Andrea Camilleri, El perro de terracota. Trad. María Antonia Menini Pagès, (Barcelona: Salamandra, 2003).
El día estaba como esos días en que de pronto sale el sol y al rato ya está lloviendo y después sopla el viento para volver a salir el sol. Al comisario Salvo Montalbano estos días de cambios metereológicos le afectaban, circunstancia heredada de su madre quien poseía un carácter enfermizo "y a menudo se encerraba en el dormitorio a oscuras por lo mucho que le dolía la cabeza y entonces no se podía hacer ruido en casa y todo mundo tenía que caminar de puntillas. En cambio, su padre disfrutaba siempre de la misma salud y pensaba siempre exactamente lo mismo, tanto con lluvia como con sol".
Este cambiante día, Montalbano está cómodamente leyendo una novela negra en su casa cuando su amigo desde la infancia, Gegé Gullotta, le llama para citarlo en la playita de Puntasecca, justo en las afueras de Vigáta, un pueblo costero de Sicilia, donde vive el comisario, un lugar que conocían desde niños. Gullotta, era organizador de un burdel al aire libre conocido con el nombre de "el aprisco" y para que lo dejaran trabajar en paz pagaba una cuota a Tano el griego, un capo de la mafia, prófugo de la justicia por asesino múltiple, entre ellos el de su propio hermano. Al llegar a la cita, Gullota, temblando de miedo, le dice a Montalbano que Tano el griego quiere verlo y no sabe para qué, lo que si sabe es que le señaló que Montalbano tiene que ir solo al encuentro y no decirle a nadie.
"El comisario pasó una noche digna de contarse al médico". Acude a la cita en una casa que parece abandonada. En ella nos enteramos qué cosa quería y, además, le pide el maleante a Montalbano. Entre este asunto, un robo a un supermercado, la muerte de un militante de izquierda, y el encuentro con periodistas para narrar los hechos ocurridos con Gaetano Bennici, llamado Tano el griego, el comisario estaba demasiado nervioso, no era muy diestro en estar ante las telecámaras. Además, tenía que ir por este motivo a la peluquería y eso si lo detestaba, pero un comisario no puede presentarse ante la opinión pública en fachas.
La rueda de prensa "resultó ser para Montalbano, tal como por otra parte él ya esperaba, una prolongada y dolorosa vergüenza". Pero algo inesperado sucede, una confesión muy importante lo lleva a un rocoso fortín llamado u crasticeddru, el corderito castrado. Ahí, junto con sus hombres, busca una cueva y lo que encuentra es sorprendente. La noticia trascendió de inmediato, Montalbano "en calzoncillos, con una botella grande de cerveza en la mano", la disfrutó desde su casa. Pero algo lo inquieta al ver la grabación, así que regresa a la cueva y... Toda una investigación, con sus descubrimientos e interpretaciones se presenta ante el astuto comisario. Y aquí conocemos por primera vez a ese perro de terracota y junto a Montalbano, nos quedamos hipnotizados ante la escena...
Lo que viene después es el ir detectando los crímenes (en especial, el hallazgo en la cueva de dos amantes abrazados que fueron asesinados durante la segunda guerra mundial) y reconstruyendo los hechos, donde la memoria de los viejos es de suma importancia y hace que todo vuelva violentamente al presente. Esta tarea es muy interesante al conformar la trama de la novela. El comisario Salvo Montalbano es ocurrente, simpático, honesto, en ocasiones irónico y hasta un poco grosero, gustoso de la comida (y más de la que hace Adelina, su asistenta en casa), muy observador, buen lector, inteligente, con instinto cazador, vive solo, tiene una novia, Livia, y con una intuición excelente para ir hilando cabos sueltos en sus investigaciones, como buen detective. Todo esto no basta para que lo hieran y llegue al hospital, sienta tristeza y, mientras reflexiona, pasa horas mirando al mar que tiene frente a su casa y realizando paseos de meditación caminando hasta el final del muelle.
Uno de los pasajes que me gustó especialmente, es toda una conferencia sobre los códigos que es primordial para lo que vendrá después: Montalbano llega a la tétrica casa de Alcide Maraventano, un anciano sacerdote muy culto, inteligente, cadavérico, con un singular estilo de vida, que toma leche en biberón y que recién había publicado un libro titulado Ritos funerarios en el territorio de Montelusa y que, además, era un actor consumado... El comisario necesita consultarle algunas cosas y para ello le pide por favor que mire una fotografía. Maraventano observa la imagen, y el diálogo que se presenta es el siguiente:
El día estaba como esos días en que de pronto sale el sol y al rato ya está lloviendo y después sopla el viento para volver a salir el sol. Al comisario Salvo Montalbano estos días de cambios metereológicos le afectaban, circunstancia heredada de su madre quien poseía un carácter enfermizo "y a menudo se encerraba en el dormitorio a oscuras por lo mucho que le dolía la cabeza y entonces no se podía hacer ruido en casa y todo mundo tenía que caminar de puntillas. En cambio, su padre disfrutaba siempre de la misma salud y pensaba siempre exactamente lo mismo, tanto con lluvia como con sol".
