31 de marzo de 2007

Un simple mujik

Infancia, Adolescencia, Juventud, es la trilogía con la que León Tolstoi inaugura su obra literaria. En ella habla de su vida como la de “un simple mujik”, como la vida de uno de esos humildes campesinos rusos cuya vestimenta y costumbres, tan ajenas al hijo de una princesa y un conde, como lo era él, hizo suyas. "Yásnaia Poliana" se llamaba la finca que heredó y donde le gustaba pasar la mayor parte del tiempo, alejado de la vida social, dedicado a la escritura y a la meditación”.

La imagen se encuentra en la Biblioteca Nacional de París.

Vía Laberinto

Vivir a través de la escritura: Imre Kertész

Yo creo que siempre vivía en la irrealidad, siempre fui una invención, hasta que me empezaron a doler las muelas. El dolor de muelas me hizo comprender que existía (risas) e iba al dentista. Pero, aparte de esto, me tomo las cosas alejándome de la realidad; no siempre puedo diferenciar los distintos niveles y menos cuando escribo. Me sorprendo a mí mismo con algunas frases. Cuando estuve trabajando en Yo, el otro, una frase fue muy importante para mí: "La libertad no se puede experimentar en el mismo lugar donde uno ha sido esclavo". Esto, simplemente, lo había escrito así, como una frase clara con un ritmo, y diez años más tarde se había convertido en una profecía. Fue mi verdad existencial: tenía que marcharme de allí.

Babelia ha publicado una entrevista de uno de los escritores vivos más notables, Imre Kertész.

29 de marzo de 2007

Crónica de la intervención, de Juan García Ponce

Eligen las mejores novelas mexicanas de los últimos 30 años

Las novelas Crónica de la Intervención, de Juan García Ponce; Noticias del Imperio, de Fernando del Paso y Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco; fueron escogidas como las tres mejores obras mexicanas de este género de los últimos 30 años. De acuerdo con los resultados de una encuesta dada a conocer hoy, organizada por la revista Nexos. Elsinore: un cuaderno, de Salvador Elizondo; y El desfile del amor, de Sergio Pitol, se ubican conjuntamente en la cuarta posición. Esos lugares los obtuvieron de una lista de 79 novelas mencionadas por los votantes.

Al dar a conocer los resultados, José Woldenberg, director de la revista fundada hace tres décadas, señaló que el objetivo del estudio es "reavivar" la discusión y polémica en torno al estado actual de la novela mexicana. La encuesta ubica además a Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, de Daniel Sada; y La guerra de Galio de Héctor Aguilar Camín, en la posición número cinco y En busca de Klingstor, de Jorge Volpi, en el lugar seis. Más abajo se ubican novelas como Dos crímenes, de Jorge Ibarguengoitia; El testigo, de Juan Villoro; y Lodo, de Guillermo Fadanelli.

Inicio de Crónica de la intervención:
Quiero que me cojan todo el día y toda la noche. Lo dijo, eso fue lo que dijo. De regreso del baño, mirándonos a Anselmo y a mí acostados aquí en la cama y que la mirábamos también. Huelo a ella; todo huele a ella. Desnuda en el marco de la puerta. Alzó los brazos y era como si quisiera borrarse por completo. Pero su cuerpo no la dejaba. No sé qué puedo recordar. Corrió en seguida a la cama, como si no soportara estar lejos. ¿De qué no soportaba estar lejos? Cuando caímos en la cama por primera vez me tenía agarrado del sexo. Su mano en mi sexo. Ya le había visto las manos, desde que llegó. Era fascinante cómo las movía. Allí estaba la necesidad de darse. Pero, ¿por qué? Ella sólo nos oía. Con la pierna cruzada se le veían los muslos. No se pueden cruzar así las piernas. Ya sabía lo que iba a pasar. Pero ni siquiera me conocía. Por eso; era mejor. No saber lo que iban a hacer con ella. En la cama, Anselmo empezó a besarle los pechos. Pero cuando yo me le subí y entré dijo: “No, míralo, me está cogiendo. No lo dejes”.

Juan García Ponce, Crónica de la intervención, 2 vol. (México: Fondo de Cultura Económica, 2001) [España: Bruguera, 1982]

Picasso, y los libros

"Veinticuatro obras de grandes autores como André Breton, Tristán Tzara, Petrarca, Góngora, Balzac, Merimée o Artaud ilustradas por Pablo Picasso componen la exposición Picasso y los libros. Una de las vitrinas de la exposición ofrece la ocasión excepcional de ver y leer completo el libro de Tristán Tzará A haute flamme (París 1955) en uno de los 68 ejemplares que existen en el mundo, realizado en papel jabón antiguo. Al modo de una serie de cómic, aparece también la virulenta sátira Picasso, sueño y mentira de Franco, más conocida, pero presentada esta vez al lado del manuscrito de aquella conocida carpeta, vendida en su momento para beneficio de los fondos de socorro de la República, con palabras de Picasso supercríticas con el franquismo y expresivas de su sentir ante la guerra.

El recorrido se abre con el libro de André Breton Clair de terre (Paris 1923), realizado en las prensas de Montparnasse y del que se tiraron 240 ejemplares, y donde se pueden leer poemas automáticos de Breton. En su cubierta, la tipografía con letras blancas sobre fondo negro sugiere la inversión de la luz a que alude su título: Notre globe projette sur la lune un intense clair de terre. Les joues en feu del famoso bohemio Raymond Radiguet (1903-1923), con una estampa litográfica realizada con técnica de dibujo sobre papel reporte estampado en fototipia, o el libro Non vouloir (1942) de Georges Hugnet, con los poemas a favor de la resistencia francesa frente a la ocupación nazi, son otros libros expuestos.

En general, la exposición, en el Centro Cultural Conde Duque, explora la faceta más desconocida de Picasso, la del artista gráfico, a través de un viaje a su producción en las distintas técnicas, desde el grabado calcográfico a la litografía, pasando por el fotograbado o el offset, para dar una visión completa de su actividad en este campo".

Vía | El mundo

28 de marzo de 2007

Cuadernos Kerby

Los Cuadernos fueron comprados por la Sra. Straus, en enero de 1908, en Kirby Beard, almacén inglés situado cerca de la Ópera, a manera de regalo para Marcel Proust. El escritor utilizaría estos cuadernos de 1908 a 1918 para escribir, en primer lugar, notas destinadas a la prueba que proyectaba sobre Sainte-Beuve y luego a su novela, a lo largo de su gestación.

Eran cinco cuadernos, el más antiguo parece abarcar los años 1908-1909 que, junto a algunas alusiones autobiográficas, contiene proyectos contra Sainte-Beuve y notas de lectura referentes a libros de Nerval, Baudelaire, Musset, Balzac, Barbey de Aurevilly y de Thomas Hardy. Los cuadernos siguientes contienen un panorama fragmentario de las distintas partes de su Investigación más otras adiciones como, por ejemplo, su proyecto de novela. Proust, los llamaba cuadernos Kerby.

La traducción es mía, muy libre. Pueden leer el comentario original de la imagen en Marcel Proust. L’ ecriture et les arts.

26 de marzo de 2007

Narrativas 5

Ya está en línea el número cinco de NARRATIVAS.

El Índice es el siguiente:

"Una cosa es redactar y otra, muy distinta, escribir": Sergio Pitol. Una entrevista.

ENSAYO:

“Verse a través del Otro en la Lima decimonónica”, Martín Palma Melena

" 'El tunel', ejercicio deconstructivo", Julio Salinas Lombard

"La poesía luminosa y feroz de Sol Acín", Mercé Ibarz

"Vigilancia y fuga en Mano de obra de Diamela Eltit", Mónica Barrientos

RELATO:

"Después de tantos años", José Ovejeros

"Cuando yo era sordo", Leopoldo de Trazegnies Granda

"Roma, laberinto de espejos", Carlos Montuenga

"La última cobardía", Jorge Carrasco

"Sin remitente", Gariela Urrutibehety

"El acompañante", Andrés Fabián Valdés

“Un ataque de lentitud”, Juan Carlos Chirinos

"La viuda negra", Rosa Silverio

"Las pestañas de Guimard", Juan Carlos Márquez

"El olor de la ceguera", Graciela Barrera

“Descubriendo sueños”, Mónica Gutiérrez Sancho

“Mientras siga escuchando la misma estación”, Iván Humanes Bespín

"La lámpara de plata”, José Manuel García Marín

"El Remolino”, Miguel Soler

"Azogue", Luis Pita

"La frontera es un buen lugar para vivir", Agustín Cadena

“La caperucita y el abuelo feroz”, Pablo Lores Kanto

"Una vieja historia", Luisa Miñana

"Las cien pesetas", Fernando Sarriá

“El juego de las Estatuas”, Antonia Romero

"La sonrisa de los hipócritas", Eduardo Martínez Carnicer

"Huidobro literal", Jorge Etcheverry

"Como un hombre que sobrevuela el mar", Pepe Cervera

"Pinche Lupita (o de cómo se me escapó)", Raúl Medrano

"La orilla", Moisés Sandoval

NARRADORES:

En esta ocasión, el espacio de Narradores está dedicado a la escritora, Ángela Ibañez

RESEÑAS:

La vida nueva de Orhan Pamuk, Blanca Vázquez

Un sueño comentado de Rubí Guerra, Agustín Cadena

Historia de la belleza de Umberto Eco, Antón Castro

Guía de hoteles inventados de Óscar Sipán y Óscar San Martín, Sabas Martín

MIRADAS:

"Irene Némirovsky y el abandono", María Aixa Sanz

"La historia de Joel, de Henning Mankell", Sfer

TIRAS INSULSAS

Emilio Jio - DaniFrame

NOVEDADES EDITORIALES
NOTICIAS

23 de marzo de 2007

Panchito chapopote: Xavier Icaza

Xavier Icaza, Panchito Chapopote, Prólogo de John Brushwood, Col. Rescate, no. 17, (México: Universidad Veracruzana, 1986). Edición facsímil de la edición de 1928.

El Estridentismo * es un movimiento artístico que se inició a finales de 1921 en México, tras el lanzamiento del manifiesto ("hoja volante que a su vez es una declaración de principios, un golpe al Tradicionalismo, al Costumbrismo, al Modernismo") Actual no. 1 por el diplomático y escritor veracruzano Manuel Maples Arce, máximo representante -fundador- de este movimiento vanguardista:

Actual N° 1 se subtitulaba Hoja de vanguardia, comprimido estridentista de Manuel Maples Arce, y estaba acompañado por una foto del autor. Con este documento se demostró su carácter personalista en el movimiento, más allá del extenso Directorio de vanguardia que intentaba legitimar e internacionalizar al Estridentismo, compuesto por nombres tan estéticamente disímiles como Cansinos Assens, Jorge Luis Borges, Marinetti, Van Gogh, Picasso, Modigliani, Ortega y Gasset, León Felipe, Fermín y Silvestre Revueltas, Breton, Éluard, Duchamp, Kandinsky, Chagall y Alfonso Reyes, entre muchos otros. Esa utópica conjunción de varias figuras, a veces antagónicas, no dejó de ser una importante clave para entender el cometido y los derroteros del Estridentismo y de su entusiasta impulsor.

