22 de mayo de 2008

Cartas a Tomás Segovia: Octavio Paz

Octavio Paz, Cartas a Tomás Segovia (1957-1985), México: Fondo de Cultura Económica, 2008.

La llamada Generación de Medio Siglo en México, está conformada por Juan García Ponce, Julieta Campos, Tomás Segovia, Inés Arredondo, José de la Colina, Juan Vicente Melo, Salvador Elizondo, Sergio Pitol, Huberto Batis y Fernando del Paso. Se le llama así, porque es a partir de los años cincuenta que empiezan a conocerse las publicaciones de estos escritores. También se le conocería como el Grupo de la Casa del Lago o como la Generación de la Revista Mexicana de Literatura o la Generación de la ruptura. Compartían afanes, lecturas, una concepción similar de la literatura y las mismas aspiraciones.

Esta generación creció en un medio literario influido por tres destacadas situaciones: a) la presencia de la figura de Alfonso Reyes, b) la herencia substancial de sus antecesores, el grupo de los Contemporáneos, c) el aliento y estímulo del interés crítico de Octavio Paz. Su espacio cultural estaba teñido por la inquietud aún existente, del nacionalismo de unos (la novela de la Revolución mexicana) y el cosmopolitismo de otros (los que buscaban salir de esa temática local para crear temas urbanos o sencillamente diferentes a los ya trabajados). El pasado inmediato de esta generación está, pues, asentado en la literatura de la Revolución, grandes escritores como Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Sergio Galindo, etc., contribuyeron a darle a la obra posrevolucionaria nuevos aspectos e identidad innovadora: sus concepciones del movimiento armado no eran ya propagandistas, sino cuestionadoras. La narrativa se encontraba en el inicio de una nueva época augurada, entre otros, por José Revueltas en los años cuarenta. Surgen entonces nuevas formas de narrar y con ello la consecutiva transformación estética.

La efervescencia cultural que se dio en México durante estos años, fue muy importante. En Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, que se encontraba coordinada por Jaime García Terrés, Juan García Ponce era jefe de redacción de la Revista de la Universidad, Tomás Segovia y Juan Vicente Melo dirigían la Casa del Lago, Inés Arredondo trabajaba en la Dirección de prensa, Juan José Gurrola presidía el teatro y la televisión universitarios, José de la Colina coordinaba los cines clubes y Huberto Batis tenía a su cargo la Dirección General de Publicaciones y de la Imprenta Universitaria.

La Revista Mexicana de Literatura, a la que me he referido anteriormente, fue una publicación substancial para toda esta Generación. Precisamente, el intercambio epistolar entre Octavio Paz y Tomás Segovia, que va de 1957 a 1985, se inició cuando, aun sin conocerse, un joven Segovia, poeta exiliado en México, envía su reseña del Arco y la Lira, publicada en la Revista Mexicana de Literatura en 1956, al poeta mexicano, entonces cercano a los 50 años de edad. Abajo de este texto, transcribo algunos fragmentos de las cartas escritas por Octavio Paz a Tomás Segovia, de las 55 que trae el libro. Su publicación, leemos en la introducción, fue posible gracias a la iniciativa de Marie José Paz, y la generosidad de Tomás Segovia, que lo custodió y lo puso a disposición del Fondo de Cultura Económica a solicitud de la esposa de Paz, para conmemorar los 10 años de la muerte del nobel mexicano.

Transcribo un bello fragmento de una carta fechada el 25 de mayo de 1965, desde la Embajada de México en Nueva Delhi donde estaba Octavio Paz, como embajador:

Querido Tomás:

Recibí dos números ya viejos de la Revista Mexicana de Literatura. En uno de ellos, un texto tuyo sobre el silencio. Me impresionó muchísimo, tanto que se lo di a Marie José, para que lo leyese: supongo que es un fragmento de algo más extenso. Quisiera comentarlo largamente pero no será posible, al menos por ahora. Tocas algo en verdad cardinal y más vasto que el amor, la amistad o el erotismo, aunque el centro de tu reflexión sea el amor, es decir, la desnudez total y sin intermediarios. El erotismo es fragmentario: no vemos el alma, ni siquiera a su cuerpo completo sino a sus fragmentos (un seno, una pierna, unos ojos).

Y sin embargo, el erotismo (o como quiera llamársele al contacto carnal, a condición de saber que el cuerpo es algo más que cuerpo) es una experiencia de la totalidad. Diría: la totalidad por la vía del desgarramiento, la totalidad a través de un fragmento. Pero la totalidad erótica es ciega. La de la amistad es visible y luminosa. Sólo que necesita una mediación: la cultura, las ideas, una fe compartida, una duda común, un estilo, una afición o manera de ser.

