Enrique Serna, El miedo a los animales (México: Punto de lectura, 2008)
El desaliento se alimenta al terminar de leer esta novela de uno de los mejores escritores mexicanos en la actualidad, Enrique Serna. Fue publicada por primera vez en 1995 por Mortiz y ahora la publica Punto de lectura. El desencanto proviene de lo sabido, conocido, vivido en el medio literario y cultural, una biósfera que el narrador caricaturiza al recorrer su historia. La obra retrata esa corrupción a nivel político que visita también al medio cultural y, particularmente, al literario. El humor (característico en la obra de Enrique Serna) y la ironía en la novela, son un halo brillante que ilumina la atmósfera de la narración en tercera persona.
El desaliento se alimenta al terminar de leer esta novela de uno de los mejores escritores mexicanos en la actualidad, Enrique Serna. Fue publicada por primera vez en 1995 por Mortiz y ahora la publica Punto de lectura. El desencanto proviene de lo sabido, conocido, vivido en el medio literario y cultural, una biósfera que el narrador caricaturiza al recorrer su historia. La obra retrata esa corrupción a nivel político que visita también al medio cultural y, particularmente, al literario. El humor (característico en la obra de Enrique Serna) y la ironía en la novela, son un halo brillante que ilumina la atmósfera de la narración en tercera persona.
Víctima de una ambición impura, como el protagonista de Ilusiones perdidas, tituló su novela Sueños decapitados y le puso como epígrafe una cita de Balzac: No hay gran diferencia entre el mundo político y el mundo literario. En ambos mundos sólo encontrarás dos clases de hombres: los corruptos y los corrompidos.
El protagonista es Evaristo Reyes, una persona que de niño "se orinaba en la cama porque le tenía miedo a Dios", periodista honesto que traiciona sus ideales y se convierte en un policía judicial con "la idea de narrar sus experiencias en un reportaje". Cae a las órdenes de un comandante de la policía sumamente corrupto, Jesús Maytorena. Maytorena es capaz de todo con tal de conseguir lo que desea y mantener su puesto. Prepotente, grosero, vulgar, torturador, narco-policía que, también, regala cocaína a sus subordinados y "tiene parrandas de quince días en la zona roja de Acapulco hasta que su esposa va por él en una ambulancia". Todos sus actos son semejantes, y peores:
A principios de los setenta, (Maytorena), acompañado por tres de sus hombres, todos cubiertos por pasamontañas, había robado un banco en avenida Constituyentes. Media hora después, con el botín escondido en la cajuela de su coche, había regresado al lugar de los hechos, para iniciar la investigación del asalto, que atribuyó a la Liga 23 de septiembre. Como protector de narcotraficantes había tenido encuentros armados con la Federal de seguridad, y hasta con el mismísimo ejército, pero siempre salía ileso porque, según el Chamula, tenía un amuleto en forma de iguana que lo inmunizaba contra las balas.
Pues semejante servidor del pueblo le ordena a Evaristo Reyes investigar a Roberto Lima, un periodista cultural del diario El matutino que en uno de sus artículos insulta a Jiménez del Solar, el presidente de la República que, se sabe después, "había dejado el país en la ruina". Evaristo Reyes tuvo sueños literarios, le gusta mucho leer y tiene deseos de escribir un libro donde destape toda esta corrupción de la que es testigo y participa (es secretario de Maytorena). Por estas características le apodan "el intelectual". Cuando recibe la orden de investigar a Roberto Lima lo piensa detenidamente, sabe que van a matarlo porque es un escritor y periodista que se atreve a decir la verdad, por ello para Reyes no merece morir. Admira todo ese ámbito literario en el que no pudo triunfar y que por las presiones económicas de su esposa, Gladys, tuvo que abandonar y dedicarse a obtener dinero. En el ambiente literario era muy difícil obtener un sueldo que diera para vivir con lujos, al menos que se tuviera amigos, contactos con poder que le hicieran ganar premios, becas, publicaciones, aunque escribiera mal o con mediocridad, eso era lo de menos, lo importante era tener "palancas". Así que, por conciencia, decide poner sobre aviso a Roberto Lima.
Investiga en El matutino su dirección, y lo va a visitar. En este encuentro en el departamento de Lima, Evaristo Reyes le advierte lo que está sucediendo, le dice que se cuide porque Maytorena lo puede matar. Platican de algunas cosas y al despedirse le deja su mágnum por si necesita defenderse. Al salir, choca en la escalera con un sujeto que lleva gabardina y fuma puro.