Desafortunadamente, los escritores y pintores de este movimiento (que acabó en 1927, fue efímero) han sido casi olvidados por las historias del arte y la literatura. Los más destacados estridentistas fueron, además de su fundador: Germán List Arzubide, Arqueles Vela, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal, Germán Cueto, Jean Charlott y Fermín Revueltas.

Panchito Chapopote o relación de un extraordinario sucedido de la Heroica Veracruz, del escritor estridentista Xavier Icaza, es un texto espléndido. La historia es sencilla, transcurre en el bello Puerto de Veracruz y se inicia cuando Panchito Chapopote está con un grupo de amigos en los portales del Hotel Diligencias, ocupan tres mesas aquí precisamente. Están festejando a la salud de Panchito Chapopote, tomando cerveza, mint-julep y agua de coco, al fin y al cabo que invita Panchito Chapopote que ha tenido la fortuna, o ¿la desgracia?, de volverse muy rico inesperadamente cuando se descubre que sus tierras, aparentemente sin valor, son una fuente petrolera. Y como sucedió en estos casos (¿y sucede?), de inmediato hicieron su aparición un agente de una empresa norteamericana y otro británico, que compiten por la posesión del petróleo:

El gobierno de don Porfirio cuida al gringo. Teme que algo pase al viejecito que busca petróleo. Para él, era Tio Sam un bicho de cuidado. Aun no descubría México el secreto. Habían de pasar muchos años, correr mucha sangre, para que aprendiera a reírse de él.

Con la llegada de estos extranjeros busca petróleo, Tepetate, así se llama el pueblo adonde están las tierras de Panchito chapopote (el apodo de chapopote ya se sabe por qué lo tiene), se agita, y lo que le sucede a nuestro protagonista, a su amado Tepetate, a las relaciones con sus amigos, a su Estado tan querido, a su país... A lo lejos se escucha un pregón:

Yo buscaba un amor, mulata.
Te han de querer Panchito.
¿Lo crees, mulata?
No te pongas romántico
Tienes razón, mulata.
¿Una copa, Panchito?
Y otro beso, mulata.

El texto trae unas ilustraciones bellísimas.

* En la esquina de las calles Palma y Donceles, en un edificio hoy desaparecido, iniciaron los estridentistas su movimiento. Tuvieron en la colonia Roma un café, el Café de Nadie, como el título de un cuadro de Ramón Alva de la Canal. Poco después, este importante movimiento tuvo su sede en la capital del Estado de Veracruz, Xalapa.

Un cuadro (picar para ver en grande) titulado Bañistas, del pintor estridentista Fermín Revueltas, tomado del museo virtual Andrés Blaisten, patrocinado por la Fundación del mismo nombre y que muestra obras maestras del Arte Mexicano de los siglos XIX, XX y pintura colonial.

Estridentismo

Luis Mario Schneider y la vanguardia mexicana

Estridentópolis, 30 de marzo del 2000

Querido Luis Mario:

La única ventaja de no tenerte de manera tangible entre nosotros, es poder expresar abiertamente nuestra admiración hacia la más nueva de tus aventuras. Quien te viera tan bien plantado y sólo te conociera superficialmente, no podía sospechar que te mortificaba el halago. Preferías el diálogo con el hermano del día o la conversación con el amigo de siempre a quien le soltabas verdades con una brutalidad que en ti era la lección del maestro, una posibilidad de crecimiento, un poner a prueba la fraternidad.

El estridentismo. La vanguardia literaria en México, el libro tuyo que reúne los trabajos y los días de un movimiento de jóvenes que nunca quisieron dejar de serlo, hoy se incorpora a ese retrato de Dorian Gray que es la Colección Biblioteca del Estudiante Universitario. Gracias a ella, los clásicos no permanecen en los estantes sino son resucitados por la imaginación en llamas de los jóvenes. Toda aproximación que hacemos del otro es un autorretrato. Una línea de la hoja volante Actual número 1 puede ser un manifiesto de tu odisea terrestre: "Vivir emocionalmente. Palpitar con la hélice del tiempo. Ponerse en marcha hacia el futuro".

Porque tú quisiste vivir y construir de esa manera, Luis Mario, sin interés por los monumentos, apasionado por la construcción sobria y útil. Así tu casa. Podías decir, como el jazzista de Julio Cortázar, "esto lo toqué mañana", porque siempre estabas en el día siguiente. En cuanto terminabas un trabajo -más bien lo interrumpías, porque ninguna es la última palabra- ya te estaban esperando nuevos proyectos. Hiciste de la investigación una creación en el mejor de los sentidos. Inventaste el estridentismo porque enseñaste a leerlo de otra manera, a sistematizarlo, a comprenderlo como una literatura de la estrategia donde importaba más la acción que la reflexión. Te acercaste a ese grupo que despertaba una admiración desmesurada o una injusta animadversión, pero que había sido sistemáticamente ignorado por los estudiosos. Utilizaste tus dotes de seductor, detective, poeta y académico para acercarte a ellos, para enseñarnos que esos veteranos de guerra estaban vivos, que había que desacralizarlos y hacer de su leyenda un objeto de conocimiento. Incluso fuiste entre ellos el mejor embajador, pues a ti se debe el reencuentro entre el dios Maples Arce y List Arzubide su profeta, cuando sus concepciones del arte y de la vida se habían ido por diferentes rutas.

Los estridentistas fueron narcisistas e hiperbólicos, valientes y desmesurados, bravucones e insolentes; inocuos cuando intentaban ser peligrosos, temibles cuando perdían la seriedad del papel que se sentían obligados a representar. Había que ser igual o mejor para acercárseles. Tú lo hiciste cuando no eran una moda. Lo hiciste además sin faltarles a los Contemporáneos, esos enemigos que los estridentistas no sólo querían derrotar sino destruir, como corresponde a todo movimiento de vanguardia que se precie de serlo. A la larga, Salvador Novo será el más estridentista de los Contemporáneos y en su etapa final, Maples Arce será el más Contemporáneo de los estridentistas. Incluso un autor en apariencia tan opuesto a los ismos como fue Carlos Pellicer, no deja de cantar la nueva religión: "Amo las máquinas, las grandes máquinas./ Mi cuerpo canta sobre un pedestal cuando escucho y veo y toco las máquinas." No quisiste demostrar que los estridentistas eran, como reclamaba sus bravuconadas, los únicos artistas del escenario. Te acercaste a ellos no con visión de antropólogo que va a buscar esplendores momificados sino con tu visión integral de amante de la plástica, consagrador del instante, intérprete de la dialéctica inherente a todo proceso cultural, como demostraste en tu libro Ruptura y continuidad. Por eso pudiste ayudarnos a comprender que el estridentismo "agrupó en sus filas poetas, ensayistas, dramaturgos, pintores, dibujantes, fotógrafos, grabadores y músicos, líderes y cortesanos". Nuevamente el autorretrato, Luis Mario. Tu casa de Malinalco era un desfile interminable de gremios, pues eras tan amigo -y casi siempre compadre- tanto del albañil como del cura y el presidente municipal. Por eso en tu casa no resultaban extrañas las exclamaciones "¡Muera el cura Hidalgo!" y "¡Viva el mole de Guajolote!", pues la irreverencia gozosa era, como para los estridentistas, una razón de vida, una poética existencial.

Como nos enseñas en tu libro, una de las contradicciones de los movimientos de vanguardia, donde se halla también su fuerza, es que la intención es siempre más importante que el resultado. Porque no deseaban sustituir al arte oficial con nuevas creaciones sino llamar la atención sobre la necesidad de buscar nuevas formas expresivas, el estridentismo forjó su mitología en un periodo relativamente breve: entre 1921, cuando tiene lugar la aparición del Primer Manifiesto Estridentista, y 1925, año en que Manuel Maples Arce es nombrado por el general Heriberto Jara secretario de Gobierno de Veracruz. En Jalapa establecen la capital del movimiento y fundan simbólicamente Estridentópolis, fugaz capital de la vanguardia; asisten a la construcción del estadio, todo lo estridentista que sus simpatizantes hubieran deseado, grito de modernidad ante la vetustez de los cerros a cuya accidentada geografía la arquitectura se enfrenta. A jalapa viajaste y en esa ciudad te estableciste, Luis Mario, para descifrar entre la niebla las señales de esos eternos muchachos.

En el prólogo a este libro nuevo indicas modestamente que se trata de una apretada síntesis de dos obras anteriores: El estridentismo. Una literatura de la estrategia y el estudio seguido de la bibliografía prácticamente total del movimiento. Me atrevo a discrepar contigo. Tú nunca fuiste, como los numerosos gesticuladores que pululan por nuestros centros de investigación, reciclador de sus propios trabajos. Por el contrario: siempre tenías nuevas maneras de aproximarte a un tema, propuestas distintas para leer de otro modo lo mismo. Tropical y fecundo como Pellicer, de quien reuniste su poesía integral, jamas te repetías y no te preocupaba el riesgo que siempre se corre cuando los trabajos se hacen con la celeridad dictada por la pasión. Cito algunos ejemplos: tu antología de los Contemporáneos propone leerlos como autores de un solo libro, mientras que en el volumen Los otros Contemporáneos atreves la tesis de otros mosqueteros que en tu opinión también formaban parte de esa cofradía de numerables lectores.

Por lo anterior, considero que este es otro libro sobre el estridentismo, una nueva forma de aproximarse a la más importante actividad gestual del siglo XX. El joven que se aproxime a esta antología de la vanguardia por ti preparada no puede imaginar las numerosas horas de trabajo que tiene detrás. Este breve e intenso libro está cargado de energía, como hubieran querido los estridentistas. Aquí se levantan los andamios interiores de Manuel Maples Arce; suenan la música inalámbrica y el pentagrama eléctrico de Salvador Gallardo Dávalos: cruzan los aires el avión de Luis Quintanilla, los tacones de la señorita Etcétera de Arqueles Vela, la carcajada de Germán List Arzubide, inmortalizada en una máscara por Germán Cueto.

El general Heriberto Jara, político revolucionario, supo comprender a los jóvenes estridentistas y les brindó su apoyo, pidió que a su muerte un helicóptero dispersara sus cenizas sobre el mar veracruzano. Sin saberlo o no, realizaba un acto estridentista, alegre, provocador y heterodoxo. Tú pediste algo menos espectacular pero no menos notable: que tu cuerpo quedara en Malinalco. Las notas de "Voz de la guitarra mía" que acompañaron tu última actuación corporal y el sol que teñía de cobre un impresionante circo de montañas, constituyeron el mejor escenario. Tu funeral tuvo toda la ortodoxia de un hombre de Dios, pero fue un ritual heterodoxo para un hombre de letras. En ese último acto, como en todos los que determinaron tu existencia, fuiste un estridentista honorario, un anarquista y un artista, como quería Chesterton. Y si los estridentistas hicieron de la estridencia un dogma, tu nombre seguirá haciendo ruido durante muchos años. Ahora que los estridentistas son tus compañeros de casa, sabemos que preparas nuevas formas de comunicarte con nosotros. Esta tarde, Luis Mario Schneider, lo has logrado gracias a la aparición de este libro que nos reafirma en la creencia de que apagaremos el Sol de un sombrerazo.