Este cambiante día, Montalbano está cómodamente leyendo una novela negra en su casa cuando su amigo desde la infancia, Gegé Gullotta, le llama para citarlo en la playita de Puntasecca, justo en las afueras de Vigáta, un pueblo costero de Sicilia, donde vive el comisario, un lugar que conocían desde niños. Gullotta, era organizador de un burdel al aire libre conocido con el nombre de "el aprisco" y para que lo dejaran trabajar en paz pagaba una cuota a Tano el griego, un capo de la mafia, prófugo de la justicia por asesino múltiple, entre ellos el de su propio hermano. Al llegar a la cita, Gullota, temblando de miedo, le dice a Montalbano que Tano el griego quiere verlo y no sabe para qué, lo que si sabe es que le señaló que Montalbano tiene que ir solo al encuentro y no decirle a nadie.
"El comisario pasó una noche digna de contarse al médico". Acude a la cita en una casa que parece abandonada. En ella nos enteramos qué cosa quería y, además, le pide el maleante a Montalbano. Entre este asunto, un robo a un supermercado, la muerte de un militante de izquierda, y el encuentro con periodistas para narrar los hechos ocurridos con Gaetano Bennici, llamado Tano el griego, el comisario estaba demasiado nervioso, no era muy diestro en estar ante las telecámaras. Además, tenía que ir por este motivo a la peluquería y eso si lo detestaba, pero un comisario no puede presentarse ante la opinión pública en fachas.
La rueda de prensa "resultó ser para Montalbano, tal como por otra parte él ya esperaba, una prolongada y dolorosa vergüenza". Pero algo inesperado sucede, una confesión muy importante lo lleva a un rocoso fortín llamado u crasticeddru, el corderito castrado. Ahí, junto con sus hombres, busca una cueva y lo que encuentra es sorprendente. La noticia trascendió de inmediato, Montalbano "en calzoncillos, con una botella grande de cerveza en la mano", la disfrutó desde su casa. Pero algo lo inquieta al ver la grabación, así que regresa a la cueva y... Toda una investigación, con sus descubrimientos e interpretaciones se presenta ante el astuto comisario. Y aquí conocemos por primera vez a ese perro de terracota y junto a Montalbano, nos quedamos hipnotizados ante la escena...
Lo que viene después es el ir detectando los crímenes (en especial, el hallazgo en la cueva de dos amantes abrazados que fueron asesinados durante la segunda guerra mundial) y reconstruyendo los hechos, donde la memoria de los viejos es de suma importancia y hace que todo vuelva violentamente al presente. Esta tarea es muy interesante al conformar la trama de la novela. El comisario Salvo Montalbano es ocurrente, simpático, honesto, en ocasiones irónico y hasta un poco grosero, gustoso de la comida (y más de la que hace Adelina, su asistenta en casa), muy observador, buen lector, inteligente, con instinto cazador, vive solo, tiene una novia, Livia, y con una intuición excelente para ir hilando cabos sueltos en sus investigaciones, como buen detective. Todo esto no basta para que lo hieran y llegue al hospital, sienta tristeza y, mientras reflexiona, pasa horas mirando al mar que tiene frente a su casa y realizando paseos de meditación caminando hasta el final del muelle.
Uno de los pasajes que me gustó especialmente, es toda una conferencia sobre los códigos que es primordial para lo que vendrá después: Montalbano llega a la tétrica casa de Alcide Maraventano, un anciano sacerdote muy culto, inteligente, cadavérico, con un singular estilo de vida, que toma leche en biberón y que recién había publicado un libro titulado Ritos funerarios en el territorio de Montelusa y que, además, era un actor consumado... El comisario necesita consultarle algunas cosas y para ello le pide por favor que mire una fotografía. Maraventano observa la imagen, y el diálogo que se presenta es el siguiente:
-¿Usted ha leído a Umberto Eco?
Montalbano empezó a sudar.
"Dios mío, ahora me va a hacer un examen de literatura", pensó, consiguiendo contestar:
-He leído su primera novela y los dos diarios mínimos que me parecen...
-No, yo las novelas no las conozco. Me refería al Tratado de semiótica general, algunas de cuyas citas nos podrían ser útiles.
-Lo siento, pero no lo he leído.
-¿Tampoco ha leído Semeiotiké de Kristeva?
-No, y tampoco tengo ganas de leerlo -Contestó Montalbano, que ya estaba empezando a hartarse y sospechaba que el viejo le estaba tomando el pelo.
-Que le vamos hacer -dijo Alcide Maraventano en tono resignado-. En tal caso, le voy a poner un ejemplo muy sencillito.
-Lo cual quiere decir a mi nivel -dijo Montalbano hablando consigo mismo.
-Bueno, si usted, que es comisario, encuentra un muerto por arma de fuego con una piedra en la boca ¿qué piensa?
