29 de octubre de 2008

Diario de un loco: Lu Hsun

PortadaLu Hsun, Diario de un loco, Trad. Sergio Pitol (México: Universidad Veracruzana, 2007)

El libro de relatos Diario de un loco de Lu Hsun, no me pareció una lectura sencilla. No por su redacción o la complejidad de su trama, más bien por todo lo que guarda en ella y que conlleva muchas cosas difíciles que vivió su autor. Los relatos en sí no me parecen grandes obras de la literatura universal, de los tres cuentos que se publican el que más estimo es "La verdadera historia de Ah Q". Este cuento, narra las andanzas de un hombre humilde, solo, borrachín, analfabeto, desaseado, incomprendido por una sociedad (de la que vive al margen) que le propina humillaciones constantes. Es una víctima más del "pasado inerte y un futuro incierto", como apunta Sergio Pitol en el Prólogo.

Ah Q, es un personaje que conmueve. Puede sentir y vivir las injusticias de tipo feudal y, sin embargo, roba, por ejemplo. Tal vez la diferencia es que lo hace para comer, para sobrevivir. Su final dice muchas cosas... Christopher Domínguez señala que "La verdadera historia de Ah Q" es para los chinos lo que El Quijote significó para Unamuno y la gente de 1898: una descripción cómica, una parábola existencial y un ejemplo de cómo la trascendencia anida en la literatura”.

"Diario de un loco" fue escrito en 1918 en lengua vernácula, Lu Xun había defendido el uso de la lengua hablada, popular, sin abandonar totalmente la lengua culta. El tema tratado en "Diario de un loco", apunta Rosario Blanco, "había rondado una y otra vez en su mente, y fue así que a finales de octubre de 1916 un primo materno que sufría de manía persecutoria llegaba a Beijing desde Shanxi. Este hombre había cambiado varias veces de residencia a causa de su enfermedad hasta que Lu Xun decide llevárselo al hostal donde vivía. Una mañana, creyendo cercana la muerte, entregó una carta a Lu Xun para su familia donde se leía:

Querida Madre:

Te escribo esta carta y estoy llorando. El Magistrato Zhang, del condado Fanzhi, siendo un pusilánime, a menudo confió a mi hermano mayor la tarea de tomar decisiones en su lugar, sobre asuntos ordinarios. Por esta razón, son muchos los que lo han odiado. Esta vez mercantes y pobladores han decidido secretamente un plan contra mi hermano mayor y contra mí, corrompiendo a todos los funcionarios para que nos lleven al cadalso. No puedo explicarte todos los detalles, ya que aparecerán posteriormente en el periódico...

Lu Xun lo llevó al Hospital Ikeda —en aquel entonces administrado por los japoneses— y, después de haber permanecido allí durante una semana, lo hizo acompañar a Shaoxing. La enfermedad mental de su primo no es sino el reflejo de un malestar aun mayor. Lu Xun nos devela abiertamente las raíces del hasta entonces incurable mal de la vieja sociedad china, el sistema de clan y el sistema ético de la sociedad feudal china".

En el relato, un personaje tuvo en sus años de escuela dos amigos. Al pasar el tiempo, y después de perder contacto con estos dos hermanos, se entera de que uno de ellos estaba enfermo, asi que aprovecha un viaje que hace a su aldea para visitarlos. Al llegar, el hermano mayor le hace saber que su hermano menor ha sanado y se ha marchado a otra provincia donde había encontrado un empleo. Le entrega dos cuadernos, que son el diario de su hermano menor, para que éste comprenda la naturaleza del mal de su hermano. Al leerlo, el narrador-personaje descubre que su amigo había padecido "una especie de manía persecutoria. Estaba escrito de un modo incoherente y confuso, y contenía muchas afirmaciones absurdas; para colmo, no había ninguna fecha, y solo por el color de la tinta y las diferencias en la caligrafía se podía deducir que el diario había sido escrito en épocas distintas".

El narrador-personaje decide copiar algunos fragmentos, pensando que podrían servir de material para un trabajo de investigación médica. Estos fragmentos constituyen el "Diario de un loco", a los que no les altera ni una palabra. El título fue elegido por su autor después de su restablecimiento, y el narrador-personaje no ha querido cambiarlo. El personaje que estuvo enfermo nos cuenta en su diario como todo mundo quería comérselo y, obviamente, su terror por el canibalismo...

"La lámpara eterna" (1), él último de los cuentos y bajo una tarde de primavera, en la única casa de té de la aldea de la Luz Afortunada, la atmósfera era tensa; en los oídos de los asistentes "continuaba sonando el eco de un grito débil y al mismo tiempo insistente. -¡Apagadla!". Nuevamente se presenta un tipo débil mental e inútil, al menos eso opinaban "algunos jóvenes de la aldea que se tenían por liberales", que no hacía sino repetir que apagaran la luz de la lámpara de la sala principal del templo porque cuando esto suceda, ya no "habría infortunios y enfermedades".