Vicente Quirarte.

En este cuadro, Manuel Maples Arce. La pintura es de Leopoldo Méndez, en esta referencia Maples Arce, lo recuerda...

21 de marzo de 2007

Día internacional de la poesía

Hoy, que la organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) celebra el "Día Mundial de la Poesía", qué mejor que recordarlo escuchando, de la propia voz de Silvia Plath, su poema Daddy.

Los mencionables

Citar debería ser un acto de generosidad, que enlazara conversaciones y enriqueciera al lector. Pero el que cita lo hace muchas veces por beneficio propio, ni siquiera del autor citado. A continuación, Gabriel Zaid expone las mañas y triquiñuelas de quien cita, empobreciéndolo todo, por interés.

Es natural que unos autores citen a otros, porque casi todos leen. Las tradiciones literarias se forman en la lectura compartida, como largas conversaciones de lector a lector. No siempre fue así. En los textos arcaicos, se habla de dioses o de personajes que dijeron tal o cual cosa, pero no hay autores citados. El que compone el texto no se asume como parte de una conversación. En cambio, Aristóteles menciona o discute a un centenar de autores. A lo cual se llega cuando abundan los textos que ya no son sagrados: que se compran y se venden en el mercado de Atenas, y de los cuales hablan unos lectores con otros.

Citar es enlazar conversaciones, presentar a dos amigos que pueden serlo entre sí. Un autor que cita a otro reconoce una obra digna de tomarse en cuenta, no sólo en general, sino precisamente en el punto del cual está hablando. El reconocimiento va desde el homenaje (o la crítica) hasta la elemental justicia de no ignorar al otro, menos aún aprovechar su obra disimuladamente. La amistad al lector se manifiesta en pasarle información útil y presentarle autores de interés para el caso.

Pero citar (o no citar) puede ser menos noble: un acto calculado en beneficio del que escribe, no del lector amigo, ni del autor citado. Los manuales sobre cómo citar, los códigos de conducta sobre plagio, coautoría, difamación, no suelen incluir un capítulo de mañas para beneficiarse al menor costo posible. Pudieran empezar así:

Antes de enseñarle a nadie lo que piensas publicar, revisa la lista de los autores mencionados, para que no suceda lo siguiente.

1. Mencionar favorablemente, o simplemente mencionar,

a) a los enemigos o competidores de quienes deben dar el visto bueno para que el texto se publique (aunque la omisión sea imperdonable en ese tema);
b) a los autores no reconocidos como especialistas (aunque hayas aprovechado sus ideas);
c) a los especialistas superados, que estuvieron de moda, pero ya no los cita nadie que se respete en el gremio;
d) a los autores demasiado populares, que citan los aficionados, no los conocedores; menos aún, si escriben en países de segunda, ya no se diga si escriben en los periódicos.
e) a los autores impopulares por su vida depravada, ideas incorrectas o cercanía a grupos de lo peor.

Si la mención es inevitable, manifiesta claramente tu posición en contra o elegante desprecio. Al menos, ponte a salvo con oportunas salvedades.

2. Omitir o mencionar de manera insuficiente

a) a los dioses de la especialidad, la institución, el país, el momento;
b) a las magnánimas personas o instituciones que autorizaron o patrocinaron la publicación (aunque hayan titubeado, regateado o impuesto condiciones humillantes);
c) a los autores y textos que sirven de contraseña para entrar, demostrando que eres de los mismos, que estás al día y del lado correcto;
d) a los críticos y editores que probablemente reseñen o encarguen reseñas de tu libro, ya no se diga a quienes pueden considerarlo para un premio, o ponerlo en la lista de libros de lectura obligatoria, o darte una beca, o admitirte en una academia, o darte empleo;
e) y, por supuesto, a los jefes, amigos, maestros, compañeros, muy especialmente aquellos con los cuales quedaste en deuda, según la Regla de Oro: Si me citas, te cito
.
Si bien, aparecen y desaparecen menciones, dedicatorias, coautores, según las siguientes circunstancias:

1) A está empezando a publicar y cita a B, que ya es muy apreciado en ciertos círculos importantes para A. Pasa el tiempo, B se eclipsa: A deja de citarlo; o B se vuelve una celebridad: A se ostenta como uno de los primeros en reconocerlo. También puede suceder que A se vuelva más famoso que B y deje de citarlo, porque ya no lo necesita, o porque se ha identificado tanto con lo que aprendió de B que ya le parece suyo, y no se va a pasar la vida dándole gracias. Los bibliómetras pueden medir estas evoluciones, y observar, por ejemplo, cómo el último libro de A, que deriva enteramente de la obra de B, ya no lo menciona, aunque era citadísimo por A en sus primeros libros. 2)...

¡Loor a los que hacen la tarea! A los que citan para dar, no para recibir. A los que disfrutan la conversación y la enriquecen, presentando amigos que pueden serlo entre sí.
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"El corazón delator": Edgar Allan Poe

Antología del cuento literario, Selección y edición de Miguel Díez Rodríguez (Madrid: Alhambra, 2005)

"El corazón delator", de Edgar Allan Poe, no es un cuento para leerse antes de dormir. El protagonista ¿está loco, por más que trate de hacernos creer que no lo está durante todo el acontecer narrativo? Nunca se sabe. Lo que sí nos enteramos es de que ha cometido un crimen, y no lo ha cometido porque odie o deteste a su víctima puesto que jamás le hizo nada, no tenía ningun motivo porque ni su dinero deseaba. De pronto le vino la idea a la cabeza y ya no se deshizo de ella, era una obsesión que llevaba de día y de noche.

Buscando en su cabeza el por qué de este deseo de asesinarlo, descubre que fue por su ojo. Resulta que la víctima tenía "un ojo de buitre, un ojo pálido recubierto con una telilla. Cada vez que este ojo caía sobre él se le helaba la sangre", por esto se decide a matar al viejo y librarse de ese modo de aquel ojo. Para lograr su objetivo todo lo realiza con mucha cautela, con previsión, con disimulo. Durante toda la semana anterior a matarlo fue especialmente amable, y hay que ver lo que hacía:

Cada noche, hacia las doce, giraba el picaporte de su puerta y la abría, ¡con toda suavidad!, hasta tener una abertura suficiente para que cupiera mi cabeza y entonces, introducía una linterna sorda, cerrada totalmente cerrada, para que no se filtrara ni un rayo de luz; después metía la cabeza. Me llevaba una hora introducir la cabeza porm las abertura hasta poder verlo tumbado en su cama. ¡Habría sido un loco tan prudente? Esto lo hice durante siete largas noches.

El problema, era que siempre que entraba por las noches hallaba el ojo cerrado y le era imposible llevar a cabo sus planes porque no era el viejo el que lo exasperaba, "sino su Mal de Ojo". En la octava noche, abriendo con más cautela que nunca la puerta sucedió que, mientras abría la linterna, su dedo resbaló sobre el cierre de hojalata y el viejo se incorporó en la cama diciendo fuertemente: "¡Quién está ahí!". Nuestro protagonista no mueve ni una pestaña y así espera largo rato hasta que se decide, sin escuchar que su víctima se hubiera acostado de nuevo, abrir una rendija muy pequeña en la linterna que da justamente de lleno en el ojo de buitre:

Estaba abierto, desorbitadamente abierto, y mientras lo miraba fíjamente me iba enfureciendo. Lo veía con toda claridad: todo de un pálido azul con el odioso velo sobre él, que helaba hastas el tuétano de mis huesos. Pero no veía nada más de la cara o del cuerpo viejo, porque instintivamente había dirigido el rayo de luz sobre el punto maldito. ¿No les había dicho yo que lo que toman equivocadamente por locura es sólo una hipersensibilidad de los sentidos?

En ese momento, el narrador-personaje escucha un sonido rápido, monótono, "y ahogado como el de un reloj envuelto en algodones. Era el latir del corazón del viejo" que va aumentando conforme el furor de su verdugo crece, y más que era mucho muy nervioso, como él mismo lo expresa. Todo es muy rápido: da un alarido al mismo tiempo que abre de par en par la linterna y de un brinco entra totalmente a la habitación, arrastra al viejo al suelo y le echa el catre encima. El viejo muere. Como no sabe dónde esconder el cadáver:

Primero lo descuarticé. Le corté la cabeza, los brazos y las piernas. Quité después tres tablas del entarimado de la habitación y lo deposité todo allí. Luego, volví a colocar las tablas tan hábilmente, tan astutamente, que ningún ojo humano, incluso el suyo, podría haber encontrado allí algo anormal.

Pero surge algo inesperado: Eran como las cuatro de la mañana, cuando tocan a la puerta. Un vecino había escuchado un grito durante la noche y llamó a la policía. Deja entrar a los agentes que revisan todo, pero no encuentran nada. El asesino estaba tan orgulloso de su trabajo que los invita a sentarse precisamente en la habitación del muerto, cuando de repente empieza a dolerle la cabeza y a sentir un zumbido en los oídos que no cesaba y cada vez era más intenso, inaguantable. El zumbido era un sonido rápido, monótono y ahogado como el de un reloj envuelto en algodones. El zumbido se hizo más fuerte, más fuerte, hasta que...

20 de marzo de 2007

"¿Dónde está mi cabeza?": Pérez Galdós

Antología del cuento literario, Selección y edición de Miguel Díez Rodríguez (Madrid: Alhambra, 2005).

Antes de despertar, al narrador-personaje de "¿Dónde está mi cabeza?", de Pérez Galdós, se le presenta una angustia sospechosa y una tristeza muy honda. Al despertar, no quiere ni moverse, no posee el valor para reconocerse y "pedir a los sentidos la certificación material de lo que ya tenía en mi alma todo el valor del conocimiento". No obstante, puede más en él la curiosidad que el terror y alarga la mano para palparse de hombro a hombro y darse cuenta de que no tenía cabeza:

Imposible exponer mi angustia cuando pasé la mano sin tropezar con nada... El espanto me impedía tocar la parte, no diré dolorida, pues no sentía dolor alguno..., la parte que aquella increíble mutilación dejaba al descubierto... Por fin, apliqué mis dedos a la vértebra cortada como un troncho de col; palpé los músculos, los tendones, los coágulos de sangre, todo seco, insensible, tendiendo a endurecerse ya, como espesa papilla que al contacto del aire se acartona... Metí el dedo en la tráquea, tosí... no tenía cabeza.

De inmediato se incorpora y se pone a buscar su cabeza: sobre la mesita de noche, en el suelo, en alguna silla, debajo de la cama, pero nada, no la encuentra. No tuvo más remedio que llamar a su criado, Pepe, pero éste no se asombró tanto como se esperaba, sólo lo miró con una "lástima silenciosa" y, siguiendo órdenes, también inicia la búsqueda de la cabeza. Tampoco la halló ni en el gabinete, ni en la sala, ni en la biblioteca. Empieza a enlazar impresiones y recuerda un hecho que le trae tranquilidad: eran como las tres de la madrugada cuando sintió un ardor en su cerebro, y no consiguiendo quitarlo con nada, toma con las manos su cabeza, la va ladeando poquito a poquito, "como quien saca un tapón muy apretado", y se la quita. Esto lo hizo sentir no sólo fresco, sino aliviado. Así que a nuestro personaje le surge una esperanza: "¡Mi cabeza está en mi despacho! Anoche estuve trabajando hasta ahora muy avanzada en mi discurso-memoria sobre la Aritmética filosófico-social, o sea, Reducción a fórmulas numéricas de todas las ciencias metafísicas". Pero la esperanza se esfuma, tampoco está en su despacho.