Pero sucede que asesinan a Lima a los pocos minutos que Evaristo sale de su departamento en la calle Galeana de la colonia Peñón de los baños. Obviamente que "el intelectual" intuye que fue el hombre de gabardina que fumaba puro, con el que se topó en la escalera del edificio sin ponerle mucha atención. La identidad del asesino jamás se presiente, es inimaginable creer que sea quien se nos descubre al final y el móvil que lo llevó a realizar su crimen. De inicio, Maytorena cree que fue Evaristo, pero éste lo niega rotundamente y promete investigar quien lo mató. De aquí se desprende una serie de acontecimientos que conforman la médula de la novela. Evaristo empieza sus investigaciones y descubre muchas cosas. Por ejemplo, que la amante de un director puede "ganar" una plaza y aplastar sin escrúpulos a quien la merece por tener el perfil y veinte años de trabajar en una institución o, también, que corrieron a Roberto Lima por corregir a su jefa, Perla Tinoco, "una cerda que se emperraba en escribir exuberancia con hache intermedia. Una vez la corregí con el diccionario en la mano y se puso furiosa. Que me vas a enseñar tú, me gritó, si eres un pinche naco y yo estoy doctorada en el Colegio de México". "Admiro a Perla Tinoco", comenta uno de los personajes a Evaristo, originándose el siguiente memorable diálogo:
Investiga en El matutino su dirección, y lo va a visitar. En este encuentro en el departamento de Lima, Evaristo Reyes le advierte lo que está sucediendo, le dice que se cuide porque Maytorena lo puede matar. Platican de algunas cosas y al despedirse le deja su mágnum por si necesita defenderse. Al salir, choca en la escalera con un sujeto que lleva gabardina y fuma puro.
Pero sucede que asesinan a Lima a los pocos minutos que Evaristo sale de su departamento en la calle Galeana de la colonia Peñón de los baños. Obviamente que "el intelectual" intuye que fue el hombre de gabardina que fumaba puro, con el que se topó en la escalera del edificio sin ponerle mucha atención. La identidad del asesino jamás se presiente, es inimaginable creer que sea quien se nos descubre al final y el móvil que lo llevó a realizar su crimen. De inicio, Maytorena cree que fue Evaristo, pero éste lo niega rotundamente y promete investigar quien lo mató. De aquí se desprende una serie de acontecimientos que conforman la médula de la novela. Evaristo empieza sus investigaciones y descubre muchas cosas. Por ejemplo, que la amante de un director puede "ganar" una plaza y aplastar sin escrúpulos a quien la merece por tener el perfil y veinte años de trabajar en una institución o, también, que corrieron a Roberto Lima por corregir a su jefa, Perla Tinoco, "una cerda que se emperraba en escribir exuberancia con hache intermedia. Una vez la corregí con el diccionario en la mano y se puso furiosa. Que me vas a enseñar tú, me gritó, si eres un pinche naco y yo estoy doctorada en el Colegio de México". "Admiro a Perla Tinoco", comenta uno de los personajes a Evaristo, originándose el siguiente memorable diálogo:
Porque siendo la poetisa más cursi, ramplona y analfabeta de México, ha reptado con una habilidad increíble para llegar al lugar donde está.
-Pero hace un rato, en la presentación de su libro, dijiste que era una maravilla -observó Evaristo.
-Y qué querías que dijera, si Miss Piggy es la virreina del Conafoc. Todo pasa por su oficina: ella reparte becas, premios, ediciones, viajes al extranjero, y tiene muy mala leche cuando se siente ofendida. Cuidado con estar en su lista negra, porque ya te chingaste para todo el sexenio. Por eso, si ella cree que es la reencarnación de Sor Juana con unos cuantos kilos de más, ¿qué me cuesta darle por su lado?
-Pues yo me la tragué toda -mintió Evaristo-. Creí de verdad era una chingona.
-Porque no sabes cómo se hace la crítica en México -intervino Nieto aleccionador-
-Lo que se dice en público no cuenta. Son puras fórmulas de cortesía. En charlas de café o en reuniones de amigos es donde nos tiramos la neta, siempre y cuando el criticado esté ausente.
Esto es lo que el Robert nunca entendió. Quería decir la verdad en los periódicos o gritársela a la cara a los escritores y la gente del medio lo alucinaba.
-Pobre cabrón -continuó- Se amargó la vida por necio. Cuantas veces no le dije: Robert, agarra la onda, qué ganas de partir madres a diestra y siniestra. Aprovéchate de los pendejos en vez de pelearte con ellos.
Pero él se tomaba a lo trágico nuestro mundito literario, que es para morirse de risa. Era un personaje de Tolstoi, obsesionado con la verdad y la rectitud, metido en una novela picaresca llena de estafadores, charlatanes, lambiscones y putas.