-Si se apagara la luz, ¿cómo podrá llamarse entonces nuestra aldea la de la Luz Afortunada? ¿no será su fin? Cuentan los ancianos que esta lámpara es todavía la misma que fue encendida en tiempos del emperador Wu (2); se ha conservado a través de los siglos sin apagarse jamás; ni siquiera durante las insurrecciones.

Un día, lo hallaron en el Templo de la Tierra...

Parece ser que muchas veces, y en todos los tiempos, cuando alguien piensa diferente lo tachan de loco y lo eliminan, o lo intentan.

(1) Los grandes latifundistas solían construir pagodas, y encender lámparas eternas para perpetuar su nombre a través de los siglos. Estas lámparas se convirtieron por eso en símbolos de poder, y cualquier manifestación de renuencia a la veneración de esas lámparas era severamente castigada. (N. de T)
(2) Primer emperador de la dinastía Liang. Reinó del 502 al 549 d.C. (N. de T)

25 de octubre de 2008

La muerte del placer: Avelina Lésper

En estos días he estado leyendo varios ensayos sobre erotismo, uno de los temas que forma parte de mi investigación académica. Quiero mostrarles dos textos que me parecen interesantes. Uno es un poco largo para el formato del blog, asi que les dejo la referencia: Nietzsche y el politeísmo griego, es un excelente artículo. El otro es una nota de Avelina Lésper, en ella podemos percibir lo que ha causado la decadencia del erotismo a través de la tradición. A ver ustedes qué opinan de lo que escribe:

Antes de hablar, antes de creer, fuimos sexo. Conocimos el placer antes que la religión. Cuando alcanzamos la cima de la civilización con las culturas griega y romana llegó el terrible proceso de decadencia causado por la cristiandad. Entonces el cuerpo dejó de ser perfección y se convirtió en degradación. Nuestro origen cambió, ya no venimos de dioses de cuerpos hermosos que se poseen entre ellos, que se enloquecen de pasión, venimos de dioses sin sexo y con esto negamos nuestro verdadero origen: el falo que riega, la vulva que acepta. La iconografía de los dioses pasó a ser asexual, llegó la muerte del placer. Los cuerpos sudan de dolor, son castigados, negados y motivo de vergüenza, los santos se regodean en sus llagas. En la nueva galería de esculturas del Sur de Asia, Gandhara, Mathura, Andhra y Gupta del Metropolitan Museum de Nueva York, veo la enorme diferencia entre la representación de sus dioses y los de Occidente.

Esta colección es una selección de obras antiguas de la India, Pakistán y Afganistán. La diferencia es notable. Una diosa baila, con senos redondos, cintura que se contorsiona y una sonrisa provocadora y hedonista; esta diosa Uttar Pradesh goza de su condición de ser carne y ser infinita, no tiene el doloroso destino de las vírgenes y santas que están cubiertas de túnicas y niegan su cuerpo a cambio de algo que no existe, de un alma que no ven y no sienten. La tradición era darles forma humana perfecta a los dioses para que fuéramos como ellos, amándolos e imitándolos. Los ídolos dejaron de ser de descarada belleza y carnalidad para ser sólo cabeza, pies y manos. Las esculturas de estos dioses hindúes son doradas para acercarse a la luz del sol y hacer resplandecer su deidad; el cuerpo es una virtud, son bellos, jóvenes, se tocan entre ellos.

Ganesh el elefante tiene una trompa que es un falo enhiesto. Las nuevas religiones han hecho del erotismo un delito moral, la cristiandad hizo de nuestra condición humana una condena. En la sala están los lingams, falos que celebran la fertilidad. Dorados y de piedra, son ídolos para adorar la fecundidad y la fuerza. La penetración es la comunión, es hacer de dos cuerpos uno, somos el objeto de la idolatría. Aquí es donde la contradicción de la idolatría Occidental es más grave, obliga a procrear sin adorar a la fecundidad, sin adorar al falo. ¿Dónde quedó el divino falo de Occidente? ¿Donde está la verga cristiana?

No existe. Desde entonces en el arte el erotismo es una corriente aparte, los grandes pintores tienen su obra, y una corriente secreta de ellos mismos es su obra erótica. Los que hacen del erotismo su único leguaje viven casi proscritos. Balthus y Egon Schiele, que sólo tienen esta obra, están ausentes en los grandes museos. Los dibujos de Eko, sus mujeres que gozan del placer que se provocan, juegan con el dolor de ellas y de sus amantes, conocen su carnalidad como única condición, son la representación de la libertad. Eko es acusado de misógino por las feministas y de obsceno por los puritanos, no admiran la línea, no ven trazos de Durero, sólo ven la limitada ficción del dogma que los sostiene. Porque en esto se parecen el feminismo y el puritanismo, los dos niegan el papel del placer en nuestra civilización, los dos niegan que las mujeres podamos hacer de nuestro cuerpo objeto y sujeto de nuestros apetitos.

