5 de noviembre de 2008

Tren nocturno: Martin Amis

Martin Amis, Tren nocturno 4° ed., Trad. Jesús Zulaika (Barcelona: Anagrama, 2005)

La detective Mike Hoolihan, se dispone a narrar el relato del peor caso que le ha tocado resolver en toda su carrera. A partir de los diez años Hoolihan es educada por el Estado, no sabe dónde están sus padres, pero recuerda muy bien que su padre abusaba de ella cuando era niña:

La cosa empezó cuando tenía siete años, y acabó a los diez. Tomé una determinación: cuando cumpliera diez años ya no me iba a suceder nada más. Y para asegurarme de que así fuera me dejé crecer las uñas de la mano derecha. Y me las afilé, además; y me las endurecí con vinagre. Crecidas, afiladas, endurecidas: tal era mi determinación. A la mañana siguiente de mi décimo cumpleaños, mi padre vino a mi cuarto. Y casi le arranqué la puta cara de cuajo. Eso es lo que hice. Me quedé casi con su jodida cara en la mano, como si fuera una máscara de Halloween (…) Y entonces se despertó mi madre. Los Hoolihan nunca habíamos sido un modelo de familia. Y a mediodía de aquel mismo día dejamos de existir como familia.
Mike Hoolihan mide uno setenta y ocho y pesa ochenta y un kilos. Después de terminar sus estudios ingresa a la policía, trabaja en el CID (Criminal investigation department) en Confiscación de Activos, pero antes trabajó ocho años en Homicidios, investigando muertes violentas.

El caso que nos va a contar la narradora-personaje inicia el 4 de marzo, con la llamada a su departamento de su colega Johnny Mac, a las 8 y cuarto. La detective recuerda bien la hora porque se acababa de despertar “de una cabezada el tren nocturno, que pasaba temprano como todos los domingos. El tren nocturno que hace temblar el suelo de mi apartamento. Y permite que no me suban el alquiler”. Mac, le pide por favor le haga una “nota”: notificar la muerte de Jennifer Rockwell, que se acababa de suicidar, a su padre, el coronel Tom, y a su esposa, Miriam. La detective conocía a la joven desde los ocho años, así que la noticia le impacta. Jennifer Rockwell, de veintiocho años, era astrofísica, “extraordinariamente brillante, deslumbrantemente bella, su padre y hermanos eran policías y desde hacía ocho años vivía “con un tipo tan brillante y atractivo como ella: Trader Faulkner”. El profesor de filosofía de la ciencia en la universidad.

Al llegar al lugar de los hechos Hoolihan entra a la habitación de Jennifer Rockwell, la ve muerta en la silla de su cuarto y semidesnuda. De ahí, se dirige a dar la noticia a sus padres. El padre de la joven no cree que su hija se haya suicidado puesto que para él, y para quien la trató, era una mujer feliz. Así que encarga el caso a la detective Hoolihan, ésta le debía mucho al coronel Tom, no solo la había salvado del alcoholismo, la había valorado como persona y como profesional. Pero, además, estimaba mucho a la hija de su jefe. Las dos mujeres eran muy diferentes entre sí, pero entre ellas existía conocimiento. La persona que más conocía a Jennifer, era Mike.

Inicia sus investigaciones y va sacando conclusiones: hace y deshace conjeturas, mira una y otra vez los videos de la autopsia, entrevista a las personas que estuvieron de una u otra manera en la vida de Jennifer, etc. Y nada, no hay móvil para el crimen, no llega a saber porque la joven se da supuestamente tres tiros en la cabeza. ¿Cómo pudo darse tres tiros? Jennifer lo tuvo siempre todo y ella no tuvo nada, ella era más propensa al suicidio que Jennifer si miraba su vida de soledad, hambre, dificultades, de ex-alcohólica, con un hígado que no soportaba ya ni una copa más porque le esperaría solo la muerte, y tomarla sería un suicidio.

En la novela hay dos protagonistas, Jennifer y Mike, dos mujeres que son como los lados de un espejo: el real y el reflejado. En determinado punto de la narración me pregunté si Jennifer era una construcción de la detective, lo que a ella le hubiera gustado ser: hija del jefe, tener un padre que la amara, una familia, ser bella, exitosa en el trabajo, vivir con un hombre como Trader, diferente a Tobe, su pareja. Ser una mujer que no hubiera sido alcohólica, Jennifer rechazaba todo lo que fuera drogas, lo que más llegaba a tomar era medio vaso de vino blanco. También le hubiera gustado tener nombre femenino, no masculino.