Actores y actantes espectaculares deambulan por El miedo a los animales: Fabiola, que se acostaba con Perla Tinoco para que le publicara su pésimo libro de poemas o el tal Osiris Cantú de la Garza, el narcopoeta, un escritor del montón con mucho dinero gracias a que, "aparte de traficar con drogas, trabaja de aviador en el Instituto". Cuando Evaristo se presenta en su casa y lo lleva preso, le dice Osiris: "-¿Qué es lo que quiere? Yo no me meto con nadie. Soy gente de paz. ¿Te refieres a Octavio? Pues conmigo no valen esas palancas. Jálale para adentro". Otro digno de mencionar es Claudio Vilchis, el segundo de a bordo en el Fondo de Estímulo a la Lectura, "las ratas como él no matan de frente: matan desde lejos con la firma de un memorándum". Este funcionario cultural despide de su trabajo al ahora asesinado Roberto Lima porque "le había pegado con tubo en una reseña. Con sus ínfulas de consagrado no pudo soportar que alguien le pusiera en su sitio". Cuando Evaristo, dentro de sus averiguaciones, le pregunta a Rubén Estrella, del Instituto de Artes y Letras, "¿y de verdad es un consagrado?", la respuesta es:
Las averiguaciones de Evaristo continúan, muchas cosas semejantes a las mencionadas va descubriendo. Los que no eran pero parecían intelectuales regían los medios culturales más importantes escalando hasta esos lugares gracias a artimañas, apariencias, intrigas, simulacros, muchas envidias, amistades con poder, etc. Todo un círculo vicioso irrompible gracias a lo mismo.
La investigación del asesinato se complica, el procurador exigía a Maytorena encontrar al asesino de Roberto Lima ya que los intelectuales presionaban mucho en los medios para que se le capturara. Al presidente de la República, además, no le convenía los escándalos y había que hallar a un culpable a como diera lugar. Así que Evaristo es acusado por la muerte de Lima y entra a la cárcel, aquí escribe su novela que titula Sueños decapitados. Pero un día de visita en el penal llega a verlo el verdadero asesino. De lo que se entera, sucede y hace, da para otra novela...
En su mafiecita, sí. Fuera de ella nadie lo pela. Es el típico literato exquisito, de ceja muy alzada, que se considera clásico en vida, cuida su prosa hasta el engolamiento y solo escribe sobre autores desconocidos en México, para deslumbrar al vulgo. En sus ensayos jamás podrás encontrar una idea propia, aunque la busques con lupa.Uno de los personajes que más destaca, es Palmira Jackson. Una mujer de izquierda que en sus discursos siempre apoya a los pobres y desprotegidos hasta las lágrimas, que ayuda generosamente sin esperar nada a cambio. Pero eso sí, con una casa muy lujosa en las Lomas, ropa de lo más fino, secretaria para que lleve su agenda siempre llena, que hace lo siguiente, en privado, por supuesto. Están en la casa de Palmira Jackson, en la conversación se está organizando un acto de apoyo social donde estarán autoridades del gobierno, la televisión, los periodistas, etc, será todo un suceso:
-Pero si es tan chafa, ¿cómo ha llegado hasta donde está?
-Por sus amistades. Los políticos no saben quién es quién en el mundo de la cultura y se dejan guiar por las apariencias. Siempre se le cuelga del brazo a las figuras internacionales cuando vienen de visita a México. Sin el resplandor ajeno sencillamente no existe. Tenemos varias (fotografías) donde aparece con Harold Pinter, con Gabo, conVaclav Havel, estirando el cuello para salir en la foto. Esto te dará una idea de quien es.
La idea es reunir a un grupo de escritores, intelectuales y artistas de reconocido prestigio, comprometidos con las causas populares, que formen un mosaico representativo de la sociedad civil. En total son ocho y tendrán intervenciones de 15 minutos, para no cansar a la gente.De pronto, un reportero se aproxima a entrevistar al hijo de Palmira antes de que salga al club de tenis: "Supe que vas a distribuir en estados Unidos el video del Ejército zapatista. -Sí, mi jefa me conectó con los productores. Mañana salgo a Los ángeles para ver al distribuidor que lo va a promover en televisión. -Ojalá tenga éxito. Hace falta difundir la lucha zapatista en el extranjero. ¿Tu crees que se venda mucho? -Eso espero, porque llevo un porcentaje de utilidades y con lo que gane me pienso comprar un Ferrari. Palmira se apresuró a intervenir: -No le haga caso. Ese dinero es para un albergue en la selva Lacandona. Guillermo tiene la manía de hacerse el chistoso delante de mis amigos. -Dices la verdad mami. Guillermo sonrió con picardía-. No tiene nada de malo que estemos haciendo un bisnes. -Cállate, imbécil. Ya saludste, ¿no? ¿Qué esperas para largarte al club?".
-¿Pero quienes son? insistió Palmira.