Las esculturas del Sur de Asia cumplen perfectamente su misión de ídolos, son perfectas, están realizadas con elegancia y virtuosismo, y nos hunden en la reflexión, cada una nos detalla todo lo que hemos perdido y que el arte sigue perdiendo: la representación del cuerpo humano. Hoy vivimos una corriente asexual y tremendamente moral en el arte. Los conceptuales creen que la condición humana es cualquier objeto cotidiano “intervenido”, sacrificaron el cuerpo y desecharon la disciplina de recrearlo. Están negando el erotismo haciéndole el juego a lo más retrógrado de la sociedad, están llevando al arte a una etapa de decadencia igual a la que sucedió con la caída de Grecia y Roma antiguas. Todas las buenas conciencias deben estar muy satisfechas con el estado del arte conceptual, sin placer, sin carne, sin pasión.

20 de octubre de 2008

Liliana y María Celeste: Carmen Posadas

Carmen Posadas, Liliana. Bruja urbana y María Celeste los dos publicados en: (México: Fondo de Cultura Económica, 2000)

Nunca había leido nada de la escritora uruguaya, Carmen Posadas. Sonia Fides me la había recomendado mucho, así que cuando en la pasada Feria Internacional del Libro vi dos de sus libros de literatura infantil, los compré. La literatura infantil me gusta mucho, es una literatura para todas las edades, comúnmente con imágenes que hacen la lectura placentera.

En Liliana. Bruja urbana, encontramos a una brujita que viste pantalones vaqueros y escucha música rock. Vive en un departamento con los balcones llenos de geranios y en vez de escoba usa aspiradora, es que es una bruja de ciudad. Ella no vive sola, vive con Gómez, su gato. Gómez no es un gato común, es un gato fino: "Tiene un pelo suave y sedoso que lava a menudo con champú. Además, para no constiparse, usa un abrigo de lana muy elegante y solo come comida enlatada porque es alérgico a todo, especialmente a los ratones". Cuando Liliana lo invita a que la acompañe a realizar las compras, Gómez casi nunca quiere ir, la brujita hace sus compras a la hora que el gatito ve su programa favorito en la televisión tumbado en el sofá. Así transcurre la vida de Liliana y Gómez, la brujita casi se olvida de usar la magia "porque ¿quién necesita magia cuando se tiene televisor, lavadora y horno de microondas?".

Pero como siempre en la vida, un día sucede algo inesperado. Liliana se despierta y escucha un ruido extraño, un ruido muy fuerte. "-Salamandras fritas! -exclamó-, debe ser un terremoto. Y saltando de la cama se asomó a la calle. No era un terremoto". Lo que sucedía es que un grupo de trabajadores estaban construyendo un edificio muy grande precisamente junto a su ventana:

-Sapos y culebras- gritó tapándose las orejas- Ahora mismo voy a convertir en cucarachas a esos ruidosos. Hace lo menos mil años que no uso este encantamiento. A ver, a ver... ¿Cómo eran las palabras mágicas?

Pelos de rata
patas de chinche
que cese ahora
¡este bochinche!

A partir de este momento todo cambia en la vida de la brujita de ciudad y el gato fino adicto a la televisión.

María Celeste había sido un barco pirata, pero desde hacía muchos años era un barco hundido que dormía tranquilamente en las profundidades del mar porque un día que viajaba con sus bodegas llenas de oro, piedras preciosas y otras joyas muy valiosas, lo sorprendió una tormenta y ésta hizo que naufragara hasta irse al fondo. María Celeste tenía muchos amigos, a todos los peces de la región les gustaba jugar con los restos del naufragio. "A la meduza, por ejemplo, le encantaba meter la nariz entre sus monedas de oro porque hacían, tin, tin, tin. Los atunes disfrutaban mirándose en los espejos de marfil, y los pulpos, con sus largas patas, se enrollaban en los collares de perlas y quedaban la mar de guapos". Así pasan y pasan los años, hasta que nuevamente un día se ve a lo lejos un extraño pez, era muy grande, rápido, plateado y brillante. El pez espada, que era ya muy viejo y "había corrido mundo", grita: -¡Un submarino!- Este encuentro hace que los amigos de María Celeste, piensen en qué hacer para que los hombres que vienen dentro de ese submarino, no se lleven a su querido barco.

Los dos son cuentos muy bonitos. A mi me gustó más Liliana. La bruja urbana, no porque sea mejor que María Celeste que guarda una enseñanza muy importante. Me gustó más porque me fascinan las brujas y sus encantamientos, sus hechizos, sus pócimas, toda esa magia que prodigan. Igualmente me agradan las hadas, los gnomos, las sirenas, los sátiros, las ondinas, las ninfas, los vampiros, todos los seres mitológicos en general. Vi todas las películas de Harry Potter, no me interesaba si eran buenas o malas, solo disfrutaba de todo eso fantástico que conllevan. Y El señor de los anillos de Tolkien, tanto el libro como la película los disfrute mucho.