La novela se presta a muchas interpretaciones. Paralelamente a esta tragedia del suicidio de Jennifer, Mike nos va contando de varios casos terribles que durante su estancia en la policía ha tenido que resolver. De todos ellos ha sabido los cómos y los porqués. En el caso de Jennifer no conocemos abiertamente qué sucedió, solo da pistas, al igual que hizo Jennifer con su muerte. Esto es lo que me parece interesante en la novela: deja al lector el seguir estas pistas y dar con la solución del enigma: ¿es suicidio? ¿crímen? ¿Mike, se suicida? ¿existe realmente Jennifer?

15 comments:

39escalones dijo...

Fenomenal. Pocas veces puedo comentar algo aquí que haya leído, pero vuelvo a acertar. Es fantástico.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

La cosa pinta bien... habrá que echar un vistazo!

Saludos

Anónimo dijo...

Una mujer detective con nombre de hombre, esto es singular. La novela parece muy buena, la novela policiaca tiene patrones que la hacen atractiva y màs cuando la escribe un buen escritor.

Eso de que deja al lector pistas para descubrir el homicidio o el suicidio, parece que nos invita a estar dentro de la novela tambièn como detectives. Muy interesante.

Orlando

Anónimo dijo...

Un caso que queda sin solucionar... tal vez porque el suicida en última instancia siempre se lleva el secreto de por qué se suicidó. Las razones nunca agotan el caso, y así hay que concluir que quien se suicida lo hace porque es quien es, y le afecta la realidad de una determinada manera. Pero no podemos evitar buscar explicaciones y causas, y menos cuando toca cerca.

JoseAngel dijo...

OOps, ese Alvaro era yo, Magda, que Google me hace muchas veces esta pasada, o me la hago yo mismo... un abrazo.

Raúl dijo...

Si la literatura es la Afición, la novela policiaca es mi capricho. Me encanta.

Sergio Astorga dijo...

Magda:
Andan diciendo en los cielos
y también en los infiernos
que tienes calaverita
como entrada en los Antojos.

Puedes pasar cuando quieras
que tradiciones como esta
te alivianan tus enojos
antes que llegue la siesta.
Sergio Astorga

Horacio dijo...

Amo leer criticas de libros antes de leerlos, lamentablemente la mayoría cometen (lo que para mi es) un error muy grave, el de contarte parte del libro...

Siempre que escribo una crítica trato de contar solo el argumento a muy grandes rasgos... si no, siento que no es una crítica, sino el resumen del libro...

Pero es solo mi forma de verlo...

Un saludete

Anónimo dijo...

La novela parece muy buena, la novela policiaca tiene patrones que la hacen atractiva y màs cuando la escribe un buen escritor

Elena Casero dijo...

Teniendo en cuenta que Martin Amis me parece muy bueno, después de leer tu crítica, aún me decide más a comprarlo.

Gracias, Magda

Anónimo dijo...

Parece que hay que ponerlo en la lista.

¡gracias!

Portobello dijo...

Ayy, Amis me gusta demasiado. Leí esta novela en Londres hace 11 años, y quedé fascinada por esa turbiedad literaria. Luego seguí leyendo más Amis, pero entonces no tenía el gusanillo, por eso es maravilloso volver a encontrarlos aquí.

Anónimo dijo...

Hola, Magda.

Había leído "Dinero" de Amis hace un montón de años, y desde entonces, por unas cosas o por otras, no le había vuelto a hincar el diente (sí he seguido las entrevistas, los cotilleos, los alrededores, que son muy jugosos).

Pero me lo has puesto de lo más apetecible este "Tren nocturno". De modo que... ya te contaré.

Gracias, un saludo cordial

Magda Díaz Morales dijo...

Hola Jesús,

Desde hace dos o tres dias quiero entrar a tu blog y no es posible, igual sucede con "Puerto libre". En cambio en el de Juan Cruz y José Andrés Rojo, no hay problema.

Quien sabe a qué se debe.

Muchos saludos.

Magda Díaz Morales dijo...

Muchas gracias a todos por su visita y comentarios.

Un abrazo para ustedes.

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