-Mire, dijo Montalbano, dispuesto a tomarse la revancha-, esto ya es muy antiguo, ahora matan sin dar explicaciones.
-Ah. Por eso para usted la piedra en la boca constituye una explicación.
-Claro.
-¿Y qué quiere decir?
-Quiere decir que el muerto había hablado demasiado, que dijo cosas que no tenía que decir y había actuado de espía.
-Exacto. Por consiguiente, usted ha comprendido la explicación porque estaba en posesión del código del lenguaje, en aquél caso metafórico. Pero, si usted hubiera ignorado el código ¿qué hubiera pasado? Nada. Para usted habría sido un pobre muerto asesinado al que in-ex-pli-ca-ble-men-te habían introducido una piedra en la boca.
-Empiezo a comprender.
-Y ahora, volviendo a nuestro tema...
El hallar el por qué del perro de Terracota (que está en el título: marcador de lectura, elemento funcional de la significación), es un acontecimiento insólito. Hasta el comisario se pone amarillo y "abría y cerraba la boca como si le faltara el aire"...
La novela de Camilleri mantiene todo el tiempo el suspenso, logra que estemos atentos a la intriga, a lo que va a suceder. Salvo Montalbano es todo un detective, aunque no ha logrado desplazar a Kurt Wallander, el personaje creado por Henning Mankell.
Lo que no me gustó, fue la traducción.
La novela de Camilleri mantiene todo el tiempo el suspenso, logra que estemos atentos a la intriga, a lo que va a suceder. Salvo Montalbano es todo un detective, aunque no ha logrado desplazar a Kurt Wallander, el personaje creado por Henning Mankell.
Lo que no me gustó, fue la traducción.
10 comments:
Discrepo, querida Marga: Montalbano es un personaje mucho mejor construido que Wallander. Aunque sólo sea por ese retorcido sentido del humor, del que Wallander carece por completo.
Abrazos.
Lo que comentas de la traducción, Magda, me ha sucedido con algún otro libro de Camilleri. No sé, quizás el éxito editorial acelera las traducciones.
Tengo que reconocer que Camilleri es un autor que no había frecuentado. He ido triando autores italianos. Camilleri es un maestro es fusionar lo cotidiano y el suspense. Hacer fácil lo complicado, creo que le cuadra muy bien esa máxima. Me gusta, sí. Y agradezco a Marta Nómada sus recomendaciones.
Abrazos.
Qué bueno poder comentar por fin algo que sí he leído... Fantástico, como casi todo lo de Camilleri.
Un abrazo
* Noemí, sí, discrepamos totalmente, a mi me parece mucho mejor construido Wallander y en general la obra de Mankell, aunque Camilleri me gusta :)
* Que bueno que comentas sobre esto de la traducción, Luisa. Creo que es una traducción demasiado localista, no está realizada en un castellano digamos universal, no se si el término esté bien expresado. Quisiera poder leerlo en italiano. Pero sí, a la traducción le falta algo, no es muy buena. Voy a leer La paciencia de la araña, a ver si sucede lo mismo.
Veo que te gusta este autor, Alfredo. Creo que en España es donde está teniendo mejor recepción fuera de Italia, y no se si me equivoque pero esto se debe a que hace referencia a Montalban, de donde supuestamente Camilleri tomó el nombre para su detective. Por otra parte, también creo que su obra está más cercana al mundo hispanoamericano que otros escritores de novela negra, y esto hace que tenga mejor recepción en el mundo de habla castellana. Está teniendo mucho éxito.
Me ha llamado la atención, que el narrador nos cuente que a un personaje muy culto le gusta la semiótica porque como hemos comentado en clase, todo investigador, sea detective o no, le es de gran ayuda lo que la ciencia de los signos ofrece :D
Hace años que Camilleri es indispensable en casa.
El Perro de terracota es punzante, brillante e impecable, como todo Camilleri.
Esta semana se presenta una nueva novela de Camilleri en España.
Todo un lujo para los que amamos su sagacidad literaria.
* Eso iba a comentar, Fernanda, lo de la semiótica. Esto me agradó especialmente.
* Se ve que también te gusta, Marta, a mi también me gustó, lo he leido y lo leeré más, pero insisto, en la traducción se usa palabras muy localistas y esto, en mi opinión, pierde algo. Pero bueno, eso nada tiene que ver con el escritor, sino con el traductor. Es mi lectura, creo que al no ser española percibo esos localismos españoles en abundancia.
Me alegra que Camilleri tenga éxito, creo que lo merece. Para mí tiene las virtudes de los grandes de la novela policiaca, y además un talento especial para retratar costumbres, lugares, ambientes(y para crear personajes, claro). Es uno de mis favoritos, y lo prefiero a Mankell, pero todo es personal.
saludos
Si, en España veo que tiene popularidad este escritor, además de en Italia, por supuesto. En lo personal me gusta más Mankell y Simenon como escritores, además de que sus traducciones son diferentes. Pero Camilleri, también me agrada :)
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