16 de octubre de 2008

Gotas contra la soledad: Etgar Keret

Etgar Keret (Tel-Aviv, 20 de agosto de 1967), es un escritor de cuentos cortos, guionista de televisión y director de cine israelí, considerado como el máximo exponente de la narrativa moderna en hebreo por su empleo del lenguaje corriente para contar historias donde la vida cotidiana, el humor negro, el surrealismo, lo grotesco y lo infantil forman parte de un mismo universo.

Ha publicado cuatro libros de relatos, una novela, tres cómics y un libro, todos ellos éxitos en Israel. Su obra ha sido traducida a dieciséis idiomas y ha merecido diversos premios literarios. En sus relatos se han basado numerosos cortometrajes, e incluso uno de ellos ganaría el "American MTV Prize" en 1998. Actualmente es profesor adjunto en el departamento de Cine y televisión de la Universidad de Tel Aviv. En 2006 escribió La chica sobre la nevera y en 2008 Pizzería Kamikaze, ambas editadas por Siruela.

Esta es la experiencia que vivió y que se ha quedado para siempre en un cuento: Gotas contra la soledad: Etgar Keret.

Qué cosas...

Les recomiendo tambíén: Italo Calvino: Excursión a la luna y Julio Cortázar: La brújula del azar.

Por cierto, esta serie Imaginantes, cápsulas animadas dedicadas a mostrar de forma breve la historia detrás de alguna obra relevante en el ámbito de la cultura o el arte; conducida y coordinada por José Gordon, acaba de ganar el Premio a mejor serie de Tv en Animacor 08, festival que se realizó en Córdoba, España, y que tuvo su cierre en el Teatro Coliseo de Palma de Río.

14 de octubre de 2008

El perro de terracota: Andrea Camilleri

Andrea Camilleri, El perro de terracota. Trad. María Antonia Menini Pagès, (Barcelona: Salamandra, 2003).

El día estaba como esos días en que de pronto sale el sol y al rato ya está lloviendo y después sopla el viento para volver a salir el sol. Al comisario Salvo Montalbano estos días de cambios metereológicos le afectaban, circunstancia heredada de su madre quien poseía un carácter enfermizo "y a menudo se encerraba en el dormitorio a oscuras por lo mucho que le dolía la cabeza y entonces no se podía hacer ruido en casa y todo mundo tenía que caminar de puntillas. En cambio, su padre disfrutaba siempre de la misma salud y pensaba siempre exactamente lo mismo, tanto con lluvia como con sol".

Este cambiante día, Montalbano está cómodamente leyendo una novela negra en su casa cuando su amigo desde la infancia, Gegé Gullotta, le llama para citarlo en la playita de Puntasecca, justo en las afueras de Vigáta, un pueblo costero de Sicilia, donde vive el comisario, un lugar que conocían desde niños. Gullotta, era organizador de un burdel al aire libre conocido con el nombre de "el aprisco" y para que lo dejaran trabajar en paz pagaba una cuota a Tano el griego, un capo de la mafia, prófugo de la justicia por asesino múltiple, entre ellos el de su propio hermano. Al llegar a la cita, Gullota, temblando de miedo, le dice a Montalbano que Tano el griego quiere verlo y no sabe para qué, lo que si sabe es que le señaló que Montalbano tiene que ir solo al encuentro y no decirle a nadie.

"El comisario pasó una noche digna de contarse al médico". Acude a la cita en una casa que parece abandonada. En ella nos enteramos qué cosa quería y, además, le pide el maleante a Montalbano. Entre este asunto, un robo a un supermercado, la muerte de un militante de izquierda, y el encuentro con periodistas para narrar los hechos ocurridos con Gaetano Bennici, llamado Tano el griego, el comisario estaba demasiado nervioso, no era muy diestro en estar ante las telecámaras. Además, tenía que ir por este motivo a la peluquería y eso si lo detestaba, pero un comisario no puede presentarse ante la opinión pública en fachas.

La rueda de prensa "resultó ser para Montalbano, tal como por otra parte él ya esperaba, una prolongada y dolorosa vergüenza". Pero algo inesperado sucede, una confesión muy importante lo lleva a un rocoso fortín llamado u crasticeddru, el corderito castrado. Ahí, junto con sus hombres, busca una cueva y lo que encuentra es sorprendente. La noticia trascendió de inmediato, Montalbano "en calzoncillos, con una botella grande de cerveza en la mano", la disfrutó desde su casa. Pero algo lo inquieta al ver la grabación, así que regresa a la cueva y... Toda una investigación, con sus descubrimientos e interpretaciones se presenta ante el astuto comisario. Y aquí conocemos por primera vez a ese perro de terracota y junto a Montalbano, nos quedamos hipnotizados ante la escena...