- Palmira lanzó un grito de cólera: -¿Rita Bolaños? ¡Pero de donde saca usted que esa mamaracha es una intelectual de prestigio!
-No se enoje doña Palmira, yo no hice la lista -se disculpó Valtierra-.
-¿Entonces le ponemos tache?
-Con doble cruz -le ordeno Palmira- ¿Quiénes más están en la lista?
¿De modo que Palmira, piensa Evaristo, también era un mounstruo de vanidad, una mamona obsesionada con las jerarquías? ¿Cómo creer en su calidad humana si tenía esos desplantes de vedette infatuada? ¿De verdad quería a los pobres, a los damnificados y a las víctimas de la represión política, o los había utilizado como trampolín hacia el estrellato?
Las averiguaciones de Evaristo continúan, muchas cosas semejantes a las mencionadas va descubriendo. Los que no eran pero parecían intelectuales regían los medios culturales más importantes escalando hasta esos lugares gracias a artimañas, apariencias, intrigas, simulacros, muchas envidias, amistades con poder, etc. Todo un círculo vicioso irrompible gracias a lo mismo.
La investigación del asesinato se complica, el procurador exigía a Maytorena encontrar al asesino de Roberto Lima ya que los intelectuales presionaban mucho en los medios para que se le capturara. Al presidente de la República, además, no le convenía los escándalos y había que hallar a un culpable a como diera lugar. Así que Evaristo es acusado por la muerte de Lima y entra a la cárcel, aquí escribe su novela que titula Sueños decapitados. Pero un día de visita en el penal llega a verlo el verdadero asesino. De lo que se entera, sucede y hace, da para otra novela...
14 comments:
Todo un retrato de la mafia cultural y literaria en México. Las envidias, las amistades que solo le publican a las amistades, grupos que se reúnen a golpear al otro que vale, el poder en unas cuantas manos gracias a porquerías. Un mundo que me parece es internacional y no solo mexicano. Poco o mucho pero en todas partes se da este fenómeno ¿cultural y literario? Creo que aquí la literatura es como los po0bres para el personaje llamado Palmira, un puro pretexto para alcanzar figurar.
Una excelente reseña.
Lo tengo en edición electrónica y no le había hecho mucho caso, pero después de leer tu reseña creo que le voy a dar prioridad.
Palimp, ojalá la leas, es una estupenda novela. Enrique Serna, como hemos platicado, es un gran escritor. Por cierto, parece que vive en Barcelona.
me interesó mucho debido a tu reseña, lo buscaré para leerlo, saludos
Pareciera un libro entretenido. Lleno de esas cosas tan obviamente ocultas del mundo literario, por ejemplo. De acuerdo con tu reseña, Serna, las hace emerger casi sin pudor, prometiéndonos una lectura fácil y gustosa. Inclusive, el título de la obra es atractivo.
Un saludo, Magda.
no escribe tan bien. la expresión es los setenta, y no "los setentas", se dice "la avenida Constituyentes", inmunizar es hacer inmune, preferentemente a enfermedades o males. Mejor es "invulnerable" a las balas.
Muchos saludos.
Anónimo, me gustaría que no lo fueras y dieras tu identidad, muy pocas veces publico comentarios anónimos. Los borro sin leerlos.
Respecto a los "setentas", es error mio, muchas gracias, por supuesto que es "los setenta".
Lo demás es cosa del narrador, seguro consultó a Enrique Serna y le dijo que le gustó más "avenida Constituyentes" e "inmunizar". Pero, en mi opinión, "inmunizar" está muy bien, pues la iguana protegía a Maytorena de los "males" que se le presentaban.
Y no, Serna no escribe mal, escribe muy bien. Ahora, también es cuestión de gustos, como siempre en lecturas literarias.
Igualmente, saludos.
Magda, estupenta aposilla, leí El seductor de la Patria y es un estupendo libro, sabrosamente narrado y con una investigación documental estupenda.Intentaré conseguirla.
Gracias.
Saludos.
Sergio Astorga
Sepa, Apostilla, que su blog recibirá ahora millones de visitas porque yo, una super estrella, la he agregado al blogroll. No es que lea mucho, de hecho sólo leo los periódicos y las instrucciones de mis aparatos, pero la quiero.
God Bless You.
Buen retrato del "mundillo literario oficial" no sólo de México, sino de otros países.
Magda, excelente reseña. Donde puedo encontrar sus libros? Vivo en República Dominicana...conoces algún sitio en internet donde lo pueda comprar?
Aquí se puede comprar el libro "El miedo a los animales":
El miedo a los animales
Te lo envían.
Gracias.
- Ojalá lo consigas, Argénida. Es facil de comprar, barato, y te gustará mucho.
¿No tiene Palmira Jackson un aire a lo Elena Poniatowska?
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