Decide consultar, en su consultorio, a un amigo médico, el señor Miquis. Éste, sin mayores aspavientos, le sugiere que tenga paciencia, que la cabeza existe "¿Dónde está? Ese es el problema". Había que buscarla, en algún lugar aparecería. La esperanza lo alentaba. De regreso a casa del despacho del médico le da por caminar hasta el agotamiento, así que decide llevarla tranquila y ver los escaparates de las tiendas. De pronto, en la vitrina de una peluquería elegante...

19 de marzo de 2007

"La pata de palo": José de Espronceda

Antología del cuento literario, Selección y edición de Miguel Díez Rodríguez (Madrid: Alhambra, 2005).

Muy recomendable esta Antología, un libro que demuestra que en breve espacio (200 pp.) se puede ofrecer mucho. El estudio preliminar es de gran ayuda, ofrece una breve historia del cuento muy ilustrativa. La edición presenta cuentos cortos del siglo XIX y XX que incluye a once autores españoles, seis hispanoamericanos y ocho que llama extranjeros.

Cuento, etimológicamente, proviene de contar (del latín computare, que originariamente significaba contar numéricamente). De enumerar objetos se pasa a reseñar y describir acontecimientos, reales al principio y fingidos después. (...) Antes del siglo XIX el cuento se manejaba sin plena conciencia de su importancia como género literario con personalidad propia. El cuento literario que nace y se desarrolla durante el siglo XIX, alcanza en el XX una plena maduración, y evoluciona, al mismo tiempo, hacia formas nuevas.

Dentro de esta Antología, "La pata de palo", de José de Espronceda, me pareció estupendo, hay que destacar su humor: El narrador nos cuenta un caso "que hará erizar el cabello, horripilarse las carnes, pasmar el ánimo y acorbadar al corazón más intrépido. ¡Oh cojos!, escarmentad en pierna ajena". Dice la historia que en Londres vivían un comerciante y un artífice de piernas de palo, los dos muy famosos: "El primero, por sus riquezas, y el segundo, por su rara habilidad en su oficio. Y basta decir que ésta era tal, que aun los de las piernas más ágiles y ligeras envidiaban las que solía hacer de madera, hasta el punto de haberse hecho de moda las piernas de palo, con grave prejuicio de las naturales". Un día, el comerciante, Mister Wood, tuvo la mala suerte de perder una de sus piernas. De inmediato pensó en el artífice para que le hiciera una de palo, ello lo salvaría de semejante percance. Lo manda llamar y le pide le haga una pierna de palo que sea: "¡Un milagro de arte! Que encaje bien, que no pese nada ni tenga yo que llevarla a ella, sino que ella me lleve a mi".

Pobre Mister Wood, si bien la pata de palo quedó justamente como la pidió, mucho mejor de lo que la pidió, según le dijo su hacedor, en cuanto se la colocó y se puso en pié:

No hubo fuerzas humanas que fueran bastantes para detenerla, echó a andar la pierna por sí sola con tal seguridad y rapidez tan prodigiosa que, a su despecho, hubo que seguirla el obeso cuerpo del comerciante (...) Hace algunos años que unos viajeros recién llegados de Norteamérica afirmaron haberle visto atravesar los bosques de Canadá con la rapidez de un relámpago. Y poco hace se vio a un esqueleto desarmado vagando por las cumbres del Pirineo, con notable espanto de los vecinos de la comarca, sostenido por una pierna de palo...

La literatura en cartel


En el primero, vemos a Marcel Proust intentando penetrar en el tiempo, según la mirada de Gus Bofa. Se lee a través del cristal, el nombre del estudio: A la recherche du temps perdu. Para el autor de este blog, "El ilustrador lo representa de espaldas, atareado en desmontar algun mecanismo de relojería". En el segundo, Maupassant sostiene su obra, encaramado sobre la de Flaubert y Balzac, en un cartel publicitario de la época. ¿Que pensarían, Flaubert y Balzac?

Retrato: Blaise Cendrars

Está durmiendo
Se despierta.
De repente, está pintando.
Toma una iglesia y pinta con una iglesia
Toma una vaca y pinta con una vaca
Con una sardina
Con cabezas, manos, cuchillos
Pinta con un nervio de buey
Pinta con todas las sucias pasiones de una pequeña ciudad judía
Con toda la sexualidad exacerbada de la provincia rusa
Para Francia
Sin sensualidad
Pinta con los muslos
Tiene los ojos en el trasero
Y de pronto es tu retrato
Es tú lector
Es yo
Es él
Es su novia
Es el tendero de la esquina
La vaquera
La comadrona
Hay cubetas de sangre
En ellas se lava a los recién nacidos
Cielos de locura
Bocas de modernidad
La torre en tirabuzón
Manos
Cristo
Cristo es él
Pasó su infancia en la Cruz
Se suicida todos los días
De pronto deja de pintar
Estaba despierto
Ahora está durmiendo
Se estrangula con la corbata
A Chagall le sorprende seguir viviendo
La traducción de este excelente poema es de Ramón Buenaventura.

18 de marzo de 2007

Detalles sobre André Bretón

"Once años antes de conocer a su futura esposa, Jacqueline Lamba, André Breton había escrito un poema con detalles que parecían una premonición de ese encuentro. No fue la única vez que le ocurrió algo semejante. El poeta surrealista se apoyaba en esas coincidencias para abonar sus teorías estéticas.

La escena tiene lugar el 29 de mayo de 1934, a las 19 horas, en el "Café de la Place Blanche" donde se reúne el grupo surrealista presidido por André Breton. El creador del movimiento está sentado de espaldas a la puerta cuando, de pronto, las miradas de los parroquianos (no las de sus apóstoles, inútil aclararlo, sino las de la "concurrencia vulgar"), adquieren ese "carácter hostil que, tanto en la vida como en el arte -escribirá más tarde Breton en L amour fou -, siempre me ha indicado la presencia de lo bello". Se da vuelta a mirar y, en efecto, así es. Iluminada "como si se desplazara en pleno día a la luz de una lámpara", una mujer de "cabellos pálidos", "escandalosamente bella", acaba de entrar al sacrosanto café. Lleva en la mano un cuadernito, se instala ante una mesa y, sin mirarlo, se dedica a escribir. Breton tiene la "vaga intuición" de que la vida de esa mujer se unirá con la suya. También intuye que ella le está escribiendo una carta. A él.

Nada más cierto. Sin embargo, el mozo no tiene la delicadeza de acercarle el sobre. Esa misma noche, Breton se encuentra en la calle con la muchacha de escandalosa hermosura, ella se asombra de que el mozo no le haya dado la carta y se presenta: Jacqueline Lamba, pintora y bailarina de ballet acuático en una vieja piscina de la rue Rochechouart transformada en music-hall. Breton se maravilla. El que la bella sea pintora lo fascina bastante menos que su condición de nadadora. Porque el arte femenino le inspira una genuina desconfianza; porque le encantan las criaturas fantásticas del music-hall (su ídolo es la cantante Musidora, "hada moderna adorablemente dotada para el mal, y pueril, ¡oh, su voz de niña!"); y porque su creencia en el "azar objetivo" lo lleva a valorar de manera exclusiva los encuentros signados por la predestinación. Dicho en otras palabras, nadie puede aspirar a sus favores si no se halla en perfecta adecuación con los grandes principios del surrealismo. En el caso de una mujer, ésta deberá encarnar el doble papel de vampiresa y de nena. Imposible presentarse ante él así nomás, porque sí, privados de atributos y señales surrealistamente correctos.

Jacqueline cae bien. Días atrás, en un bar, Breton ha conocido a una camarera a la que llaman "la Ondina". Más no necesita el poeta para que la aparición de una sirena rubia forme parte de los "hallazgos fortuitos y necesarios" que fundamentan su teoría. Durante toda la noche Breton y la rubia caminan por París. Casi no se hablan. A Breton le impresiona el modo de caminar de esa chica tan joven (él le lleva catorce años), como si apenas apoyara los pies en tierra. Pasan por Les Halles, por la torre Saint-Jacques, por el mercado de flores, cruzan el Sena, se besan. Después él la acompaña al Médical Hotel, donde ella vive. Unico punto flojo en el conjunto, el nombre de este hotel no pareciera pegar con nada. Pero el enamorado no se inmuta. Cuando alguien desea, con tamaña intensidad, meter la realidad en el corset del sueño, tironea, empuja y, al final, lo consigue. De modo que esa noche, André y Jacqueline se van a dormir, cada uno por su lado, con la sonrisa en los labios. La sonrisa que debe ser, la del "amor admirable" preconizado por el jefe del surrealismo, y sobre el que otro poeta, Paul Eluard, tanto más práctico en amores, suele mascullar entre dientes: "el amor admirable mata".

Sólo tiempo después André Breton se da cuenta de que el paseo nocturno ya ha sido escrito, y nada menos que por él mismo. Un poema de 1923, perteneciente a su período de mayor exaltación -el del reciente descubrimiento de la escritura automática-, intitulado "Tournesol" y que nunca le ha gustado gran cosa, vuelve incansablemente a su memoria. Al buscarlo entre sus libros, la revelación lo fulmina.

Todo está allí. "La viajera que atravesó Les Halles a la caída del verano/ caminaba en puntas de pie/... En El Perro que fuma/ donde acaban de entrar el pro y el contra/ Sólo podían verla mal y de soslayo/...Las promesas de las noches por fin se realizaban/ Las palomas mensajeras los besos de auxilio/ se unían a los senos de la bella desconocida/... Una granja prosperaba en pleno París/... algunos como esta mujer parecen nadar", etcétera. Poco importa que el verano, a fines de mayo, en Europa no haya siquiera comenzado, ni que el Café de la Place Blanche no se llame Au Chien qui fume . Las cosas son así y no de otra manera: Jacqueline ha llegado hasta él prefigurada por la Ondina, y por ese poema, decretado profético, donde la viajera atraviesa Les Halles, es "mal vista" en un café, envía mensajes, tiene senos, pasa por la "granja" (el mercado de flores) y parece nadar, en evidente alusión a esa profesión de nadadora que a Breton lo encandila.

A partir de este momento Jacqueline deja de ser la joven inteligente y ambiciosa que en realidad es, alumna de la Ecole des arts décoratifs, interesada por las posiciones políticas del surrealismo y que, de modo no accesorio, busca trabajo, para volverse la náyade soñada. "El veía en mí lo que deseaba ver, pero, de hecho, nunca me vio realmente", diría Jacqueline algunos años después, así como, poco antes, la precedente amiga de Breton, Suzanne Muzard, había declarado con tristeza: "Breton incensaba sus amores: modelaba a la mujer amada para que, de acuerdo con sus aspiraciones, se convirtiera a sus ojos en un valor seguro".

