16 de julio de 2007

Una soledad demasiado ruidosa: Bohumil Hrabal

Una soledad demasiado ruidosa, HrabalBohumil Hrabal, Una soledad demasiado ruidosa, Trad. Monika Zgustová (Barcelona: Destino, 2001)

El oficio de Hanta, el protagonista de la novela, es prensar libros y reproducciones de cuadros. Lleva treinta y cinco años trabajando en una trituradora de papel, "embadurnándose de letras", como él dice, y siendo culto a pesar de él mismo. Ya no sabe qué ideas son suyas y cuáles ha adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años se ha fusionado con el mundo que lo rodea, aunque más que leer, Hanta:

Tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mi, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos.

Prensa unas dos toneladas por mes, y para tener fuerza en la realización de su trabajo toma cerveza, ha bebido tanta que "con ella se podría llenar una piscina olímpica o una buena cantidad de viveros de carpas navideñas". Prensa libros sin hacer caso ya de los ratoncitos que caen a la máquina, "nidos enteros, familias enteras de ratoncitos ciegos protegidos por su madre que salta dentro de la prensa para acompañar a sus pequeños, que se queda allí y comparte el destino del papel viejo y de los clásicos".

El prensador de libros vive en un país que sabe leer y escribir desde "quince generaciones atrás", vive en "un antiguo reino donde siempre ha persistido la costumbre y la obsesión de atiborrarse pacientemente la cabeza con ideas e imágenes que aportan un goce indescriptible y un dolor más grande aún", vive "envuelto entre personas dispuestas a dar incluso la vida por un paquete de ideas bien prensadas". Cada anochecer se dirige a su casa después de un día arduo de trabajo, va por las calles inmerso en una profunda meditación y con varios libros guardados en su cartera, son los libros que ha salvado de morir en la prensa y de los cuales espera le expliquen algo sobre sí mismo, algo que todavía desconoce:

Hace treinta y cinco años que hago paquetes de vieja papelería, tachando los años, los meses y los días que faltan para que me jubile, para que nos jubilemos mi prensa y yo, cada anochecer me traigo libros en la cartera, y mi piso, en una segunda planta, en un barrio de las afueras de Praga, está lleno a reventar de libros y más libros, el sótano y el cobertizo se han quedado pequeños.
Hanta ha llenado de libros la cocina, la despensa e incluso el baño, solamente deja caminos libres hacia la ventana y hacia la estufa, en el baño apenas tiene el espacio justo para sentarse porque encima de la taza ya empiezan los estantes llenos de libros que llegan hasta el techo, quinientos kilos de libros, "bastaría, dice Hanta, un gesto imprudente a la hora de sentarme para que media tonelada de libros se deslizase, se derrumbase y me aplastase con el pantalón en los tobillos. En el wáter no cabe ni un libro más, y por eso hice colocar más estanterías entre las dos camas que hay en la habitación; así he creado una especie de dosel para la cama, y encima de ella, hasta el techo, se erigen cantidades enormes de libros, dos toneladas de libros que he ido amontonando allí durante treinta y cinco años, y cuando duermo, las dos toneladas de libros pesan sobre mis sueños como una inmensa pesadilla; a veces cuando me giro imprudentemente o grito en sueños y hago un movimiento brusco, me asusto y con horror presto oídos para saber si los libros se están desmoronando, tengo la impresión de que basta un leve roce de mi rodilla o un grito para que se precipite sobre mí, como un alud, toda aquella montaña que hay encima del baldaquín".

En Una soledad demasiado ruidosa nos adentramos al amor inmenso por los libros, por la literatura, por esa admiración que Hanta tiene por Hegel, Nietzsche, Novalis, Lao-Tse o Kant, y todo este amor nos llega a través de una fina prosa plagada de imágenes poéticas (es hermoso cuando el narrador nos cuenta el episodio de la gitana), descripciones maravillosas de Praga, interesantes anécdotas que rodean la vida de Hanta y que nos cuenta mientras recuerda sus años de juventud y acude a las cervecerías para contar sus congojas habituales.

