3 de julio de 2008

"El despertar de Molly": la lectura de los cuerpos

Ricardo Piglia, El último lector (Barcelona: Anagrama, 2005)

A través de escenas de lectura halladas en famosas obras literarias, Ricardo Piglia, continuando con su libro El último lector, va recorriendo bellísimos pasajes. Además de la escena de Kafka, está la del capítulo seis ("Cómo está hecho el Ulysses", título en homenaje al escritor y crítico ruso Víctor Sklovski y a uno de los libros que escribió, Cómo está hecho "Don Quijote") que subtitula El despertar de Molly, es una escena notable:

"En el Ulysses, leer es asociar y la lectura se mezcla con la experiencia, busca emociones, sentimientos, formas corporales. La forma de Dubliners estalla. El sentido se ha fragmentado. La lectura se define por lo que no se entiende, por las asociaciones que rodean las palabras, por los virajes y los cortes (...) Si volvemos a la escena entre Molly y Bloom quizá encontremos la representación de ese modo de leer, su resto diurno. Recordemos que Molly acaba de despertarse y le pide a Blomm que busque el libro que ella ha estado leyendo durante la noche. Él busca entre las cobijas:

Siguiendo la señal que (Molly) le hacía con un dedo, él sacó de la cama una pierna con sus calzones sucios. ¿No? luego una retorcida liga gris enrrollada en una media: planta arrugada y lustrosa.
-No: ese libro.
Otra media. Su falda.
Él palpó aquí y allá. No está en la cama. Debe haberse resbalado. Se agachó y levantó la colcha. El libro, caído, estaba abierto contra la curva del orinal fileteado de naranja.
-Déjame ver -dijo. Puse una señal. Hay una palabra que quería preguntarte.
Tomó un trago de té de su taza sostenida del lado sin manija y, habiéndose limpiado la punta de los dedos elegantemente sobre la frazada, recorrió el texto con una horquilla hasta que llegó a la palabra.
-¿Meten si qué? -le preguntó él.
-Aquí -dijo ella. ¿Qué quiere decir?
Se inclinó hacia delante y leyó cerca de la lustrada uña de su pulgar.
-¿Metempsicosis?

En el inicio de la escena quedan los restos de esa lectura apasionada, íntima. Por de pronto, Molly está en la serie de la mujer infiel que lee como lee Anna Karenina, pero otra clase de libros y en otro registro, porque Molly no es una dama (o es otro tipo de dama, en todo caso). En el acto de leer, la acompaña todo lo que Anna Karenina ha desplazado: lee desnuda en la cama, lee literatura barata y semipornográfica. La suya es una lectura baja y pasional (acaba de esconder bajo la almohada la carta que recibió de su amante, al que verá más tarde).

Se trata de una escena de lectura que podríamos llamar doméstico-corporal. Está vinculada al erotismo, a los restos de la noche, a la pasión, al sadismo, la infidelidad. La lectura está en continuidad con los cuerpos, no los ignora, los integra".