Todo había comenzado, para Breton, en 1926. Caminaba por la calle cuando se topó de improviso con una chica muy rara que pronunciaba frases "oraculares". El lo narra en Nadia , donde también reproduce sus paseos callejeros, tal como en L amour fou lo hará con Jacqueline. Nadia se transforma en "genio libre", en "alma errante", en hada Melusina, en sirena, en mujer-niña, en la "mujer surrealista" por excelencia, y en la amante del poeta. Esto último no le impide a Breton huir despavorido cuando ella se vuelve loca de verdad. "No quiero hacerte perder un tiempo necesario para las cosas superiores -le escribe Nadia desde el Sainte-Anne, ese hospital psiquiátrico donde tantos surrealistas, sobre todo mujeres, se irán dando cita con el correr del tiempo-. Es sabio no demorarse en lo imposible". Aceptando magnánimo la ofrenda de la jovencita (hacerse a un lado para no molestar), Breton cuida su tiempo y omite visitarla. En cambio Paul Eluard, el que descree de lo admirable pero no del cariño, tiene la gentileza de llevarle flores.

Para Breton los hallazgos de personas no se diferenciaban de los hallazgos de cosas. Estas, decía, nos ponen en contacto con nuestras zonas desconocidas y, al igual que los sueños, con nuestros actos futuros. Junto al pintor De Chirico y al escultor Giacometti, Breton vagaba por las calles en un estado pasivo y receptivo, idéntico al que dejaba pasar el flujo de la escritura, o al menos él se lo creía, sin intervención de su voluntad. ¿Las palabras "golpean al vidrio de la ventana" sin ser llamadas? Los objetos también. Criaturas inanimadas pero premonitorias, a veces están allí para decirnos algo que nos está dirigido en forma personal.

Hermosa imagen, y cierta, ésta del lenguaje que nos hace toc-toc en el vidrio. ¿Qué escritor no ha gozado alguna vez de esos inesperados obsequios, una frase o un verso llovidos del cielo, o entrados por la ventana, y que, además de "fortuitos y necesarios", suelen ser lo mejor que ese escritor haya escrito jamás? Lástima que la verdad de la imagen resulte oscurecida por lo mismo que el surrealismo manifestaba desechar: cierta decisión deliberada de concretar el hallazgo; cierto voluntarismo que terminó por encerrar una percepción sutil y un descubrimiento revolucionario dentro de criterios bastante estrechos. Susan Sontag se ha mostrado muy crítica en relación con esos surrealistas errabundos a los que llama "paseantes de clase media", ávidos de estremecimientos pero también de cosas para coleccionar. Lo innegable es que la manía acumulativa típica del anticuario no les fue ajena. Frecuentar los mercados de pulgas, tanto como programar sesiones colectivas de escritura "dictada", son formas activas y resueltas de institucionalizar el azar. Pero si las cosas esperan a que el coleccionista se desplace hacia ellas, algunas mujeres saben tomar por su cuenta las riendas del acaso. Mujeres de otra época, se entiende, inseguras de triunfar por sus propios medios, que se apoyaban en una complicidad femenina porque la masculina, por el momento, no se derramaba sobre ellas a manos llenas.

Es lo que sucedió con Jacqueline Lamba. Un día, cansada de estar sola y harta de ser pobre, le preguntó en confianza a Dora Maar, su compañera de estudios en la escuela de artes decorativas: "¿Y esos surrealistas de los que tanto se habla, cómo se hace para verlos? ¡Me vendría de bien conocer a alguno!". "No va a ser nada difícil -le contestó Dora-. Breton está todas las tardes en el Café de la Place Blanche". A él también se lo notaba solo. Acababa de divorciarse de su primera mujer, Simone Kahn, y Suzanne Muzard se había casado con otro que no encendía tanto incienso sobre su altar. Así fue como entre las dos amigas planificaron la llegada de la bella desconocida al susodicho café, con sus cabellos decolorados, bastante pajizos, y su cuaderno a la vista. La confabulación, como hemos visto, fue coronada por el éxito. Un año después, en octubre de 1935, la propia Dora habría de montar una puesta en escena que volvería a dejar por los suelos las ocurrencias de lo fortuito. Y aun más surrealista, si cabe: ¿acaso no decía Breton que la belleza "será convulsiva o no será"?

Dora Maar, una morena tempestuosa de padre croata y madre francesa, pero criada en Buenos Aires, no era una humilde huerfanita como su compañera, sino la hija de un arquitecto enriquecido en la Argentina, y una fotógrafa surrealista de extraordinario talento. Estaba en la cúspide de su carrera, dentro de los límites que el sexismo, surrealista o no, lo permitía por entonces. Pero si bien ella no necesitaba a un amante poderoso por razones de supervivencia, lo precisaba por ambición. Y por admiración. En esta ocasión el papel de Celestina le tocó al amigable Eluard, quien le avisó sonriendo con esa tolerancia tan suya: "Esta tarde voy a estar con Picasso en Les Deux Magots ".

La escena se la contó diez años después el propio Picasso a Françoise Gilot, la joven pintora por la que acababa de abandonar a Dora. El está con su corte de adulones en el célebre bar de Saint-Germain des Près, cuando entra una mujer escandalosamente bella, aunque de pelo azabache. Va vestida del color de su pelo. Tiene una expresión inmutable, un aire de tanguera que avanza por la pista con arrogante sumisión. Picasso pregunta quién es (ya ha visto su fotografía en el estudio del fotógrafo norteamericano Man Ray), Eluard se lo chismea al oído: "Ha sido la amante de Georges Bataille". El dato significa que la morocha se las trae (adorador del Marqués de Sade, el autor de la horripilante Histoire de l oeil no tiene fama de ser ningún angelito). Cuando Picasso la taladra con esa mirada que hace temblar las piernas de las mujeres, Dora se la sostiene sin pestañear. Después se quita los guantes, también negros pero con aplicaciones de florcitas rosadas, se sienta, saca de la cartera un cuchillo afilado, planta sobre la mesa la mano izquierda y, a toda velocidad, traza el contorno de sus dedos a punta de puñal. Algún error comete, pese a su precisión, ya que la mano sangra. Picasso, embelesado, se acerca a pedirle el guante manchado de rojo. Hasta el final de su vida conservará ese objeto en la vitrina donde amontona sus tesoros.

André y Jacqueline se casaron, tuvieron una hija, Aube, visitaron a Frida Kahlo y a Diego Rivera en la Casa Azul, donde conocieron a Trotzki que se espantó de la frivolidad del poeta francés (Breton interrumpía conversaciones serias para robarse los ex votos de las iglesitas indígenas) y, a su debido tiempo, se divorciaron. Dora y Pablo no se casaron ni tuvieron hijos pero estuvieron juntos durante toda una década; ella le inspiró el Guernica y una fabulosa colección de retratos que van desde la joven inocente hasta la prisionera, la loca, la calavera o el perro; y, cuando él la abandonó, se encerró en su casa durante cuarenta años sin ver a nadie. "Después de Picasso, sólo Dios", explicó simplemente.

Pero lo que me importa destacar en estas historias no es el final sino el instante del encuentro. Historias universales, en las que una mujer resuelve sacudir el destino como un peral. Cleopatra haciéndose envolver en un tapiz que se coloca a los pies de Julio César, para surgir ante él como un presente. Evita abriéndose camino a codazos para instalarse junto a Perón en el acto del Luna Park. O, para retomar otro cuento que relaté hace poco en estas mismas páginas, la espía Africa Las Heras seduciendo al escritor Felisberto Hernández por orden de los servicios secretos soviéticos.

Y sin embargo, en todos estos comienzos hay una parte azarosa, imposible de proyectar. Breton, Picasso, Perón, Julio César o Felisberto habrían podido no plegarse al designio femenino. Por pícara que sea, la tesis del complot no lo abarca todo. Si esas mujeres lograron su objetivo, fue porque otro titiritero tan malicioso como ellas, llámese química amorosa, sino, estrella o hasta voluntad divina, manejaba los hilos.

Lo cual nos lleva de regreso a las fulgurantes intuiciones de André Breton, opacadas por su autoritarismo, su pedantería y su inenarrable ingenuidad, pero de una profundidad tan admirable como el amor que él amaba. Jacqueline Lamba se complotó con Dora Maar para conquistar al jefe poderoso de un movimiento artístico, pero el jefe poderoso supo descubrirla en la realidad y, por qué no, identificarla en un poema y armonizar el augurio con la conjura.

No desvariaba en absoluto Breton al afirmarlo: disponerse al hallazgo hace que los regalos del azar, "manifestación de la necesidad interior que se abre camino en el inconsciente del hombre", se vuelvan perceptibles. Lo mejor de Breton está en haber propiciado, en un país racionalista como el suyo, ese estado de alerta y transparencia al que él llamaba de "distracción superior". Una forma fluida de la concentración, que permite oír los golpecitos en la ventana, dados por el poema, o por la cosa, o por unos nudillos humanos que han decidido despertarnos porque ya es hora".

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15 de marzo de 2007

Premio Pablo Neruda

"El Premio Hispanoamericano de Poesía Pablo Neruda recayó este año en la poeta y ensayista cubana Fina García Marruz, anunció hoy la ministra de Cultura, Paulina Urrutia, quien se lo comunicó telefónicamente a la ganadora. El anuncio fue hecho en nutrida conferencia de prensa, junto al jurado, integrado por la académica chilena Ana Pizarro, el escritor peruano Carlos Germán Belli y el poeta y ensayista cubano Roberto Fernández Retamar.

Emocionada, Fina García Marruz agradeció el premio, que le será entregado por la presidenta Michelle Bachelet durante la "Cumbre Iberoamericana de Ministros de Cultura", en julio próximo en Santiago de Chile.

Desde su institución hace tres años, el premio ha sido ganado por el mexicano José Emilio Pacheco (2004), el argentino Juan Gelman (2005) y el peruano Germán Belli (2006)".

Es la primera vez que este premio se da a una mujer.

Vía | La ventana.

14 de marzo de 2007

Literaturame

El licenciado en Filología y Master en diseño gráfico (edición web y edición papel), Emilio Jio García, ha abierto un nuevo espacio, un Digg literario, que seguramente será referencia diaria para quienes estamos interesados en el arte de la Literatura y sus ramas: Literatúrame.

Enhorabuena por este excelente proyecto en el que puede participar quien lo desee si tiene algo que informar sobre Literatura, Didáctica, Escritores, Teoría Literaria, Crítica, etc. Basta con inscribirse (es muy rápido) y empezar a publicar.

Dada

Dada (Video)

Alfonso Reyes

El Instituto Cervantes presenta una gran exposición sobre Alfonso Reyes

El Instituto Cervantes ha presentado hoy en su sede central de Madrid la exposición Alfonso Reyes. El sendero entre la vida y la ficción, un homenaje al escritor, traductor, académico, periodista y diplomático mexicano Alfonso Reyes (1889-1959). Con ella el Instituto Cervantes quiere contribuir a la difusión fuera de México de la polifacética figura de uno de los autores más importantes en lengua española.

