ya hablaremos (mañana).

Un abrazo grande
Octavio

Le envío también los sonetos de Camões. ¿Podrían ir en el próximo número? ¿el 6? ¿o en el 7?
O.P.

Texto completo.