Lo que viene después es el ir detectando los crímenes (en especial, el hallazgo en la cueva de dos amantes abrazados que fueron asesinados durante la segunda guerra mundial) y reconstruyendo los hechos, donde la memoria de los viejos es de suma importancia y hace que todo vuelva violentamente al presente. Esta tarea es muy interesante al conformar la trama de la novela. El comisario Salvo Montalbano es ocurrente, simpático, honesto, en ocasiones irónico y hasta un poco grosero, gustoso de la comida (y más de la que hace Adelina, su asistenta en casa), muy observador, buen lector, inteligente, con instinto cazador, vive solo, tiene una novia, Livia, y con una intuición excelente para ir hilando cabos sueltos en sus investigaciones, como buen detective. Todo esto no basta para que lo hieran y llegue al hospital, sienta tristeza y, mientras reflexiona, pasa horas mirando al mar que tiene frente a su casa y realizando paseos de meditación caminando hasta el final del muelle.

Uno de los pasajes que me gustó especialmente, es toda una conferencia sobre los códigos que es primordial para lo que vendrá después: Montalbano llega a la tétrica casa de Alcide Maraventano, un anciano sacerdote muy culto, inteligente, cadavérico, con un singular estilo de vida, que toma leche en biberón y que recién había publicado un libro titulado Ritos funerarios en el territorio de Montelusa y que, además, era un actor consumado... El comisario necesita consultarle algunas cosas y para ello le pide por favor que mire una fotografía. Maraventano observa la imagen, y el diálogo que se presenta es el siguiente:

-¿Usted ha leído a Umberto Eco?
Montalbano empezó a sudar.
"Dios mío, ahora me va a hacer un examen de literatura", pensó, consiguiendo contestar:
-He leído su primera novela y los dos diarios mínimos que me parecen...
-No, yo las novelas no las conozco. Me refería al Tratado de semiótica general, algunas de cuyas citas nos podrían ser útiles.
-Lo siento, pero no lo he leído.
-¿Tampoco ha leído Semeiotiké de Kristeva?
-No, y tampoco tengo ganas de leerlo -Contestó Montalbano, que ya estaba empezando a hartarse y sospechaba que el viejo le estaba tomando el pelo.
-Que le vamos hacer -dijo Alcide Maraventano en tono resignado-. En tal caso, le voy a poner un ejemplo muy sencillito.
-Lo cual quiere decir a mi nivel -dijo Montalbano hablando consigo mismo.
-Bueno, si usted, que es comisario, encuentra un muerto por arma de fuego con una piedra en la boca ¿qué piensa?
-Mire, dijo Montalbano, dispuesto a tomarse la revancha-, esto ya es muy antiguo, ahora matan sin dar explicaciones.
-Ah. Por eso para usted la piedra en la boca constituye una explicación.
-Claro.
-¿Y qué quiere decir?
-Quiere decir que el muerto había hablado demasiado, que dijo cosas que no tenía que decir y había actuado de espía.
-Exacto. Por consiguiente, usted ha comprendido la explicación porque estaba en posesión del código del lenguaje, en aquél caso metafórico. Pero, si usted hubiera ignorado el código ¿qué hubiera pasado? Nada. Para usted habría sido un pobre muerto asesinado al que in-ex-pli-ca-ble-men-te habían introducido una piedra en la boca.
-Empiezo a comprender.
-Y ahora, volviendo a nuestro tema...
El hallar el por qué del perro de Terracota (que está en el título: marcador de lectura, elemento funcional de la significación), es un acontecimiento insólito. Hasta el comisario se pone amarillo y "abría y cerraba la boca como si le faltara el aire"...

La novela de Camilleri mantiene todo el tiempo el suspenso, logra que estemos atentos a la intriga, a lo que va a suceder. Salvo Montalbano es todo un detective, aunque no ha logrado desplazar a Kurt Wallander, el personaje creado por Henning Mankell.

Lo que no me gustó, fue la traducción.

10 de octubre de 2008

El llano en llamas: Juan Rulfo

Juan Rulfo, El llano en llamas (México: Fondo de Cultura Económica, 1985)

Varias veces he escuchado en entrevistas a Juan Rulfo. Mesurado, breve en sus respuestas, reflexivo, inteligente y un poco tímido, pero siempre una belleza de señor. Es un placer leer y releer sus cuentos de El llano en llamas, no hay un solo relato que no guarde dentro de él esa prosa poética que conmueve. He tomado algunos párrafos que poseen esta estética vibrante.

Cuando el narrador de "Nos han dado la tierra" dice: "Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello" o cuando el hombre que asesina a Remigio Torrico, en "La cuesta de las comadres", se da cuenta de que ya no es tan joven para andar en los trabajos con los Torricos y expresa: "Entonces me di cuenta de que me faltaba algo. Como que la vida que yo tenía estaba ya muy desperdiciada y no aguantaba más estirones. De eso me di cuenta".