Organizada en el marco del 30 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre España y México, se inaugurará mañana jueves, en un acto en el que intervendrán la ministra de Cultura, Carmen Calvo; el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, Sergio Vela; el director del Cervantes, César Antonio Molina, y el comisario de la muestra, el escritor y periodista mexicano Héctor Perea, autor de varios libros sobre Alfonso Reyes. La muestra podrá visitarse hasta el 20 de mayo en la sede del Instituto Cervantes.

Colaboran en la iniciativa importantes instituciones de México, en especial el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno de México, el Gobierno del Estado de Nuevo León y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También participan la Embajada de México en España, el Comité Regional Norte de Cooperación con la Unesco, la Universidad de Nuevo León, el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, la Capilla Alfonsina o el Colegio de México, entre otros organismos.

Recorrido vital

La exposición hace un recorrido vital del escritor a través de múltiples objetos que datan de los años 1910 a 1950. Pueden verse un total de 35 óleos, dibujos y grabados de diversos artistas, que Reyes adquirió o que le regalaron a lo largo de su vida; dos bustos, diversos documentos, cartas, manuscritos, libros y numerosas fotografías, algunas de ellas inéditas.

También hay diverso material audiovisual que incluye un paseo virtual por la Capilla Alfonsina, Centro de estudios literarios Alfonso Reyes (México D.F.); fragmentos de películas, una exposición virtual del Centro Virtual Cervantes y material sonoro que reproduce la voz real del escritor mexicano.

La muestra Alfonso Reyes. El sendero entre la vida y la ficción viajará, tras su paso por Madrid, a los centros del Instituto Cervantes de París, Toulouse, Lisboa, Río de Janeiro, Sao Paulo, Brasilia, Chicago, Nueva York y Albuquerque, así como a México, durante 2007 y 2008.

Por la lectura

Mi amigo, Fernando Sarria, me envía un certero texto de José Luis Sampedro respecto a pagar por el préstamo en biblioteca. Aunque este préstamo de pago a la biblioteca lo pretende imponer la Unión Europea, el texto es útil para todos los países del mundo que pretenden hacer lo mismo:

Contra el préstamo de pago en biblioteca que pretende imponer la Unión Europea. Por la lectura

José Luis Sampedro 06/03/07

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus “clientes” éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.

Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir –eso dicen– a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.

En la vida corriente el que paga una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio

b) es objeto de una sanción. Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro vendido? ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?

Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil.

Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

Lobo Antunes: Premio de Literatura

El escritor portugués Antonio Lobo Antunes ha ganado el "Premio Camoes de Literatura 2007", el mayor galardón literario en lengua portuguesa, anunció hoy el jurado en Río de Janeiro.

Enhorabuena, muy merecido.

13 de marzo de 2007

Cervantes en Italia

Carta inédita de Mateo Alemán, autor de El Pícaro Guzmán de Alfarache, a Miguel de Cervantes.

Mucho antes de la batalla de Lepanto, nuestro eximio escritor aún muy joven, mató, en duelo con espada, a un tal Antonio de Sigura, conocido por la posteridad gracias a su deceso con Cervantes. Don Miguel fue condenado por la justicia española a ser amputado de la mano derecha y a diez años de cárcel por lo que huyó a Italia, permaneciendo allí cinco o seis años, uno de los cuales residió en Sicilia. Personalmente hice, el año pasado, un viaje que cubrió los sitios mencionados, pero los consulados se abren en octubre y yo estuve en septiembre. Por otra parte me he comunicado, vía internet, con el Instituto Cervantes, que me mandó la carta –inédita–que a continuación (vía mi amiga la doctora Teresa del Conde) envío a La Jornada Semanal, para información de los cervantistas que no la conozcan.

Por mi parte escribo ahora un opúsculo intitulado
Cervantes en Italia.

Solía decir aquel tan gran Príncipe de la elocuencia romana (Tulio digo), que no había en el mundo cosa más contraria a la razón y a la constancia que la Fortuna, queriéndonos dar a entender que de ella estaban pendientes todos los acaecimientos que sobrevenir pudieran a los humanos. Semejantes a las cartas de Urías son las acciones nuestras, porque ellas solas labran nuestra desdicha; y ser esto verdad muy recibida de los más doctos varones y más sabios de la antigüedad latina, pruébalo Juvenal cuando dice que ninguno daría culto a la engañosa deidad de la Fortuna, si nosotros tuviéramos buen seso y prudencia, ya que para bien suyo y daño de nosotros nuestra mucha locura y poco saber la había hecho diosa.

Por muy fino disparate y por un viejo abuso canonizado por sus siervos los ambiciosos, he hasta agora tenido este idolatrar las gentes en la Fortuna, y aun a los tales los tuve por bobos como si vivieran en Bamba. Mas ya se han trocado los años; y ansí como aquel a quien tanto han amilanado las desventuras y el verse acabado y consumido de largas enfermedades, de las muchas navidades que ha vivido, y a más de la pobreza, último récipe de aquella tan mudable dama, dije: "A buen tiempo venís, desengaño. Antes me atrevería a hacer doméstica una fiera que dejar de adorar a la Fortuna: solicitaré su favor, pues imagino que esperallo della sin ruegos, es pedir peras al olmo o cerezas al cardo. Al hombre que della no fuere rendido esclavo, abridle la huesa, dalde por muerto, córtenle los lutos: alcanzar las dichas y el término redondo y fin de sus dolencias, agrillas serán. Afuera tristezas, afuera querellas, afuera sospiros: no vivamos más en la casa lóbrega de Lazarillo de Tormes; pues así pasa."

Puédese a voz viva publicar por el universo que ella no da favor más que a aquéllos que afeitan la fealdad de su mal vivir con mucho artificio. A éstos da oídos con gran llaneza y afabilidad: alienta a los inorantes para que se gallardeen con su mesma inorancia, saca sanos de todas las pendencias a los perdonavidas y manjaferros, dineros da al que de puro miserable y mezquino es un pan y ensalada, a los entremetidos y trafalnejas les da materia en que cebar sus deseos de bollicio, a los lebrones da cabida en el mundo como si fueran valientes, a los grajos les facilita ajenos oídos que escuchen sus parlerías, los Pedros de Ordimalas encuentran por ella felicidad en sus engaños y cautelas, los Satumos hallan melancolías con que más entristecerse, en sus dobleces y malos tratos alcanzan ventura los cuescos matreros, los nonadies tienen autoridad de hombres aptos para todo linaje de ejercicios, los borceguíes sin soletas y los tragamallas hallan siempre manjares que les aviven y despierten el apetito y no cansada glotonería. Mucho es de sentir que tan corrompido ande el mundo por el buen parecer de Doña Fortuna. Los hombres todos, como si jugasen con ella al juego de la carteta, no hacen otra cosa que pensar en el encuentro, en el azar, en el llevar, en el reparo, en el falso topa.

Pues vuestra merced, que florece en la agudeza del ingenio y en el donaire en el decir, deberá de haber experimentado esto que digo: vuestro Ingenioso Hidalgo D. Quijote corre con tanto aplauso por las naciones extranjeras, en compañía de mi Atalaya de la vida, siendo los dos más estimados libros que de poco acá se han compuesto. Es así. Iguales fuimos en el echar en plaza las llagas casi incurables de los mortales (aunque se abrase la envidia); iguales también fuimos y somos en las desdichas. ¿Queréislo ver? Pues considerad que tenemos por patria (si dijera mejor madrastra) a una tan cruel enemiga que de todo cuida menos del premio de los ingenios. ¡Oh necia, necia y mil veces necia! Pero mejor fuera decir, ¡oh loco, loco y mil veces loco, que no imaginabas que también en el ingenio tenía jurisdicción la Fortuna! Engañado he sido, y aún pudiera decir que escarmentado, si tan tarde y tan fuera de sazón y de tiempo no viniera el escarmiento.

Decidme, ¿qué piensa el mundo de los que siguen el ejercicio de las letras? ¿No imaginan que es llevar agua al molino, escribir libros para alumbrar los ciegos entendimientos de los inorantes? ¿No tienen por pequeño trabajo como si fuera el perejil de Juan de Mena tanto estudiar, tanto aprender, tan poco dormir?

Determinado estoy de seguir nueva senda que me lleve al puerto de mi ventura; por eso he hablado conmigo diciendo: "Ya poco habré de vivir: niño fui, mozo he sido, viejo soy, ¿qué me resta de vida?, ¿qué he aprovechado?, ¿de qué hacienda gozarán mis hijos? Nada en suma. Pues alto: vamos, como suele decirse en Salamanca, a Tuta que es tierra de limosna. Vamos a Nueva España, a ver si en ella no me persiguen con sus lenguas, para labrar mi descrédito, los maldicientes murmuradores de mis escritos, que me hacen tanto mal como si fueran maldiciones de Salaya. Ya es la tardanza cosa pesada: los méritos no se conocen en el mundo sino tarde y mal, y así se premian: la Fortuna ha sido para mí como la justicia de Peralvillo, que en la primera audiencia mandaba asaetear un hombre, y desque el triste moría de tan mala muerte, comenzaba a hacerle el proceso."

Pues por la estimación que vuestro libro ha conseguido, me persuado que muy cerca estáis de hartas desdichas, y paréceme que os cogerán muy desapercibido. No hacéis leña en buen monte, por eso yo me parto a lejas tierras; en éstas zúñenme los oídos. Y como si fuera yo hombre indigno y de poco valor y merecimiento, me desestima el vulgo de mi patria. Sea ansí; que por eso como la vejez no me permite morir como valiente con heridas en el pecho y honrosas, dadas por fuerte mano, y he de morir en las blanduras y sosiego de mi lecho, quiero que se diga que perdí el cacarear a la llana de Carrasa, y no con los cuidados y sobresaltos que lleva consigo el hombre que se parte desta engañosa vida, dejando por herencia a sus hijos la pobreza con pequeña hacienda y con deudas.

Vuestra merced, señor Cervantes, si no quiere ser despojo de Fortuna, hágase su servidor y captivo, siga mis pisadas, que ellas le llevarán a un morir más descansado lejos de la envidia de aquéllos que para nos herir tienen más libre, más suelta, más ligera, más desembarazada y más presta la lengua que el mesmo pensamiento, y aun más afilada que navaja para cortar las vidas y los escritos de otros. Fácil me es ya el huir: no hay cosa tan dificultosa que con buena diligencia no se consiga. Con el huir de mis invidiosos, podré decir en salvo está el que repica. No me azotaron, pero diéronme un jubón muy justo a raíz de las espaldas. Estoy a punto de volvérseme el juicio con los enredos de aquellos deslenguados. No es la vida de el leal mas de en cuanto quiere el traidor. Por vosotros, emponzoñadas víboras, se suele decir: Al facer ni can. Bastantes años me habéis traído a la melena y con el agua a la gola. Cansado estoy de buscar la gandaya y de hallarla. Por eso, acordándome de aquel antiguo cantar que ansí escomienza,

Velador que el castillo velas,
vélale bien y mira por ti;
que velando en él, me perdí.

me parto a Méjico en busca de la fortuna que hasta ahora huye de mí; y no me será fácil toparla por estas tierras aunque la busque con linterna flamenca. Y es ansí, porque como ya soy viejo y no mozo de buen aire y tengo la cara adornada de perigallos, esa dama tan esquiva se ausenta de mis ojos. Guarde Dios muchos y dilatados años, señor Cervantes, la vida de vuestra merced, para que ponga término a la segunda parte del Ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha. El mundo todo lo espera y lo desea, y yo más que ninguno, como tan amigo y servidor que soy de vuestra merced.

