La escultora Marga Gil Roësset (1908-1932), se enamoró de Juan Ramón Jiménez, y este sentimiento la llevó a no querer vivir más. Hoy en la mañana leía sobre ella, desconocía esta historia que me ha impresionado, como la de Camille Claudel.
Poco se sabe de Marga Gil Roësset, artista precoz, quien "nació muy enferma, hasta el extremo de que los médicos la desahuciaron; pero el tesón de su madre y el convencimiento de que por medio del amor podía sacarla adelante la salvaron. Parece ser que durante meses tuvo a la niña en brazos sin dejarla nunca, hasta que estuvo completamente curada. Su familia cuenta que Marga apoyaba la manita en la barbilla de su madre, y que cuando al fin la dejó por primera vez en la cuna le quedó una señal que tardó semanas en desaparecer". De su obra artística se conoce poco, en buena medida porque la escultora decidió destrozar la mayor parte de sus creaciones antes del suicidio. Entre las pocas cosas que salvó de la quema estaba el busto de Zenobia y su diario, que entregó al poeta. Del primer encuentro entre Juan Ramón Jiménez y ella, el poeta dice:
Yo me había imaginado que Marga era rubia, como Consuelo su hermana mayor; y creí entreverla así en la penumbra carminienta de un palco, una mañana de concierto. Aquella tarde Marga era, y era morena pálida, de verdoso alabastro, con ojos hermosos grises, y pelo liso castaño. Sentada tenía una actitud de energía, brazos musculosos, morenos, heridos siempre de su oficio duro. Y al mismo tiempo ¡tan frágil! Llevaba el alma fuera, el cuerpo dentro. Le dije al momento: Amarga. Persa. Fuerte, viril.
El lunes pasado se cumplieron cien años de su nacimiento. Dos herederas han querido rescatar su figura, Ana Serrano ha puesto en marcha una página con amplia información sobre esta artista y la fotógrafa y novelista Marga Clark, publicó hace un par de años Amarga luz, una historia en la que su vida y la de su tía lejana Marga Gil, se entrecruzan. También prepara una película. Nos cuenta Ana Serrano:
Tendría yo unos diez años cuando alguien me habló de Platero yo. Consulté a mis padres sobre si debía leerlo o no, y aquella inocente pregunta desencadenó una escena tan desproporcionada entre ellos que me resultó interesantísima y me mantuvo en silencio, por una vez en mi vida, y expectante. Mi padre levantó la vista del libro que siempre tenía entre sus manos y miró a mi madre, que estaba en su posición y actitud habituales (casi sólo puedo recordar a mi madre de ese modo): sentada en una butaquita mínima, con un artilugio sobre las rodillas consistente en una tabla pequeña con dos pinzas que sujetaban el libro que leía constantemente, mientras, a la vez, hacía punto frenéticamente. No se movió, no levantó la vista, sólo dijo:
- ¡Esa porquería!
- Ya estás exagerando.
Ella, a su pesar, y en un tono que demostraba que no estaba dispuesta a hacer ninguna concesión más a la que, magnánima, iba a hacer, matizó:
- Es una cursilería.
De pronto, los dos se habían olvidado de mí, y estaban encantados porque les había surgido un magnífico motivo para enfrascarse en una interminable conversación de las que practicaban asiduamente con verdadero placer. Así me enteré de que el autor de "Platero" era un gran poeta (y un cursi), Premio Nobel (también Echegaray, y ya ves...) y de algunas pocas cosas más, porque mi madre pronto le vio más posibilidades a aquel asunto y cortó para desarrollarlas conmigo con algo tan ecuánime como:
- Si a ti no te importa lo que hizo la pobre Marguita -a Marga, en casa, la llamaban Marguita- por culpa de él, a mí si, y la niña no va a leer Platero y yo.