En "Es que somos muy pobres", sobrecoge leer que a la Serpentina se la ha llevado el río, esa vaca que el padre de Tacha, después de mucho trabajo, le regaló para que tuviera un capitalito "y no se fuera de piruja como lo hicieron mis otras hermanas", nos cuenta el narrador. "Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere. (...) Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella".

En "El hombre", un hombre persigue a otro. Al perseguido, José Alcancía, le falta el dedo gordo del pie izquierdo y al hundir sus pies en la arena va "dejando una huella sin forma, como si fuera la pezuña de un animal". Las rupturas temporales que se dan por las interposiciones de los pensamientos de los personajes, son notables. El que persigue, un cuidador de borregos, va detrás de un hombre que asesinó a toda la familia Urquidi: "Se persignó hasta tres veces. "Discúlpenme", les dijo. Y comenzó su tarea. Cuando llegó al tercero, le salían chorretes de lágrimas. O tal vez era sudor. Cuesta trabajo matar. El cuero es correoso. Se defiende aunque se haga a la resignación. Y el machete estaba mellado: "Ustedes me han de perdonar", volvió a decirles". Cuando el borreguero le cuenta al licenciado que había visto a ese hombre que buscaba, le cuenta:

Lo conocí por el arrastre de sus ojos: medio duros, como que lastimaban. Lo vi beber agua y luego hacer buches como quien está enjuagándose la boca; pero lo que pasaba era que se había tragado un buen puño de ajolotes, porque el charco donde se puso a sorber era bajito y estaba plagado de ajolotes. Debía de tener hambre.

La presencia del paisaje a nivel configurativo, es sobresaliente. Por ejemplo, el primer párrafo de "En la madrugada" describe al pueblo de San Gabriel, lugar de la historia narrada, como si miráramos una fotografía. Y qué decir de "Talpa", un gran relato donde vemos transcurrir al incesto, las creencias religiosas, la fe, la devoción, el remordimiento, la enfermedad, la ignorancia y la muerte. Tanilo Santos, su hermano, Natalia, los tres caminando rumbo a Talpa para que la Virgen del lugar curara a Tanilo de sus "ampollas moradas repartidas en los brazos y en las piernas que después se le convirtieron en llagas por donde no salía nada de sangre y si una cosa amarilla como goma de copal que destilaba agua espesa". El camino era largo y ya cuando Tanilo no quiere seguir, el hermano y Natalia "a estirones" lo levantan del suelo para que siguiera caminando. Por las noches:

Siempre sucedía que la tierra sobre la que dormíamos estaba caliente. Y la carne de Natalia, la esposa de mi hermano Tanilo, se calentaba en seguida con el calor de la tierra. Luego aquellos dos calores juntos quemaban y lo hacían a uno despertar de su sueño. Entonces mis manos iban detrás de ella; iban y venían por encima de ese como rescoldo que era ella; primero suavemente, pero después la apretaban como si quisieran exprimirle la sangre. Así una y otra vez, noche tras noche, hasta que llegaba la madrugada y el viento frío apagaba la lumbre de nuestros cuerpos. Eso hacíamos Natalia y yo a un lado del camino de Talpa, cuando llevamos a Tanilo para que la Virgen lo aliviara.

Después "Macario", el jovencito que vive con su madrina y una sirvienta (Felipa), quien gusta darse de cabezazos contra lo primero que encuentra, que siempre tiene hambre y miedo de morir, pero que está tranquilo porque Felipa le dice, cuando tiene ganas de estar con él, que ella se morirá primero y le dirá al Señor que le perdone "toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo". Macario duerme en un cuarto donde hay chinches, cucarachas y alacranes "entre las arrugas de los costales donde yo me acuesto", pero cuando tiene visita puede "probar algunos tragos de la leche de Felipa, aquella leche buena y dulce como la miel que le sale por debajo a las flores del obelisco".

"Luvina" es un cuento desolador, como "Diles que no me maten" y "No oyes ladrar los perros". Y, por último, "Anacleto Morones", ese Niño Anacleto tan mañoso y embaucador en quien todos creen menos Lucas Lucatero...

9 de octubre de 2008

Las palabras y el silencio

"Los indios de México hablan lenguas, no dialectos; lenguas tan diferentes entre sí como el italiano y el polaco” (Juan Rulfo)

"Nunca conocí a Juan Rulfo, lo que es igual a decir que ya no lo conoceré jamás. Como tantos lectores, como tanto devorador de libros picado por el animal roñoso de la literatura, solo puedo acumular repetidas lecturas suyas y un desordenado y poco confiable anecdotario que me ayuden a construir algunos párrafos ahora, justo cuando Pedro Páramo está cumpliendo cincuenta años de publicada.

No lo conocí y no lo lamento. Dicen que era huraño, esquivo, de pocas palabras; que en los años setentas cuando un joven escritor le mostró unos textos en el Círculo Mexicano de Escritores le respondió: "—Usted ya escribe bien, pero le hace falta sufrir". No creo que me hubiera gustado frecuentarlo.