De Sevilla, a 20 de abril del año de 1607.
Mateo Alemán.

Nota introductoria de Sergio Fernández.
Vía | Suplemento LJS

12 de marzo de 2007

Relatan en 600 mosaicos la historia de El Quijote

¿Qué hace un mural de Don Quijote de la Mancha en la entrada de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la UNAM? La incógnita responde a una extraordinaria historia que pocos conocen y que representa y simboliza la consolidación de dicha facultad.

El mural, realizado en la técnica de Talavera de Puebla, está representado por 600 mosaicos que relatan en secuencia narrativa la obra de Miguel de Cervantes Saavedra y basada en su mayoría en la obra de Gustave Doré, reconocido ilustrador y grabador francés.

LA HISTORIA EN VETERINARIA

Antes, todas las facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México estaban dispersas por la ciudad, Veterinaria estaba en el exconvento de San Jacinto. Esto se mantuvo hasta el momento que se construyó Ciudad Universitaria (UNAM) y la Facultad se instaló ahí, motivo por el cual se cerró el internado y muchos jóvenes se quedaron sin un sitio donde vivir. Lo anterior provocó muchos problemas, pero también el coraje de los alumnos para encontrar una solución. Fue así como se dedicaron a buscar un sitio en donde vivir (para seguir estudiando en la Universidad) y encontraron una granja desocupada en Iztapalapa. "Los chavos empezaron a investigar, y resulta que la granja era de un funcionario poblano que tenía problemas con Hacienda, Fue así como los alumnos fueron y tomaron el lugar", explicó el maestro de genética de la facultad.

Con la ayuda del rector de esa época, el doctor Nabor Carrillo Flores, se buscó llegar a un acuerdo con el presidente de México, Ruiz Cortines, y la granja fue donada a la UNAM. "Ahí los alumnos trabajaban, hacían exámenes, comían y estudiaban; por las mañanas un camión los traía para que tomaran clases", relató el doctor en Medicina Veterinaria. La granja tenía una construcción admirable, pues la distinguía un estilo colonial californiano de los años cuarenta. Contaba con una serie de habitaciones con su baño, que en conjunto formaban una fila, y en cada cuarto había una imagen religiosa. "Tenía una sala espectacular y una cocina espléndida, cubierta de Talavera, todo formado con mosaicos", dijo con emoción el doctor Berruecos, al recordar sus vivencias en este recinto.

A mediados de los ochenta se empezaron a crear escuelas de veterinaria, motivo por el cual la demanda estudiantil disminuyó y las protestas por parte de la gente aumentaron debido a que la granja despedía un olor poco agradable a causa de los animales que ahí habitaban, aunado a estos problemas, la obtención del agua, por la ruptura de los sistemas de Iztapalapa con el terremoto de 1985, era casi imposible. Fue así como en el año de 1988 se decidió cerrarla. "Ese lugar ya no servia como granja, así que se vendió como terreno, pero al venderse resulta que en la parte de atrás, en el jardín, se encontraba el Quijote", declaró el rector de la facultad de ese periodo.

Era bien sabido que al venderse la granja, iba a llegar un tractor para poder construir en el terreno. Por este motivo, el director de aquella época, el doctor Luis Zarco Quintero, decidió rescatar el Quijote para llevarlo a Ciudad Universitaria: "Esta decisión fue tomada por una razón: muchos colegas veterinarios, incluso muchos profesores de la facultad, pudieron estudiar la carrera gracias a que existía la granja. Egresados de la granja deben haber sido más de 200 veterinarios. Históricamente esto es importante. Por esto, bajo esta tónica, se rescató el Quijote", aseguró el doctor Berruecos.

La obra de arte se montó mosaico por mosaico en una rejilla de solera metálica y se llevó a la Facultad el 12 de mayo de 1998, donde hoy día podemos admirarla, todo esto con el fin de representar un monumento de memorias de la comunidad, así como el recuerdo de la forma como se solidificó la carrera de Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.

EL DATO MÁS INTERESANTE

El mural fue tomado de los grabados de Gustave Doré y aunque no sabe quien lo pintó, se tiene la referencia de que se hizo en un taller en Puebla, que sin duda se basó en la obra del artista. De los 206 grabados del Quijote de Doré, hasta el momento se han identificado 176 mosaicos, lo que corresponde a 124 grabados, considerando que en algunos casos un grabado sirve para varios mosaicos. Un ejemplo lo encontramos en el mosaico donde aparece Sancho besando a su burro después de recuperarlo. Realizado en la más clara técnica de Talavera de Puebla, los grabados perfectamente bien delineados hacen la inclusión de todos los colores, además de tener una clara definición del tema. En el extremo derecho, fuera del mural, están los retratos de Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra y Sancho Panza, hechos con la misma técnica. Cabe mencionar que debajo de las fotografías hay una cita del libro, así como a un extremo del mural.

Foto: Sergio Ley

Derechos Reservados Organización Editorial Mexicana.
Vía | Noticias. Aquí se ve la imagen.

Érase una vez: Goytisolo

Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.

Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.

Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.

José Agustín Goytisolo

Cuentos de hadas del siglo XXI

Los cuentos de hadas han cambiado, al menos para los niños ingleses de entre 4 y 11 años de edad. Existe una iniciativa gubernamental que consiste en la distribución en las escuelas de libros que abordan la homosexualidad. Entre los textos se encuentra un cuento de hadas donde la principal figura es un príncipe que, luego de rechazar a tres princesas, termina casándose con un hombre. Asimismo, está la historia de una niña astronauta que tiene dos madres, y un bebé pingüino con dos padres.

El proyecto piloto lanzado en Inglaterra, es respaldado por 14 colegios y una autoridad local. De resultar exitoso, el esquema de distribución de este tipo de libros será extendido a todo el país.

Alguno de los títulos:

"El rey y el rey": Un rey se enamora de uno de los hermanos de una princesa y se casa con él. "La astronauta": Una niña que va al espacio cae enferma y es atendida por sus dos madres Loula y Neenee. "Y con Tango son tres": Dos pingüinos varones se enamoran, así que en el zoológico les regalan un huevo de donde nace Tango, el primer pingüino con dos papás.

Fuente: Proponen cuentos gay para niños.

11 de marzo de 2007

El violín

El filme mexicano El Violín se ha alzado con el premio a la mejor película hispanoamericana y Red Road, de Escocia (Reino Unido), ha triunfado en la categoría mundial del Festival Internacional de Cine de Miami (EE UU). Los premios se han entregado en una ceremonia en el Gusman Center for the Performing Arts, de Miami (Florida), un día antes de que concluya la vigésima cuarta edición del festival, en el que han participado 112 películas de 43 países.

El Violín, dirigida por el mexicano Francisco Vargas Quevedo, narra la historia de la doble vida que llevan los hombres del clan Hidalgo (padre, hijo y nieto), que son músicos rurales callejeros y activos simpatizantes de una rebelión campesina en contra de un brutal gobierno militar.

Por cierto, días antes, El violín también ganó el premio al mejor largometraje latinoamericano del 34 Festival de Cine de Gramado (Brasil), y su compatriota Mezcal, de Ignacio Ortiz Cruz, fue reconocido con el premio especial de la crítica. Asimismo, El Violín se llevó el premio de mejor guión, de Francisco Vargas Quevedo y de mejor actor, Don Ángel Tavira. Mezcal consiguió la mejor dirección.

Nota completa.

10 de marzo de 2007

El boom de la literatura japonesa

Hace un par de días leía en el blog de Alejandro Gándara, El escorpión, lo siguiente (tomo sólo el inicio):

Estaba leyendo ayer unas declaraciones de Murakami o Marikuni o Karamumi, o sea el de 'Tokio Blues' (que por cierto ha sacado hace dos o tres meses 'Kafka en la orilla', también en Tusquets, y que espero tengan ustedes la gentileza de ahorrarme la lectura, al menos hasta que se convierta en imponderable)…

Sin duda, no importa que Murakami entre en esa pasión japonesa que muchos lectores poseen por la literatura escrita por autores del Sol naciente; así es la literatura, hay autores excelentes que no gustan a algunas personas, y qué le vamos hacer, así es.

El boom de la literatura japonesa

La cultura japonesa seduce en forma permanente, su exotismo llama la atención más allá del sushi, el manga y el animé. Ahora es la literatura japonesa la que fascina, provoca y convoca a lectores fans que agotan las ediciones de escritores como Haruki Murakami o Banana Yoshimoto y hasta se inician en el estudio del japonés con la secreta ilusión de leer en la lengua original. Y hay también lectores que, reflexivos y obsesivos, indagan en los orígenes de la letra japonesa, van en busca de otros autores y libros que hablen del Japón perdido.

Hay algo de desconcertante en el trazo japonés. Y no sólo es una cuestión de fina y elegante caligrafía, lo es también el resultado de las tramas de las novelas japonesas, de esos relatos que por momentos son nebulosos y donde los recuerdos se turnan con el realismo para tejer una trama en una zona donde la porosidad de la frontera entre la vida real y la imaginada se agudiza y el relato, agitado, al fin fluye. Esas imágenes poco claras suelen armar historias fascinantes que, sin duda, seducen en un primer acercamiento desde la rareza. Japón todavía es un país exótico a los ojos occidentales, y esa característica es la puerta de entrada para adentrarse en una cultura tan compleja como atractiva.

En las novelas japonesas siempre muere alguien. Pero la muerte no es un tema de fondo ni un ruido externo, es parte determinante de la trama. Y no es extraño porque la muerte está presente en la cultura japonesa y muchas veces los protagonistas de las novelas, y de la vida real, mueren y deciden morirse de diferentes formas. Hay un deambular distinguible en la singularidad de cada historia que hace que lo imprevisto rompa calmas que parecían perpetuas o que la trama psicológica, de suspenso, se mezcle con lo místico, con la muerte y con la vida más allá de la muerte.

Nombres como Murakami, Yoshimoto o Yasunari Kawabata son casos de ventas llamativos que a su vez provocan el efecto de búsqueda de clásicos como Yukio Mishima, Kazuo Ishiguro, Kenzaburo Oé, Junichiro Tanizaki, Yasushi Inoué, Hisako Matsubara, Ryunosuke Akutagawa, Sei Shonagon entre otros. En los últimos años, y especialmente desde 2005, las cifras de ventas de libros de literatura japonesa superaron los 160 mil ejemplares, de los cuales más de 60 mil corresponden a libros de Kawabata y casi 45 mil a los de Murakami. Esto sin tener en cuenta libros de haiku, filosofía, cocina, fotografía, entre otras inquietudes.