Muy joven, Bohumil Hrabal abandonó la lujosa residencia de sus padres para instalarse en una pequeña casa de las afueras de Praga que ni siquiera tenía baño; después, ya maduro, se trasladó a una casa de campo donde no disponía de agua corriente. Por lo demás, bebía diariamente grandes cantidades de la justamente afamada cerveza checa en su taberna favorita, donde departía con los que se acercaban a él. Tras la Segunda Guerra Mundial desempeñará los más variados oficios, desde prensador de papel hasta ferroviario, pasando por tramoyista y trabajador de los altos hornos. El 2 de febrero de 1997 falleció al caer por una ventana de la clínica donde recibía tratamiento (quería darle de comer a las palomas). Como relatará Monika Zgustová, "antes de partir hacia lo desconocido se vistió solemnemente con sus viejos pantalones texanos, que tanto apreciaba".
La portada del libro es excelente, es de Luis Crespo. Busqué sus ilustraciones, pero sin éxito.

Romendación: Bohumil Hrabal, y el espíritu del siglo XX.

10 comments:

Anónimo dijo...

Querida amiga, EXCELENTE que hayas rescatado a Hrabal, uno de los grandes y siempre en silencio. Hace años leí la novela, es uno de mis libros, y la tarea esencial de Hanta, en tanto prensa, es rescatar ediciones raras, valiosas. Cuando vino al país Peter Esterházy, nos pasamos horas hablando de ese maravilloso libro de Hrabal, al que él también consideraba uno "de los más grandes". FELIZ COINCIDENCIA Y ¡QUE BUENA LECTORA SOS!. El abrazo de siempre.

Magda Díaz Morales dijo...

Gracias querido Gabriel.

Según yo, ya había hablado de esta novela aquí, sin embargo busqué y no, me confundí, y no quise dejar de hacerlo precisamente por lo que dices, Hrabal es uno de los grandes. Esta novela es hermosa, y que la hayas podido comentar con Peter Esterházy me parece una maravilla. Cómo me hubiera gustado estar ahí con ustedes.
No he podido conseguir ninguna novela de este escritor húngaro, pero ya encargué 'Pequeña pornografía húngara' y 'La mirada de la condesa Hahn Hahn bajando por el Danubio', espero que me las traigan. Pero lo que más quiero es tener 'Una historia: Dos relatos', segun lei Kertész y él escriben en este libro un relato cada uno.

Otro abrazo grande para ti

Miguel Sanfeliu dijo...

Un libro genial. Yo recuerdo siempre algunos de sus párrafos cuando miro los libros que me rodean. Además, es muy interesante por el estilo potente de Hrabal. Está lleno de frases geniales y es una joya que haces muy bien en recomendar.
Un abrazo.

Fernando dijo...

Querida Magda...simplemente paso a mandarte besos..besos con flores...

Magda Díaz Morales dijo...

Querido Fernando, gracias por las flores ¿son por mi cumpleaños? Las he puesto en un jarrón, están preciosas ;)

besos y abrazos para ti.

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Sí, Miguel, Hrabal es grande. Una joya, bien dices.

Fernando dijo...

Ja,ja...es verdad que ahora ha sido tu cumpleaños...pero las flores son como muestra de cariño por todo el año..besicos maños.

Anónimo dijo...

Me encanta el título Una soledad demasiado ruidosa. A mí también se me suele hacer ruidosa la soledad. Por eso necesito escuchar otras cosas: la radio, la tele... A veces, el silencio puede ser lo más agobiante y envolvente.

Anónimo dijo...

Magda, me dijiste hará casi dos años que habías comentado "yo que serví al rey de Inglaterra", y ya entonces me recomendaste este título de Hrabal.
Y -yo, pecador- todavía lo tengo en la lista de pendientes, todavía...
aprovecho para enviarte saludos, devoradora de libros.
feliz verano, Magda
saludos, Eduardo.

Magda Díaz Morales dijo...

Sólo era una broma, Fernando, sabía que no eran por mi cumpleaños. Gracias de todas formas, las flores siempre son gratamente recibidas.

Magda Díaz Morales dijo...

Eduardo, hacía años que no te veía por aquí, me alegra saludarte.

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