28 de febrero de 2009

Jorge Volpi: Mazatlán mentir

La decisión de conceder el "Premio Mazatlán de Literatura 2009" a Mentiras Contagiosas, de Jorge Volpi, violó el artículo 2 del reglamento que rige al galardón, ya que el libro se editó por primera vez en España y no en México como lo requiere el reglamento. El jurado lo integraron Mario Bellatín, Sergio Pitol y Juan Villoro.

Hoy, en el suplemento cultural Laberinto, Jorge Volpi publica el siguiente texto:

Son las once siete de la mañana —lo sé porque el secretario de acuerdos me trae un documento para firma, en un descuido vacío la taza encima y, al alzar la vista, reparo en las impertinentes manecillas del reloj en la pared de enfrente— cuando suena la chillante versión electrónica de la Marcha eslava de Chaikovski que hace un par de días descargué en mi celular. No reconozco el número: empieza con un misterioso 6 y eso, en mi profesión, resulta preocupante. Una gentil voz femenina me ordena: “Le llamamos de Mazatlán, esté usted listo a las doce treinta porque volveremos a llamarlo”, y cuelga sin más. Imagino lo peor. Mazatlán. Siento un escalofrío. Observo la foto de mi esposa —de acuerdo, ex esposa— y de mis tres hijas, y suspiro. ¿Qué hacer en un caso como éste? Desconozco si el manual de procedimientos señala algún protocolo, y me quedo paralizado. En esta profesión uno escucha tantas historias. Una llamada anónima. Y luego… No tiemblo —detesto el melodrama— pero el sudor empapa mi camisa. Me limito a esperar a que las manecillas del reloj —esa circunferencia de cifras y de angustia— desgasten los minutos. Podría decir que el curso de mi vida transcurre ante mí en un relámpago, como en las películas, pero no sería exacto: veo las orejas de Happy, el apático beagle que acompañó mi infancia; recuerdo la admonición constante de mi padre: “la verdad te hará libre”; recito los veinticinco primeros artículos del Código de Procedimientos Penales del Distrito Federal —¿por qué justo esos?—; lamento el día en que mis hijas me anunciaron a coro que se irían a vivir a Michigan con su madre; reniego de mi reciente ascenso y no logro borrar de mi vista el rostro malencarado del Tuercas mientras balbucea su declaración preliminar.

A las doce treinta en punto reaparece la Marcha eslava. Se me pone la carne de gallina. Mazatlán. Con esa fría puntualidad norteña. Contesto. La gentil voz femenina me dice que a continuación me hablará el director del Instituto. ¿Instituto? No entiendo nada. “Jorge Volpi”, asevera, más que preguntarme. “Sí”, contesto tímidamente. “¡Felicidades! —estalla entonces—, se ha hecho usted acreedor al Premio Mazatlán de Literatura”. Sigo sin entender, pero guardo silencio. ¿Qué clase de amenaza es esta? “¿De literatura?”, musito. “¿Sabe usted por qué lo ha ganado?”, me pregunta el director con voz flemática. Quizás allí radica lo oscuro. “No”, confieso. “Por su libro Mentiras contagiosas”. “Mentiras contagiosas”, repito. “Felicidades, hombre. Ya nos comunicaremos con usted para fijar los detalles, pero por lo pronto enhorabuena”, y cuelga.

Mazatlán. Libro. ¿Una broma? ¿Una sofisticada advertencia? ¿Alguien trata de decirme algo? Todo parece un sinsentido. Porque, si bien en la adolescencia llegué a acariciar la idea de convertirme en escritor, yo nunca he escrito un libro. Y menos uno que tenga el ominoso título de Mentiras contagiosas. La educación que me proporcionó mi padre, un orgulloso general del ejército, tenía una divisa fundamental entre las mil normas que debíamos poner en práctica cada día: “nunca mientas”. Mi hermana Rosalba y yo podíamos incumplir cualquier orden, menos esta: desafiarla equivalía a semanas de ostracismo familiar y a una culpa que era como una cama de clavos. Por años no me atreví a mentir, y menos a intentar esa apología de lo falso que es la escritura. A diferencia de otros niños, detestaba los cuentos infantiles y las películas de Disney porque no se apegaban a la sacrosanta realidad; para satisfacción paterna, prefería leer los periódicos, refugios contra el engaño y la manipulación (eso creía). De niño quería ser científico justo para poseer certezas indudables; luego, cuando mis profesores de física se empeñaron en arruinar esta expectativa, me decanté por la historia: soñaba con ser medievalista y dedicarme a desenterrar castillos y armaduras.
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¿Nadie sabía que se estaba violando el reglamento que rige al galardón?

17 comments:

Baakanit dijo...

Me parecen incoherentes esos tipos de reglamentos, si la novela merecía ganar, esos detallitos de dónde se editó no deberían importar, el autor sigue siendo Mexicano de todos modos.

El error que se ha cometido es una muestra de que el jurado no utiliza mucho Google.

Saludos

ángel dijo...

Es una promesa cumplida de nuestras letras. A pesar de la duda de la legitimidad de la concesión de ese, su undécimo premio, del secretario de acuerdos con el que ¿alarde de poder? abre su texto.

Magda Díaz Morales dijo...

Baakanit, estoy de acuerdo en que pueden parecernos incoherentes determinados tipos de reglamentos, pero si existen hay que respetarlos. No me parecen "detallitos", sino serias circunstancias que jamás debieron suceder. Si no se van a respetar los reglamentos, las reglas, las bases, etc. ¿cual es el objetivo?