Mientras mi padre se iba por el pasillo hablando del culo y de las témporas, y mi madre clavaba las agujas en la madeja de lana y ponía a un lado su artilugio de lectura, yo me dispuse a oír una de las maravillosas historias que ella sabía contar. Mirándome fijamente (narraba muy bien, y le gustaba ver la reacción de su público; por eso había zanjado la conversación con mi padre: porque había recordado que yo no conocía la escalofriante historia de Marga y Juan Ramón, y estaba deseando noquearme con ella) me dijo bajando la voz:
- Tu tía Marisa tenía otra prima como yo, pero por parte de padre, que se llamaba Marga. Siendo tan pequeñita como tú fue una escultora y una dibujante excepcional, y de mayor lo fue aún más, mucho más; era un genio. Pero fue poco mayor, porque ¿sabes? se enamoró de Juan Ramón Jiménez, que era un escritor cursi, pero muy bueno, según tu padre, mucho mayor que ella y casado, y, como eso era pecado -pregunté por qué, y me lo explicó, fastidiada por la interrupción- fue a confesarse, rompió todas las esculturas que no le gustaban y se pegó un tiro.
En ese momento mi madre había dejado de contar una historia; tenía los ojos llenos de lágrimas y le temblaba la voz. A mí, sin saber muy bien qué hacer, se me ocurrió preguntar:
- ¿Y qué le pasó?
La estupidez humana es irritante, así es que a mi madre se le secaron los ojos, como por arte de magia, y mientras recogía para continuar punto, libro, tabla y pinzas, me contestó:
- Se murió, claro.
18 comments:
Yo cuando leo estas historias de amor, pienso en el hoy: ¿existen esas personas y esas historias de amor?
Quiero pensar que si.
Saludos cordiales
Sí que deben de existir, Petrusdom. Las pasiones en el ser humano siempre serán las mismas, existen desde que existe la vida, la persona. Muy particularmente, pienso que nada justifica un suicidio por no ser correspondida en el amor; sin embargo, puedo entender que al estar lo que llamamos amor en la cabeza, por ella pueden pasar muchas cosas que son inmaginables e incomprensibles para los que no estamos dentro de ella. Esto, aunado a varias cosas más dentro de la persona que vive esta circunstancia: sensibilidad, emotividad, educación, entorno, carácter, etc.
Me ha conmovido la vida de esta artista, demasiado joven y muy bonita e inteligente, con amor a su alrededor, quien sabe qué sentiría y pasaría por su cabeza y que pena que haya destruido varias piezas de su obra.
Jo, me he quedado tristona. Conozco la historia de la gran Camille Claudel, pero ésta la desconocía por completo. Gracias por dárnosla a conocer. Impactante.
Un beso,
Es una historia muy triste pero a la vez emotiva e intensa.
Un abrazo. :)
!Que pena que rompió su obra...! (aunque yo personalmente tambien lo haría).
Magda, sigo leyendo sobre Balthus, unas cosas llevan a otras....
Muchas gracias
Lulu
Estoy segura de que existen, otra cosa es que tengan estos finales, que serían lo lógico (yo tengo otra lógica, Magda ;-)). Demasiados pocos acaban así, nunca se sabe si afortunada o desgraciadamente. Los muertos en vida pueden tener una oportunidad de revivir, incluso aunque no tengan ganas, pero el "endemientras" hay que pasarlo.
un beso
Yo también debo de ser muy insensible y muy poco artista, porque no comprendo esa actitud ante el amor y la vida. No hay nadie, absolutamente nadie en el mundo actual, pasado o futuro por quien merezca la pena quitarse la vida. Otra cosa es DAR la vida: lo haría por varias personas, y por amor; me parece muy distinto.
Por otra parte, me parece extraordinaria toda labor que se realice en favor de recuperar la memoria y la obra de cualquier artista.
Qué tal Magda, aquí sigo de tu fiel lectora, siempre a la pezca de tus interesantes artículos...
Y sí que es una lástima lo que le sucedió a la artista; una más que se va por amor, no conocía su historia, gracias..
Pienso que el amor tormentoso sólo se vive una vez en la vida, y por supuesto que se lleva con la juventud, cuando aun la "madurez" no ha llegado a tu vida. Aunque respecto a la artista, pues no puedo imaginar el suplicio que debió vivir en ese momento, es una pena....
Saludos afectuosos...
Me ha gustado conocer tan bella historia.