En el amor hay lucidez sin mediación, desnudez y no, como tu dices, "desnudeces..." No sigo. Tu texto me ha hecho pensar mucho y de la mejor manera: me ha obligado a pensar en mí mismo, en mi vida pasada y presente, en esa temible oscuridad del silencio que, al negar al otro, nos niega a nosotros mismos. Aquel refrán: "el que calla, otorga" debería cambiarse por este: "el que calla, reniega".

13 comments:

Anónimo dijo...

No cabe duda que Octavio Paz no deja de ser poeta hasta cuando escribe en prosa. Lo que dice sobre el erotismo es un hermoso poema.

Gemma dijo...

Me ha llamado mucho la atención esta última carta, fragmento, que transcribes. El texto es muy interesante, y si bien no comparto el juicio en torno al erotismo, que sea ante todo una experiencia fragmentaria, sí creo en cambio que se trata de "una experiencia de totalidad (más allá del aislamiento de cada parte)".

Gracias, Magda, por el texto. Me quedo con esas últimas palabras transcritas: "...esa temible oscuridad del silencio que, al negar al otro, nos niega a nosotros mismos".

Un abrazo

La Ronda Centro Cultural dijo...

Dicen que de alguna forma se empieza, y aquí estamos.
Somos un grupo de jóvenes que promovemos el intercambio cultural a través del arte y del conocimiento compartido.
Trabajamos por un espacio de encuentro, expresión y participación.

Gracias por el espacio.

Baco dijo...

La prosa poética de Octavio (la de Llamazares, la de Manuel Rivas, la laguna en la que me gusta nadar.
Muchas gracias por tu fraternal felicitación. Todo empezó
en Narrativas (a vuestra disposición, por supuesto). ¿Has tenido la oportunidad de leer El laberinto?

Hilvanes y Retales dijo...

Hermosos Textos. Octavio Paz tenía prosa poética sin abusar de adjetivos innesarios. Un estilo limpio.

Como siempre, hemos aprendido mucho.

Besos Magda.

Unknown dijo...

Buenas noches, Magda. He visto que has dejado un mensaje en el blog de Carmen Santos sobre lainauguración del mío. Te agradezco enormemente el tu interes por mis entrevistas. No sabes cómo me enorgullece saber que la gente las lee y las sigue. Me gustaría seguir en contato y compartir opiniones. Mi mail es celiasg@hotmail.com.
Un saludo y gracias de nuevo

Anónimo dijo...

Gracias de nuevo Magda por compartir y acercarnos estos textos de los últimos días.

Un abrazo,

Diego Fonseca dijo...

Sí a la erótica ciega (distinto a que si fuera ceguera erótica). Y sumo, si Paz no se revuelve bajo seis pies: la erótica implica la suspensión temporal de la conciencia. No demanda que se deje de pensar --construir una relación erótica, en el mismo momento de su realización física, demanda una trascendencia. Pero es otro plano del pensamiento --el quantum eroticus?

Magda, buena elección. Estoy volviéndome poco a poco asiduo a tu blog.

Diego

Anónimo dijo...

Magda: me ha llamado la atención la pulcritud que lograste al referirte al grupo donde militaba Juan García Ponce: precisión de estilo para referite a un conjunto de islas a la deriva, como quiso ver José Emilio Pacheco a esta generación. Lástima que, siendo el comienzo, tuvieras que interrumpirlo para aludir a la correspondencia entre poetas. Valdría la pena que nos dieras a conocer —aquí reflexiono: quizás pediré algo que ya existe— un texto tuyo más amplio sobre este grupo literario que orbitó en los pasillos de la Universidad Nacional y que nos dejó una literatura con una mirada que condensa sus afanes de hacer, casi al mismo tiempo, cine, teatro, pintura y narrativa con el mismo fervor con que "construían" el cuerpo de sus influencias... Un texto más cerca de la crítica literaria que de la descripción cuasi circunstancial...

Un abrazo de felicitación, Magda.

Marga Iriarte dijo...

Es deslumbrante la vision del erotismo, en esa carta que publicas. Tiene profundidad y está en as antípodas de los topicazos que intentan definilo.

Anónimo dijo...

Nada mejor que las efervescencias. Qué bueno es cuando viene un grupo a hacer de nuevo, porque lo pasado está mal. Así no sea cierto. Estos fenómenos de ruptura siempre me ha gustado, porque es como si aquellos que están en el presente viajarán mucho más hacia el pasado para poder desarmar a los maestros inmediatamente anteriores. Estas especulacinoes del tiempo y de las influencias me encantan. Son un pequeño delirio.
Por otro lado: ¡hay tanto que desconozco de México!

un abrazo,

Magda Díaz Morales dijo...

Muchas gracias a cada uno de ustedes por sus comentarios.

Un abrazo

Magda Díaz Morales dijo...

Porfirio, muchas gracias.

En mi libro sobre la obra de García Ponce hay un poco más sobre el tema. No continue aqui con él, porque la lectura es sobre las cartas de Paz a Segovia. Pero prometo hablar en otra ocasión más ampliamente al respecto.

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