García Márquez no lo conocía aún cuando corrió una suerte distinta a la del joven escritor de arriba. Estaba recién llegado a México, con pocos amigos y la mala suerte de no ser todavía el escriba de Cien años de soledad. Un día lo visitó Alvaro Mutis, quien ya llevaba cinco años viviendo en tierra azteca, y Gabo le preguntó cuáles eran los autores y obras que había que leer en aquel país. Al poco tiempo Mutis regresó con un paquete de libros, separó los dos más delgados y le dijo: "—Léase esa vaina, y no joda, para que aprenda cómo se escribe". Eran El llano en llamas y Pedro Páramo. Cuentan que no durmió aquella noche hasta fatigar dos lecturas de Pedro Páramo y que al día siguiente agotó El llano en llamas. Dicen, también, que se aprendió a Rulfo de memoria, que confesó después no haber leído nada más aquel año porque todo le resultaba inferior".

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5 de octubre de 2008

Ignorantes para el nobel

E n una lista de literatura hemos estado comentando, desde hace un par de días, una nota que salió en Milenio con el título: "Los autores de Estados Unidos, ignorantes para el nobel", premio que se dará a conocer el próximo dia nueve. No hemos podido definir si es arrogancia, localismo o cómo llamarle a semejante declaración del presidente de la Academia Sueca, ¿será que Europa es el centro del mundo literario? ustedes ¿qué opinan? Dice:
Los escritores estadunidenses son demasiado sensibles a las propias tendencias de su cultura de masas, lo cual arrastra consigo la calidad de su trabajo. Ese país está demasiado aislado, es demasiado insular. No traducen lo suficiente y no participan realmente en el gran diálogo de la literatura. Esa ignoracia les limita. Por supuesto, hay una literatura poderosa en todas las grandes culturas, pero no se puede soslayar el hecho de que Europa es el centro del mundo literario… no Estados Unidos, declaró el presidente de la Academia Suecia, Horace Engdahl, en una entrevista.

Interrogado por The Guardian sobre su provocadora declaración, a una semana de que se conozca al ganador del máximo galardón literario, Engdahl no se retractó: “La Academia Sueca se ciñe al deseo de Alfred Nobel de que a la hora de entregar el premio no se otorgue consideración alguna a la nacionalidad del candidato. No tiene importancia, a la hora de juzgar a candidatos estadunidenses, cómo consideremos cada uno la literatura estadunidense en su totalidad comparada con otras. El Premio Nobel no es una competición entre naciones, sino un premio a autores individuales. Es esencial recordar eso cuando los sentimientos nacionales se inflaman”.

4 de octubre de 2008

Cuauhtémoc: Pedro Ángel Palou

Portada Pedro Ángel Palou, Cuauhtémoc. La defensa del Quinto sol (México: Planeta, 2008).

Mi padre fue un gran lector, no recuerdo un día que no lo haya visto leer. De igual forma, fue amante y profundo conocedor de la historia no solo de México, sino universal. Recuerdo que cuando nos contaba sobre la llamada conquista, yo realmente sufría y me enojaba mucho. De tonto no bajaba al emperador Moctezuma y repetía una y otra vez que cómo era posible que al ver a Cortés, y sus acompañantes, no se diera cuenta claramente de que de Dios Quetzalcoátl no tenía nada. Me molestaba mucho que Moctezuma, y los demás mexicanos de esa época, no distinguieran entre caballos y hombres y que pensaran que venían unas personas pegadas a cuatro patas (desconocían a los caballos).

Lo peor fue cuando me enteré de que al último emperador azteca, el joven y valiente Cuauhtémoc, Cortés le había quemado los pies con aceite caliente, junto a Tetlepanquetzal, el señor de Tacuba, para que confesara dónde estaba su tesoro. Yo, casi desfallecía del coraje. Esto lo cuenta el cronista español Bernal Díaz del Castillo. Nunca me cansaba de imaginar como era posible que las mujeres le permitieran a Cortés las casara con quien le viniera en gana, después de estar con él y llenarlas de hijos. Y bueno, la imaginación cuando una es niña o adolescente es inmensa, pensaba ¿por qué a Cortés o a la Malinche (Malintzin) no les dio viruela cuando esta enfermedad (que acabó casi con los habitantes del Valle del Anáhuac, y además estaban muy asustados porque la desconocían), se convirtió en epidemia?

Le decía una y otra vez a mis padres que cómo era posible que esto hubiera sucedido, que hubieran matado a Cortés a como diera lugar, que si yo hubiera estado ahí nada de esto hubiera pasado porque yo seguro que lo atrapo y lo cuelgo al disque capitán y de las orejas, junto a la Malinche y a todos los tlaxcaltecas por traidores y ayudar a extranjeros a apoderarse del Imperio azteca. Mis padres no se reían de mis comentarios, me explicaban la historia y el por qué de todo esto e intentaban que yo no sintiera tanto enojo. Pero yo no escuchaba, solamente me indignaba.