En otra línea, algo diferente, me gustó también la de Constancia de la Mora Maura -amiga de Zenobia-.
Doble esplendor autobiografía escrita a los 33 años, once antes de fallecer en accidente en Guatemala.
Besos
Triste historia, esas cosas pasan, qué gran perdida, gracias por darla a conocer.
Un abrazo
Alba
Impactante, querida Marta, justamente. En la página de la escultora hay un apartado en el que Juan Ramón Jiménez comenta, a través de unos escritos y desde Puerto Rico, que su historia fue el pretexto de Marta Gil, para llevar a cabo lo que hizo. No lo dice como crítica, sino de manera reflexiva.
Una historia que me ha dejado también tristona.
Muy intensa, amigo Corsario. Amar tanto y de esta forma, creo que habla también de una autoestima sumamente afectada. Pero bueno, son especulaciones de mi parte.
Me alegra saludarte
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Sí Lulú, es una pena que haya destruido su obra. Se lee que lo hizo porque no las consideraba buenas.
Qué bueno que lees a Balthus, entre más penetres a su obra, más te atrapará. Fue acusado de pornógrafo, imáginate, sin duda la ignorancia es atrevida. ¿De donde eres? si eres de México, puedes conseguir, si llega a interesarte, un video que editó Conaculta que no recuerdo como se llama ahora, qué título le pusieron, pero si lo pides como "el video sobre Balthus", seguro lo hallas. Es estupendo este video. Ahí se conoce a Teresa, una de sus modelos púberes, y se ve como iba todos los días al estudio del pintor, recorría un camino muy bonito, con paisajes muy hermosos.
A Balthus le interesó mucho el tema del pintor y su modelo. Es infinito este artista, su obra.
Carmen, que me he quedado muda ;) ¡cómo que estos finales serían lo lógico! no, querida amiga, no me digas eso. Mira, busquemos un final lógico, en mi opinión, sería: "no me quieres, pues adiós". Ahora, es cierto, el "endemientras" no sería fácil, pero tampoco es para morirse. Una amiga decía: guardo tres diás de luto y ya, es más que suficiente. ¿Suicidarse por no ser correspondida? imagínate cuantos suicidios hubiera si todo mundo (hombres y mujeres) pensara o sintiera como Marga Gil.
Fernando, total y absolutamente de acuerdo contigo: No hay nadie, absolutamente nadie en el mundo actual, pasado o futuro por quien merezca la pena quitarse la vida.
Me parece que entra mucho la autoestima en estas cosas. No se si sea orgánico o mental y por consiguiente depresivo, pero una autoestima dañada, es autodaño para quien la padece. Algo complejo.
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Gracias Rocío, yo encantada de verte por aquí.
Los amores pasionales tienen su encanto, me parece. La pasión es muy bonita, siempre y cuando no sea lo únioco existente entre dos, sino parte. Los que deben de ser muy desagradables son los que mencionas, los tormentosos. Deben de ser desgastantes y masoquistas, como que resultarían muy dañinos. Mejor darles la vuelta lo más inmediato posible.
Y sí, seguro que la artista debió de vivir un suplicio. Qué terrible y qué triste.
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Querido Javier, parece que algo falló en la referencia, pero busqué en google y es también impactante la historia de Constancia de la Mora, con profunda conciencia social y eso que provenía de una familia burguesa. Muy interesante, tampoco había escuchado nada sobre ella. Investigaré más, muchas gracias.
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Muy triste historia, Alba. Tan joven, inteligente, bella. Es una verdadera pena.
Una tragedia amorosa. Me ha dado tristeza.
Existe el delirio de amor...TREMENS. Hasta que no lo sufres, no se comprede.
Gracias que también exite si la has trabajado la AUTOESTIMA.
Un abrazo.
me pidió mi amiga clara que leyera esta entrada... lo haré cuando vuelva de clase, ahora me voy a la uni, ¡y me temo que no me dejará buen sabor de boca! o de ojos... lo que sea.
besos, magda.
Ana, ayer en la noche vi una foto que te tomó Javier Torres y saliste estupenda, te ves guapísima.
El evento se ve que estuvo estupendo, me hubiera encantado estar ahi.
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