Borges en casa

Borges en casa
Martín Schifino

El sábado 16 de abril de 1977, mientras preparaban el prólogo a una edición de Thomas de Quincey, Borges y Bioy Casares redactaron las siguientes frases sobre el escritor inglés: «Fue amigo personal de Wordsworth, de Coleridge, de Charles Lamb y de Southey [...]. Al describirlos, no vaciló en registrar sus pequeñas vanidades, sus flaquezas y aun el rasgo íntimo que puede parecer indiscreto o irrespetuoso, pero que nos permite conocerlos con vividez. Las reminiscencias de De Quincey son parte integral de la imagen que tenemos de ellos ahora». Bioy llevaba entonces casi treinta años escribiendo un diario en el que registraba sus encuentros habituales con Borges y, desde luego, no se le escaparon las similitudes entre su situación y la de De Quincey. Lo anterior, anota sugerentemente, «debería preceder, si me resignara alguna vez a presentarme como monstruo de inmodestia, mis reminiscencias de Borges».

Es difícil imaginar un autor tan modesto como Bioy, o de modales tan impecables con el lector, pero aquella duda se convirtió en la década del noventa en un proyecto concreto: publicar los diarios íntimos que había escrito durante cincuenta años y de los que sólo se conocían fragmentos. Una primera antología, Descanso del caminante, apareció en 2003. Y del mismo material se desprende este enorme y magnífico Borges , preparado en 1997-1998 con ayuda de su albacea, en el que se reúnen todas las referencias a su gran amigo. Desde 1947 hasta 1986, son casi cuatro décadas de anécdotas, opiniones y hasta confidencias, intercambiadas mayormente cuando Borges cenaba en casa de Bioy y su esposa Silvina Ocampo. La conversación era variadísima, pero el tono inconfundible. Alberto Manguel ha escrito que «escuchar a los tres amigos era como escuchar una orquesta de cámara improvisando un concierto. Una voz sugería un tema, las otras lo seguían, hacían variaciones, después lo abandonaban para encarar simultáneamente otros, todo salpicado de citas, anécdotas, retazos de información esotérica y chistes» [ 1 ] . Si la conversación es un arte efímero por excelencia, una de las magias puntuales de Bioy fue la de preservarlo.

La literatura aunó a Borges y Bioy y, naturalmente, la literatura es el tema recurrente, el estribillo, de sus charlas. A estas alturas son muy conocidas las preferencias de los amigos, más las de Borges (literatura inglesa, cuento policial, Dante, etc.). Pero el ámbito privado no coincide exactamente con el de la opinión en público. La gran retórica a que nos tiene acostumbrados Borges es lo primero que desaparece. Los dos amigos comentan libros de igual a igual, no sólo entre sí, sino con respecto a los autores. Ante la reverencia institucional por los clásicos, Borges dice que éstos «son chambones, como todo el mundo» (16 de mayo de 1958). Nadie es inmune a priori: el mismo examen implacable se aplica a académicos, antiguos, modernos o contemporá­neos. Cuando un texto funciona, Borges emite un entusiasta «está bien», lo que parece haber sido un gran elogio en su vocabulario. (Teniendo en cuenta todo lo que le parecía mal, lo que estaba bien estaba de veras muy bien.) Cuando no, puede redondear un juicio con un expresivo: «¡Qué animal!». No en vano escribió Borges el ensayo «El arte de injuriar»: es un experto en maledicencia. Y Bioy no se queda atrás.

Hay un excelente ensayo de Juan José Saer, «Borges francófobo», en el que se revela el encono de Borges por la literatura francesa durante los años treinta. Estos diarios prueban que, con el tiempo, la animadversión, si acaso, empeoró. Baudelaire es un buen ejemplo. Borges contó en su autobiografía que de joven aprendió de memoria Les Fleurs du Mal; pero ese desliz se transformó en su madurez en recelo. Llega a preferir, característicamente, a Dante Gabriel Rosetti, porque siente «mejor la literatura inglesa» (4 de noviembre de 1957). Stephane Mallarmé fue un anglófilo tan dedicado como Borges, pero eso no le impide a este último decir que «la prosa de Mallarmé es una inmundicia» (11 de octubre de 1959). La desconfianza hacia lo francés es una constante que muchas veces llega a la necedad; sobre un gran estilista de la lengua, Gustave Flaubert, Borges dice: «nunca pude leer L' éducation sentimentale ni Madame Bovary»; y Salammbô «está mal escrita» (20 de julio de 1971). Rabelais suscita únicamente invectivas. Por lo demás, salvo Verlaine, ningún «gran escritor francés» parece convencerlo. Sus gustos acogen más bien a poe­tas menores, como Laforgue y Toulet, o a un novelista entretenido, pero lateral, como el autor de Adolphe : «Bioy: "Benjamin Constant. Lo estuve releyendo en Pardo. Creo que es el mejor escritor francés". Borges: "Yo creo que sí"» (16 de octubre de 1971).

La literatura española queda, si es posible, peor parada. Recordando que Groussac había caracterizado la frase «la ciencia española» de oxímoron, Borges no puede contenerse y propone, como ejemplo de esa figura retórica, «la literatura española» (2 de diciembre de 1966). En una entrevista que Bioy cita con cierto pasmo, llega a decir que «el gran aporte de España a la cultura de Occidente es el galicismo» (7 de mayo de 1967). De los clásicos, pondera a Cervantes, aunque con reservas; el primer capítulo del Quijote está admirablemente bien escrito, pero ni Galatea ni las Novelas ejemplares ni Los trabajos de Persiles y Segismunda -«una orgía de disparates» (29 de abril de 1963)-le parecen aceptables. Gracián «no tenía oído para los versos» (1 de septiembre de 1957), «ni un solo momento de dignidad, ni de elevación» (15 de noviembre de 1957). De hecho, «en él llega al apogeo ese estilo, vacuo y retórico, que tiene las formas del pensamiento y no contiene un solo pensamiento. Ese estilo hizo estragos en la literatura española» (1 de julio de 1962), dice Borges. Y es ese estilo lo que le molesta en Quevedo, «una suerte de malevo, un espadachín», cuya «retórica no es buena, porque no nos convence de su sinceridad» (11 de abril de 1960). El juicio es interesante porque, en una polémica de juventud en contra de Dámaso Alonso, Borges había entronizado a Quevedo por encima de Góngora. En cuanto a Góngora, alcanza una calma ambivalencia; pero con Lope vuelve a la carga, descartando todo el teatro en favor de los sonetos.

Cuando llegamos a los modernos, casi nadie sale ileso. El 22 de noviembre de 1959, Borges espeta acerca de Lorca: «Poeta en Nueva York es Tilingo en Nueva York»; cuatro años después amplía: «El mejor Lorca es el que escribe poemas andaluces y gitanos. Cuando creyó que podía escribir de todo, cuando escribió los versos libres de Poeta en Nueva York, escribió poemas horribles» (5 de junio de 1963). Nótese, más allá del ataque, la condescendencia implícita en el elogio: más le hubiera valido al granadino quedarse en su provincia. Al menos no lo azota como a Neruda, «un discípulo de Lorca, mucho peor que Lorca» (ídem). Este último hace de vara tanto para medir como para golpear. Al leer a Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y Gerardo Diego -autores «arbitrarios»- Borges piensa que, comparativamente, «Lorca no era tan malo» (11 de octubre de 1959). La otra bête noire de Borges es Ortega y Gasset, «un bruto», que «sigue engrupiendo a medio mundo. La cursilería no lo perjudica» (11 de mayo de 1977). Los lectores españoles no deben sentirse heridos en su orgullo literario. Sin distinciones de nacionalidad, Borges vapuleaba por igual a los escritores argentinos. A Ernesto Sábato y Manuel Mujica Láinez, pese a que no se parecen en nada entre sí, los mata de un solo tiro experto: «son dos faroleros» [31 de mayo de 1958. ¿Quién complace a Borges? Rubén Darío («nadie habrá tenido mejor oído» (15 de noviembre de 1957)].

Revista de Libros nº 123
Marzo 2007

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Dos poemas de Tomás Segovia

Nuestro querido y admirado poeta Tomás Segovia, tiene blog: "La página de Tomás Segovia".

TUS PECHOS SE DORMÍAN EN SOSIEGO

Tus pechos se dormían en sosiego
entre mis manos, recobrando nido,
fatalmente obedientes al que ha sido
el amor que una vez los marcó al fuego;

tu lengua agraz bebía al fin el riego
de mi saliva, aún ayer prohibido,
y mi cuerpo arrancaba del olvido
el tempo de tu ronco espasmo ciego.

Qué paz... Tu sexo agreste aún apresaba
gloriosamente el mío. Todo estaba
en su sitio otra vez, pues que eras mía.

Afuera revivía un alba enferma.
Devastada y nupcial, la cama olía
a carne exhausta y ácida y a esperma.


Y SIN EMBARGO, A VECES, TODAVÍA...

Y sin embargo, a veces, todavía,
así de pronto, cuando te estoy viendo,
vuelvo a verte como antes, y me enciendo
del mismo modo inútil que solía.

Y me pongo a soñar en pleno día,
y reprocho al destino, corrigiendo,
como los locos, lo que fue; y no entiendo
cómo no pude nunca hacerte mía.

E imagino que anoche me colmaste
de placeres sin nombre, y que esa chispa
perversa y de ternura en tu mirada

prueba que lo otro es nada -que gozaste,
que a ti también este limbo te crispa,
¡que al fin te di el orgasmo!- y lo otro es nada.

Foto: Juan Ballester.

9 de marzo de 2007

Portales literarios

Los portales de "La Biblioteca Virtual Miguel Cervantes" ofrecen excelente información sobre autores y obras; entre otros, por ejemplo, el Portal Nacional México, dentro del cual se encuentra la Biblioteca de Autor Sor Juana Inés de la Cruz y la Biblioteca de autor Margo Glantz. Ahora, acaba de inaugurar el Portal Escritoras Españolas, que reunirá las obras de Santa Teresa de Jesús, Concepción Arenal, Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán, entre otras.

La pretensión de esta página "es dar cabida tanto a las escritoras que gozan de indudable reconocimiento como a aquellas que permanecen en un injustificado olvido: a las ya incluidas se irán sumando otras mujeres de letras, como María de Zayas (del siglo XVII) y Josefa Amar y Borbón (XVIII)".

Muere el Capitán América

"El Capitán América, el enmascarado superhéroe de la editoral de cómics Marvel que luchó contra los nazis, fue muerto en Nueva York a los 66 años de edad, víctima de un atentado perpetrado por una francotiradora, agente de inteligencia que estaba enamorada de él. El deceso, registrado este miércoles cuando se puso en venta el último ejemplar de la historieta, ha causado conmoción, según informa la prensa local entre los miles de seguidores de este soldado nacido en 1941 y que combatió la corrupción política en la era Watergate. El Capitán América, cuya verdadera identidad era Steve Rogers, fue acribillado por una francotiradora frente a un tribunal en Nueva York, una dramática escena en la que se ve sangre fluir de su inconfundible uniforme estampado con la bandera de Estados Unidos.

Muerte simbólica. El “centinela de la lucha por la libertad y los derechos” fue asesinado por negarse a aceptar una ley antiterrorista promulgada por el gobierno que ordena a los superhéroes a entrenarse de manera similar a los militares y policías. La decisión causó una revuelta entre los superhéroes, que derivó en la formación de dos facciones de poder: una de resistencia, liderada por el Capitán América, y otra partidaria de la decisión del gobierno, conducida por el Hombre de Hierro".