En la adolescencia cayó en mis manos la vida novelada de Tecuixpo, la hija de Moctezuma, que al terminar la invasión Cortés se llevó a su casa, junto a varias mujeres más, entre ellas la Malinche, y las tenía de amantes, poseía su harem. Hasta la llegada de su esposa de España (que llegó desde Cuba) a quien dicen, las personas que vivían con él en la casa de Coyoacán, que también asesinó. Tecuixpo detestaba a Cortés, y se cuenta que al verse embarazada prefirió abortar a tener un hijo del asesino de su padre. Y bueno, al saberlo yo me quedé impresionada, aunque entendía la lógica. Leí que Cortés se enamoró de ella, pero ella jamás le hizo caso y esto a él le enfurecía. Pasaron los años, y obviamente que pude ver con objetividad toda esta época de la historia de México. En fin, que así me adentré en esta época histórica.

En la novela Cuauhtémoc. La defensa del Quinto sol de Pedro Ángel Palou, nos encontramos con todos estos personajes históricos que conocí desde niña. Es una novela muy bien documentada, al final leemos la información de cada uno de los personajes, la cronología de la época, una amplia bibliografía y la constancia de los hechos. En esta última, el autor explica que revisó cientos de miles de páginas "de un pasado que la conquista -material y espiritual- buscó enterrar tan hondo como pudo".

Pedro Ángel Palou, halló uno de los códices que quedaron y que es atribuido a un señor de baja estatura, que comúnmente llamamos enano, acompañante de Tecuixpo (decíamos que fue la hija de Moctezuma) y fiel asistente y compañero, hasta el final, de Cuauhtémoc, y señala los problemas que encontró pues la historia está escrita, la más, por los cronistas españoles ya que casi todos los códices fueron destruidos. Este "asunto está lleno de prejuicios occidentales", apunta, ya que la historia de la conquista al ser narrada por los españoles que no comprendían que en estos pueblos prehispánicos la elección de quien sería el próximo tlatoani, por ejemplo, no era hereditaria, "como en otras tradiciones monárquicas". Entonces, un cronista puede decir en sus textos que Cuauhtémoc era sobrino segundo de Moctezuma y otro decir que fue primo, o que el señor de Tacuba era uno y después decir que era otro. El escritor se apoyó en los documentos que más tenían sustento detrás.

No se si mi padre leyó alguna vez este códice, pero tal como se cuenta en él y nos lo transmite Ocuilin, como narrador en la novela, así conocí yo la historia de este periodo. Ocuilin, nos narra el encuentro de dos mundos: la conquista y la caída del Imperio azteca, especialmente la vida y muerte de Cuauhtémoc, este tlatoani llamado, también, el último emperador azteca quien con tal de no ver más muertes entre los suyos se entrega a Cortés.

Palou, refiere una anécdota en uno de los apéndices:

Hace muchos años, desayunando con Edmundo Valadés y Juan Rulfo en Zacatecas platicábamos sobre cuáles de nuestros personajes históricos eran más novelables. Valadés opinó que Benito Juárez, Rulfo pensaba que Porfirio Díaz, y yo tercié con toda mi juventud como bandera; dije dos incluso, incauto:
-Moctezuma y Cuauhtémoc.
-No sirven para un libro -sentenció Rulfo, quien estaba singularmente afable esa mañana en homenaje a su amigo el creador de la revista El cuento- o son mudos o son de cartón.
Esa lápida me ronda desde entonces y no sé aún si logré darles voz alguna o quitarles lo estereotipado. Es cierto que sólo desde una especie de recreación ficticia de lo oral podemos acercarnos a una discursividad rota. Se equivocaba del todo Neruda en su Canto general cuando escribió: "Se llevaron el oro, nos dejaron las palabras". Se llevaron el oro y se llevaron las palabras. Éste es un grito literario, no una imposible y folclórica recreación de un modo de decir que ya no es nuestro.

Al respecto, Le Clézio escribe en El sueño Mexicano (México: Fondo de Cultura Mexicana, 2008): "La destrucción no se hizo en una generación: es una catástrofe cuyas consecuencias aún son sensibles, pasados cuatrocientos años. Si consideramos que este choque de la Conquista es el que pudo engendrar cuatro siglos de pobreza y de desiquilibrio social en el territorio floreciente del antaño Imperio Azteca, igual que este especie de "complejo de derrota", creado por la fuerza colonial del Occidente, que hoy llamamos subdesarrollo, mediremos mejor la importancia histórica y filosófica de esta suma indígena".

Les recomiendo mucho esta novela que se lee de un tirón.

Sobre el tema: Los primeros americanos, Eduardo Galeano (Video)

2 de octubre de 2008

Enrique Vila-Matas

El escritor al cual guardamos admiración y cariño, ya tiene su página oficial. Y está preciosa y muy completa: Enrique Vila-Matas.