No se trata de si la novela lo merecía o no, seguramente sí lo merecía al igual que otras novelas que participaron.
Se trata de ganar conforme debe de ser, sin necesidad de mentiras, trampas, o cualquier cosa que haya sucedido y que no fue la correcta.

Muchos saludos

Sergio Astorga dijo...

Magda, totalmente de acuerdo contigo, y es una pena por el jurado, sobre todo Pitol, cuando intentan hacer crecer a un escritor, importan las amistades de regiones transparentes.
Una pena acabar con el prestigio de un premio. Si sólo violamos un por menor insignificante.Si las editoriales son amigas y los paises fraternos.Que pena. Que pena que sea así todo siempre.
Un abrazo para ti, sólo para ti.
Sergio Astorga

39escalones dijo...

En todas partes cuecen habas. No sé, pero creo que Volpi también estaba en el ajo cuando en Argentina se premió un libro suyo que tenía una demanda por presunto plagio y que ni siquiera cumplía las bases del certamen. Creo recordar.
Un abrazo.

Magda Díaz Morales dijo...

Sergio, no se si el jurado tenga que ver con esto o qué cosa pasó. Es un jurado sumamente serio y responsable, no puedo imaginar cómo pasaron las cosas.

El periódico dice: "Cuestionado por la posibilidad de una violación de las reglas del Premio Mazatlán de Literatura, Mario Bellatin, presidente del jurado calificador de la edición 2009, aseguró que se premió la edición mexicana, no la española.
"Hemos premiado la primera edición mexicana, que se ha hecho con (Editorial) Colofón. Es un libro mexicano. Las reglas dicen que se premie una primera edición mexicana, no hemos premiado la edición española, hemos premiado la mexicana", aseguró el escritor".

El texyo de Volpi es significativo al respecto.

Magda Díaz Morales dijo...

Alfredo, no se si los escritores estén en el ajo cuando se premian sus libros. Creo que, cuando no son convocatorias, se enteran cuando ya está declarado el premio, por ello no participan en la elección.

Ahora, después de ello ya actuarán al respecto.

Antonio Tello dijo...

El jurado es muy respetable, pero es difícil aseverar si se ha violado el reglamento y más cuando se trata de una cláusula tan ambigua. Si de verdad ha ocurrido algo así, lo lógico es que el jurado se disculpe y que Volpi devuelva el premio. Todo esto es extraliterario, pero puede hacer daño a la literatura.
Por otro lado, lo que dice Volpi en su escrito, Borges lo dijo en medio folio y de un modo más inquietante.
Reitero mis felicitaciones por tu blog, al cual, como ya te dijo en otra ocasión, he enlazado en Canal de poesía de A.T.
Cordialmente.

Magda Díaz Morales dijo...

Lo mismo comento, Antonio, no se sabe qué pasó. Me parece que la cláusula no es nada ambigua. Y creo que no es "extraliterario" ya que el premio galardona a la literatura.

A ver en qué termina todo esto. Gracias.

Ferragus dijo...

Si las leyes que rigen el proceso de selección, permite tal o cual premiación, no veo problema al respecto; por muchas suspicacias que esto podría generar.

Un saludo, Magda.

Héctor Leonel Reyes Mora dijo...

Hola Magda, interesante asunto, pues bien el premio está dado y recibido; cumplir las reglas en lo literario y en todo. Bueno, y qué color le pone ese texto de Volpi, y estos interesantes comentarios.
Saludos.

Clipman dijo...

Y si se viola ese reglamento, pues mejor. Los premios deben ser internacionales, valorando solamente la calidad de las obras. De Volpi no puedo hablar mucho porque no he leído gran cosa, aunque parece ser un buen articulista.

Magda Díaz Morales dijo...

No, los premios no "deben de ser" solo internacionales, también hay nacionales, regionales, estatales, etc, todos válidos e importantes para quien los recibe. Y, supuestamente, todos valoran solamente la calidad de las obras.

Si los premios tienen reglamentos hay que respetarlos, sino ¿para qué existen éstos?

Baakanit dijo...

Bueno sí, los reglamentos hay que respetarlos.

Curioso lo que dice 39escalones sobre la acusación de plagio en Argentina, lo digo porque el texto de Volpi que enlazaste me parece una copia barata de 'Borges y Yo.' Cositas así hacen que uno pierda el respeto por un escritor, sin siquiera haber leído un libro suyo.

Saludos

Magda Díaz Morales dijo...

Con respecto a lo de Argentina te repito lo que le dije a Alfredo (39 escalones), Baakanit: no se si los escritores estén en el ajo cuando se premian sus libros.
Creo que, cuando no son convocatorias, se enteran cuando ya está declarado el premio, por ello no participan en la elección. Así que quien sabe si lo sucedido en Argentina fue responsabilitad de Volpi. Más bien fue de los que la premiaron (si fue cierto lo que se dice al respecto, yo nunca escuché nada de ello).

Mérita Sujey Abad dijo...

Tal vez todo sea parte de la trama del libro de Volpi: una mentira que se sale del escrito, que se hace real.

Saludos

Magda Díaz Morales dijo...

Lo que me parece realmente increible es que se sabía que se debía premiar una obra que fuera publicada POR PRIMERA VEZ en México, y no fue así. Es una verguenza que estas cosas sucedan.

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